Resumen del libro
Una aguda metáfora de Dulce Chacón sobre una sociedad dominada por la violencia y la intolerancia xenófoba. Una mujer se enfrenta a la soledad del matrimonio. Mientras el silencio entre la pareja va ocupando todo el espacio de la relación, los personajes de su entorno transforman su mundo propio.
Resumen del libro
Un relato tan estimulante como acertado de los sentimientos y la psicología de una mujer.
Blanca busca el amor y huye de él, teme la soledad pero camina a su encuentro. Una novela que nos habla de incomunicación, de desencuentro, de relaciones en conflicto, de pasiones que no son tales… Un retrato femenino pleno de autenticidad.
BLANCA VUELA MAÑANA
de CHACON, DULCE
7 nov 2009
DULCE CHACÓN
La noche se hace cada vez más pequeña, quizás no quepa la luna...
Para Dulce Chacón, la autora de La voz dormida, generosa, fresca y fuerte, fallecida muy prematuramente en 2003, Zafra era un lugar de los sueños, el sitio al que volvía siempre con su imaginación y con su recuerdo; desde su muerte, la gente de Zafra quiso que esa unión que Dulce sintió con su primer sitio tuviera símbolos concretos. En la casa donde nació (que ahora es un hotel), han colocado una placa en la que figuran esos versos de Dulce; ahora en esa esquina de la hermosísima Plaza Grande ese recuerdo de su poesía y de su persona es un emocionante encuentro para el viajero que sabe qué significó Zafra para la escritora que hizo de la poesía y de la narración la expresión más cabal y sincera de su personalidad. Y Zafra (su ayuntamiento) puso en marcha desde la muerte de Dulce un interesante premio literario que lleva su nombre y que anoche se concedió por sexto año consecutivo. El premio se debe al ayuntamiento, a su consejera de Cultura, Mary Carmen Rodríguez, y a Luciano Feria, que es el alma del certamen. Este año me pidieron que estuviera, y allí estuve, íntimamente emocionado por estar en un territorio de la memoria de Dulce, fallando un premio que a ella le hubiera gustado dar. Lo obtuvo esta vez Pacífico, la novela de José Antonio Garriga Vela. Compitieron con él El país del miedo, de Isaac Rosa, Los pozos de la nieve, de Berta Vias, Las puertas de lo posible, de José María Merino y Saber perder, de David Trueba. Presidió el jurado, con mano informada, ágil y maestra, mi amiga Rosa Regás
Para Dulce Chacón, la autora de La voz dormida, generosa, fresca y fuerte, fallecida muy prematuramente en 2003, Zafra era un lugar de los sueños, el sitio al que volvía siempre con su imaginación y con su recuerdo; desde su muerte, la gente de Zafra quiso que esa unión que Dulce sintió con su primer sitio tuviera símbolos concretos. En la casa donde nació (que ahora es un hotel), han colocado una placa en la que figuran esos versos de Dulce; ahora en esa esquina de la hermosísima Plaza Grande ese recuerdo de su poesía y de su persona es un emocionante encuentro para el viajero que sabe qué significó Zafra para la escritora que hizo de la poesía y de la narración la expresión más cabal y sincera de su personalidad. Y Zafra (su ayuntamiento) puso en marcha desde la muerte de Dulce un interesante premio literario que lleva su nombre y que anoche se concedió por sexto año consecutivo. El premio se debe al ayuntamiento, a su consejera de Cultura, Mary Carmen Rodríguez, y a Luciano Feria, que es el alma del certamen. Este año me pidieron que estuviera, y allí estuve, íntimamente emocionado por estar en un territorio de la memoria de Dulce, fallando un premio que a ella le hubiera gustado dar. Lo obtuvo esta vez Pacífico, la novela de José Antonio Garriga Vela. Compitieron con él El país del miedo, de Isaac Rosa, Los pozos de la nieve, de Berta Vias, Las puertas de lo posible, de José María Merino y Saber perder, de David Trueba. Presidió el jurado, con mano informada, ágil y maestra, mi amiga Rosa Regás
6 nov 2009
Las manchas de la Luna en el 'Cristo resucitado' de Bramantino
Inicialmente atribuída a Bramante, la autoría de esta obra (1490) corresponde probablemente a su discípulo Bramantino (1465-1530), arquitecto y pintor italiano de nombre Bartolomé Suardi.
Fue adquirida para la colección Thyssen-Bornemisza en 1936. Viendo este maravilloso cuadro, ha de hacerse un esfuerzo para apartar la mirada de la pálida, trágica expresión de Cristo cargada de tristeza.
No es un Cristo triunfante, vencedor de la muerte, característico de otras obras que representan al resucitado.
Las heridas de la pasión son visibles en las manos y el costado. Sin embargo, no hay sangre ni violencia; la expresión de sus ojos, de su cara, bastan para transmitir el dolor más profundo y la angustia de un sufrimiento extremo.
Manuscritos y libros de Galileo salen por primera vez de Italia
Los manuscritos de seda de Mawangdui
En el paisaje iluminado por la luz de la Luna aparecen, como en otras obras del artista, estructuras arquitectónicas de características clásicas. Se ha hablado de que el fondo oscuro que aparece a su derecha podría ser la sepultura del huerto de Getsemaní. En la distancia, dos hombres navegan en una barca con mástil que transporta dos tiendas de campaña.
Contraste de claros y oscuros
La representación de la Luna es interesante. El artista muestra el contraste de claros y oscuros, apreciable a simple vista en nuestro satélite. Son las llamadas manchas de la luna. Existen muchas leyendas del folclor de distintos países que tratan de explicar el origen de estas manchas. A menudo se repite el mismo motivo: un hombre que arrastra un haz de leña.
En algunos cuentos, el hombre, pobre y anciano, estaba tan cansado que le pidió a la Luna: "Baja y trágame". Y la Luna, apiadándose de él, bajó y se lo llevó. Las manchas oscuras son la leña del anciano desparramada.
Hay cuentos según los cuales el anciano ha robado el haz de leña y allí arriba, en la Luna, queda expuesto a la vergüenza de todos para expiar su culpa. En otros casos, la Luna secuestra al hombre, y las manchas no son otra cosa que este personaje con su haz de leña cargado a la espalda.
En realidad, las manchas de la luna se deben a que las características de la superficie de nuestro satélite varían de unas zonas a otras. Las más claras están plagadas de cráteres que se formaron por el impacto de meteoritos. Hay tantos que a veces se encuentran unos dentro de otros.
Las zonas más oscuras fueron, denominadas mares en el siglo XVII (quizás antes), aunque no contienen agua, como sugiere su nombre. Son grandes planicies que reflejan menos luz solar.
Se originaron en las etapas tempranas de la Luna como consecuencia de afloraciones basálticas generadas por impactos de meteoritos. La lava rellenó muchos de los cráteres existentes y por ello en dichas regiones éstos son menos abundantes.
Cristo Resucitado (Bramantino, 1490) se expone en el Museo Thyssen Bornemiza de Madrid.
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