Una exposición fotográfica de Marcos Pergón en una antigua iglesia de Toledo recoge un canto al cuerpo y a la danza lleno de lirismo, poesía y depurada técnica.
El fotógrafo murciano radicado en Madrid Marcos Pergón hace su primer acercamiento al universo de la danza a través de la plástica de los cuerpos desnudos de los bailarines. Tras un concienzudo trabajo y de tratar las fotografías con el cuidado compositivo como si se tratara de pinturas, Pergón estructuró cientos de instantáneas la manera de ensayos hasta dar con las definitivas, tras sesiones fotográficas agotadoras que han contando con la colaboración desinteresada de un grupo de excelentes bailarines de distintas disciplinas, y por ende, con distintos desarrollos físicos, musculares y lineales.
Para el fotógrafo, cada modelo-bailarín o bailarina debían de aparecer en poses características de los estilos en los que desarrollaban su ámbito profesional, en un retrato desnudo estéticamente controlado, con la precisión conceptual de que las obras debían, además, hablar de la danza que hacían esos cuerpos, el tipo de movimiento capaz de convertir en arte unas secuencias en el espacio.
El cuerpo del bailarín destaca sobre el fondo negro- Marcos Pergón
El resultado es sobrecogedoramente poderoso, impactante y de una gran carga escultórica.
Las fotografías están expuestas en un sitio privilegiado, el Círculo de Arte de Toledo, una antigua iglesia que, paradojas de la historia y del destino, estuvo ligada a la Inquisición. Es como si la austeridad solemne de esos muros se rindiera ante la belleza de la danza y los intérpretes que han pasado por su estudio, desde japoneses a cubanos, norteamericanos o españoles.
Colocadas las piezas de gran formato con un sentido sinfónico o corográfico, con una preponderancia de los fondos negros o brumosos de los que emergen los cuerpos en movimiento, el recorrido se vuelve música y roza el aire.
Y es que parte del esfuerzo de estas imágenes está en la honestidad de las tomas, realizadas mientras los bailarines creaban las poses a partir de su experiencia dancística y del poso coréutico propio, su instinto en el espacio.
También no es ocioso hablar de poesía del movimiento, en cuanto hay un fuerte componente apolíneo, algo que está también en el ideario del ballet como tal, el su decálogo estético más elevado.
La mayoría de las imágenes son en blanco y negro, y resaltan desde una aparente convención gráfica para convertirse en destellos de volumen muy relacionados a veces con la pintura tenebrista y el arte clásico.
Sculpture Human. Fotografías de Marcos Pergón. Círculo de Arte de Toledo. Plaza de San Vicente, 2. Toledo.
Hasta el 28 de febrero. www.circuloartetoledo.orgy www.marcospergon.com