9 ago 2010
'Origen', brillante arquitectura sin alma
Sé cómo encontrar los secretos en tu mente, me sé todos los trucos…
- Cobb (Leonardo DiCaprio)
Desde que Christopher Nolan presentó ‘Memento’ (id. 2000), uno de los thrillers más sorprendentes y arriesgados de la pasada década (basado en el relato escrito por su hermano Jonathan Nolan), este realizador, nacido en Londres hace cuarenta años, ha sabido ganarse un lugar de privilegio entre los cineastas más respetados y respaldados de la industria norteamericana.
Diez años después de aquella presenta el que probablemente sea su filme más ambicioso y complejo hasta la fecha, un carísimo juguete con el que intenta confirmarse como un gran creador cinematográfico, y al mismo tiempo como un infalible fabricador de taquillazos. Precedida de una excelente acogida de público y crítica en Estados Unidos, pareciera que ha logrado su objetivo. Sin embargo, para el autor de estas líneas, Nolan ha firmado una película irregular, gélida, muy por debajo de los magníficos resultados de ‘El caballero oscuro’.
Thriller de altas dosis de surrealismo visual, más cercano (mucho más) al fantástico que a la sci-fi, ‘Origen’ propone una aventura visual, sonora y temática en teoría alucinante y alucinadora, con un presupuesto mastodóntico y una ambición desmesurada.
Cuenta la peripecia supuestamente radical, pero finalmente superficial, de unos personajes expertos en entrar en los sueños de sus víctimas con el objetivo de robarles información, o en un caso extremo inocularles una idea. Dispositivo narrativo que le sirve a Nolan como excusa perfecta para indagar en algunos de sus temas predilectos, mientras no pierde de vista la necesidad de ofrecer espectáculo a sus incondicionales.
Desgraciadamente, una vez más (tras las irregulares y poco interesantes ‘Insomnia’ y ‘The Prestige’), Nolan se muestra errático y muy poco autoexigente fuera de su excelente díptico del hombre murciélago.
El punto de partida de la película, su inspiración inicial, resulta tremendamente prometedor. Nolan, al menos, intenta siempre sorprender al espectador más avezado con una originalidad no exenta de ingenio. Ahora bien, la diferencia entre lo que busca y lo que encuentra, puede ser más acusada que nunca en su filmografía. Es sorprendente, al menos para el autor de estas líneas, leer afirmaciones tales como que Nolan ha inventado un nuevo género, o como que es el director más innovador del Hollywood actual. Personalmente, estoy convencido de que esta película será olvidada muy pronto.
Está filmada con la brillantez esperable de un grandísimo profesional con tanta experiencia y éxito a sus espaldas, pero en ningún momento alcanza siquiera una pequeña porción de sus enormes pretensiones. ‘Origen’ queda a medio camino de todo. Ni rastro de la contenida y memorable emoción de ‘Batman Begins’ (id., 2005) o de la contundente fascinación por el mal de ‘El caballero oscuro’ (id., 2008).
La mente como campo de batalla
El principal problema que encuentro para que ‘Origen’ sea realmente la importante película que quiere ser, es que las reglas y normas internas de este relato de fantasía son endebles y están mal elaboradas.
Nolan confunde la mente con el subconsciente, o lo racional con la inasible materia de los sueños. Hubiera sido realmente fabuloso que estableciera mejor los límites y el camino a seguir. Es como si el director no entendiese su propia idea.
Durante el primer tercio, se establecen una serie de presupuestos filosóficos, morales y abstractos muy interesantes que en el segundo y último tercio tendrían que haber conocido una resolución. Sin embargo, el relato se va diluyendo a medida que avanza, más preocupado en extasiarnos con escenarios grandilocuentes que en llegar a conclusiones y a un climax emocional que jamás tiene lugar. Su narrativa es opaca, carece de profundidad psicológica y de vuelo estético.
Es sorprendente, y decepcionante, que de todos los personajes sólo Cobb (DiCaprio) posea una motivación y un objetivo definidos, y que aún esa motivación resulte tan anodina y mil veces vista.
