Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

30 jun 2014

Leonor: niña y princesa..........................................................................Jesús Rodríguez

Responsable y observadora. Criada sin sirvientes. La historia de una niña diferente, una princesa sin plan preestablecido.

La princesa de Asturias. / Carlos Álvarez (Getty)

Para saber cómo es Leonor basta con mirar a Felipe VI. “Es como su padre, hasta en su expresión soñadora”.
 Es la mejor definición de la princesa de Asturias. Según su círculo íntimo, “son iguales: químicamente buenos, cariñosos y tan sensatos que a veces dan ganas de sacudirles y decirles algo… Son sensatos, pero no tienen miedo a nada
. No son apocados, no va por ahí la cosa. Es una mezcla extraña, pero que a Felipe y a Leonor les funciona.
 Son idealistas, se entusiasman con las cosas, sienten curiosidad, les fascinan los nuevos proyectos, miran hacia delante y, al tiempo, tienen un punto muy reflexivo, nada impulsivo.
 Son serenos y valientes. ¿Cómo habría logrado casarse Felipe con una plebeya divorciada si no fuera un tipo que sabe lo que quiere y está dispuesto a correr riesgos?
 Felipe y Leonor son tranquilos, pero cuando quieren algo en serio, entra en juego una mente de estrategas incansables
. Deben ser los genes de una familia, los Borbones, que lleva siglos actuando en política.
Y en eso el padre y la hija son iguales”.
De cerca, don Felipe es tranquilo, atento, sentimental, prudente, moderado, tiende al equilibrio y, desde el colegio, es alérgico a la pelea (aunque era vehemente cuando se trataba de defender sus principios); adicto al consenso, aficionado al trabajo en equipo (siempre que no sea un deporte de balón, para los que siempre ha sido negado), discreto, equilibrado, poco amigo de sobresalir y, sobre todo, un profesional de observar antes de actuar; de disponer de todas las piezas del puzle para contar con una visión completa del asunto antes de tomar una decisión
. Rara vez se tira a la piscina sin sopesar todas las variables; si no se ha empapado con un amplio dossier y consultado al ministerio correspondiente, a su mínimo equipo, a su mujer y a la almohada. Y además le queda la Constitución como salvavidas.
 Ahora más que nunca, porque sus funciones están perfectamente reguladas por la Carta Magna después de trabajar 28 años sin red.
 En especial, la misión que se describe en este párrafo tan flexible del artículo 56: “El Rey arbitra y modera el funcionamiento regular de las instituciones”.
 En ese sentido, explican que Leonor es una “mediadora por naturaleza”, dispuesta a poner paz y concordia en las grescas escolares.
 Aficionada a buscar argumentos que reconcilien a las partes. Es imaginativa y trata de buscar un punto intermedio en las cosas.
 Una persona cercana describe esa capacidad innata de la princesa de Asturias:
“Les ha salido muy responsable; el matrimonio bromea a menudo con esa cualidad de Leonor: ‘Parece que sabía dónde iba a nacer’, dicen sus padres entre risas”.
El nuevo Rey se toma su tiempo. Su hija Leonor, también.
A la niña-princesa le encanta parar, mirar y pensar antes de tomar una decisión. Igual que él. Felipe no habla mal de nadie. Leonor tampoco
. El Rey escanea a los que tiene delante con sus ojos menudos y azules como el hielo, los puños cerrados y la mandíbula contraída antes de abrir la boca.
Su altura facilita el ojeo.
 No se le escapa nada ni nadie. Leonor está aprendiendo a marchas forzadas. Entre otras cosas, a ver más allá de la primera impresión que le produce una persona.
Felipe VI es desde niño un fino olfateador y detector de aduladores y entrometidos, que nunca desnudó en público la intimidad de La Zarzuela, ni ante sus más directos allegados, ni siquiera de pequeño.
 La Zarzuela era fortaleza de una singular familia con un oficio que ninguna otra tenía en España y que se concretaba en que uno de ellos ostentaba por herencia la Jefatura del Estado.
