9 dic 2009
No sé si me gusta más levantarme a tu lado al alba
Mormeneo se sentó ante el ordenador, contempló la desnuda higuera y el nogal. La noche se había quedado nítida, como si fuera el día después del Apocalipis o la primera luz cenicienta tras el naufragio. No quiso buscar la gigantesca luna oculta entre las nubes. Le agrada esa sensación irreal de cuento…
Escribió:
No sé si me gusta más levantarme a tu lado al alba
o dormir abrazado a ti. Sentir cómo lates,
cómo te arrugas sobre ti misma
como quien busca el acoplamiento perfecto de las almas.
Percibo entonces, antes de que se desaten las tentaciones,
el calor de tu espalda y tus nalgas, el torrente
de la melena y su olor a melocotón o a mora.
Quedo un instante así, inmóvil como un barco que siente,
tembloroso como la luz de la sinrazón,
me quedo como si fuera un pájaro abatido
que parpadea y sueña el mejor de todos los vuelos.
A veces te duermes. Y ronroneas. Y musitas palabras
intraducibles, frases completas que me cuentas como
si estuvieras presa en la alucinación del olvido.
Estoy feliz así. En ese instante, cuando el mundo
se desmaya, le pido a la carne que no se altere,
que apacigue sus ardores, que no enturbie la noche
de gemidos y de risas y de batallas de sudor,
y me digo a mí mismo que, algunas veces, el mejor sonido
es el del silencio, el de la respiración de dos que se aman
y escuchan la música del corazón sin saber si despertarán.
**Alberto Calvo me había pedido que escribiera a la manera de Pedro Salinas. No me ha salido, pero es que Mormeneo, narrador, poeta y fotógrafo es así. Su nombre completo es casi todo un poema: Manuel Martín Mormeneo.
El placer del sexo:
Libros. Jean-Manuel Traimond, especialista en guías eróticas, publica ‘69 historias de deseo. Un museo del imaginario erótico’ (Electa. Barcelona, 2009), donde recoge y analiza cuadros y esculturas sobre los temas fundamentales de la sexualidad y la pasión
El placer del sexo:
arte y lascivia de
un museo ideal
El sexo mueve el mundo. Podría escribirse una formidable historia de la humanidad desde la perspectiva del deseo. No es eso exactamente lo que ha hecho Jean-Manuel Traimond, sino concebir ‘un museo del imaginario erótico’ en el espléndido libro ‘69 historias del deseo’ (Electa), que propone una viaje por el desarrollo de la sexualidad. La odisea se prolonga desde el siglo VI a. de C., cuando una vasija representaba pasajes explícitos de sexo oral y anal entre hombres, hasta nuestros días en que la escultora Louise Bourgeois –insólita Premio Aragón-Goya- paseaba, en 1982, un enorme falo de metal con sus testículos ante la cámara de Robert Mapplethorpe.
Traimond, autor de una ‘Guía erótica del Louvre y del Museo de Orsay’, dice: “La Antigüedad representaba el placer sin mala conciencia, pero también estableció la separación entre cuerpo y espíritu, materia e idea. Exacerbada por el cristianismo, dicha separación hizo que todo el peso de la vergüenza recayera sobre el deseo”. Y agrega que “atacado, ahogado, asediado por el pudor, el deseo occidental resurge una y otra vez oculto tras tantos y tan variados disfraces”.
Quizá por ello, los pintores, los artistas en general, han visto estimulada su imaginación y han emprendido una suerte de “guerra de guerrillas contra el triste pudor”. Una constatación clara del libro es que “al eterno retorno de las obsesiones masculinas se corresponde la escasez de las muestras de afecto femenino” y, por extensión, de ausencia de mujeres pintoras. Se recuerda el paradójico caso de Georgia O’Keefe, una voluptuosa artista que pintó flores como vulvas abiertas, como explícitas metáforas o alegorías del sexo femenino, y siempre dijo que ella no hacía pintura erótica.
