Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

16 oct 2010

Eduardo Mendoza recibe el Planeta con una obra ambientada en el Madrid prebélico

"Tenemos que asumir la Guerra Civil entre todos"
.Con la misma sorpresa que generó su debut literario en 1975 con La verdad sobre el caso Savolta , Eduardo Mendoza (Barcelona, 1934) ha logrado el 59 premio Planeta con sus nada despreciables 601.000 euros. El asombro ha sido doble, porque el que puede ser tachado como uno de los grandes cronistas de la convulsa historia de Barcelona, lo hizo con una novela que presentó como La muerte de Acteón pero ambientada en Madrid pocos meses antes de la Guerra Civil, un tema que, además, no había abordado hasta la fecha. Su título, Riña de gatos.




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Eduardo Mendoza






"Tenemos que asumir la Guerra Civil entre todos", ha afirmado Mendoza tras recibir el galardón, pues "es un tema que sigue interesando" y "en concreto, ahora hay toda una generación de nuevos lectores jóvenes a los que les interesa mucho", ha defendido. En torno a Riña de gatos, ha explicado que "no es una novela con mensaje político, sino con trasfondo político. Desde luego no es una novela sobre la Guerra Civil, sino de intriga que toca sobre todo dilemas morales".



"Le plantea al lector qué haría si estuviéramos en esas circunstancias [las del Madrid prebélico de 1936], en las que afortunadamente no estamos", ha remachado Mendoza, quien asegura escribir novelas "solo para ver cómo acaban".



Pinceladas de humor pespuntean además una novela que apunta a la gama seria del popular autor y con la que Mendoza obtiene su noveno galardón, el primero, además, que implica que se haya presentado en su ya larga trayectoria desde que conectara con el público como pocos autores en el último franquismo con La verdad sobre el caso Savolta , con la que las letras españolas volvían al modelo de novelas que contaban historias por placer narrativo más que trasunto ideológico o experimental, algo que estaba deseando una nueva hornada de lectores en plena Transición política.



La obra premiada lleva a este hijo de fiscal de regreso a la novela tras el pequeño paréntesis que significó su debut el año pasado en el género del relato, Tres vidas de santos. "Era un reto y, además, deseaba reflexionar", justificó Mendoza, cuya trayectoria ha estado marcada por la novela y, si acaso, por el teatro. Y con brillantez, porque La verdad... obtuvo en 1976 el premio de Crítica.



La tensa Barcelona revolucionaria de entre 1917 y 1919 de la obra abría, amén del uso de la ironía y el humor, una especie de gran retrato de Barcelona del autor que completarían, bajo el aspecto de parodias del género policiaco, El misterio de la cripta embrujada (1979) y El laberinto de las aceitunas (1982) y que, sobre todo, culminaría La ciudad de los prodigios (1986), una de las grandes novelas de y sobre la capital catalana, que obtuvo el premio Ciutat de Barcelona y el de mejor libro extranjero publicado en Francia, reconocimiento internacional que le ocurriría también con Una comedia ligera (1996). La isla inaudita (1989), Sin noticias de Gurb (de 1990 y publicado por entregas en este diario, como El último trayecto de Horacio Dos, de 2002), El año del diluvio (1992, nueva parodia, ahora del folletín), La aventura del tocador de señoras (2001), Mauricio o las elecciones primarias (2006) y El asombroso viaje de Pomponio Flato (2008, uno de los libros más vendidos de ese año) completan una obra que en lo teatral cierran Restauración (1990) y Gloria (2008).



Un joven inglés experto en pintura española antigua que viaja a España en la primavera de 1936 para tasar un posible cuadro de Velázquez desconocido es la trama con la que arranca la novela ganadora. El sello de la casa es inconfundible: el experto se verá inmediatamente envuelto en una trama de corte policial tanto como política, con personajes reales como José Antonio Primo de Rivera y una tríada de generales que resultan ser Sanjurjo, Queipo de Llano y Franco.



