14 abr 2010
12 abr 2010
Nada y Nadie.
Hoy me sentí que estaba sola, no es que no lo supiera pero el oirlo, el saber esa sensación hecha palabras y sentir que te echan y que para lo bueno y lo malo, sobre todo porque si es para bueno existe un sentimiento que es :Odio, tampoco me coje de sorpresa pero el palparlo es una crueldad innecesaria.
Podría huir de esa situación desapareciendo, pero esta vez para todos los de un núcleo que no necesito para nada, pero menos para que me martiricen,
tengo que salir de una encrucijada que empezando por no hacer daño dejé que se inscrutara y no necesito agradecimientos, me gustaría saber que no me odian o quizás ya me da igual.
Es una cuestión económica la que no me hace desaparecer, total lo que haya hecho nadie lo valora, y eso necesito que me lo reconozcan, lo necesito porque fui muy util y utilizable.
Mientra era utilizada economicamente no habia problemas ahora que no puedo dar, me rechazan.
Y no es solo triste es que ya me da igual unos y otros, un dia no me verán más ni sabrán a donde voy, así ese núcleo ya infectado estara contento?? no lo creo porque ellos solo estarán contentos si me ven muerta.
Podría huir de esa situación desapareciendo, pero esta vez para todos los de un núcleo que no necesito para nada, pero menos para que me martiricen,
tengo que salir de una encrucijada que empezando por no hacer daño dejé que se inscrutara y no necesito agradecimientos, me gustaría saber que no me odian o quizás ya me da igual.
Es una cuestión económica la que no me hace desaparecer, total lo que haya hecho nadie lo valora, y eso necesito que me lo reconozcan, lo necesito porque fui muy util y utilizable.
Mientra era utilizada economicamente no habia problemas ahora que no puedo dar, me rechazan.
Y no es solo triste es que ya me da igual unos y otros, un dia no me verán más ni sabrán a donde voy, así ese núcleo ya infectado estara contento?? no lo creo porque ellos solo estarán contentos si me ven muerta.
10 abr 2010
La guillotina en la Puerta del Sol
Lecciones de historia de Pérez-Reverte en la presentación em Madrid de El asedio.
La expresión abrir el fuego es algo más que una metáfora tratándose de El asedio (Alfaguara), la novela en la que Arturo Pérez-Reverte narra el sitio del ejército napoleónico a Cádiz en 1811. Pues bien, ayer en el teatro Español el que abrió el fuego fue el actor Ginés García Millán, que leyó unos fragmentos de la obra ante cerca de 800 personas. "Disponga maniobra. Nos vamos", concluyó el actor un segundo antes de que aparecieran el novelista y Juan Ramón Lucas. El periodista comenzó desvelando la propuesta que Pérez-Reverte lanzó hace unos meses de trasladar por un día el pleno de la Real Academia a la casa de Miguel Delibes como homenaje a un compañero que hacía tiempo no les rendía visita. La muerte el pasado viernes del autor de El camino dejó el viaje en pura intención.
Hecho el homenaje, la velada fue un duelo entre caballeros. Pero duelo. Entregado a una novela en la que la sangre que vierte un asesino en serie se mezcla con la que provoca el cerco francés, Lucas no dejó de contradecir a su interlocutor: "¿Cómo puedes decir que no es un libro de historia? De historia, física, moda, náutica...". "Yo soy un novelista", cortó Pérez-Reverte. Lucas seguía: "...de botánica, taxidermia... ¡Son 725 páginas!". Y Reverte, irónico: "Había que llenarlas con algo".
La seriedad sin corbata condujo, no obstante, la charla, que fue un poco una lección de historia y otro poco una lección de literatura. Pérez-Reverte insistió en presentar el Cádiz de aquellos años como una oportunidad perdida: "Tenía la apertura mental de Manchester o Hamburgo. El peso lo tenían los comerciantes, no el clero ni la aristocracia. El mar era un camino, no una frontera". Y a la desazón que le produjo pasear por unas calles que simbolizan lo que pudo ser atribuye el escritor el "tono crepuscular" de la novela. "España se equivocó de Dios en Trento. Apostó por uno intransigente. Algunos arzobispos actuales tienen la cara de ese Dios", añadió antes de deslizarse por el tobogán de la incorrección política marca de la casa: "Una guillotina en la Puerta del Sol en el momento adecuado nos hubiese hecho a todos iguales, eliminando particularismos regionales. La educación moderna empieza por tener unas cabezas de reyes en el cesto".
