Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

5 ago 2009

PATENTE DE CORSO DESTROZANDO LA MEMORIA

PATENTE DE CORSO
Destrozando la memoria


ARTURO PÉREZ-REVERTE | XLSemanal | 03 de Agosto de 2009



Les hablaba la semana pasada de manipulaciones históricas y de museos desaparecidos, o pasados por el tamiz del pacifismo simplón, de telediario y foto de periódico, que tanto nos pone. Y al final, por falta de espacio, me quedé con ganas de mencionar también otra clase de museos, esta vez al aire libre: los escenarios de sucesos históricos.
Alguna vez hablé aquí del magnífico trabajo de conservación que el Gobierno belga hace en Waterloo, escenario de la última batalla napoleónica. Menos el museo local y la colina artificial del León, desde donde puede abarcarse con la vista todo el terreno, el lugar está intacto.
Ni una casa más, o casi, desde 1815. Eso hace posible un continuo ir y venir de visitantes: turistas, aficionados, historiadores, colegios y gente así.

En España, como saben, la situación suele ser la opuesta. Esas cosas tienen mala prensa; no sólo por confusiones ideológicas, sino también, y sobre todo, por ignorancia y desidia. Ni siquiera el franquismo, con todos sus trompeteos y fastos imperiales, se interesó por esos lugares.
Excepto los monumentos y placas de la Cruzada contra los rojos malvados, lo demás importaba un carajo.
Casi todos los monumentos conmemorativos de la historia de España los debemos a iniciativas cultas del si- glo XIX y principios del XX. Eso dura hasta hoy.
El Ayuntamiento de Madrid, por ejemplo, pidió y obtuvo el año pasado, en plena demagogia del Bicentenario, textos para placas que señalarían lugares notables del 2 de Mayo; y que, año y pico después, ni están colocadas ni se las espera. Mientras que en París no hay apenas calle sin mención de que allí murió Fulanito Dupont luchando contra los nazis, las ciudades italianas están salpicadas de alusiones a los que cayeron sotto il piombo tedesco, y a los republicanos españoles se los recuerda más en Francia que en España.

Mucha gente, políticos analfabetos sobre todo, cree que se trata de recordar batallitas del abuelo Cebolleta.
Por eso desprecian y degradan lugares que podrían servir como atracción turística y como lección viva de Historia y de memoria. Ahí están, entre muchos, los ejemplos de Las Navas de Tolosa, Arapiles, Bailén –chalets adosados por todas partes–, o la atrocidad que se está haciendo con el paisaje histórico de Numancia, con el proyecto de un polígono industrial que destrozará lo que en cualquier país decente sería de cuidado exquisito y visita obligada para escolares. O el parque eólico marino que se instalará, como si no hubiera otro lugar en toda la costa, exactamente en las aguas donde se libró el combate del cabo Trafalgar.
Desparrame este, el de los molinos eólicos –subvencionados con fondos públicos y con mucho interés privado mojando en la salsa–, que pende sobre algunos de los pocos lugares de importancia histórica que nos quedan intactos. Como Uclés.

El caso de Uclés clama al cielo. Aparte de que el pueblo sea de una belleza espectacular con sus calles medievales, sus murallas y monasterio, y de que desde sus alturas pueda contemplarse un paisaje extraordinario, allí tuvieron lugar dos acontecimientos importantes en la historia de España.
Uno fue la batalla famosa en la que, el año 1108, un ejército almorávide compuesto de murcianos, valencianos y cordobeses bajo el mando de Tamin Yusuf saqueó la ciudad después de hacer picadillo en la llanura a un ejército castellano, cortando tres mil cabezas cristianas entre las que se contaban las de García Ordóñez –el enemigo del Cid– y el infantito don Sancho, hijo del rey Alfonso VI.
Y setecientos años más tarde, en 1809 y exactamente en el mismo sitio, las tropas francesas mandadas por los generales Ruffin y Villatte destrozaron al ejército español del Centro, que mandaban los zánganos incompetentes del general Venegas y el duque del Infantado, haciendo una carnicería de juzgado de guardia.
Ese doble campo de batalla, bajo los muros mismos de Uclés, se encuentra milagrosamente intacto; igual que estaba, no hace dos siglos, sino nueve.
Y acabo de enterarme de que hay un proyecto, apoyado por la Junta de Castilla-La Mancha, para instalar un parque eólico con torres de 121 metros de altura a tres kilómetros y medio de allí, sobre la sierra vecina. Reventando no sólo ese magnífico paisaje histórico y natural, sino también el del cercano parque arqueológico de Segóbriga. Con fondo de molinillos dando vueltas. Flop, flop. Imaginen la foto.

Confieso, de todas formas, que lo de Uclés lo tengo como asunto personal. Porque también en sus campos se libró una tercera pajarraca, ésta ficticia. O de pastel. Allí, debido precisamente a lo limpio del lugar y su belleza, se situó la escena de la batalla de Rocroi durante el rodaje de la película Alatriste.
Así que calculen. Ponerle molinos de fondo al paisaje donde transcurre mi escena favorita, cuando Viggo Mortensen, hecho polvo como sus colegas, le dice al franchute: «Decid al señor duque de Enghien que agradecemos su oferta, pero éste es un tercio español». O sea. Me llevan los diablos.

COPLA DE UN QUERER

COPLA DE UN QUERER

Mi querer se lo llevó

La luna una noche

Porque tu no habías venido

Y al sentir mi llanto

Agonizando entre las flores

Sintió pena de mis amores

En mis cinco sentidos heridos

De tantas esperanzas perdidas

Y emocionada de plata y jazmin

Se vistió de voz soñadora

Dejándome rendido en sueños

De presagio de amores

Y quitándome la venda de agonia

Me pidió ser mi compañera

En las sombras fundidas de azahar

Y sellar mis labios de su gloria

En el firmamento de su embrujo

De un corazón sembrado de espinas

Que angustiado moría por dentro

Entre el dolor de un desamor

Y que besado a todas horas

En la noche mágica de blancas azucenas

Le rogue que no me dejara al alba

Cuando celoso de su forma de besar

Bajo las estrellas de un cielo engalanado

El sol en su caballo de doradas espuelas

Levantó el velo de la noche enamorada

Y por la tierra y el mar derramó el oro

Que acarició el rocio de sus lágrimas

Para dejarme desnudo de su cariño

Y preso de severa rabia y orgullo de celos

Me condenó durante el dia a seguirle

Girando la cabeza allí donde iba

Hasta que el crepúsculo se lo llevaba

A mares lejanos y mi amante dejaba caer

Sus besos de plata en los sueños

De un corazón que por su querer

Prefiere vivir cautivo de los sacrificios

Que muriendo de amor deja que el dia

Se lleve mi canción en vientos de locura

Sediento del agua de lágrimas bañada de luna

Que persigue en las noches mis besos de fuego

Y donde en los dias sin principio ni fin

Como un pordiosero esclavo de mi mal

En coplas de amores siembro rosas sentenciadas

De soledades que merecerían morir

Por dudar del amor prisionero que te tuve

Bajo las estrellas del amanecer de tus ojos

Y vestido de un corazón abandonado

Olvido mi tormento de morir por dentro

Si en mi ventana recibo entre sueños

El querer que es mi vida llamando cada noche

Al viento para que rondando mi aliento

Se lleve el recuerdo de un mal encuentro

Y sin mencionar tu nombre tirar la llave

Que me diste para abrir tu corazón

El mismo que me sentenció a muerte

Por haber cometido el delito de quererte

Soñando despierto con ser tu amante

Alain Delon

No te olvides de mi