24 jun 2010
Ay, Falleras.Maruja Torres
En plena desazón de recortes y reajustes.
Caminando disciplinadamente hacia la recesión, con el resto de Europa, mientras Obama el Congratulador sigue las recetas contrarias.
Con la perplejidad que produce el cínico anuncio de que el nuevo yugo laboral sólo se aplicaré durante tres meses. Así aparece el panorama cuando, de repente, ¡una señal!
Doña Rita Barberá echa una mano al sufrido gremio de las falleras, a las que no va a fallar en estos tiempos duros de cremàs a toda leche y ninots repentinos.
Firme como un pitufo de jardín, la alcaldesa ha decidido que la fallera mayor en curso y su séquito disfruten, pese a la crisis, del crucero por el Mediterráneo habitual, tal como lo hicieron sus predecesoras desde que disponemos de memoria y hasta perdernos en la noche de los fuegos.
Cuando me enteré de que el precio de semejante embarque de la peña emperifollada iba a suponer un gasto de 32.000 euros, sufrí el ataque de indignación propio del caso. Confieso que me equivoqué.
Por extemporánea que resulte la decisión de doña Rita, mi sentido de la justicia se despachurra a la sola mención de esas dos palabras mágicas (fallera y crucero) unidas para un mismo propósito: sembrar los mares de hispánico terror, al modo de la Armada Invencible.
Ante semejante gesta, ¿qué importa el dinero? Piénsenlo, es una inversión.
Podríamos patentar la idea y enviarla luego con sus damas a navegar por el Rhin, para bailarle a la Merkel unas danzas que la harían añorar la bota comunista. La moza se ganaría un prestigio, y acabarían pagándonos para que no la mandáramos.
Un nuevo acierto de los líderes valencianos, en su afán de proteger un oficio, el de fallera.
Que es de los pocos que han sobrevivido a la destrucción sistemática de buenos profesionales, llevada a cabo merced a los distintos recortes y reformas que vienen reproduciéndose provisionalmente desde hace años.
23 jun 2010
SOÑÉ QUE TÚ ME LLEVABAS
SOÑÉ QUE TÚ ME LLEVABAS
Soñé que tú me llevabas
por una blanca vereda,
en medio del campo verde,
hacia el azul de las sierras,
hacia los montes azules,
una mañana serena.
Sentí tu mano en la mía,
tu mano de compañera,
tu voz de niña en mi oído
como una campana nueva,
como una campana virgen
de un alba de primavera.
¡Eran tu voz y tu mano,
en sueños, tan verdaderas!...
Vive, esperanza, ¡quién sabe
lo que se traga la tierra!.
Hitchcock & Wilder: la decadencia en paralelo de dos grandes
De estilos muy diferentes, pocos directores son tan sinónimo de la época dorada de Hollywood como Alfred Hitchcock y Billy Wilder, y aún menos pudieron siquiera igualar la recaudación de sus grandes éxitos. Durante los años cincuenta, como tantos otros maestros, llegaron a su plenitud profesional y de prestigio. El primero dirigió once largometrajes en esa década, entre los que se cuentan las obras maestras ‘La ventana indiscreta’, ‘El hombre que sabía demasiado’, ‘Vértigo’ y ‘Con la muerte en los talones’. El segundo dirigió nueve, algunos tan importantes como ‘Sunset Blvd.’, ‘Testigo de cargo’ (esa película tan hitchcockiana) y ‘Con faldas y a lo loco’.
Ambos llegaron a 1960 pletóricos de fuerzas, creatividad y autoconfianza. Wilder con cincuenta y tres años y Hitchcock con sesenta. Y ambos fueron nominados ese año a mejor director por sendas películas: ‘El apartamento’ y ‘Psicosis’, dos polémicos taquillazos. Se lo llevó Wilder, al mismo tiempo que el de mejor película y mejor guión original (y mejor montaje y dirección artística). Pocos podían suponer que este fulgurante inicio de década sería tan diferente del final de la misma, en la que ambos directores veteranos sufrieron por fin el fracaso en taquilla, y de forma tan paralela y similar.
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