 Un castillo decorado con el aire apacible de la clase pudiente madrileña donde parecía que nunca nada malo podía pasar.
 Allí no entraba nadie. Ni los ayudantes, ni los ministros.
No existe ninguna imagen de los momentos más íntimos de la familia Borbón. La fidelidad de su entorno (mayoritariamente militar) ha sido absoluta. La Zarzuela ha sido un hogar.
 Y lo sigue siendo. Al contrario de lo que hacía Franco, que habitaba en una especie de casa-cuartel, se alimentaba del mismo rancho de la tropa y comía en completo mutismo con su mujer, su hija, su primo, su cuñado y sus ayudantes de riguroso uniforme en un comedor espacioso y ornamentado como un panteón por el que pululaba (y cotilleaba) el extenso servicio de librea.
Leonor está siendo educada por sus padres en la adquisición de ese sexto sentido regio que consiste en calar a los interesados o a los que pretendan aventar la vida de su hogar. Ese pequeño núcleo de intimidad y normalidad familiar será el tesoro de su vida
. Así lo diseñó y decidió su abuelo Juan Carlos (ella le llama “abuelito”) el día que rechazó habitar el grandioso y monumental palacio de Oriente, en noviembre de 1975, tras la muerte del general Franco, y seguir en el discreto palacete de la Zarzuela, un hogar que habían creado desde cero y hecho suyo él y la reina Sofía cuando aún no eran nada en este país: un príncipe sin posibles y de aire ausente y una princesa extranjera; cuando su futuro era incierto.
 A finales de los sesenta, durante la realización de unas obras en el inmueble de La Zarzuela, doña Sofía preguntó con (aparente) candidez a su marido:
 “¿Crees que cuando terminen los obreros aún seguiremos en España?”. Era el hogar que ambos habían construido.
El nuevo Rey se toma su tiempo antes de tomar una decisión. Leonor también
El rey Juan Carlos se lo aclaró en 1992 al escritor y aristócrata José Luis de Vilallonga: “Nunca pensé en instalarme en Oriente porque desde 1960 vivo aquí, en La Zarzuela, una casa que a doña Sofía y a mí nos gusta mucho, lejos de la ciudad, del ruido, de la contaminación y… de las visitas inoportunas. La profesión de rey es agotadora.
 De vez en cuando hay que poder olvidarla. La Zarzuela es un verdadero hogar. Aquí estamos entre nosotros.
En habitaciones de dimensiones normales. Cuando nos encontramos todos juntos tenemos la ilusión de ser una familia como cualquier otra”.
 Don Felipe convirtió ese consejo en su primer mandamiento.
Hoy,la nueva pareja real lucha a brazo partido por ser, de puertas adentro, una familia normal; más normal de lo que nadie podría imaginar
. En sus ritos diarios y en la forma de relacionarse entre ellos.
 Cimentada en el amor y en las obligaciones. A ratos lo consiguen. “Los cuatro hacen planes continuamente. Van al cine, al teatro, a espectáculos, a conciertos, al parque a jugar con los columpios.
 Lo normal en una pareja con hijos pequeños. No van al Retiro a las doce de la mañana un domingo, pero saben que hay más parques, más horas, más días.
 Y que ésa es su vida, y se adaptan”.
La familia, el destino común, es la clave del proyecto de vida de los nuevos reyes. Don Felipe lo dejó claro el día de su enlace con doña Letizia, aquella mañana torrencial del 22 de mayo de 2004; en realidad, dejó claro dos cosas.
 La primera podía parecer obvia el día de su boda; pero en la mente estratégica de don Felipe era un aviso a navegantes: “No puedo ni quiero esconderlo, imagino que salta a la vista: soy un hombre feliz
. Y tengo la certeza de que esta condición me la da sentir la emoción de ver y protagonizar la realización de un deseo: me he casado con la mujer que amo”
. Y la segunda, una declaración de independencia, de defensa numantina de su territorio:
“Aspiramos a fundar una familia.
