Esta noche termina la primera temporada de No me la puedo sacar de la cabeza, programa de la tele catalana que ha recorrido la historia de 15 canciones, secretos de su composición y el contexto en el que salieron a la luz.
No todos los episodios han brillado a la misma altura, entre otras cosas porque no todas las canciones escondían el mismo peso referencial, pero la fórmula, importada del programa noruego Landeplagge, ha resultado tan entretenida como estimulante.
No sería raro que el formato viajara a otras cadenas nacionales, como sucedió con los encuentros de Miquel Calçada con catalanes por el mundo, que ha tenido fortuna con variantes regionales en todas las parrillas del país.
La canción elegida para cerrar temporada es Paraules d'amor, de Serrat, que se colocó número uno en las listas de 1966.
Todo un hito del pasado, pero que vista la incapacidad de España para asumir su plurilingüismo incluso en democracia, no deja de servir tanto de estímulo como de sombra vergonzante sobre nuestro presente.
Curiosamente, en unos pocos días, puede ganar el Goya una película hablada en catalán, Pa negre.
Si aciertan los apostadores más enterados, el recorrido por el tiempo y el talento de Serrat será de lo más oportuno.
No me la puc treure del cap, así se titula en TV-3, está presentado por Roger de Gràcia, que responde bastante bien a la promesa de su apellido.
A partir de temas de Sisa, Llach o de interpretaciones de Maria del Mar Bonet, se alumbra la materia de la que están hechas las canciones; aspectos técnicos y armónicos, que comentan músicos o se analizan con ligereza y humor, hasta las anécdotas sobre la composición de la letra, lanzamiento comercial y acogida de la gente.
La canción de tres minutos, junto al cine, ha sido la más hegemónica expresión de la cultura popular en el siglo pasado.
Al día de hoy conserva un espacio privilegiado en la memoria emocional de la gente, uno podría peinar su vida con las canciones que le acompañaron.
Quizá su brevedad, contundencia y poder de evocación, sean la mejor pista de por dónde podría ir la expresión artística en los tiempos futuros, ahora que aún andamos demasiado concentrados en el suceso tecnológico, siempre anecdótico.
3 feb 2011
Resurrección
Resurrección
¿Que después de esta vida tengamos que despertarnos un día aquí
al estruendo terrible de trompetas y clarines?
Perdona, Dios, pero me consuelo
pensando que el principio de nuestra resurrección, la de todos los difuntos,
lo anunciará el simple canto de un gallo...
Entonces nos quedaremos aún tendidos un momento...
La primera en levantarse
será mamá... La oiremos
encender silenciosamente el fuego,
poner silenciosamente el agua sobre el fogón
y coger con sigilo del armario el molinillo de café.
Estaremos de nuevo en casa.
(Del libro Dolor. Traducción de Clara Janés)
Vuelve el ángel negro de Praga
Una monumental antología rescata a Vladimír Holan - El autor checo se recluyó en casa durante 30 años cuando el régimen comunista le prohibió publicar .
Vladimír Holan no creía en Dios, creía en los milagros; creía en el pueblo, no en los que se erigen en sus representantes exclusivos.
Fueron estos los que en 1948, el año en el que los comunistas tomaron el poder en Checoslovaquia, le prohibieron publicar sus poemas.
Acusado de "formalismo decadente", el poeta se encerró en su casa de Kampa, una de las islas del río Moldava a su paso por Praga.
Echó las cortinas y cambió sus horarios: dormía de día, vivía de noche. "Muro por muro", escribió.
"Para él todos los temas son grandes", dice Clara Janés, su traductora
La gran paradoja es que el veto llegaba justo después de que Holan aparcara el hermetismo de sus primeros libros -se había estrenado con Abanico en delirio en 1926, a los 21 años- en beneficio de una poesía de tintes sociales -"murió mi soledad"- surgida en 1938 a raíz de la ocupación nazi de Checoslovaquia. "El poeta y el artista digno de ese nombre", escribió en 1946, "cambia el mundo y lo crea de nuevo, sea con la fuerza de la humildad, sea con la fuerza de la rebelión".
Buena muestra de ese cambio de estilo es Soldados del ejército rojo (1947), publicado completo por primera vez en España.