Dentro de esas 69 piezas están todos los asuntos del amor y del deseo. Desde ese inicial canto griego a la homosexualidad y al destape de Afrodita, cuyos senos se alzan más allá del velo, también existen imágenes de las hetairas (las prostitutas de lujo) o una escena, en Pompeya, de otro mito: el de Príapo, al que le habían dedicado varias capillas, frecuentadas por hombres que tenían alguna enfermedad en el pene. Traimond escribe: “En cuanto a las mujeres, ya fueran profesionales o simples ‘amateurs’ (…), colgaban del gran falo tantas guirnaldas como amantes habían tenido en el transcurso de la noche”. El libro aborda algunos casos de zoofilia, como la cópula entre Pan y una cabra, la sutil relación de ‘Leda y el cisne’ (1598) recreada con absoluta maestría por Rubens o un ‘cunnilingus’ de ‘La bruja y el dragón’ (1515) de Hans Baldung Grien. El Bosco mostró en ‘El Jardín de las Delicias’ (1510) la homosexualidad, la masturbación e incluso una imagen más extraña: la de mujer que anda a gatas, semidesnuda, y por atrás avanza una pértiga que lleva una esponja en la punta.
“Cuanto más nos resistimos a la carne, más se esfuerza en reaparecer” escribe Traimond a propósito de la pieza de Tiziano ‘La Magdalena penitente’ (1530), que mezcla la vergüenza del pecado carnal y la exuberancia del ardor en forma de un envolvente cabello de fuego. El cuadro ‘La piel’ (1638) de Rubens insiste en el elogio de la beldad y del hedonismo, igual que dos piezas de Fragonard: ‘Las curiosas’ (1767-1771), una elipsis de la figura del mirón (exaltado en ‘Una ojeada a través de la cerradura’ de Anton Felser, de 1895, que sería casi el positivo o el reverso de la anterior) y ‘Los afortunados azares del columpio’ (1767), que es un canto al pie como apéndice sexual. Dice Traimond: “Hay mujeres que llegan al orgasmo pasándose el aspirador por las plantas de los pies”.
No podía faltar el lienzo que sublima y normaliza como ningún otro la vagina: ‘El origen del mundo’ (1866) de Courbet. No podían faltar una flor de O’Keefe, ni las mujeres pelirrojas de Klimt ni esa sucesión de damas que tientan a Ulises o a distintos dioses y hombres, como el caso de las sabinas, raptadas y violadas por los romanos y pintadas por David. Rembrandt realizó un elocuente grabado de la felicidad conyugal en el tálamo en ‘La cama a la francesa’ (1646). “¿Hay que decir algo que la sonrisa de la esposa penetrada no diga ya?”, se pregunta Traimond. Leonor Fini se acercó a la homosexualidad femenina. El perverso y agudo Franz von Stuck es autor de ‘El balancín’ (1898), sobre la masturbación de mujeres con un tronco, y de ‘El pecado’ (1895). Felicien Rops es el autor de ‘Pornokrates’ (1878), acerca “del poder de la puta” que pasea a un cerdo. Aubrey Beardsley aborda la fuerza de la erección en ‘Los embajadores lacedemonios’ (1896).
A Veces
De Marcos Alonso “A veces”
A veces,
solo a veces,
cuando el camino se pierde
llevándonos con él,
nos alejamos de nosotros mismos
hasta desconocernos,
ignorándonos en la superficialidad,
mientras que la piel se vuelve inútil y ajena
en medio de la resaca otoñal.
A veces,
solo a veces
cuando el frío nos despierta
arropados por la hipocresía
nos sentimos desnudos y vulnerables.
Transparentes, nos observamos vacíos
y nos aprestamos a decorar nuestros huesos
pintándolos de colores,
pero siempre resultan grises como las cenizas.
A veces,
solo a veces,
desandamos el camino
buscando huellas en la memoria,
echándonos de menos,
recordando nuestras gracias,
esperando que regresemos al mismo sitio,
y cuando por fin nos vemos,
a veces,
y solo a veces,
nos damos cuenta
que ya somos otros.
A veces,
solo a veces,
cuando el camino se pierde
llevándonos con él,
nos alejamos de nosotros mismos
hasta desconocernos,
ignorándonos en la superficialidad,
mientras que la piel se vuelve inútil y ajena
en medio de la resaca otoñal.
A veces,
solo a veces
cuando el frío nos despierta
arropados por la hipocresía
nos sentimos desnudos y vulnerables.
Transparentes, nos observamos vacíos
y nos aprestamos a decorar nuestros huesos
pintándolos de colores,
pero siempre resultan grises como las cenizas.
A veces,
solo a veces,
desandamos el camino
buscando huellas en la memoria,
echándonos de menos,
recordando nuestras gracias,
esperando que regresemos al mismo sitio,
y cuando por fin nos vemos,
a veces,
y solo a veces,
nos damos cuenta
que ya somos otros.