Y queremos alcanzar el necesario equilibrio entre lo público y lo privado, entre las obligaciones –que lo son de por vida– y la legítima y necesaria vida familiar; sabiendo que nuestro trabajo requiere una serenidad, una dedicación, una constancia y una mesura tales que permitan hilar el tiempo político con el tiempo humano”.
 El que avisa no es traidor.
 La puerta de su hogar sería infranqueable. Lo ha sido durante estos 10 años; lo seguirá siendo tras su ascenso al trono.
Leonor está siendo educada como una niña normal, sin tutores ni un plan especial
Allí, en ese rincón perdido en las 16.000 hectáreas del monte del Pardo (50 veces el tamaño del Central Park neoyorquino), donde 4.000 gamos, 3.600 ciervos y 500 jabalíes pacen entre encinas y alcornoques, rodeado por una tapia histórica de ladrillo de 80 kilómetros de perímetro, la heredera al trono siempre será “Leonor”; a secas; sin tratamiento; sin que nadie le hable en tercera persona ni se incline a su paso; la hija de Felipe y Letizia; él, descendiente de una estirpe de cinco siglos de monarcas europeos; ella, una periodista asturiana de clase media que a veces recuerda con añoranza la profesión a la que renunció por amor: aquel viaje a Bagdad o aquella noche de perros a bordo de un pesquero en Galicia; hermana de Sofía, arrolladora y perspicaz, un torbellino, el reverso de la moneda de la heredera; acreedora de los genes de doña Letizia, una mujer apasionada, espontánea y humana; esa disparidad de caracteres, esa diferencia de estilos, que ha funcionado en el tándem de la pareja de Felipe y Letizia durante un decenio ha logrado lo propio entre Leonor y Sofía, dos hermanas que, según su entorno, “son distintas, pero se complementan, ayudan y adoran, y no conciben los juegos y las obligaciones la una sin la otra
. A la hora del estudio es horrible, no paran de enredar
. No sé si por ser tan seguidas o por ser chicas las dos hablan, juegan muchísimo, inventan, se disfrazan, montan unos líos en casa tremendos…”.
Bisnieta de un príncipe en el exilio que se enfrentó al dictador (don Juan de Borbón) y de un taxista (Francisco Rocasolano); nacida en Madrid el 31 de octubre de 2005.
 Su padre, don Felipe, describió aquella madrugada su estado de ánimo de padre primerizo de esta forma:
“Es lo más bonito que le puede ocurrir a alguien en la vida”. No sabía si reír o llorar.
 Hoy es un padre loco con sus hijas, incluso aún más reticente que la propia reina Letizia a la hora de exponer a Sofía y Leonor ante el objetivo de los medios de comunicación y ante la lupa de la opinión pública.
“Son unas niñas muy pequeñas, de ocho y siete años; a sus padres les da cosa, les da penita… son conscientes de dónde han nacido, y cuáles serán sus obligaciones, pero quieren que estén tranquilas, sean felices, todo vaya paso a paso; que no sean el foco de atención, que se puedan desarrollar como personas, y eso le pasaría a cualquier padre.
 Son reyes, pero son personas.
 No es secretismo, es ser padre y querer lo mejor para tus hijos. Las niñas saben perfectamente lo que son y el papel que les corresponderá. Se lo han ido contando con normalidad y de acuerdo a sus edades”
. Otra fuente directa atribuye esta frase a doña Letizia que resume su pasión por Leonor y Sofía: “Amo profundamente a estos dos seres como cualquier madre del planeta.
 Cada día las miro y me quedo embobada por el hecho de que sean mis hijas”
. Otra fuente del entorno, con la condición del anonimato, responde a asuntos más institucionales en relación con el futuro de Leonor, princesa de Asturias.
–¿Ya se han establecido planes educativos para la Princesa?
El nombre de Leonor lo escogieron sin ningún condicionante. les gustaba
–No, no está planeado nada. Nada de nada.