Es también el caso de títulos como Avanzando y Miedo, escritos en la larga noche de la prohibición y hasta ahora traducidos fragmentariamente.
Esos tres libros, otros cinco también completos y una amplia muestra de dos más conforman el volumen La gruta de las palabras (Galaxia Gutenberg / Círculo de Lectores), casi 700 páginas traducidas por Clara Janés.
La selección de la poeta española se centra en los libros que Holan escribió en sus años de reclusión voluntaria.
Algunos como Dolor, Una noche con Hamlet y Toscana -el favorito de su autor- forman parte ya de la historia de la gran poesía europea del siglo XX. Holan era "el mejor poeta" de su generación según su amigo Jaroslav Seifert, que recibió el Premio Nobel en 1984.
Para entonces, Holan, al que llamaba "ángel negro", llevaba cuatro años muerto.
Igual que el hermetismo juvenil aprendido de Mallarmé había dado paso a una poesía popular y narrativa -algunos poemas son verdaderos microrrelatos-, esta dio paso a una metafísica que consigue conjugar claridad y misterio.
"Para Holan todos los temas son grandes", dice Clara Janés. De ahí que imagine a Hamlet como "un Mozart dado a la bebida" o prefiera el canto de un gallo a las trompetas celestiales para el día de la resurrección.
Cuando en 1980 salió de su casa con 75 años para morir en un hospital, Holan no había dejado aquellas cuatro paredes más que un puñado de veces.
Ni siquiera acudió a recoger los premios que empezaron a reconocer su obra cuando, a partir de 1963, la efímera revolución de terciopelo contribuyó a levantar el castigo a sus libros.
Todas las distancias de su vida las había recorrido cuando era un niño de seis años que caminaba cuatro kilómetros diarios para estudiar latín en un convento cercano a Podolí, el pueblo al que se había trasladado su familia desde Praga, la ciudad en la que había nacido en 1905.
"¿Por qué es pesado tu vuelo, / por qué se atrasa? / -He pasado quince años / hablando al muro / y ese muro lo arrastro yo solo / desde mi infierno / para que ahora / os lo diga todo...".
Eso dice el poema que abre Miedo, escrito el mismo año en que dejó de ser un autor prohibido.
Hablando contra el muro, Holan escribió cinco novelas que destruyó, 10 libros de poemas y multitud de traducciones de poetas como Baudelaire, Rilke o Góngora.
En España su nombre está ligado para siempre al de Clara Janés.
Contra todos los consejos, la escritora barcelonesa consiguió romper el aislamiento del poeta checo en 1975.
Ayer, en Madrid, recordó una vez más el episodio al que ella misma dedicó en 2005 el libro La voz de Ofelia (Siruela): "Llevaba seis años sin escribir un verso pero obsesionada con Hamlet cuando un amigo robó un libro, solo por el título, y me lo regaló.
Era Una noche por Hamlet en la traducción de Josef Forbelsky revisada por Guillermo Carnero. Lo había publicado Barral, que me dijo que desistiera de conocer a Holan.
Él había estado en Praga y no había querido recibirlo, tampoco a Gallimard.
Pero le mandé un poema y me respondió que podía visitarle".
Clara Janés entró en la casa de la isla de Kampa con un ramo de rosas que el huidizo anfitrión utilizó como parapeto.
La siguiente visita tuvo lugar dos años después. Para entonces, Janés había aprendido checo.
Pudo así hablar con Vladimír Holan y traducir su obra.
También seguir sentándose en silencio junto a un hombre que decidió encerrarse para ser libre.
Vladimír Holan no creía en Dios, creía en los milagros; creía en el pueblo, no en los que se erigen en sus representantes exclusivos.
Fueron estos los que en 1948, el año en el que los comunistas tomaron el poder en Checoslovaquia, le prohibieron publicar sus poemas.
Acusado de "formalismo decadente", el poeta se encerró en su casa de Kampa, una de las islas del río Moldava a su paso por Praga.
Echó las cortinas y cambió sus horarios: dormía de día, vivía de noche. "Muro por muro", escribió.
