Los militares españoles desplegados en Afganistán jamás pensaron que harían algo parecido. Ni les prepararon ni les advirtieron sobre ello. No era peligroso, pero sí inusual: han estado repartiendo libros, ejemplares de El Principito de Antoine de Saint-Exupéry traducidos al dari, un dialecto del farsi hablado en ese país.
Un grupo de 30 amigos financió la traducción al dari de 5.000 ejemplares
No fue idea del Ministerio de Defensa, sino de una mujer llamada Fuencisla Gozalo, procuradora de profesión, que desde hace años colecciona ejemplares de esta obra en todos los idiomas del mundo. Lo tiene en 200 lenguas. Buscando nuevas incorporaciones para su librería descubrió la triste historia de un traductor afgano llamado Ghulam Sakhi Ghairat, hoy director de la Escuela Diplomática de Kabul, que en 1977 hizo una pequeña edición del libro en dari. "No llegó a venderse nunca y la conservó en cajas en su casa", le contó a la ministra de Defensa, Carme Chacón. Hasta que durante la guerra, bombardearon su vivienda. Todo ardió. "Él salvó la vida porque estaba en Nueva York", añadió.
"El día de mi cumpleaños le pedí a mis amigos que, en lugar de hacerme un regalo, me ayudaran a financiar una edición de El Principito en dari para repartirlo entre las mujeres y los niños afganos", cuenta Fuencisla. Sus amigos colaboraron para aportar 2.500 euros con los que financiar una tirada de 5.000 ejemplares de la traducción de Sakhi.
"Para repartirlos pensé que podía ayudarnos nuestro Ejército", explica, "y le envié una carta a la ministra". "Badghis es una provincia muy necesitada, y si no constituye un peligro para nuestros soldados creo que sería bueno que se encargasen de su reparto en escuelas, bibliotecas, entre las mujeres y los niños", decía la misiva.
El Ministerio de Defensa le contestó que le parecía una excelente idea y que se ponían manos a la obra. Fuencisla no quiso perdérselo y viajó a Afganistán para ver con sus propios ojos a mujeres y niños paseando con su ejemplar. "Ningún niño había podido leer El Principito. Ahora sí. Podrán aprender los valores que enseña el libro: honestidad, lealtad, amistad. El traductor me dijo que lo más importante para garantizar la seguridad en el futuro, para que los niños no terminen en campos de entrenamiento talibanes, es la educación".
El ejemplar lleva una dedicatoria a Fuencisla -"esperamos que, esté donde esté, su corazón lata siempre con el de millones de niños afganos"-, pero ella no se quedó satisfecha y, una vez en Kabul, se reunió con el viceministro de Educación. "Si nos dan un dólar, nosotros llevaremos lápices. Si nos dan más, podemos construir escuelas o colegios. Necesitamos 6.000. Gestionen ustedes el dinero, elijan ustedes a los constructores, y nosotros les regalaremos el terreno", les dijo el político afgano. Y Fuencisla Gozalo ya no pudo dejar de pensar en la posibilidad de construir un colegio en Kabul.
A los pocos días se celebró una segunda reunión en la Agregaduría de Defensa, a la que asistió la diputada Homaira Haqmal, profesora de Derecho en la Universidad de Kabul; el coronel Luis Herruzo; y el brigada José Manuel Nogales. Todos se entusiasmaron con el proyecto: decidieron crear la Fundación Cometa para reunir fondos. Fuencisla es la presidenta; el coronel Herruzo, el vicepresidente. La idea es que en el colegio se emplée a mujeres y se eduque a los niños en la igualdad. La segunda lengua de la escuela sería el español.
En la exposición del proyecto, Fuencisla cita un extracto de la obra Taliban, de Ahmed Rashid, que dice lo siguiente: "Los niños se pasaban el día estudiando el Corán, las enseñanzas del profeta Mahoma y los principios fundamentales de la ley islámica interpretada por unos profesores que casi eran analfabetos.
