3 mar 2010
Jardin Interior
Jardín Interior
Ahora escuchas la música del silencio. La eterna melodía armónica. Hilo de nieve cayendo. Atrás los intentos de acceder a la muralla. Atrás los asaltos a las almenas. Atrás los estandartes.
En el jardín cerrado un círculo de luz precipita cristalitos de hielo. Girando. Después se deshacen y caen sobre las hojas secas. Inaudibles.
Puedes entonces caminar en esa blancura sin miedo a que tus huellas las pisen extraños.
Solo las borrará la nieve.
Cierras los ojos. Y un concierto sin notas acompaña la calma.
La Playa
La playa.
En la playa ya no están las huellas en la arena. Se las llevó el mar el último día de aquel verano.
Cuando regresé dibujé tu nombre.
Nada era lo mismo.
Al alejarme, supe que escribirlo no restauraba tus pasos.
Esos pasos tan breves que descansaban en el banco del paseo; al lado de las gaviotas.
Allí también les dábamos miguitas de pan.
Cómo llueven todos los septiembres sobre el mar de mis veranos en este invierno largo...
La Playa
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