.."Todas son más guapas que yo"
GTRES
06-10-2010
Sus curvas perfectas y su preciosa cara han convertido a Jessica Alba en un sex symbol mundial indiscutible. Aunque ella, ahora, lo discute. La actriz de 29 años cuenta en una reciente entrevista que desde que nació su hija Honor, hace dos años, no se ve a sí misma lo más mínimamente guapa. "Mis pechos están caídos, tengo celulitis, mis caderas están más anchas... Cualquier actriz que aparece por ahí es más guapa que yo", se queja la estrella, mientras la revista adorna el artículo con una sesión de fotos que la hace ver más radiante que nunca. Sobre gustos...
7 oct 2010
En la mañana verde,
En la mañana verde,
quería ser corazón.
Corazón.
Y en la tarde madura
quería ser ruiseñor.
Ruiseñor.
Alma,
ponte color de naranja.
Alma,
ponte color de amor
En la mañana viva,
yo quería ser yo.
Corazón.
Y en la tarde caída
quería ser mi voz.
Ruiseñor.
¡Alma,
ponte color naranja!
¡Alma,
ponte color de amor!
quería ser corazón.
Corazón.
Y en la tarde madura
quería ser ruiseñor.
Ruiseñor.
Alma,
ponte color de naranja.
Alma,
ponte color de amor
En la mañana viva,
yo quería ser yo.
Corazón.
Y en la tarde caída
quería ser mi voz.
Ruiseñor.
¡Alma,
ponte color naranja!
¡Alma,
ponte color de amor!
Federico García Lorca
Toco tu boca,,,,,,
Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano por tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja.
Me miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez más de cerca y nuestros ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes, jugando en sus recintos donde un aire pesado va y viene con un perfume viejo y un silencio.
Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura.
Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella.
Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar contra mí como una luna en el agua."
J. Cortázar. Rayuela.
Me miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez más de cerca y nuestros ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes, jugando en sus recintos donde un aire pesado va y viene con un perfume viejo y un silencio.
Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura.
Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella.
Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar contra mí como una luna en el agua."
J. Cortázar. Rayuela.
Lo que hay DAVID TRUEBA
.Nada más inoportuno que pararse a analizar las razones por las que afloran los telefilmes sobre personajes reales. La primera, no lo duden, es porque tienen subvención. Pueden incorporarse a la partida de audiovisual comunitario que han de cumplir por ley las cadenas, siempre y cuando no superen los dos episodios. Y allá están plantados en los dos episodios.
Si se subvencionara pintar de rosa a las cucarachas, asistiríamos al nuevo oficio de artista cucarachero, así de flexible es el mercado. Se eligen personajes reales, habituales del corazón, porque de manera sencilla podemos ocupar la ficción también con el cotilleo.
Si pusiéramos todos estos telefilmes juntos certificaríamos que estamos asistiendo a la ambiciosa adaptación cinematográfica de la revista ¡Hola! Si se han adaptado novelas y obras de teatro, por qué no se podrían adaptar los seriales hagiográficos que en nuestra infancia publicaba el Lecturas.
Y además mantener el mismo tono, marca del género, respetuoso, amigable, pero siempre con la puntita de morbillo curioso. Es obvio que si uno quiere poner en imágenes el entrañable noviazgo de Felipe y Letizia, es mejor acudir a la amabilidad del cuché que a la serialización burra que hizo la revista El Jueves y que combinaba la zafiedad de la vida real con el respeto humanizador que la sátira otorga a sus personajes parodiados.
Se anuncian sin parar nuevos asaltos a estos héroes de la aventura en la fama, algunos bordean la vida de santos, o incluso se anuncia un biopic de Mario Conde escrito por Mario Conde, consuelo mientras llega el día en que pueda reescribir los telediarios.
La elección de estos modelos audiovisuales responde más a urgencias de contabilidad, retos de audiencia, que a la búsqueda de dejar para la posteridad una memoria histórica. Es una lástima que no prosperaran otros modelos más rigurosos y exigentes. Hace poco volví a ver la miniserie que Peter Watkins rodó en 1973 sobre el pintor noruego Edvard Munch.
Elegir un maestro del arte, con una biografía compleja de angustias y vaivenes psicológicos, en enfrentamiento sangriento contra los gustos académicos de la época, dotaban a Munch de categoría y trascendencia. Era un modelo de relato televisivo que de haber triunfado nos habría hecho, si no mejores, un poco más inteligentes.
Si se subvencionara pintar de rosa a las cucarachas, asistiríamos al nuevo oficio de artista cucarachero, así de flexible es el mercado. Se eligen personajes reales, habituales del corazón, porque de manera sencilla podemos ocupar la ficción también con el cotilleo.
Si pusiéramos todos estos telefilmes juntos certificaríamos que estamos asistiendo a la ambiciosa adaptación cinematográfica de la revista ¡Hola! Si se han adaptado novelas y obras de teatro, por qué no se podrían adaptar los seriales hagiográficos que en nuestra infancia publicaba el Lecturas.
Y además mantener el mismo tono, marca del género, respetuoso, amigable, pero siempre con la puntita de morbillo curioso. Es obvio que si uno quiere poner en imágenes el entrañable noviazgo de Felipe y Letizia, es mejor acudir a la amabilidad del cuché que a la serialización burra que hizo la revista El Jueves y que combinaba la zafiedad de la vida real con el respeto humanizador que la sátira otorga a sus personajes parodiados.
Se anuncian sin parar nuevos asaltos a estos héroes de la aventura en la fama, algunos bordean la vida de santos, o incluso se anuncia un biopic de Mario Conde escrito por Mario Conde, consuelo mientras llega el día en que pueda reescribir los telediarios.
La elección de estos modelos audiovisuales responde más a urgencias de contabilidad, retos de audiencia, que a la búsqueda de dejar para la posteridad una memoria histórica. Es una lástima que no prosperaran otros modelos más rigurosos y exigentes. Hace poco volví a ver la miniserie que Peter Watkins rodó en 1973 sobre el pintor noruego Edvard Munch.
Elegir un maestro del arte, con una biografía compleja de angustias y vaivenes psicológicos, en enfrentamiento sangriento contra los gustos académicos de la época, dotaban a Munch de categoría y trascendencia. Era un modelo de relato televisivo que de haber triunfado nos habría hecho, si no mejores, un poco más inteligentes.
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