"Para él todos los temas son grandes", dice Clara Janés, su traductora
La gran paradoja es que el veto llegaba justo después de que Holan aparcara el hermetismo de sus primeros libros -se había estrenado con Abanico en delirio en 1926, a los 21 años- en beneficio de una poesía de tintes sociales -"murió mi soledad"- surgida en 1938 a raíz de la ocupación nazi de Checoslovaquia. "El poeta y el artista digno de ese nombre", escribió en 1946, "cambia el mundo y lo crea de nuevo, sea con la fuerza de la humildad, sea con la fuerza de la rebelión".
Buena muestra de ese cambio de estilo es Soldados del ejército rojo (1947), publicado completo por primera vez en España.
Es también el caso de títulos como Avanzando y Miedo, escritos en la larga noche de la prohibición y hasta ahora traducidos fragmentariamente.
Esos tres libros, otros cinco también completos y una amplia muestra de dos más conforman el volumen La gruta de las palabras (Galaxia Gutenberg / Círculo de Lectores), casi 700 páginas traducidas por Clara Janés.
La selección de la poeta española se centra en los libros que Holan escribió en sus años de reclusión voluntaria.
Algunos como Dolor, Una noche con Hamlet y Toscana -el favorito de su autor- forman parte ya de la historia de la gran poesía europea del siglo XX. Holan era "el mejor poeta" de su generación según su amigo Jaroslav Seifert, que recibió el Premio Nobel en 1984.
Para entonces, Holan, al que llamaba "ángel negro", llevaba cuatro años muerto.
Igual que el hermetismo juvenil aprendido de Mallarmé había dado paso a una poesía popular y narrativa -algunos poemas son verdaderos microrrelatos-, esta dio paso a una metafísica que consigue conjugar claridad y misterio.
"Para Holan todos los temas son grandes", dice Clara Janés. De ahí que imagine a Hamlet como "un Mozart dado a la bebida" o prefiera el canto de un gallo a las trompetas celestiales para el día de la resurrección.
Cuando en 1980 salió de su casa con 75 años para morir en un hospital, Holan no había dejado aquellas cuatro paredes más que un puñado de veces.
Ni siquiera acudió a recoger los premios que empezaron a reconocer su obra cuando, a partir de 1963, la efímera revolución de terciopelo contribuyó a levantar el castigo a sus libros.
Todas las distancias de su vida las había recorrido cuando era un niño de seis años que caminaba cuatro kilómetros diarios para estudiar latín en un convento cercano a Podolí, el pueblo al que se había trasladado su familia desde Praga, la ciudad en la que había nacido en 1905.
"¿Por qué es pesado tu vuelo, / por qué se atrasa? / -He pasado quince años / hablando al muro / y ese muro lo arrastro yo solo / desde mi infierno / para que ahora / os lo diga todo...".
Eso dice el poema que abre Miedo, escrito el mismo año en que dejó de ser un autor prohibido.
Hablando contra el muro, Holan escribió cinco novelas que destruyó, 10 libros de poemas y multitud de traducciones de poetas como Baudelaire, Rilke o Góngora.
En España su nombre está ligado para siempre al de Clara Janés.
Contra todos los consejos, la escritora barcelonesa consiguió romper el aislamiento del poeta checo en 1975.
Ayer, en Madrid, recordó una vez más el episodio al que ella misma dedicó en 2005 el libro La voz de Ofelia (Siruela): "Llevaba seis años sin escribir un verso pero obsesionada con Hamlet cuando un amigo robó un libro, solo por el título, y me lo regaló.
Era Una noche por Hamlet en la traducción de Josef Forbelsky revisada por Guillermo Carnero. Lo había publicado Barral, que me dijo que desistiera de conocer a Holan.
Él había estado en Praga y no había querido recibirlo, tampoco a Gallimard.
Pero le mandé un poema y me respondió que podía visitarle".
Clara Janés entró en la casa de la isla de Kampa con un ramo de rosas que el huidizo anfitrión utilizó como parapeto.
La siguiente visita tuvo lugar dos años después. Para entonces, Janés había aprendido checo.
Pudo así hablar con Vladimír Holan y traducir su obra.
También seguir sentándose en silencio junto a un hombre que decidió encerrarse para ser libre.
Museo en obras: se alquilan fondos
La muestra en la Fundación Mapfre de los tesoros de las salas románicas del MNAC de Barcelona, cerradas por reformas, es el último ejemplo de una tendencia en alza .