Aquellos estudiantes de las madrazas wahabies eran los discapacitados, los inquietos, los desempleados o los humildes. Admiraban la guerra porque era la única ocupación a la que tenían posibilidad de adaptarse. La simple creencia en un islam mesiánico y puritano que les habían inculcado a la fuerza unos simples mulás rurales era el único sostén con en el que podían contar para dar sentido a sus vidas".
19 nov 2010
La 'Mujer en azul' abandona el verde
. .Sondeo hecho a pie de obra (de arte): el 100% de los visitantes preguntados al azar en la sala 201 del Reina Sofía coincidían ayer en que Mujer en azul (1901), obra maestra temprana de Picasso y una de las estrellas de la colección permanente del museo, es... rematadamente verde. Un siglo de olvidos, de restauraciones erradas, de reentelados equivocados y de aplicación de barnices incorrectos han contribuido a la degradación tonal de un cuadro que, ironías del destino, se considera uno de los primeros hitos del periodo azul del pintor malagueño.
La financiación parte de un programa de Bank of America Merril Lynch
El lienzo, de 1901, estuvo olvidado en un almacén hasta los cincuenta
Un nuevo y ambicioso proyecto, patrocinado con unos 200.000 euros por Bank of America Merril Lynch, permitirá a un selecto equipo de restauradores del centro dedicarse a la tela "a tiempo completo", según Jorge García Gómez-Tejedor, jefe de restauración del museo, que ayer se encontraba en Londres en la presentación del programa Art Conservation de Bank of America. El objetivo es eliminar el efecto amarillento de un barniz aplicado y envejecido con los años y devolverle así el añil original a los ropajes y al entorno de la dama de mirada ausente que el artista inmortalizó con apenas 20 años.
Será un año de trabajo para ocho personas (cinco restauradores, un químico, un fotógrafo y un documentalista) que se repartirá en tres fases: estudio, tratamiento y conclusiones. La primera ya ha comenzado de manera discreta, como corresponde a una obra que se encuentra entre los mayores reclamos del museo. "Ya la estamos descolgando para llevarla al taller los martes, cuando cierra el Reina", explicaba ayer frente a la tela Ana Iruretagoyena, miembro del equipo de restauradores. "No es la clase de pieza que podamos sustraer a los visitantes y meter en el laboratorio durante un año".
Lo primero es medir el alcance del daño sufrido por el cuadro. La inspección durará cuatro meses e incluirá técnicas como la aplicación de rayos X, reflectografía infrarroja, fotografía con luz visible, colorimetría o la toma de retratos con calidad del gigapixel, que se efectúan en una cámara acorazada con revestimiento de plomo en la cuarta planta del edificio Sabatini.
Parte de ese trabajo de investigación pasará por fijar también qué tono es el que empleó exactamente Picasso; por razones obvias no existe documentación fotográfica de la época. "Estudiaremos en qué gama de azules se movía en aquel momento de su carrera", aclara Iruretagoyena. A esa labor seguirá la intervención sobre la tela. La idea es que "la obra esté fuera de la lección permanente el menor tiempo posible", según García Gómez-Tejedor. Por eso, solo se descolgará entre marzo y agosto. De su ubicación habitual se llevará a las silenciosas dependencias del equipo de restauración en la cuarta planta de Sabatini, donde ayer se trabajaba entre otras tareas en el cuidado de un palazuelo o en el remiendo de una pieza de Miroslaw Balka. Un obispo negro que viajará la semana que viene al monasterio de Santo Domingo de Silos, donde el museo mantiene una programación de arte contemporáneo.
El jefe de los restauradores confía en que el trabajo, además de devolver el azul original, arreglar el imperceptible descosido en forma de siete que se observa en la zona del chal y subsanar los leves craquelados de la parte inferior, revelará muchos aspectos desconocidos de la obra. "Aquí nos adentramos en el terreno de la hipótesis, pero yo no descartaría que Picasso no pretendiese aplicar barniz alguno. No sería la única de sus obras sin barniz". "Creo que van a identificar hasta los tubos de pintura que se usaron", añade medio en broma Manuel Borja-Villel, director del museo.
