8 abr 2010
MIGUEL HERNANDEZ
Tus cartas son un vino
A mi gran Josefina adorada
Tus cartas son un vino
que me trastorna y son
el único alimento para mi corazón.
Desde que estoy ausente
no sé sino soñar,
igual que el mar tu cuerpo,
amargo igual que el mar.
Tus cartas apaciento
metido en un rincón
y por redil y hierba
les doy mi corazón.
Aunque bajo la tierra
mi amante cuerpo esté,
escríbeme, paloma,
que yo te escribiré.
Cuando me falte sangre
con zumo de clavel,
y encima de mis huesos
de amor cuando papel.
Yo lo homenajeo a diario, me sé sus poemas de memoria, no todos, pero adoro su poesía llena de amor y dolor al mismo tiempo. Me hizo descubrir el hambre y sobre todo la injusticia.
Ahora los que le quieren han hecho un homenaje en el cementerio de Alicante y un recital de poesía, esa que tanto hemos oído a muchos canta autores españoles.
“Los restos mortales del poeta descansan en el paseo central del cementerio, en una rotonda dedicada a alicantinos ilustres. Organizado por la Comisión Cívica de Alicante para la Recuperación de la Memoria Histórica, a este acto han acudido representantes sindicales y políticos.
Además del recital con sus versos y los de otros autores que inspiraron al escritor de Orihuela, los organizadores procedieron a la colocación «simulada» de la maqueta del memorial que el próximo octubre erigirán, con un coste de unos 17.000 euros, a la memoria de los republicanos asesinados y enterrados en la fosa común número 12 del camposanto.
A quinientos metros de la tumba de Miguel Hernández, esta maqueta exhibe los nombres de 719 alicantinos fusilados entre 1939 y 1945, y cuyos restos fueron sepultados en diferentes grupos en este lugar. Según el miembro de la Comisión Cívica Luis Pesquera, aún no han solicitado formalmente al Ayuntamiento la colocación de este memorial ya que están a la espera de disponer del proyecto constructivo porque se necesita una pequeña cimentación
Los Sabandeños - Tambor de Sequías - Día de Canarias (2007)
http://www.youtube.com/watch?v=ZoZupbVMUqo
Nana de una Isla
Pedro García Cabrera
Nana de una Isla
Ella había nacido para el mar.
Las curvas de su espalda,
desde muy pequeñita,
tenían cumpleaños de olas.
Se despertaba
con rumores de playa en los costados,
con sus cabellos de alga en las arenas
y el pez de la sonrisa
nadándole los labios.
Crecíase hacia adentro,
hacia sus libertades submarinas,
que tomaban el sol abriéndole los ojos
en tirones de sueños y resacas.
Por la noche soñaba con sirenas.
Un día se fue al mar:
iba llorando soledades.
Una lágrima fue su salvavidas.
De ella tomó volcán, intimidad y contorno.
Y se quedó flotando entre las aguas.
Ahora es una isla que llaman Tenerife.
(Vuelta a la isla, 1968)
5 abr 2010
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