"Seremos moralmente más pobres si Aminetu Haidar se muere"
Todos seremos moralmente más pobres si Haidar se muere", dijo José Saramago en esta entrevista en la que cuenta cómo vio a la militante saharaui cuando fue a encontrarse con ella el último martes en el aeropuerto de Lanzarote, donde esta mujer de 44 años hace huelga de hambre.
Saramago reside en Lanzarote desde 1993, con su mujer, la periodista y traductora Pilar del Río.
Bloqueo total en el 'caso Haidar'
Velasco ve indicios de delito de lesa humanidad en el 'caso Haidar'
Rabat frustra en el último momento el regreso de Haidar a El Aaiún
José Saramago
"La reacción del Gobierno de Rabat es de una crueldad increíble"
Pregunta. Fue a solidarizarse.
Respuesta. Y a ayudar, como otros tantos, a algo que me parece fundamental, aparte de los factores de la historia política: para ayudar a que esta mujer no se muera. Eso me parece básico, y por eso fui.
P. ¿Qué hacer?
R. Para que no se muera se necesita encontrar una solución. Creo que el Gobierno español está tratando de veras de encontrar una salida, pero todas las gestiones se le han ido complicando, día a día.
Sólo se puede confiar en que Zapatero tenga fuerza y con esa fuerza logre un buen fin.
Y el buen fin es que esta agonía no se prolongue hasta que sea demasiado tarde. La salud de Haidar es cada vez más precaria, todos podemos verlo. Y cualquier cosa puede ocurrir en cualquier momento.
P. ¿Qué sintió usted cuando la encontró?
R. Fui para ayudarla a vivir, como otros, ya se lo dije. Y cuando he estado con ella, el martes, se hablaba de que podía haber una solución pronto. Lo creía ella misma, sonreía ante esa perspectiva.
Había una atmósfera de satisfacción. Y no pasó nada, y han pasado los días y esto no mejora nada... Fíjese en las notas del cónsul marroquí y en las reacciones brutales, de una crueldad increíble, del Gobierno de Rabat...
P. ¿Usted espera que un arbitrio internacional zanje el problema?
R. Todas las esperanzas están puestas en eso, pero se desvanecen... Aunque intervenga la ONU, sus mecanismos son muy lentos, y esta mujer no puede esperar... Si Marruecos cumpliera, o hubiera cumplido, las resoluciones de la ONU, el conflicto que plantea el Sáhara se habría resuelto, porque el Sáhara Occidental ya sería independiente, probablemente...
Pero hay en el mundo algunos países a los que las resoluciones de la ONU les importan un pepino, y entre ellos está Marruecos. Otro de esos países que no tienen en cuenta los dictados de la ONU es Israel, que con respecto a Palestina adopta la misma actitud de Rabat ante el Sáhara. No les importa lo que la ONU diga. Se permiten volver la espalda ante la presión internacional.
P. Estuvo con ella. Al volver a casa, ¿cómo valoró la naturaleza humana del drama que plantea la situación de Haidar?
R. Me parece que una mujer como ésta, que tiene unos hijos encantadores, y aquí tengo las fotos de su familia, haya decidido dar un paso tan arriesgado denota una firmeza fuera de lo común. Que la hayan conducido a esta situación lleva a pensar que la capacidad de desprecio por la naturaleza humana es infinita en la crueldad de algunos. No podemos permitir que esta mujer se muera. Vamos a ser moralmente más pobres si la dejamos morir.
P. Esto sucede en Lanzarote; Canarias es vecina muy próxima del Sáhara. ¿Alguna reflexión sobre lo que esto supone para las islas?
R. Cuando se me habla de los canarios pienso siempre que deberían preocuparse más de sus islas, donde se producen fenómenos de corrupción que avasallan y que no despiertan aquí, parece, demasiada preocupación.
Si no se preocupan por lo que sucede en su casa, ¿cómo van a preocuparse de manera eficaz de lo que sucede en el Sáhara, por muy cerca que esté? Sin duda hay grupos que están haciendo mucho por solidarizarse con la situación, por ayudar a esta mujer y a su pueblo, pero chocan con la barrera infranqueable de Marruecos, que impide cualquier negociación. Estos colectivos hacen lo que pueden, claro.
En cuanto a Canarias, repito que independientemente de esos colectivos lo que percibo es que los ciudadanos de las islas tienen que cambiar de mentalidad, preocuparse más por sus problemas, convertir su territorio en un verdadero archipiélago unido, y acabar con una situación en que cada isla va a lo suyo.