El proceso supondrá también un viaje por un siglo de arte español a lomos de la azarosa peripecia del cuadro, pintado por el artista malagueño en el estudio que compartía en la calle Zurbano durante su breve estancia en Madrid al despuntar el siglo XX. Lo presentó en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1901. Tibiamente acogido por la crítica, el lienzo quedó en unos almacenes propiedad del Estado por la pura desidia del propio Picasso, que nunca fue a recobrarlo.
Allí languideció hasta que en los años cincuenta el gran historiador del arte Enrique Lafuente Ferrari descubrió en la parte superior derecha la firma, temblorosa y juvenil, de Pablo Picasso (así, con nombre completo y no solo con apellido, como sería su costumbre posterior).
Los restauradores no saben fijar con exactitud en qué momento se aplicó el barniz que acabó por amarillear el cuadro. Sí, que fue con las mejores intenciones de restaurar la obra, después de su descubrimiento y con la tela ya como pieza destacada de la colección del Museo Español de Arte Contemporáneo (MEAC). "Al envejecer, el barniz amarilleó", según Iruretagoyena. Y, esto es de primero de pintura, ya se sabe que azul más amarillo da como resultado el verde deslavado que luce ahora la dama.
La idea de solicitar la ayuda que concede Bank of America Merril Lynch a través de su recién creado programa Art Conservation partió del jefe de restauradores. La elección de la obra que debía optar resultaba "lógica" a ojos de Borja-Villel. "Reunía las condiciones de ser una pieza muy conocida y que no había sido sometida a un proceso de restauración con profundidad desde hacía décadas", según García Gómez-Tejedor.
Los fondos del programa de la institución bancaria (1,17 millones de euros este año y 733.000, en los sucesivos) ya han servido para restaurar tres delicados lienzos renacentistas y llenos de secretos de Bronzino, pintor de la corte de los Medici, cuya obra se expone actualmente una muestra antológica en el Palazzo Strozzi, de Florencia. La victoria de Samotracia, escultura griega atesorada por el museo del Louvre, Caín matando a Abel, de Rubens, propiedad del londinense Courtald Institute of Art o una partitura del británico Henry Pourcel compuesta en 1685 son otras piezas que se beneficiarán del mecenazgo de Bank of America.
Lo cierto es que la dama que atrapa todas las miradas en la sala 201 del Reina Sofía, seguía exhibiendo ayer ese desdén algo verdoso que la ha hecho tan famosa, ajena a tanto revuelo financiero-artístico. Acaso porque su melancolía es en realidad un gesto de infinita paciencia. ¿Y si siempre supo que solo era cuestión de tiempo? Como aseguró uno de los visitantes consultados: "Antes o después debían hacer algo; o le devolvían el color azul o le cambiaban el nombre al cuadro".
La financiación parte de un programa de Bank of America Merril Lynch
El lienzo, de 1901, estuvo olvidado en un almacén hasta los cincuenta
Un nuevo y ambicioso proyecto, patrocinado con unos 200.000 euros por Bank of America Merril Lynch, permitirá a un selecto equipo de restauradores del centro dedicarse a la tela "a tiempo completo", según Jorge García Gómez-Tejedor, jefe de restauración del museo, que ayer se encontraba en Londres en la presentación del programa Art Conservation de Bank of America. El objetivo es eliminar el efecto amarillento de un barniz aplicado y envejecido con los años y devolverle así el añil original a los ropajes y al entorno de la dama de mirada ausente que el artista inmortalizó con apenas 20 años.
