20 sept 2010
Matar el hambre con caramelos
Hoy, lunes, los líderes mundiales se reunirán en Nueva York para revisar el progreso de los planes internacionales de lucha contra la pobreza.
En los 10 años transcurridos desde la firma de los Ocho Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), hemos conseguido algunos avances importantes: hacia el 2015 se habrá reducido a la mitad el número de personas que viven en situación de pobreza extrema, o sea, la mitad que en 1990, aunque serán 920 millones de personas todavía.
Hemos escolarizado a 33 millones de niños más que hace 10 años. En comparación con 2003, 12 veces más personas reciben hoy en día tratamiento contra el sida.
Otros muchos retos se están quedando en nada, y no solo por la crisis global y alimentaria. Más de la mitad de los donantes de la OCDE, incluida España, están dando el hachazo a las ayudas a los países pobres desde 2009.
La realidad que debe reclamar hoy nuestra atención, más allá de triunfalismos, es también que casi 1.000 millones de personas, una de cada seis, se acuestan cada noche con hambre en un mundo que produce alimentos suficientes para todos. Más que una realidad es un escándalo.
Cada día 960 mujeres mueren durante el embarazo o al dar a luz, por no disponer de asistencia médica. En el África subsahariana, uno de cada siete niños muere antes de cumplir cinco años, por causas también evitables, como la deshidratación o la diarrea.
Cuando los líderes mundiales estén reunidos en Nueva York para revisar el avance de los ODM no debemos tolerar que pierdan el tiempo en discursos, promesas y cifras manipuladas.
Es el momento y es posible. Y no es tanto cuestión de exprimir los presupuestos de los Estados ricos, como de comprometerse políticamente: luchando contra la evasión fiscal, tasando las transacciones financieras especulativas o no presionando a los países empobrecidos para que privaticen o cobren tasas en sus servicios nacionales de educación y salud, se conseguirían los ODM antes de 2015.
Y luego, seamos serios con el 0,7% de una vez: lo que está faltando cada año para alcanzarlo es menos de lo que se gasta anualmente en el mundo en caramelos.
Dos discípulos de Voltaire
Frente al oscurantismo, luz ilustrada. Contra los fanatismos y la preponderancia cerrada de la identidad, duda, diálogo, búsqueda de la verdad no absoluta.
El filósofo francés Bernard-Henry Lévy y el académico y periodista Juan Luis Cebrián han charlado hoy en el Hay Festival de Segovia sobre las sombras y las amenazas que sufren a nivel global los valores iluminados en las revoluciones francesa y americana.
Las de sus enemigos interiores y exteriores: "¿Hasta qué punto los principios democráticos no sufren los ataques del fanatismo pero también las consecuencias de la oportunidad política?", se han preguntado.
Sobre todo cuando China, a punto de convertirse en primera potencia mundial, no los contempla. "¿Estamos dispuestos a denunciar con tibieza la falta de derechos en China por el hecho de que su poderío económico está sacando a los países occidentales de la crisis?", se cuestionaba Cebrián. Quién sabe. "Puede que vivamos una segunda era de congelación de los derechos democráticos.
Pero también, como ocurrió en la Europa del Este, puede que se esté fraguando en la sociedad china un movimiento que defiende esos ideales", contestaba Lévy.
Habrá que acompañarlo con cierta necesidad de insurgencia, un viento al que los ciudadanos de las democracias actuales no deben nunca renunciar.
Ni admitir posiciones de "xenofobia y racismo", como la que han demostrado los líderes de la UE apoyando las políticas de Sarkozy frente a los gitanos, han recordado ambos. Pero a esa insurgencia, a esa contestación continua la duermen otras amenazas.
Como la de lo políticamente correcto. "La interferencia de esos gobiernos que advierten que es imprudente criticar asuntos religiosos, cuando en verdad se están poniendo en guardia frente a quien les ataque a ellos", ha comentado Cebrián. No hay que ceder al deber de denunciar los desmanes religiosos, ni la censura o las amenazas de los fanáticos del Islam a la libertad de expresión. "Debemos ser claros en eso: la crítica a la religión es un derecho adquirido, imprescindible y yo diría que sagrado. Reivindico el derecho a ser discípulo de Voltaire, a blasfemar y a faltar", ha reclamado Lévy.
Pero resulta duro. Sobre todo en un contexto donde hay que defender lo obvio. Por ejemplo, el hecho de que es una barbaridad dejar morir a una mujer lapidada, como el caso de Sakineh Ashtianí. "Con eso no sólo defendemos la vida de esta mujer. También estamos salvando al el honor del Islam, el que defiende que la lapidación no tiene nada que ver con el 'Corán'. Ofenden al Islam quienes creen lo contrario", ha advertido el filósofo francés.
Tampoco conviene dejarse llevar por quienes pregonan que la protesta a ese nivel no tiene sentido. Que nadie se ablandará. "Existe la falsa leyenda de que las dictaduras son monolíticas y no retroceden.
Al final sí lo hacen cuando se producen respuestas de este calibre, como las campañas que están poniendo en marcha medios de comunicación mundiales", ha comentado Lévy.
Casos así -"la evidencia de que ese fanatismo del islam no es más que el fascismo que siempre hemos conocido", enfatizaba Lévy- dejan claro que no se debe cejar contra varias cosas. "Como el atropello de los derechos individuales frente a los colectivos que se basan en la identidad", dijo Cebrián. "No debemos dejar que la identidad venza a la ilustración.
La democracia es la entronización de la duda, saber que puedes estar equivocado frente al otro", ha añadido.
El 'glamour' de Julia Roberts llega a San Sebastián
La actriz estadounidense posa junto con Javier Bardem, con el que comparte su última película, en su llegada a la capital guipuzcoana, donde recibirá el premio Donostia 2010 .
Los actores Javier Bardem y Julia Roberts posan para los medios a la entrada del hotel María Cristina en San Sebastián, en cuyo festival de cine promocionarán la película que han protagonizado.- JESÚS URIARTE
El glamour ha llegado por fin esta noche a la 58ª edición del Festival de Cine de San Sebastián. Enfundada en un traje oscuro, subida a unos enormes tacones, y con la cara parcialmente oculta tras unas gafas de sol, la actriz Julia Roberts ha hecho su primera aparición en público en la ciudad guipuzcoana.
Roberts es la primera gran estrella internacional en llegar este año a San Sebastián, donde tendrá trabajo doble.
Por un lado, recibirá el único premio Donosita de este año; por otro, está participando en la promoción de la película Come, reza, ama, que protagoniza junto con el español Javier Bardem.
Precisamente el español la ha arropado en su primer posado para los medios. Ambos han llegado en dos coches separados hasta las puertas del hotel María Cristina, donde les esperaban el director del festival, Mikel Olaciregui, y centenares de personas.
Los nervios de la gente se han transformado en gritos cuando Bardem descendía del primer vehículo y comenzaba a firmar autógrafos. Segundos después, Roberts ha salido de su coche y se ha fundido en un efusivo abrazo con el actor español ante los medios gráficos.
Roberts y Bardem han llegado a la ciudad en un vuelo privado procedente de Londres y que forma parte de la ruta de promoción europea de su última película.
Esta noche, él saldrá a cenar con unos amigos. La actriz de Pretty Woman, y Oscar a la Mejor Interpretación en 2000 por Erin Brockovich. ha preferido quedarse a descansar en el hotel ante el ajetreado día que le espera mañana.
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