El resto de personajes son fantasmas en la pantalla, seres intercambiables entre sí, que interactúan sin la menor fuerza dramática, y que participan en la aventura, en muchos casos, sin establecer una verdadera relación con ella ni con otros personajes, como si se tratase de un videojuego. Sorprendente viniendo de un director que en ‘Batman Begins’ hizo maravillas en la elaboración de personajes episódicos, y decepcionante porque este realizador ha mejorado muchísimo en la complicada disciplina de la dirección de actores.
Pero ahora Nolan centra su atención, exclusivamente, en crear formas oníricas de gran pegada fotográfica, aunque inexistente dinamismo dramático. Se torna por tanto predecible en su desarrollo y estática en el retrato interior de sus personajes.
Leonardo DiCaprio lleva a cabo uno de sus trabajos más contenidos y carentes de todo divismo. Se agradece. También olvida por una vez su absurda manía de imitar a Robert DeNiro.
Su personaje tiene paralelismos con el que interpretara para Scorsese en ‘Shutter Island’, pero aquí disfruta de más matices, no recurre a la sobreactuación y se le ve sobrio en todo momento.
Sin embargo, con esto no basta. Su Cobb es un personaje de poco interés, salvo por el curioso trabajo que desempeña. Sus compañeros de reparto lo tienen mucho peor, pues no tienen personaje que interpretar: hablamos de gente del talento de Michael Caine, Ellen Page, Ken Watanabe, Cillian Murphy, Tom Berenger, Marion Cotillard, Lukas Haas, Joseph Gordon-Levitt... Un despilfarro de talento para un guión tan enfático como endeble.
Porque el guión que esta vez Nolan firma en solitario está muy por debajo de su habilidad como realizador. Las costuras, los flecos de su historia, son más evidentes y flagrantes que nunca, pero su capacidad de arrastre audiovisual es inmensa.
Aceptamos lo que nos cuenta a regañadientes, sin embargo su técnica es irreprochable. Las escenas están unidas con alfileres y el conjunto se niega a tenerse en pie, pero nadie puede negarle a este cineasta su arrolladora pericia y astucia.
Su pasión por la arquitectura es evidente, como tambiés es evidente, al menos para quien esto firma, que está más cerca de la eficacia gélida de un Bryan Singer, que de la pasión y el riesgo de otros compañeros de generación como Paul Thomas Anderson o James Gray.
Nolan es un director demasiado cerebral para expresar la compleja anarquía y locura de lo onírico, algo reservado a los poetas más genuinos de cada época.
8 ago 2010
PERDIDOS.....
Perdidos en la inmensidad del tiempo,
desaparecen los instantes que dieron vida y calor a los abrazos;
los que construyeron mundos de alegrías
donde por amor lágrimas de promesas todas se ofrecían,
y el nudo de la tristeza, implacable, apretaba la garganta,
en el simple “hasta luego”, donde “luego” en ahora se convertía;
y del corazón otro suspiro, gélido y solitario,
en el cielo, ciego buscaba y en la tierra, loco esperaba.
Perdidos en la inmensidad del tiempo,
arrebatados para siempre quedaron los amores;
bocas selladas en ojos cerrados de solitarios corazones;
de tantos “te quieros” olvidados en noches tapadas de escarcha;
tantas infamias tragadas en copas de oro regaladas,
de tantas miradas, dibujando cabriolas,
vestidas de sonrisas en el aire para siempre abandonadas.
Perdida en la inmensidad del tiempo,
una historia camina de la mano de una sombra;
va con ella una huella, y de ella una estrella que la hace bella,
va con ella un recuerdo prendido,
una mirada, un suspiro del alma,
otra historia divina que forma parte del tiempo vivido.
(Jpellicer)
Leonardo DiCaprio
Leonardo DiCaprio es una estrella. A sus 35 años, es una de las grandes estrellas de Hollywood. Pero también es, porque a menudo no es algo que vaya unido a lo primero, un actor de talento.
Podemos discutir si de mucho o de poco, pero el chico tiene talento, eso me parece que está demostrado.
También es alguien que ha sabido explotar su atractivo físico para lograr popularidad, pero que en los últimos años está destacando por su trabajo y por su ambición. Aunque no venga al caso, tampoco hay que menospreciar su creciente labor humanitaria, siendo uno de los actores más preocupados por el medio ambiente. No ha ganado un Oscar.
