Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

20 jul 2010

Annette Hanshaw - Lovable and Sweet-1929

Annette Hanshaw - Am I Blue-1929

Qué nos hace humanos’ de Matt Ridley

Todos nos hemos sentido interpelados alguna vez por una pregunta fundamental. ¿Por qué somos cómo somos? ¿Por qué somos así y no de otra manera? ¿Por qué comemos y nos gusta el dulce, por qué nos apetece practicar sexo, por qué somos paranoicos, por qué creemos en Dios…?

Una lista de preguntas que pensadores de todos los tiempos han tratado afanosamente de desentrañar con más buenas intenciones que puntería (no por falta de ojo clínico sino por falta de herramientas técnicas).

De esto trata Qué nos hace humanos de Matt Ridley. De esclarecer estas preguntas. O mejor dicho: de exponer todo lo que las herramientas técnicas de último cuño nos han aportado para esclarecer dichas preguntas. Y lo cierto es que todo ello lo consigue Ridley en un tono cercano pero afiladísimo, divulgativo pero riguroso, periodístico pero científicamente muy bien documentado.

¿Es necesario tener un interés previo hacia la genética antes de abordar este tomo un tanto grueso? Tal vez. ¿Es necesario tener conocimientos previos? En absoluto. ¿El lector siente un mínimo de curiosidad por desentrañar las preguntas fundamentales sobre sí mismo y está dispuesto a olvidar lo que pensadores de todos los tiempos han expuesto, catalogándolo como meros rasguños en la superficie de la verdad? Entonces debe zambullirse a plomo en Qué nos hace humanos.



Y progresar. Superando así el mejunje de intuiciones descabaladas sobre la naturaleza humana de Darwin, la herencia de Galton, los instintos de James, los genes de De Vries, los reflejos de Pavlov, las asociaciones de Watson, la historia de Kraepelin, la experiencia formativa de Freud, la cultura de Boas, la división del trabajo de Durkheim, el desarrollo de Piaget y la creación de lazos afectivos de Lorenz.

En todas estas descripciones sobre la naturaleza humana están ausentes los grandes descubrimientos realizados por la decodificación del genoma humano y la constatación de las influencias de los genes en cada cosa que somos (sin olvidar, claro está, la influencia del ambiente). Unas ausencias que podremos restituir con la lectura pausada y reflexiva de Que nos hace humanos.

Antes de nada, déjenme que ponga las cartas sobre la mesa. Creo que tanto la naturaleza o la herencia como el ambiente explican la conducta humana. No respaldo una tendencia ni la otra, pero eso no significa que esté adoptando una postura “a mitad de camino”. Como dijo una vez el político tejano Jim Hightower: “En mitad del camino no hay más que una línea amarilla y un armadillo muerto”. Mi intención es demostrar que, efectivamente, el genoma ha cambiado todo; no ha cerrado el debate ni ha ganado la batalla a favor de un lado u otro, sino que ha pulido los argumentos de ambos extremos hasta llegar al punto medio. El descubrimiento de cómo influyen realmente los genes en la conducta humana, y cómo influye la conducta humana en los genes, está a punto de dar una forma completamente nueva al debate. Ya no se trata de la naturaleza frente al ambiente, sino de la naturaleza por vía del ambiente (Narture via Nurture, que es el título original de este libro).
Editorial Taurus
Colección Taurus pensamiento
360 páginas
ISBN: 9788430605422

La imprenta de tipos móviles: la mayor innovación técnica de la historia





Quizá pueda parecer aventurado catalogar como el mayor hit de la historia de la técnica la invención de la imprenta. Pero pensadlo por un momento: por primera vez se pudo difundir el conocimiento entre la humanidad.

Sin embargo, hay que matizar que lo realmente importante no fue la invención de la imprenta sino la invención de la imprenta de tipos móviles, ya que hacía mucho que la impresión no era una novedad.

Los chinos habían estado imprimiendo libros desde hacía cientos de años, pero no eran capaces de hacerlo de forma masiva y el coste era elevadísimo. Los chinos imprimían mediante moldes, y cada página requería su propio molde especialmente tallado para ella. Una vez preparados los moldes, podían producirse múltiples copias, pero el grabado de esos bloques con la intrincada escritura china y el subsiguiente entintado a mano eran unos procesos especialmente lentos.

Más tarde, se desarrolló la utilización del tipo móvil de metal fundido, pero el sistema no tuvo éxito en Extremo Oriente debido al coste del enorme número de símbolos que requerían.



A los europeos, no obstante, les fue mucho más fácil aprovechar el tipo móvil porque el número de letras que usaban, y por tanto la inversión de capital, eran mucho menores que en los escritos en chino y japonés.

Con el alfabeto y el tipo móvil sólo se necesitaba otra innovación, la prensa de la imprenta, para provocar la revolución. No era sorprendente que esa revolución tuviera lugar en Europa, donde la gente había usado la prensa de tornillo para prensar aceites y uvas desde que la inventaran los romanos.

En conclusión, todas estas contribuciones (papel, tinta fluida, alfabeto, tipo móvil y prensa de tornillo) fueron reunidas por fin en la ciudad alemana de Maguncia, en el año 1450. El responsable de ello fue un hábil obrero metalúrgico llamado Johannes Gutenberg.

Gutenberg no era un científico sino un empresario que vio una oportunidad e intentó aprovecharla.

Con todo, la invención de Gutenberg no lo hizo rico. Si en el siglo XV hubiera existido el actual registro moderno de patentes, hubiera podido ser el Bill Gates de su época, pero no recibió derechos de aturo de los cientos de imprentas rivales que se aprovecharon de su invento.

Con esta invención, el desarrollo de la imprenta saltó a otros países. La primera imprenta italiana se fundó en 1464. París ya tenía imprentas en 1470. Y Londres, en 1476. Hacia el año 1500, la imprenta se había extendido ya por todos los países europeos, excepto Rusia, y se imprimieron y vendieron unas 40.000 ediciones, totalizando unos 8 millones de libros.