Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

30 ago 2010

Por siempre "


Si la esmeralda se opacara,
si el oro perdiera su color,
entonces, se acabaría
nuestro amor.

Si el sol no calentara,
si la luna no existiera,
entonces, no tendría
sentido vivir en esta tierra
como tampoco tendría sentido
vivir sin mi vida,
la mujer de mis sueños,
la que me da la alegría...

Si el mundo no girara
o el tiempo no existiese,
entonces, jamás moriría
Jamás morirías
tampoco nuestro amor...
pero el tiempo no es necesario
nuestro amor es eterno
no necesitamos del sol
de la luna o los astros
para seguir amándonos...

Si la vida fuera otra
y la muerte llegase
entonces, te amaría
hoy, mañana...
por siempre...
todavía.

Mario Benedetti.

TÚ VENÍAS


"No me has hecho sufrir
sino esperar.
Aquellas horas
enmarañadas,
llenas
de serpientes,
cuando
se me caía el alma y me ahogaba,
tú venías andando,
tú venías desnuda y arañada,
tú llegabas hambrienta hasta mi lecho,
novia mía,
y entonces
toda la noche caminamos
durmiendo
y cuando despertamos
eras intacta y nueva,
como si el grave viento de los sueños
de nuevo hubiera dado
fuego a tu cabellera
y en trigo y plata hubiera sumergido
tu cuerpo hasta dejarlo deslumbrante.
Yo no sufrí, amor mío,
yo sólo te esperaba.

Tenías que cambiar de corazón
y de mirada
después de haber tocado la profunda
zona de mar que te entregó mi pecho.
Tenías que salir del agua
pura como una gota levantada
por una ola nocturna.

Novia mía, tuviste
que morir y nacer, yo te esperaba.
Yo no sufrí buscándote,
sabía que vendrías,
una nueva mujer con lo que adoro
de la que no adoraba,
con tus ojos, tus manos y tu boca
pero con otro corazón
que amaneció a mi lado
como si siempre hubiera estado allí
para seguir conmigo para siempre"


Pablo Neruda.

El extranjero, de Albert Camus


Gatos por los tejados: El extranjero, de Albert Camus


La novela arranca con la muerte de la madre de Meursault, un sencillo oficinista al que nada parece importarle y que arrastra una vida vacía; es un hombre solitario, casi autista, que acaba cometiendo un crimen sin saber muy bien por qué y es condenado a muerte, sentencia que acepta con la misma indiferencia con la que ha vivido...
El extrajero, como La peste, es de esas novelas que marcaron mi adolescencia. Sí, hoy volvemos a abrir el baul de los recuerdos, jeje. Es un ejercicio que recomiendo, porque la visión de una novela cambia totalmente con el paso de los años.

Cuando la leí por primera vez me impactó ese personaje apático, frío, indiferente ante todo, impermeable a cualquier sentimiento, extranjero de sí mismo, de su propia vida.
En esta segunda lectura he visto mucho más: escrita hace casi setenta años, es una premonición de un mundo que ya está aquí, de un ser humano al que todo le da igual, que se deja llevar por la vida, que la menosprecia (la propia y la ajena), una isla de soledad en un planeta superpoblado.


Afortunadamente, no es esa la tónica general, al menos, así quiero creerlo yo que soy optimista por naturaleza y pienso que la mayoría de la gente sigue teniendo sangre en las venas, inquietudes, ilusión, y por eso el mundo sigue avanzando, a pesar de todo.

He visto también un estilo narrativo interesante: una primera parte neutra, de frases cortas, tipo Carver, casi un informe en el que el protagonista parece más bien espectador de su propia vida. En la segunda parte la narración se hace más profunda, más reflexiva para mostrar el desencanto, el pesimismo del personaje.

He elegido la cubierta del libro de Alianza Editorial porque es el que yo tuve, compraba muchos libros de esa colección, eran económicos y ofrecía buenos títulos, todavía quedan muchos en mi biblioteca, quizá incluso esté El extranjero, a saber.

Invitación al amor "


Amigo, ten el paso presuroso;
mira este valle umbroso, esta pradera
donde la primavera se derrama
y su sagrada llama va agitando,
el cáliz desatando de las flores
que escondidos amores enardecen.
Mira cómo se mecen en el viento
con leve movimiento rama y nido.
Pon atento el oído al son del agua
donde el paisaje fragua un espejismo,
amándose a sí mismo en ser ajeno.
Gusta el soplo sereno de la brisa,
y la tierna sonrisa de este cielo,
y el misterioso anhelo de las cosas.

Las formas portentosas adivina
que la noche divina engendra y brota,
la música remota de los mundos
los acordes profundos y distantes
que en voces consonantes se responden
allí donde se esconden en el seno
del infinito lleno de fulgores;
los oscuros temblores de la tierra
que la simiente encierra y torna a vida,
y acaso, enardecida con la muerte,
del mismo cuerpo inerte y miserable
el fruto deleitable en sí concibe.

El aullido percibe de la fiera
que de su madriguera en noche oscura
llama con hambre dura su pareja.
Oye cómo se queja la floresta,
y en la selva repuesta y misteriosa
el ave rumorosa, a par de viento,
el grado amarillento al pico lleva
con que la flor renueva, e hinche el tallo.

Y aun los amores callo de que el hombre,
eternizando el nombre del proscrito,
pobló el tiempo infinito de su nada.
Basta que la mirada desenvuelvas
y el ámbito revuelvas de la tierra,
y cuanto el mar encierra, y a ti mismo
-si a tan profundo abismo el pie se atreve-,
luego los ojos mueve a aquella altura
do brilla la hermosura de los astros,
verás de Amor los rastros por doquiera:
Amor es ley primera, suave y fuerte,
ley que vence la muerte, y como ella,
desde la blanca estrella hasta el gusano,
nos lleva de la mano por el mundo.

En esta ley me fundo, caro amigo;
cuando en verdad te digo que no aciertas
en antes querer muertas tus lozanas,
tus briosas, tus galanas primaveras,
y tus flores primeras destruidas,
que no al amor rendidas dulcemente.
No sea que, cruelmente derrocado,
vengas por tierra echado como hiedra
que del muro de piedra no se abraza.

Y si el amor que pasa presuroso
arguyes de engañoso y deleznable,
por otro no mudable Amor lo deja,
donde no tiene queja el tiempo aleve,
ni el olvido se atreve a la mudanza,
y que, firme esperanza y llama fuerte
traspasa las fronteras de la muerte.

Para María del Rosario Oyarzun

1 de julio, 1939

Concha Urquiza.
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