."Girando por obras".
La frase podría colgar de las puertas cerradas de las salas del románico del Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC). Contienen habitualmente una de las mejores colecciones del género en el mundo.
Un tesoro que rara vez ha abandonado las dependencias de Montjuic.
Hasta ahora: a cambio de 900.000 euros, las joyas más brillantes del conjunto se podrán ver en la sede madrileña de la Fundación Mapfre a partir del próximo miércoles.
Por prestar sus joyas el centro catalán cobra 900.000 euros
La fórmula no es nueva pero está en franco auge, dados los tiempos de crisis que corren. Se puede resumir en el viejo adagio que aconseja hacer de la adversidad una virtud. ¿La adversidad? El MNAC se encuentra en obras para reordenar museográficamente las salas del Románico.
¿La virtud? Mientras tanto, alquila con alta rentabilidad su colección (el resto del Museo sigue abierto al público).
Es una fórmula actualmente ensayada en varios museos del mundo. La colección de Sterling and Francine Clark, con su sede de Williamstown (EE UU), también en obras, ha sacado de gira mundial una selección de 70 obras impresionistas.
El parisiense Museo D'Orsay, también en proceso de reformas, mostró en la Fundación Mapfre 90 obras impresionistas que ahora cuelgan en otros escenarios europeos.
Y tres años hace ya que el Museo Picasso de París recorre el mundo.
Las 400 piezas que en el estreno de su gira se pudieron ver en Madrid costaron al Reina Sofía 3,5 millones de euros.
Después, se han expuesto después en Emiratos Arabes, Canadá, Estados Unidos, Finlandia, Rusia y Australia.
Pablo Jiménez Burillo, director de exposiciones de Mapfre, institución pionera en recurrir a la fórmula del alquiler de colecciones, piensa que el beneficio es tan importante para el que presta como para el que expone.
Ve la muestra que se abre la próxima semana, El esplendor del Románico, como una oportunidad única. "Fuera del MNAC", opina, "hay muy pocas obras. El propio museo del Prado tiene cuatro cosas. Estos tesoros están cargados de significado. Frente a ellos, Picasso modificó su forma de entender el arte. Es más, la ruta del Románico se va a contemplar de otra manera a partir de nuestra exposición. Solo salió de Cataluña, en 1937, para la exposición de París. Nuestro criterio es aprovechar oportunidades únicas como esta".
El director general de Mapfre añade que, además de la compensación económica por el préstamo para la exposición, la compañía de seguros se ha comprometido a desarrollar un programa de investigación en el que se incluye la digitalización de los fondos del MNAC.
La exposición, comisariada por Jordi Camps, conservador jefe del área del Románico del MNAC, ofrece 59 obras distribuidas en cinco secciones que detallan lo que fue la pintura mural, la escultura en piedra y los objetos de mobiliario litúrgico.
Fuera de España, y al margen de los recorridos de los Museos D'Orsay y Picasso, la gira más espectacular por el interés de sus fondos es la de la colección de Sterling and Francine Clark.
La pasada semana, Richard Rand, jefe de Conservación del museo, presentó en Madrid la itinerancia prevista para una parte de la colección (setenta obras impresionistas), mientras que en su sede de Williamstown el arquitecto japonés Tadao Ando acomete obras de ampliación y modernización del edificio.
La contraprestación de los museos receptores es variable.
Supondrá préstamos a largo plazo para las diferentes exposiciones programadas.
El Prado, a cambio de la exposición Pasión por Renoir, prestará cuadros para la muestra que en el futuro dedicarán a la historia del retrato.
La selección hecha por los directivos del museo americano incluye 70 cuadros de artistas como Renoir, Claude Monet, Edgar Degas, Édouard Manet, Camille Pisarro o Paul Gauguin.
La primera parada será en Milán, a primeros de marzo, en el Palazzo Reale. Después se podrá ver en el Museo de los Impresionistas, en Giverny y el 18 de noviembre llegará a España, a la sede barcelonesa de Caixaforum.
El recorrido seguirá por la Royal Academy de Londres, el Kimbell Art Museum de Fort Worth (Texas), el Montreal Museum of Fine Arts de Canadá y acabará su extenuante gira en Japón y China.