Será un año de trabajo para ocho personas (cinco restauradores, un químico, un fotógrafo y un documentalista) que se repartirá en tres fases: estudio, tratamiento y conclusiones. La primera ya ha comenzado de manera discreta, como corresponde a una obra que se encuentra entre los mayores reclamos del museo. "Ya la estamos descolgando para llevarla al taller los martes, cuando cierra el Reina", explicaba ayer frente a la tela Ana Iruretagoyena, miembro del equipo de restauradores. "No es la clase de pieza que podamos sustraer a los visitantes y meter en el laboratorio durante un año".
Lo primero es medir el alcance del daño sufrido por el cuadro. La inspección durará cuatro meses e incluirá técnicas como la aplicación de rayos X, reflectografía infrarroja, fotografía con luz visible, colorimetría o la toma de retratos con calidad del gigapixel, que se efectúan en una cámara acorazada con revestimiento de plomo en la cuarta planta del edificio Sabatini.
Parte de ese trabajo de investigación pasará por fijar también qué tono es el que empleó exactamente Picasso; por razones obvias no existe documentación fotográfica de la época. "Estudiaremos en qué gama de azules se movía en aquel momento de su carrera", aclara Iruretagoyena. A esa labor seguirá la intervención sobre la tela. La idea es que "la obra esté fuera de la lección permanente el menor tiempo posible", según García Gómez-Tejedor. Por eso, solo se descolgará entre marzo y agosto. De su ubicación habitual se llevará a las silenciosas dependencias del equipo de restauración en la cuarta planta de Sabatini, donde ayer se trabajaba entre otras tareas en el cuidado de un palazuelo o en el remiendo de una pieza de Miroslaw Balka. Un obispo negro que viajará la semana que viene al monasterio de Santo Domingo de Silos, donde el museo mantiene una programación de arte contemporáneo.
El jefe de los restauradores confía en que el trabajo, además de devolver el azul original, arreglar el imperceptible descosido en forma de siete que se observa en la zona del chal y subsanar los leves craquelados de la parte inferior, revelará muchos aspectos desconocidos de la obra. "Aquí nos adentramos en el terreno de la hipótesis, pero yo no descartaría que Picasso no pretendiese aplicar barniz alguno. No sería la única de sus obras sin barniz". "Creo que van a identificar hasta los tubos de pintura que se usaron", añade medio en broma Manuel Borja-Villel, director del museo.
El proceso supondrá también un viaje por un siglo de arte español a lomos de la azarosa peripecia del cuadro, pintado por el artista malagueño en el estudio que compartía en la calle Zurbano durante su breve estancia en Madrid al despuntar el siglo XX. Lo presentó en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1901. Tibiamente acogido por la crítica, el lienzo quedó en unos almacenes propiedad del Estado por la pura desidia del propio Picasso, que nunca fue a recobrarlo.
Allí languideció hasta que en los años cincuenta el gran historiador del arte Enrique Lafuente Ferrari descubrió en la parte superior derecha la firma, temblorosa y juvenil, de Pablo Picasso (así, con nombre completo y no solo con apellido, como sería su costumbre posterior).
Los restauradores no saben fijar con exactitud en qué momento se aplicó el barniz que acabó por amarillear el cuadro. Sí, que fue con las mejores intenciones de restaurar la obra, después de su descubrimiento y con la tela ya como pieza destacada de la colección del Museo Español de Arte Contemporáneo (MEAC). "Al envejecer, el barniz amarilleó", según Iruretagoyena. Y, esto es de primero de pintura, ya se sabe que azul más amarillo da como resultado el verde deslavado que luce ahora la dama.
La idea de solicitar la ayuda que concede Bank of America Merril Lynch a través de su recién creado programa Art Conservation partió del jefe de restauradores. La elección de la obra que debía optar resultaba "lógica" a ojos de Borja-Villel. "Reunía las condiciones de ser una pieza muy conocida y que no había sido sometida a un proceso de restauración con profundidad desde hacía décadas", según García Gómez-Tejedor.