Lo decíamos en un artículo reciente; este actor puede presumir de haber protagonizado películas de algunos de los mejores directores actuales.
Próximamente se pondrá a las órdenes de Mel Gibson, después de haber pasado por los rodajes de las nuevos trabajos de Martin Scorsese (su cuarta colaboración juntos) y Christopher Nolan, películas que veremos a lo largo del año que viene.
DiCaprio lleva en el cine desde el 91, pero tardó algo en ser el profesional cotizado y respetado que es hoy. De hecho, recuerdo cómo muchos aplaudieron felices una parte del final de ‘Titanic’, cuando debía ser un momento dramático. Si bien ya había sido nominado al Oscar en 1993 (por ‘A quién ama Gilbert Grape’), no fue hasta el año 2002 cuando, gracias a Scorsese y Steven Spielberg, DiCaprio empezó a ser tomado en serio. Cuatro años más tarde, el actor demostró todo su potencial.
El 6 de octubre de 2006 se estrenó en Estados Unidos el drama criminal ‘The Departed’; veinte días después se pudo ver ya en España bajo el menos interesante título de ‘Infiltrados’.
La película, mucho más que un simple remake de ‘Juego sucio’ (‘Mou gaan dou’ o ‘Infernal Affairs’), reunía de nuevo a Scorsese y DiCaprio tras ‘Gangs of New York’ y ‘El aviador’, y logró 4 Oscars, entre ellos el de mejor película y director. En esta ocasión, el actor interpretaba a Billy Costigan, un joven aspirante a policía que es utilizado para atrapar al mafioso más importante de Boston, Frank Costello (un desatado y extraordinario Jack Nicholson).
Con Leonardo du Caprio ha sucedido lo que sucede con un buen actor, 1º hace una película de una historia de amor preciosa, y de un hecho real, Titanic, para empezar a dar tumbos, la soporifera La Playa y no por las plantaciones precisamente.
Un asombro expectante en Romeo y Julieta , para empezat a Fraguarse en la Máscara de Hierro ese actor que ahora afmiramos y no el niño guapo que podía haberle destruído.Y luego que ha sabido trabajar con esos directores que vieron en él un filón.
'Origen', arrolladora fantasía
Ariadne: “¿Por qué son tan importantes los sueños?”
Dom: “Porque en ellos estamos juntos”.
El cine entendido como una ventana a otro mundo, tiene su máxima expresión en una película que te traslada a una fantasía de una forma tan poderosa que no quieres que acabe, es una experiencia tan apabullante que no notas el paso del tiempo, sólo quieres disfrutar el momento, cada momento. Es como vivir un sueño. El cine como un sueño compartido. ‘Origen’ (‘Inception’) es eso. Es tan espectacular, asombrosa, trepidante, inteligente, romántica (la primera de este director tan centrada en el amor), que sus dos horas y media de duración llegan a resultar cortas. No podemos decir tal cosa de muchas películas, cada vez menos.
Christopher Nolan (Londres, 1970) es un excelente cineasta en una posición privilegiada. Saltó a la fama con la retorcida ‘Memento’ (idea original de Christopher pero guión de Jonathan Nolan), estrenada dos años antes de su interesante debut, ‘Following’ (1998), pero no fue hasta el éxito de ‘Batman Begins’ (2005) cuando despegó realmente su carrera. Pasó de ser un cineasta prometedor a convertirse en uno de los mayores protegidos de la industria estadounidense. Parecía que con ‘El caballero oscuro’ (‘The Dark Knight’, 2008) el inglés había tocado su techo, como creador de grandes espectáculos masivos. Pero Nolan no se ha agotado, al contrario, con su nuevo trabajo demuestra que aún puede ir más lejos, que puede agarrar al espectador y lanzarlo a nuevos horizontes. Ya depende de cada uno aceptar el viaje, o no.