 Su etapa escolar se acaba prácticamente de iniciar [Leonor termina este mes tercero de Primaria] y aún le queda bastante camino por recorrer como para pensar si lo mejor es replicar el modelo de su padre o no.
 Nada está escrito y el tiempo y las circunstancias serán los que dibujen lo que se vaya a hacer. No hay un plan preconcebido.
 Sería lógico pensar en una formación militar, porque Leonor será constitucionalmente mando supremo de las Fuerzas Armadas y general de cinco estrellas [ya hay 1.175 mujeres oficiales en los tres ejércitos], pero quedan muchos años por delante.
–¿Tiene tutores Leonor? ¿Recibe una educación especial?
En el colegio, Leonor está educándose como una niña más.
 No tiene tutor ni lo ha tenido en los seis años que lleva allí.
 Es muy pronto para decidir qué estudiará.
Seguro que irá a la universidad, y cuando ella y su hermana sean adolescentes seguirán teniendo una educación lo más normalizada posible y vivirán como chicas normales (dentro de sus posibilidades), pero el tiempo y las circunstancias decidirán qué carrera estudia Leonor
. Es buena estudiante y no hay tendencias claras de si tirará por ciencias o por letras
. De momento, le encanta el cálculo y lee mucho. Es una buena deportista y en el colegio practica de todo, baloncesto, vóley, fútbol, pádel… Y le encanta montar en bici por La Zarzuela, el esquí y andar con sus padres por la naturaleza. Hace lo que hace una niña de ocho años.
–¿Habla inglés?
La imagen para la felicitación de Navidad de 2013. / Getty
–Las dos son bilingües, y además sus padres son conscientes de que hay cuatro lenguas cooficiales en el Estado y su acercamiento al catalán, gallego y euskera es un hecho mediante canciones o películas en esos idiomas
. Puede que cuando sea mayor pase algún tiempo en el extranjero, como hizo su padre en COU [Canadá] y durante su máster en Relaciones Internacionales [Washington].
Leonor estará llamada un día a reinar.
 En octubre cumplirá nueve años. Va siendo consciente de ese destino, “de una forma natural y bonita, con la ventaja de que las dos han nacido en este mundo y no les causa sorpresa.
 Desde el día de la abdicación, ella y su hermana supieron que su abuelo había dejado de ser Rey y que su padre lo sería en breve.
 Y desde ese momento estaban deseando ir al Congreso a ver cómo su padre iba a ser proclamado Rey. Estaban emocionadas.
 Están en ese momento en que quieren saber todo, que tienen curiosidad por todo, que les hace ilusión todo”
. Su padre les va explicando dónde han nacido y cuál será su función. Con normalidad. Con cariño. Sin libro de instrucciones
. Su propia experiencia no siempre servirá. Han pasado tres décadas. Lo que el nuevo Rey sí quiere es que su hija esté a su lado en los momentos cruciales de su reinado, como él lo estuvo toda la noche junto a su padre durante el golpe de Estado del 23 de febrero de 1981, hasta caer derrotado en un sillón.
 Y también que esté en contacto con sus abuelos; cuatro abuelos que siguen trabajando cada uno en lo suyo y tienen mucho que aportar.
 Fuentes cercanas a la familia confirman que con el abuelo paterno, don Juan Carlos, tienen las dos una relación entrañable y le solían ver una vez a la semana, “porque hasta ahora no ha sido un abuelo jubilado.
Hoy día, los cuatro abuelos trabajan a tope, y eso es bueno para las niñas, porque les ven activos y en forma”.
Una de las obligaciones de los nuevos Reyes es enseñar a su primogénita que el camino no será fácil. Nunca será libre.
 Jamás podrá elegir su camino.
 Ya está trazado. Ha nacido para servir. Su trabajo será un servicio público sin horarios, intentando ser útil a la nación y sus ciudadanos.