Los fondos del programa de la institución bancaria (1,17 millones de euros este año y 733.000, en los sucesivos) ya han servido para restaurar tres delicados lienzos renacentistas y llenos de secretos de Bronzino, pintor de la corte de los Medici, cuya obra se expone actualmente una muestra antológica en el Palazzo Strozzi, de Florencia. La victoria de Samotracia, escultura griega atesorada por el museo del Louvre, Caín matando a Abel, de Rubens, propiedad del londinense Courtald Institute of Art o una partitura del británico Henry Pourcel compuesta en 1685 son otras piezas que se beneficiarán del mecenazgo de Bank of America.
Lo cierto es que la dama que atrapa todas las miradas en la sala 201 del Reina Sofía, seguía exhibiendo ayer ese desdén algo verdoso que la ha hecho tan famosa, ajena a tanto revuelo financiero-artístico. Acaso porque su melancolía es en realidad un gesto de infinita paciencia. ¿Y si siempre supo que solo era cuestión de tiempo? Como aseguró uno de los visitantes consultados: "Antes o después debían hacer algo; o le devolvían el color azul o le cambiaban el nombre al cuadro".
La larga mano del Estado ruso
Andréi Nekrasov estaba filmando un documental sobre los problemas de Rusia y su falta de democracia cuando fue asesinado en Londres, en noviembre de 2006, el ex agente de los servicios secretos rusos Alexandr Lit-vinenko.
Nekrasov había grabado meses antes una entrevista con Litvinenko, en la que este explicaba el proceso de desencanto que vivió al descubrir la corrupción que reinaba primero en el antiguo KGB y después en la agencia que le sucedió, el FSB. Aquella entrevista y el brutal asesinato de Litvinenko, envenenado con el isótopo nuclear polonio 210, que alguien vertió en su taza de té, se acabaron convirtiendo en el cuerpo central del documental Rebelión: El caso Litvinenko, protagonizado por Nekrasov y dirigido por él mismo y Olga Konskaya.
Nekrasov: "Muestra la transformación de gente que no puede mentir"
Andréi Nekrasov había quedado con este corresponsal para conversar en Londres sobre su documental, aprovechando que iba a viajar al Reino Unido para asistir a un festival de cine. Pero la entrevista tuvo que realizarse finalmente por teléfono porque Nekrasov fue detenido cuando participaba el pasado 31 de octubre en una manifestación en su ciudad, San Petersburgo, y la policía le ha retirado el pasaporte. Indicio, quizá, de que las denuncias que el cineasta refleja en la película tienen base. En esas manifestaciones, que se realizan desde mayo de 2009 cada día 31 de los meses que tienen ese número de días, quieren reivindicar al artículo 31 de la Constitución, que en teoría garantiza el derecho de reunión.
Como Litvinenko y como la también asesinada periodista Anna Politkóvskaya, Nekrasov empezó a cuestionar la situación política en Rusia al darse cuenta de los abusos cometidos en el combate contra el terrorismo y el secesionismo de Chechenia. Sobre eso, y en particular sobre un controvertido atentado en unos apartamentos de Moscú en 1999 que Litvinenko y muchos otros han sostenido que fueron en realidad obra de los servicios secretos rusos, versaba su primer documental de éxito, Disbelieve (Incredulidad).
"Eso fue algo así como nuestro 11-S. Los chechenos siempre reivindicaban sus atentados con cierta arrogancia, pero nunca aceptaron la responsabilidad de aquellos atentados. Yo investigué todo eso, hice una película que fue muy popular en Rusia. Eso fue en 2004. Entonces aún estaba Putin, pero era posible vender la película legalmente si tenías cuidado. Con la de Litvinenko ha sido imposible. La gente tiene miedo. Nadie la ha querido distribuir. Tienen miedo hasta de llevarse el DVD. Las cosas van a peor. Por un lado tienes la apariencia liberal, pero en realidad las cosas en muchos aspectos están yendo a peor en Rusia", afirma.