JUAN CRUZ 04/12/2009
Saramago reside en Lanzarote desde 1993, con su mujer, la periodista y traductora Pilar del Río.
Bloqueo total en el 'caso Haidar'
Velasco ve indicios de delito de lesa humanidad en el 'caso Haidar'
Rabat frustra en el último momento el regreso de Haidar a El Aaiún
José Saramago
"La reacción del Gobierno de Rabat es de una crueldad increíble"
Pregunta. Fue a solidarizarse.
Respuesta. Y a ayudar, como otros tantos, a algo que me parece fundamental, aparte de los factores de la historia política: para ayudar a que esta mujer no se muera. Eso me parece básico, y por eso fui.
P. ¿Qué hacer?
R. Para que no se muera se necesita encontrar una solución. Creo que el Gobierno español está tratando de veras de encontrar una salida, pero todas las gestiones se le han ido complicando, día a día.
Sólo se puede confiar en que Zapatero tenga fuerza y con esa fuerza logre un buen fin.
Y el buen fin es que esta agonía no se prolongue hasta que sea demasiado tarde. La salud de Haidar es cada vez más precaria, todos podemos verlo. Y cualquier cosa puede ocurrir en cualquier momento.
P. ¿Qué sintió usted cuando la encontró?
R. Fui para ayudarla a vivir, como otros, ya se lo dije. Y cuando he estado con ella, el martes, se hablaba de que podía haber una solución pronto. Lo creía ella misma, sonreía ante esa perspectiva.
Había una atmósfera de satisfacción. Y no pasó nada, y han pasado los días y esto no mejora nada... Fíjese en las notas del cónsul marroquí y en las reacciones brutales, de una crueldad increíble, del Gobierno de Rabat...
P. ¿Usted espera que un arbitrio internacional zanje el problema?
R. Todas las esperanzas están puestas en eso, pero se desvanecen... Aunque intervenga la ONU, sus mecanismos son muy lentos, y esta mujer no puede esperar... Si Marruecos cumpliera, o hubiera cumplido, las resoluciones de la ONU, el conflicto que plantea el Sáhara se habría resuelto, porque el Sáhara Occidental ya sería independiente, probablemente...
Pero hay en el mundo algunos países a los que las resoluciones de la ONU les importan un pepino, y entre ellos está Marruecos. Otro de esos países que no tienen en cuenta los dictados de la ONU es Israel, que con respecto a Palestina adopta la misma actitud de Rabat ante el Sáhara. No les importa lo que la ONU diga. Se permiten volver la espalda ante la presión internacional.
P. Estuvo con ella. Al volver a casa, ¿cómo valoró la naturaleza humana del drama que plantea la situación de Haidar?
R. Me parece que una mujer como ésta, que tiene unos hijos encantadores, y aquí tengo las fotos de su familia, haya decidido dar un paso tan arriesgado denota una firmeza fuera de lo común. Que la hayan conducido a esta situación lleva a pensar que la capacidad de desprecio por la naturaleza humana es infinita en la crueldad de algunos. No podemos permitir que esta mujer se muera. Vamos a ser moralmente más pobres si la dejamos morir.
P. Esto sucede en Lanzarote; Canarias es vecina muy próxima del Sáhara. ¿Alguna reflexión sobre lo que esto supone para las islas?
R. Cuando se me habla de los canarios pienso siempre que deberían preocuparse más de sus islas, donde se producen fenómenos de corrupción que avasallan y que no despiertan aquí, parece, demasiada preocupación.
Si no se preocupan por lo que sucede en su casa, ¿cómo van a preocuparse de manera eficaz de lo que sucede en el Sáhara, por muy cerca que esté? Sin duda hay grupos que están haciendo mucho por solidarizarse con la situación, por ayudar a esta mujer y a su pueblo, pero chocan con la barrera infranqueable de Marruecos, que impide cualquier negociación. Estos colectivos hacen lo que pueden, claro.
En cuanto a Canarias, repito que independientemente de esos colectivos lo que percibo es que los ciudadanos de las islas tienen que cambiar de mentalidad, preocuparse más por sus problemas, convertir su territorio en un verdadero archipiélago unido, y acabar con una situación en que cada isla va a lo suyo.
JUAN CRUZ 04/12/2009
Suscribirse a:
Entradas (Atom)