."Girando por obras".
La frase podría colgar de las puertas cerradas de las salas del románico del Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC). Contienen habitualmente una de las mejores colecciones del género en el mundo.
Un tesoro que rara vez ha abandonado las dependencias de Montjuic.
Hasta ahora: a cambio de 900.000 euros, las joyas más brillantes del conjunto se podrán ver en la sede madrileña de la Fundación Mapfre a partir del próximo miércoles.
Por prestar sus joyas el centro catalán cobra 900.000 euros
La fórmula no es nueva pero está en franco auge, dados los tiempos de crisis que corren. Se puede resumir en el viejo adagio que aconseja hacer de la adversidad una virtud. ¿La adversidad? El MNAC se encuentra en obras para reordenar museográficamente las salas del Románico.
¿La virtud? Mientras tanto, alquila con alta rentabilidad su colección (el resto del Museo sigue abierto al público).
Es una fórmula actualmente ensayada en varios museos del mundo. La colección de Sterling and Francine Clark, con su sede de Williamstown (EE UU), también en obras, ha sacado de gira mundial una selección de 70 obras impresionistas.
El parisiense Museo D'Orsay, también en proceso de reformas, mostró en la Fundación Mapfre 90 obras impresionistas que ahora cuelgan en otros escenarios europeos.
Y tres años hace ya que el Museo Picasso de París recorre el mundo.
Las 400 piezas que en el estreno de su gira se pudieron ver en Madrid costaron al Reina Sofía 3,5 millones de euros.
Después, se han expuesto después en Emiratos Arabes, Canadá, Estados Unidos, Finlandia, Rusia y Australia.
Pablo Jiménez Burillo, director de exposiciones de Mapfre, institución pionera en recurrir a la fórmula del alquiler de colecciones, piensa que el beneficio es tan importante para el que presta como para el que expone.
Ve la muestra que se abre la próxima semana, El esplendor del Románico, como una oportunidad única. "Fuera del MNAC", opina, "hay muy pocas obras. El propio museo del Prado tiene cuatro cosas. Estos tesoros están cargados de significado. Frente a ellos, Picasso modificó su forma de entender el arte. Es más, la ruta del Románico se va a contemplar de otra manera a partir de nuestra exposición. Solo salió de Cataluña, en 1937, para la exposición de París. Nuestro criterio es aprovechar oportunidades únicas como esta".
El director general de Mapfre añade que, además de la compensación económica por el préstamo para la exposición, la compañía de seguros se ha comprometido a desarrollar un programa de investigación en el que se incluye la digitalización de los fondos del MNAC.
La exposición, comisariada por Jordi Camps, conservador jefe del área del Románico del MNAC, ofrece 59 obras distribuidas en cinco secciones que detallan lo que fue la pintura mural, la escultura en piedra y los objetos de mobiliario litúrgico.
Fuera de España, y al margen de los recorridos de los Museos D'Orsay y Picasso, la gira más espectacular por el interés de sus fondos es la de la colección de Sterling and Francine Clark.
La pasada semana, Richard Rand, jefe de Conservación del museo, presentó en Madrid la itinerancia prevista para una parte de la colección (setenta obras impresionistas), mientras que en su sede de Williamstown el arquitecto japonés Tadao Ando acomete obras de ampliación y modernización del edificio.
La contraprestación de los museos receptores es variable.
Supondrá préstamos a largo plazo para las diferentes exposiciones programadas.
El Prado, a cambio de la exposición Pasión por Renoir, prestará cuadros para la muestra que en el futuro dedicarán a la historia del retrato.
La selección hecha por los directivos del museo americano incluye 70 cuadros de artistas como Renoir, Claude Monet, Edgar Degas, Édouard Manet, Camille Pisarro o Paul Gauguin.
La primera parada será en Milán, a primeros de marzo, en el Palazzo Reale. Después se podrá ver en el Museo de los Impresionistas, en Giverny y el 18 de noviembre llegará a España, a la sede barcelonesa de Caixaforum.
El recorrido seguirá por la Royal Academy de Londres, el Kimbell Art Museum de Fort Worth (Texas), el Montreal Museum of Fine Arts de Canadá y acabará su extenuante gira en Japón y China.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)