Cuando preparaba Rebelión, Nekrasov quería hablar "sobre personajes carismáticos que eligieron no ser conformistas, no cooperar con el régimen, pero que no son políticos profesionales", como Politkóvskaya y Litvinenko. "Lo que más me asombraba de él es que era muy normal, un ruso corriente que estuvo trabajando para el KGB. Para él, el KGB no era algo siniestro como lo veían los occidentales o los disidentes rusos. Al contrario, le parecía que era arriesgar la vida para servir a su país. Y a través de su propia experiencia, no a través de libros escritos por otros, vio que el sistema estaba podrido, que sus superiores no eran grandes héroes, sino manipuladores y gente que utilizaba la fuerza del servicio, a veces de forma muy primitiva, para amenazar a gente en sus negocios y sacarles dinero. Él no podía creerlo. Y vio cómo esa corrupción llevaba a un régimen autoritario porque no había una verdadera división entre la economía y la política", explica.
"Él vio cómo los servicios de seguridad, la organización más secreta, con un gran poder de intimidación, era la raíz de la mayoría de los problemas de Rusia. Y por desgracia eso no cambió. Siguió así durante los años noventa y luego en tiempos de Putin. Y a Politkóvskaya le pasó lo mismo a su manera. Ella pudo tener una vida muy cómoda pero por una cuestión de conciencia y de honestidad fue descubriendo gradualmente, paso a paso, que Rusia era una máquina de matar brutal e indiscriminada en esa zona supuestamente salvaje del Cáucaso. Me interesaba la transformación personal de gente que simplemente no puede mentir".
En Rusia, el asesinato de Litvinenko nunca tuvo el impacto que tuvo en Europa, "pero la gente lo recuerda porque muy pocos dudan de que fue asesinado 'por nosotros', como se suele decir, por rusos", explica Nekrasov. "Lo trágico es que la gente piensa que se lo merecía. Pero esa es la gran diferencia: en otros casos la gente dice 'oh, bueno, ya, pero no hemos sido nosotros', mientras que en este caso dicen 'hemos sido nosotros'. Esa es la diferencia.
Y por eso le recuerdan y siempre será recordado. Y cuando Rusia sea realmente un país libre, todo eso volverá. Y esta muerte nunca será olvidada porque es muy simbólica. Es por ustedes, occidentales, por los que el Gobierno lo niega. Oficialmente dicen que no lo han hecho.
Pero en Rusia apenas lo niegan. Hay un entendimiento tácito de que Litvinenko era un traidor y que eso es lo que le pasa a los traidores", concluye con pesar.
Nekrasov había grabado meses antes una entrevista con Litvinenko, en la que este explicaba el proceso de desencanto que vivió al descubrir la corrupción que reinaba primero en el antiguo KGB y después en la agencia que le sucedió, el FSB. Aquella entrevista y el brutal asesinato de Litvinenko, envenenado con el isótopo nuclear polonio 210, que alguien vertió en su taza de té, se acabaron convirtiendo en el cuerpo central del documental Rebelión: El caso Litvinenko, protagonizado por Nekrasov y dirigido por él mismo y Olga Konskaya.
Nekrasov: "Muestra la transformación de gente que no puede mentir"
Andréi Nekrasov había quedado con este corresponsal para conversar en Londres sobre su documental, aprovechando que iba a viajar al Reino Unido para asistir a un festival de cine. Pero la entrevista tuvo que realizarse finalmente por teléfono porque Nekrasov fue detenido cuando participaba el pasado 31 de octubre en una manifestación en su ciudad, San Petersburgo, y la policía le ha retirado el pasaporte. Indicio, quizá, de que las denuncias que el cineasta refleja en la película tienen base. En esas manifestaciones, que se realizan desde mayo de 2009 cada día 31 de los meses que tienen ese número de días, quieren reivindicar al artículo 31 de la Constitución, que en teoría garantiza el derecho de reunión.
