Tengo una soledad
Tan concurrida
Tan llena de nostalgias
Y de rostros de vos
De adioses de hace tiempo
Y besos bienvenidos
De primeras de cambio
Y de último vagón.
Tengo una soledad
Tan concurrida
Que puedo organizarla
Como una procesión
Por colores
Tamaños
Y promesas
Por época
Por tacto
Y por sabor.
Sin un temblor de más
Me abrazo a tus ausencias
Que asisten y me asisten
Con mi rostro de vos.
Estoy lleno de sombras
De noches y deseos
De risas y de alguna
Maldición.
Mis huéspedes concurren
Concurren como sueños
Con sus rencores nuevos
Su falta de candor
Yo les pongo una escoba
Tras la puerta
Porque quiero estar solo
Con mi rostro de vos.
Pero el rostro de vos
Mira a otra parte
Con sus ojos de amor
Que ya no aman
Como víveres
Que buscan a su hambre
Miran y miran
Y apagan mi jornada.
Las paredes se van
Queda la noche
Las nostalgias se van
No queda nada.
Ya mi rostro de vos
Cierra los ojos
Y es una soledad
Tan desolada.
MARIO BENEDETTI
15 jul 2010
14 jul 2010
PRECIOSO
PRECIOSO
Era las 8:30 de una mañana agitada, cuando un señor mayor de unos 80 años, llegó al hospital para que le sacaran los puntos de su pulgar. El señor dijo que estaba apurado y que tenía una cita a las 9:00 am.
Comprobé sus señales vitales y le pedí que tomara asiento, sabiendo que quizás pasaría más de una hora antes de que alguien pudiera atenderlo. Lo vi mirando su reloj y decidí, que ya que no estaba ocupado con otro paciente, podría examinar su herida. Durante el examen, comprobé que estaba curado, entonces le pedí a uno de los doctores, algunos elementos para quitarle las suturas y curar su herida.
Mientras le realizaba las curaciones, le pregunté si tenía una cita con otro médico esa mañana, ya que lo veía tan apurado.
El señor me dijo que no, que necesitaba ir al geriátrico para desayunar con su esposa. Le pregunté sobre la salud de ella.
El me respondió que ella hacía tiempo que estaba allí ya que padecía de Alzheimer.
Le pregunté si ella se enfadaría si llegaba un poco tarde.
Me respondió que hacia tiempo que ella no sabía quien era él, que hacía cinco años que ella no podía ya reconocerlo.
Me sorprendió, y entonces le pregunté, 'Y usted sigue yendo cada mañana, aun cuando ella no sabe quien es usted?'
El sonrió
y me acarició la mano
'Ella no sabe quien soy,
pero yo aún se quien es ella.'
Era las 8:30 de una mañana agitada, cuando un señor mayor de unos 80 años, llegó al hospital para que le sacaran los puntos de su pulgar. El señor dijo que estaba apurado y que tenía una cita a las 9:00 am.
Comprobé sus señales vitales y le pedí que tomara asiento, sabiendo que quizás pasaría más de una hora antes de que alguien pudiera atenderlo. Lo vi mirando su reloj y decidí, que ya que no estaba ocupado con otro paciente, podría examinar su herida. Durante el examen, comprobé que estaba curado, entonces le pedí a uno de los doctores, algunos elementos para quitarle las suturas y curar su herida.
Mientras le realizaba las curaciones, le pregunté si tenía una cita con otro médico esa mañana, ya que lo veía tan apurado.
El señor me dijo que no, que necesitaba ir al geriátrico para desayunar con su esposa. Le pregunté sobre la salud de ella.
El me respondió que ella hacía tiempo que estaba allí ya que padecía de Alzheimer.
Le pregunté si ella se enfadaría si llegaba un poco tarde.
Me respondió que hacia tiempo que ella no sabía quien era él, que hacía cinco años que ella no podía ya reconocerlo.
Me sorprendió, y entonces le pregunté, 'Y usted sigue yendo cada mañana, aun cuando ella no sabe quien es usted?'
El sonrió
y me acarició la mano
'Ella no sabe quien soy,
pero yo aún se quien es ella.'
UNA FRASE
" Todo lo que somos es el resultado de lo que hemos pensado; está fundado en nuestros pensamientos y está hecho de nuestros pensamientos"
Buda.
Buda.
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