Los editores del premio Nobel celebran su éxito como el reconocimiento a un escritor perfeccionista que les ayuda y les asegura el éxito de ventas .
A Mario Vargas Llosa le han publicado ya en más de 30 lenguas, y ayer por la tarde pudo hablar cualquiera de ellas, o casi, en un barrio extremo de Estocolmo donde le recibieron chicos y chicas de distintas procedencias e idiomas, que le trataron como si fuera un maestro de escuela. El Nobel les habló como si se dirigiera a la ONU.
Oslo entrega el Nobel de la Paz a una silla vacía
Mario Vargas Llosa
Dejó su primitiva editorial sueca por lo mal que estaba la traducción
El barrio al que acudió el Nobel no es de la apetencia de los taxistas, porque se supone que por allí hay peligro; pero a Mario Vargas Llosa la experiencia de acudir a la biblioteca de este colegio multicultural y multirracial del Estocolmo helado y profundo le pareció de lo más estimulante que ha hecho esta semana de agitación que ha acabado con robarle la voz.
A él le parece que esta proliferación de razas y culturas ("la diferencia superficial que nos afecta a los seres humanos") es un ejemplo de la coexistencia y de la paz que son precisos "para aprovecharnos de los grandes avances de la ciencia". Los jóvenes lo celebraron, le contaron historias (en sueco, en inglés y en español, aunque pudieron hablarle en suahili, en rumano, en somalí...), y le cantaron canciones navideñas que ya están metidas en el acervo cultural que les otorga Suecia.
Al mismo Vargas Llosa el éxito le ha otorgado el don de lenguas. Ayer hablamos con algunos de sus editores: las suecas (de Nordstedts) Eva Gedin y Gunilla Sondell; el italiano (de Einaudi) Ernesto Franco; su editora española e hispanoamericana (de Alfaguara) Pilar Reyes... A todos les pilló la noticia del Nobel cuando acababan de cerrar (o estaban a punto de firmar) el contrato para la última novela de Vargas Llosa, El sueño del celta. Llevan editando al escritor desde hace 30 años, en el caso italiano, más de 20 años en el sueco y Alfaguara lo publica desde 1997. No hablan del dinero que desembolsaron, pero sí de la alegría que se llevaron. Todos se dispusieron a revolver el backlist (fondo editorial) que tienen, y el momento les salvó (o les ayudó a salvar) el negocio, que ahora está en horas indecisas.
Y, claro, solo Pilar Reyes puede decir qué impacto ha tenido la última novela de Vargas Llosa en la lengua en la que el Nobel escribe. Ella asegura que duplicaron la tirada (para España y para América), así que pusieron en el mercado medio millón de ejemplares, la mitad en un lado y la mitad en el otro lado del océano. En Estados Unidos, donde lanzaron 30.000 ejemplares en español, ya tienen otros 20.000 circulando...
Los extranjeros se agarraron a los títulos ya publicados, que sacaron a toda prisa. Los suecos han llenado las estanterías con lo que ya tenían: La Fiesta del Chivo (el mayor éxito aquí, desde 2002), La Casa Verde, Las travesuras de la niña mala, Conversación en La Catedral... Los italianos acudieron al mercado con una publicidad que decía: "¿Cómo se va usted a perder Las travesuras de la niña mala? Pero luego tiene que leer La Casa Verde. ¡Pero no vaya a perderse La tía Julia y el escribidor...".
Ellos tienen su propia selección personal; coinciden los editores con los que hablamos de las consecuencias que tiene un éxito así en que Conversación en La Catedral y La Fiesta del Chivo son libros decisivos. El segundo ha sido en Suecia "un boom firme, constante", como en español y como en italiano...
Publicar a Vargas Llosa, para ellos, es "una aventura maravillosa", dice el italiano, que además ha sido traductor suyo. "Es un autor que conversa", cuentan, "alguien que envía sus originales impolutos, y que incluso presenta sus manuscritos como si fueran a ir a imprenta de inmediato", afirma Pilar Reyes. "Es un autor que ayuda al editor; cuando publica, es fiel, y se vuelca como si trabajara en nuestra casa".
Los españoles saben cuánto le preocupan las erratas (que le vuelven literalmente histérico) y los suecos y los italianos saben cuánto le preocupan las traducciones... Dejó su primitiva editorial sueca porque recibió noticias de lo mal que estaba la traducción de una de sus primeras novelas, La ciudad y los perros, que ahora está traduciendo de nuevo Peter Landelius, traductor suyo desde La Fiesta del Chivo.
Vargas Llosa no tiene el don de lenguas, que tanto echó de menos ayer en su reunión "multinacional" con los chicos de la escuela de Rinkeby, pero estos días está rodeado de todos los que han hecho posible que sus libros estén en los escaparates en más de 30 lenguas o países. Sus editoras de Nordstedts contaron ayer que La ciudad y los perros fue la primera obra de un peruano que fue directamente traducida del español al sueco. Entonces Vargas Llosa rompió el maleficio, y ahora ya abrió la puerta del todo. Tiene la llave del Nobel.