Como Litvinenko y como la también asesinada periodista Anna Politkóvskaya, Nekrasov empezó a cuestionar la situación política en Rusia al darse cuenta de los abusos cometidos en el combate contra el terrorismo y el secesionismo de Chechenia. Sobre eso, y en particular sobre un controvertido atentado en unos apartamentos de Moscú en 1999 que Litvinenko y muchos otros han sostenido que fueron en realidad obra de los servicios secretos rusos, versaba su primer documental de éxito, Disbelieve (Incredulidad).
"Eso fue algo así como nuestro 11-S. Los chechenos siempre reivindicaban sus atentados con cierta arrogancia, pero nunca aceptaron la responsabilidad de aquellos atentados. Yo investigué todo eso, hice una película que fue muy popular en Rusia. Eso fue en 2004. Entonces aún estaba Putin, pero era posible vender la película legalmente si tenías cuidado. Con la de Litvinenko ha sido imposible. La gente tiene miedo. Nadie la ha querido distribuir. Tienen miedo hasta de llevarse el DVD. Las cosas van a peor. Por un lado tienes la apariencia liberal, pero en realidad las cosas en muchos aspectos están yendo a peor en Rusia", afirma.
Cuando preparaba Rebelión, Nekrasov quería hablar "sobre personajes carismáticos que eligieron no ser conformistas, no cooperar con el régimen, pero que no son políticos profesionales", como Politkóvskaya y Litvinenko. "Lo que más me asombraba de él es que era muy normal, un ruso corriente que estuvo trabajando para el KGB. Para él, el KGB no era algo siniestro como lo veían los occidentales o los disidentes rusos. Al contrario, le parecía que era arriesgar la vida para servir a su país. Y a través de su propia experiencia, no a través de libros escritos por otros, vio que el sistema estaba podrido, que sus superiores no eran grandes héroes, sino manipuladores y gente que utilizaba la fuerza del servicio, a veces de forma muy primitiva, para amenazar a gente en sus negocios y sacarles dinero. Él no podía creerlo. Y vio cómo esa corrupción llevaba a un régimen autoritario porque no había una verdadera división entre la economía y la política", explica.
"Él vio cómo los servicios de seguridad, la organización más secreta, con un gran poder de intimidación, era la raíz de la mayoría de los problemas de Rusia. Y por desgracia eso no cambió. Siguió así durante los años noventa y luego en tiempos de Putin. Y a Politkóvskaya le pasó lo mismo a su manera. Ella pudo tener una vida muy cómoda pero por una cuestión de conciencia y de honestidad fue descubriendo gradualmente, paso a paso, que Rusia era una máquina de matar brutal e indiscriminada en esa zona supuestamente salvaje del Cáucaso. Me interesaba la transformación personal de gente que simplemente no puede mentir".
En Rusia, el asesinato de Litvinenko nunca tuvo el impacto que tuvo en Europa, "pero la gente lo recuerda porque muy pocos dudan de que fue asesinado 'por nosotros', como se suele decir, por rusos", explica Nekrasov. "Lo trágico es que la gente piensa que se lo merecía. Pero esa es la gran diferencia: en otros casos la gente dice 'oh, bueno, ya, pero no hemos sido nosotros', mientras que en este caso dicen 'hemos sido nosotros'. Esa es la diferencia.
Y por eso le recuerdan y siempre será recordado. Y cuando Rusia sea realmente un país libre, todo eso volverá. Y esta muerte nunca será olvidada porque es muy simbólica. Es por ustedes, occidentales, por los que el Gobierno lo niega. Oficialmente dicen que no lo han hecho.
Pero en Rusia apenas lo niegan. Hay un entendimiento tácito de que Litvinenko era un traidor y que eso es lo que le pasa a los traidores", concluye con pesar.