El podio literario quedó más clásico: una autora y un poco menos conocida, la valenciana Carmen Amoraga, quedó finalista (150.250 euros) gracias a La primera vez no te conocí, un trágico repaso de las relaciones de una madre con su hija tras sufrir ésta un coma en un accidente de coche.



Amoraga (Picanya, 1969) si bien ya obtuvo con su primera novela en 1997 el premio Ateneo Joven (Para que nadie se pierda); dos novelas más (Todas las caricias y La larga noche) se interpusieron a la obra que hace tres años quedó finalista del Nadal con Algo tan parecido al amor. Ahora repite segunda clasificación pero ya en el gran premio del grupo.

15 oct 2010

También en Telecinco se ven muertos

Sobre ese programa más allá de la vida poco o nada se dice, ni habla con posterioridad.
La Medium tiene una cara dulce, es inglesa unos grandes ojos azules y una tierna sonrisa, solo habla en Inglés pero sus gestos sin pensar en la pregunta transmite serenidad, y supongo que eso quieren los que van a un programa extraño que conduce y traduce el presentador Jordi González, lo hace de forma seria y siempre permanece al margen.
Lo que me da que pensar es que esa señora que tb vee muertos, pueda verlos tan seguido y no necesite descansar después de cada sesión, Jordi se queda un rato con cada invitado, supongo que para ver que no le pasa nada.
El mensaje de los muertos es tranquilizador, le llegan los muertos que llama presencias y es curioso ayer alguien le preguntó como iba vestida la víctima de aquel asesinato y ella muy sonriente le respondió, es una luz.
Da que pensar en ese programa y no creo que nadie haga una mala crítica, según audiencias seguirá o no.

Los muertos DAVID TRUEBA

El programa de Telecinco Más allá de la vida cuenta con un aliciente para derrotar a sus competidores más directos.
Participan en él los muertos.
Todo gracias a la médium Anne Germaine, reputada vidente internacional con la que se pueden contratar citas para que te transmita mensajes positivos del más allá. Es importante lo de los mensajes positivos, porque uno recurre a ella con la tranquilidad de que tus seres queridos ya fallecidos no te van a mandar al carajo por persona interpuesta.
 Acostumbrados a las tertulias entre vivos, conectar con los muertos en la televisión es un logro. Seguramente los críticos de televisión sepultarán al programa bajo un alud de descalificaciones, resaltando su goce necrófilo, el afán morboso y la peligrosa frontera con el fraude. Pero yo me rindo al espectáculo.






La noche pasada, el programa invitó a la madre de Rocío Wanninkof, la joven asesinada en uno de los casos más espeluznantes de nuestra historia criminal reciente. La médium, con un físico de manzana entrañable y ojos de puro azul, transmitió a la madre mensajes cariñosos desde el más allá y detalles emotivos.
El anfitrión, Jordi González, hace su trabajo con maestría, logra que la invitada se sienta serena y confiada, reconfortándola en el llanto. Mide la intensidad de cada momento y si cierto detalle se desvirtúa o resulta inapropiado, él lo reconduce con habilidad. Es un programa infalible, que puede llegar a fracasar de puro perfecto. Nunca hay que desdeñar el fallo y la imperfección como camino al éxito popular; a veces lo impoluto asusta.



Los vivos cumplen con creces las expectativas. La única pega reside en el papel de los muertos. Sus mensajes desde el más allá no trascienden el tópico confortable, lo previsible. Te quiero mucho, besos a la familia, cuídate, estoy feliz, nada sorprendente ni discordante.
Puede que el muerto esté mal pagado o desganado, pero su implicación con el programa es demasiado liviana.
Quizá las preguntas que se le proponen son muy planas, sin filo. ¿Quién te mató?, ¿existe Dios?, ¿se ve Telecinco en el Más Allá?, preguntas que todos nos hacemos, quedan sin plantear.
Pero eso no desluce la intensidad, la emoción y la efectividad de un programa que hay que ver para creer.

Chavela Vargas y Ana Belén - Amanecí en tus brazos