24 sept 2010
Libros que son puras obras de arte
Coincidiendo con el mes de la fotografía, el museo de la Monnaie de París prepara una exposición desde el 9 de noviembre dedicada al editor Gerhard Steidl, titulada Steidl: Cuando la fotografía se convierte en libro. De Robert Frank a Karl Lagerfeld. A través de más de 200 obras de los archivos de Steidl, se presentarán, además de las obras de estos dos autores, otras de Josef Koudelka, Ed Ruscha, Lewis Baltz y Jim Dine.
En 'Addicted to love' el amor no tiene fin
El concurso del Zinemaldia acaba con una poética película china .
Con Addicted to love acaba el concurso de la 58ª edición del Zinemaldia, que ha remontado el bajo nivel del año pasado para mostrar un puñado de películas dignas de un festival de serie A. En el caso de este filme chino, volvemos al tema estrella de este certamen: el olvido. De una forma (como la enfermedad de alzhéimer) u otra, las diversas secciones del festival de San Sebastián han quedado marcadas por la reflexión mundial que hay acerca del olvido.
Festivales de cine
En Addicted to love, el director Liu Hao también juega con el Alzhéimer, a través de una mujer, Li Ying. Un día, un obrero jubilado de una fábrica ("la primera en la que se montó una bomba atómica en China, en 1958", apunta el director) reconoce en un mercado a su viejo amor, que ahora sufre esa degeneración neuronal. Él se volcará, en contra de los hijos de ambos, por crear juegos para que ella ejercite su mente. "Yo viví de pequeño con mi abuela, y un amigo me contó la historia del Kentucky Fried Chicken [mejor no desvelar más sobre la trama], dice Liu Hao.
Si las cosas están mal para los cineastas españoles, peor parecen en China. A Liu Hao le acompañaba su productora, Teresa Kwong, que apuntó el calvario de rodar en su país. Primero Hao: "Ha sido un proceso muy, muy largo, de tres años". ¿Tres años? Kwong: "Sí, arrancamos en junio de 2007. La relación entre dos ancianos no es un tema comercial, y tuvimos que luchar cada paso. En el caso de Hao, diversificó sus esfuerzos, porque además de guionista y director es también el productor. Pensamos en distintas estrategias, estuvimos todo un primer año recabando financiación, intentando conectar con mercados extranjeros, y al final tuvimos la suerte de que entrara dinero exterior, procedente del certamen de Sundance y de Suiza". De paso anunció su propia alegría: "Hoy tenemos buenas noticias porque hemos conseguido distribuidor en China. Al menos nuestro público verá el filme".
Como hizo en Chen Mo and Meiting (2002), Liu Hao no usa actores profesionales: "Solo quienes interpretan al yerno y a la hija lo son. El resto no. Me interesaba mostrar a estos obreros jubilados de verdad, viviendo -por ejemplo- cerca de la factoría en la que trabajaron". Y con esta frase, fin de la parte a concurso del certamen de Donostia, a falta de ver la película de clausura (que está en la sección Oficial pero no compite), la francesa La llave de Sarah.
Con Addicted to love acaba el concurso de la 58ª edición del Zinemaldia, que ha remontado el bajo nivel del año pasado para mostrar un puñado de películas dignas de un festival de serie A. En el caso de este filme chino, volvemos al tema estrella de este certamen: el olvido. De una forma (como la enfermedad de alzhéimer) u otra, las diversas secciones del festival de San Sebastián han quedado marcadas por la reflexión mundial que hay acerca del olvido.
Festivales de cine
En Addicted to love, el director Liu Hao también juega con el Alzhéimer, a través de una mujer, Li Ying. Un día, un obrero jubilado de una fábrica ("la primera en la que se montó una bomba atómica en China, en 1958", apunta el director) reconoce en un mercado a su viejo amor, que ahora sufre esa degeneración neuronal. Él se volcará, en contra de los hijos de ambos, por crear juegos para que ella ejercite su mente. "Yo viví de pequeño con mi abuela, y un amigo me contó la historia del Kentucky Fried Chicken [mejor no desvelar más sobre la trama], dice Liu Hao.
Si las cosas están mal para los cineastas españoles, peor parecen en China. A Liu Hao le acompañaba su productora, Teresa Kwong, que apuntó el calvario de rodar en su país. Primero Hao: "Ha sido un proceso muy, muy largo, de tres años". ¿Tres años? Kwong: "Sí, arrancamos en junio de 2007. La relación entre dos ancianos no es un tema comercial, y tuvimos que luchar cada paso. En el caso de Hao, diversificó sus esfuerzos, porque además de guionista y director es también el productor. Pensamos en distintas estrategias, estuvimos todo un primer año recabando financiación, intentando conectar con mercados extranjeros, y al final tuvimos la suerte de que entrara dinero exterior, procedente del certamen de Sundance y de Suiza". De paso anunció su propia alegría: "Hoy tenemos buenas noticias porque hemos conseguido distribuidor en China. Al menos nuestro público verá el filme".
Como hizo en Chen Mo and Meiting (2002), Liu Hao no usa actores profesionales: "Solo quienes interpretan al yerno y a la hija lo son. El resto no. Me interesaba mostrar a estos obreros jubilados de verdad, viviendo -por ejemplo- cerca de la factoría en la que trabajaron". Y con esta frase, fin de la parte a concurso del certamen de Donostia, a falta de ver la película de clausura (que está en la sección Oficial pero no compite), la francesa La llave de Sarah.
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