18 nov 2010
Una boda para acabar con estereotipos
Alberto de Mónaco quiere que su enlace con Charlene Wittstock simbolice el cambio que desea para su país
El príncipe Alberto de Mónaco está inmerso en los preparativos de su boda con la nadadora sudafricana Charlene Wittstock y espera que el enlace, además de ser una ceremonia importante para ambos, sirva para acabar con los estereotipos sobre Mónaco. "Esta boda debe unir el respeto de las tradiciones y de la modernidad, así como la fuerza de las instituciones en la expresión de su simplicidad", afirma Alberto en una entrevista concedida al periódico francés Le Figaro por la celebración hoy de la fiesta nacional monegasca. Una fiesta que será especial para Wittstock, ya que es la primera vez que la vive como prometida del príncipe. "Espero que los monegascos estén contentos de ver a su futura princesa tomando parte del evento", admite.
Alberto de Mónaco se casa a los 52 años
Alberto de Mónaco adelanta su boda por el COI
Alberto de Mónaco: "Espero que reciban con benevolencia a Charlene"
Los monegascos podrán también compartir con el príncipe uno de los días más importantes de su vida, ya que los novios han decidido contraer matrimonio en la plaza del Palacio y no dentro de la catedral, tal y como hicieron sus padres en 1956. "Deseamos que nuestro matrimonio sea el reflejo de nuestra época y de nuestras personalidades", explica el príncipe.
Sobre su prometida, Alberto dice que es una joven que ha crecido a partir de los valores del deporte y que la historia de su país la ha hecho generosa y solidaria. "Tiene mucho humor y una insaciable curiosidad", añade. Sobre el papel que tendrá Wittstock cuando se convierta en princesa, Alberto aclara que ella mantendrá sus compromisos actuales con diversas organizaciones humanitarias a la vez que intensificará "su acción con otros temas diversos".
En la entrevista, Alberto se refiere también a las críticas que califican a Mónaco de paraíso fiscal y asegura que "tres cuartas partes de los ingresos" proceden del impuesto sobre el valor añadido y que, por tanto, están ligados "a la actividad económica". "No hay nada misterioso" dice con respecto a las cuentas del Estado.
El príncipe Alberto de Mónaco está inmerso en los preparativos de su boda con la nadadora sudafricana Charlene Wittstock y espera que el enlace, además de ser una ceremonia importante para ambos, sirva para acabar con los estereotipos sobre Mónaco. "Esta boda debe unir el respeto de las tradiciones y de la modernidad, así como la fuerza de las instituciones en la expresión de su simplicidad", afirma Alberto en una entrevista concedida al periódico francés Le Figaro por la celebración hoy de la fiesta nacional monegasca. Una fiesta que será especial para Wittstock, ya que es la primera vez que la vive como prometida del príncipe. "Espero que los monegascos estén contentos de ver a su futura princesa tomando parte del evento", admite.
Alberto de Mónaco se casa a los 52 años
Alberto de Mónaco adelanta su boda por el COI
Alberto de Mónaco: "Espero que reciban con benevolencia a Charlene"
Los monegascos podrán también compartir con el príncipe uno de los días más importantes de su vida, ya que los novios han decidido contraer matrimonio en la plaza del Palacio y no dentro de la catedral, tal y como hicieron sus padres en 1956. "Deseamos que nuestro matrimonio sea el reflejo de nuestra época y de nuestras personalidades", explica el príncipe.
Sobre su prometida, Alberto dice que es una joven que ha crecido a partir de los valores del deporte y que la historia de su país la ha hecho generosa y solidaria. "Tiene mucho humor y una insaciable curiosidad", añade. Sobre el papel que tendrá Wittstock cuando se convierta en princesa, Alberto aclara que ella mantendrá sus compromisos actuales con diversas organizaciones humanitarias a la vez que intensificará "su acción con otros temas diversos".
En la entrevista, Alberto se refiere también a las críticas que califican a Mónaco de paraíso fiscal y asegura que "tres cuartas partes de los ingresos" proceden del impuesto sobre el valor añadido y que, por tanto, están ligados "a la actividad económica". "No hay nada misterioso" dice con respecto a las cuentas del Estado.
Suscribirse a:
Comentarios (Atom)