La lección literaria no fue menos contundente. "Una novela es como una emboscada al lector", dijo el autor de El asedio. Y también: "Lo importante es que el estilo sea eficaz. Una novela con tantos personajes es muy compleja de escribir, pero el lector no tiene por qué pagar la factura". La contundencia, no obstante, se tiñó de melancolía: "Un escritor es alguien que siempre lleva encima varias novelas por contar, y a mi edad sé que hay algunas que ya no contaré. Varias de las que tenía pendientes están en El asedio. Por ejemplo, una romántica en la que una especie de Jane Austen se enamora de Cayetano Rivera". Pero habrá más, aseguró.
La expresión abrir el fuego es algo más que una metáfora tratándose de El asedio (Alfaguara), la novela en la que Arturo Pérez-Reverte narra el sitio del ejército napoleónico a Cádiz en 1811. Pues bien, ayer en el teatro Español el que abrió el fuego fue el actor Ginés García Millán, que leyó unos fragmentos de la obra ante cerca de 800 personas. "Disponga maniobra. Nos vamos", concluyó el actor un segundo antes de que aparecieran el novelista y Juan Ramón Lucas. El periodista comenzó desvelando la propuesta que Pérez-Reverte lanzó hace unos meses de trasladar por un día el pleno de la Real Academia a la casa de Miguel Delibes como homenaje a un compañero que hacía tiempo no les rendía visita. La muerte el pasado viernes del autor de El camino dejó el viaje en pura intención.
Hecho el homenaje, la velada fue un duelo entre caballeros. Pero duelo. Entregado a una novela en la que la sangre que vierte un asesino en serie se mezcla con la que provoca el cerco francés, Lucas no dejó de contradecir a su interlocutor: "¿Cómo puedes decir que no es un libro de historia? De historia, física, moda, náutica...". "Yo soy un novelista", cortó Pérez-Reverte. Lucas seguía: "...de botánica, taxidermia... ¡Son 725 páginas!". Y Reverte, irónico: "Había que llenarlas con algo".
La seriedad sin corbata condujo, no obstante, la charla, que fue un poco una lección de historia y otro poco una lección de literatura. Pérez-Reverte insistió en presentar el Cádiz de aquellos años como una oportunidad perdida: "Tenía la apertura mental de Manchester o Hamburgo. El peso lo tenían los comerciantes, no el clero ni la aristocracia. El mar era un camino, no una frontera". Y a la desazón que le produjo pasear por unas calles que simbolizan lo que pudo ser atribuye el escritor el "tono crepuscular" de la novela. "España se equivocó de Dios en Trento. Apostó por uno intransigente. Algunos arzobispos actuales tienen la cara de ese Dios", añadió antes de deslizarse por el tobogán de la incorrección política marca de la casa: "Una guillotina en la Puerta del Sol en el momento adecuado nos hubiese hecho a todos iguales, eliminando particularismos regionales. La educación moderna empieza por tener unas cabezas de reyes en el cesto".
La lección literaria no fue menos contundente. "Una novela es como una emboscada al lector", dijo el autor de El asedio. Y también: "Lo importante es que el estilo sea eficaz. Una novela con tantos personajes es muy compleja de escribir, pero el lector no tiene por qué pagar la factura". La contundencia, no obstante, se tiñó de melancolía: "Un escritor es alguien que siempre lleva encima varias novelas por contar, y a mi edad sé que hay algunas que ya no contaré. Varias de las que tenía pendientes están en El asedio. Por ejemplo, una romántica en la que una especie de Jane Austen se enamora de Cayetano Rivera". Pero habrá más, aseguró.
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