ENTREVISTA: NACHO VEGAS Cantautor
Nacho Vegas (Gijón, 1974) cabalga en su último disco por La zona sucia como un kamikaze.
El cantautor asturiano ha convertido esta parte de la pista de la fórmula 1, llena de impurezas, en el mejor camino para chocar contra todos aquellos imprevistos que le iluminan y así componer los 10 temas de su quinto álbum en solitario.
"Las canciones salen de esos momentos en los que todo te parece que está un poco desordenado.
Cuando las cosas no encajan bien y no sabes muy bien por qué", explica el músico en la oficina de su promotora en Madrid.
El artista se estrena en la autoedición con el álbum 'La zona sucia'
El disco sale a la venta el 14 de febrero, "solo por casualidad", y las entradas para el primer concierto de la gira en Valladolid (25 de febrero) ya están agotadas.
Aviso para sus seguidores: lo mismo ha sucedido para la cita de Madrid del 24 de marzo y la segunda, confirmada ayer para el día siguiente, podría tener la misma suerte. La gira de presentación recorrerá ciudades españolas hasta abril, para después aterrizar en México y Argentina. Países en los que el cantante llena recintos de más de 4.000 personas, como el teatro Metropolitano azteca.
La cita se celebró una de estas últimas mañanas heladoras de Madrid, con el cantante atrincherado detrás de un té caliente.
Nacho Vegas va dejando escapar, casi susurrando, las pistas de un disco en el que las canciones son "más sencillas, no demasiado largas ni retorcidas como en otros de mis discos".
Un álbum de no más de media hora, planteado así para la edición vinilo, en el que el amor recupera un cierto protagonismo.
"Hablo de la contradicción de que el amor es algo muy poderoso pero también muy frágil".
Esta paradoja la va resolviendo en temas como Taberneros con la ayuda de María y Alicia, componentes del grupo español Pauline en la Playa. "La canción la recogí de una melodía tradicional asturiana de Llanes y decidí cambiarle un poco la letra y el ritmo". Pero la transformación respetó el estribillo en femenino, incluso cuando tuvo que recitar cómo se arrancaría el corazón.
En La zona sucia convive, además, un grupo de niñas y niños de entre 5 y 10 años.
"Canté con las hijas del cantante de Míster Cometa. Ellas tienen un grupillo de música, Las Súper Roqueras, van con camisetas de los Rolling", recuerda Nacho Vegas sin darse cuenta de que su cara, por fin, dibuja la primera sonrisa.
Algo más cómodo, o eso aparenta, el músico se desquita de esa impronta de rockero maldito y melancólico, cuya autoría achaca a los adoradores del culto a la personalidad, y cuenta qué es eso de Marxophone, su nuevo proyecto de autoedición después de 10 años de carrera con el sello Limbo Starr.
"Es un paso natural que tenía que dar porque las cosas han cambiado mucho estos años. Se ha acabado un poco el modelo tal y como lo conocíamos", sentencia. "Los sellos pequeños se están reconvirtiendo en oficinas de contratación y se trabaja un poco más en consenso con los músicos.
La discográfica ahora es una parte pequeña, no el centro de una carrera musical".
Nacho Vegas se ha convertido en su principal inversor. En el responsable de establecer los plazos de entrega y grabación del disco.
En el creador o, por lo menos, inspirador del diseño. "La portada del libreto es un cuadro de un pintor de Gijón que se llama Adolfo P. Suárez", describe con el compacto en la mano.
"La ilustración, una mezcla de edificios de Madrid, Gijón y París, forma parte de un tríptico que saldrá con una edición especial de dos singles".
Por atreverse, se la ha jugado incluso con la licencia: por primera vez ha optado por el copyleft.
Y la respuesta a todo esto es el resultado de la crisis que el cantante cree que sufre el modelo de las grandes discográficas "preocupadas por rentabilizar muy rápido los productos". "Solo he mimado mi trabajo.
He producido un disco con cariño, lo que me gustaría adquirir como comprador de música".