‘Origen’ parte de un guión original de Nolan, el segundo plenamente suyo desde ‘Following’. La historia se centra en Dom Cobb, una especie de agente secreto con licencia para todo, el mejor ladrón en un mundo en el que se puede acceder a los sueños para robar ideas y manipular mentes. Viviendo de esta forma, Cobb se ha convertido en un fugitivo, pero ya está harto y sólo desea volver a su casa con sus hijos. Su oportunidad surge cuando un importante y astuto empresario le encarga una misión aparentemente imposible: crear una idea en la cabeza de alguien (que va a heredar un imperio). Cobb no tiene más opción si quiere lograr la paz, así que reúne a un equipo y se prepara para cometer el mayor crimen de su vida, consciente de que tendrá que enfrentarse y sobrevivir a su mayor enemigo…
El mayor acierto de Nolan es que su planteamiento le permite jugar a lo que quiera, y no defrauda a la hora de aprovechar el punto de partida, no se relaja en ninguna escena, siempre busca asombrar. Y vaya si lo consigue, hay situaciones realmente fascinantes, visual, emocional e intelectualmente. Sigue sin ser un gran realizador cuando explota la acción, es su gran defecto (el de no aprovechar los personajes femeninos lo supera esta vez), pero consigue maquillarlo, como ya lograra en ‘El caballero oscuro’, gracias a la espectacularidad de algunos de los momentos aislados que surgen durante el desarrollo de esas secuencias (el uso de la cámara lenta es ejemplar), que siempre van aumentando en intensidad, para culminar en el instante justo. Y vuelta a empezar. Apoyado por la eficaz partitura de Hans Zimmer, Nolan no da respiro en ‘Origen’, incluso en situaciones tranquilas, de diálogos, hay tanta sustancia que es imposible relajarse, desconectar.
Una de las grandes armas de ‘Origen’ es sin duda su estelar reparto. Y no son sólo nombres, son actores, intérpretes de garra y carisma, perfectas piezas para el juego que Nolan desea plantear al público. Leonardo DiCaprio se luce con un personaje con el que se siente cómodo, que se parece a algunos de los que ha creado en los últimos años (‘Infiltrados’, ‘Shutter Island’), tiene esa intensidad y ese dramatismo que tanto le gusta expresar. A su alrededor, un plantel de secundarios de auténtico lujo (Ken Watanabe, Ellen Page, Michael Caine, Tom Berenger, Pete Postlethwaite) en el que brillan con especial intensidad Joseph Gordon-Levitt (protagoniza la asombrosa pelea en el edificio que se vuelca), Tom Hardy (dando vida a un estupendo personaje que podría tener su propia película), Cillian Murphy (al que curiosamente Nolan vuelve a encapuchar, como en las dos entregas de Batman) y Marion Cotillard (una femme fatale en toda regla, irresistible y peligrosísima).
Este tipo de superproducciones, sobre todo cuando están dirigidas por aplaudidos talentos (se lo merezcan o no), generan una expectación desmedida porque sólo así se puede recuperar lo invertido y lograr grandes beneficios (como es el caso, esto es un rotundo éxito). Y aun siendo un fenómeno publicitario que no tiene nada que ver con la película (el marketing vende lo que sea), es la razón principal para atacarla. En cuanto ‘Origen’ empezó a ser considerada como un espectáculo extraordinario, surgieron detractores, que prefieren adoptar una pose antes que dejarse arrastrar por el torbellino de emociones que se les propone. Nos podemos acordar de ’007: Al servicio de su majestad’, ‘Dark City’, ‘Matrix’ o, si nos ponemos exquisitos, ‘2001’ y ‘El año pasado en Marienbad’; en ‘Origen’ hay huellas, rasgos, de conocidas producciones, pero me parece evidente que ante todo es una imaginativa aventura del director de ‘Memento’ y ‘El truco final’ (la obsesión, la culpa, la confusión de la realidad).
Con ‘Origen’, Nolan sigue adentrándose en los temas que le interesan, a lo grande, con un presupuesto que le permite trasladar a la pantalla todas sus ideas, por muy retorcidas y gigantescas que resulten. Es tal su ambición que incluso se pierde, en su intento por lograr el más difícil todavía (la parte final es de una complejidad impresionante, que puede asombrar tanto como desesperar); le sobran explicaciones y subrayados a su mastodóntica odisea, pero son pequeños defectos disculpables ante la fuerza apabullante de este sueño hecho película en el que hay de todo (acción, ciencia-ficción, filosofía, amor). Mi recomendación: dejarse llevar, lanzarse al vacío y… ¿despertar?
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