 Gestos intangibles; utilidad, solidaridad, austeridad, ejemplo, diálogo, concordia, una conducta intachable, un impulso hacia la innovación y la modernidad; la importancia de los principios; unir más que separar. Ese es el cúmulo de valores que don Felipe quiere transmitir a su hija.
 Son los suyos; su hoja de ruta como hombre y como monarca. Su heredera deberá formarse durante toda la vida para cuando llegue su momento.
 Lo mismo que ha hecho su padre desde la pila bautismal, hace 46 años
. Y también su madre, doña Letizia, sin un guion previo, sin la carga genética del oficio, durante un larguísimo decenio sin meter la pata.
Esta niña se sentirá sola muchas veces.
 Va en el cargo. Como un día confesó su abuelo, don Juan Carlos, a José Luis de Vilallonga: “La soledad comienza con el silencio que es necesario saber guardar.
 He pasado años sabiendo que cada una de las palabras que yo pronunciaba iba a ser repetida en las altas esferas, después de haber sido analizada e interpretada según sus conveniencias por gente que no siempre deseaba mi bien.
La heredera estudia en el mismo centro privado que su padre, Nuestra Señora de los Rosales. / Fotonoticias /Wireimage
Pero el silencio también puede ser peligroso. Atiza los malentendidos. Ahí está el refrán: ‘Quien calla, otorga”.
En ese hogar grande, construido sobre un promontorio a un kilómetro del palacio de la Zarzuela, de un aspecto exterior un poco relamido, las luces se encienden antes de las siete de la mañana
. Doña Letizia es la primera en trajinar por la casa. También la primera en caer rendida por la noche. A las 7.15 toda la familia está en danza.
 Después llega el desayuno de los cuatro miembros “con tranquilidad”.
 Los Borbón-Ortiz son de desayunos completos y calmados, no les van las prisas. Les gusta disfrutar ese momento.
 Los Reyes hablan mucho con sus hijas; hablan de todo, sin tapujos, el diálogo forma parte de su modelo de educación desde los primeros años de las niñas. Abundan en la mesa comentarios como “siéntate bien” o “no hables con la boca llena”.
“Doña Letizia es una experta en nutrición, a la que le interesa el procedimiento dietético y científico de la cocina, un asunto al que se ha dedicado activamente a través de su colaboración con la Organización Mundial de la Salud y la FAO, a cuyas reuniones de trabajo asiste en Ginebra”, explica una fuente de su entorno.
“Ha guisado desde niña, y su padre, Jesús Ortiz, es un grandísimo cocinero
. A Letizia le encantaba de niña ir al mercado, sobre todo a las pescaderías, y observar, comprar y elaborar en casa
. Lo sigue haciendo. Ha transmitido a toda la familia su gusto por los alimentos no elaborados, legumbres, verduras, granos, semillas
. Les hace comer sano. También cenan los cuatro juntos, a no ser que haya una ceremonia nocturna de gala.
 No son muchas. Doña Letizia intenta pasar toda la tarde con las niñas.
 Ellas están creciendo como crecen las niñas en una familia donde un padre y una madre trabajan. Doña Letizia se organiza sus tareas para estar en la medida más amplia de lo posible con ellas
. Tiene la ventaja de que unas veces trabaja diez horas y otras cuatro. Se organiza como cualquier madre trabajadora. Y si no, ahí está don Felipe, su padre”
. Le preguntamos a esa misma fuente si la madre de doña Letizia se instala en el hogar de la Zarzuela cuando los ya Reyes se ausentan por viajes oficiales.
 Esta es la respuesta: “Es trola eso de que su madre vive en la casa para ayudar cuando no están
. A veces echa una mano, como cualquier madre ayuda a su hija que trabaja. Otras, y sólo cuando doña Letizia no está, una persona de confianza está en casa para que las niñas no estén solas.
 Pero doña Letizia intenta por todos los medios ser ella la que está a su lado”.
A las nueve de la mañana, uno de los dos, a veces los dos, conduce a Leonor y Sofía en un todoterreno Lexus (respetuoso con el medio ambiente) hasta el colegio Nuestra Señora de los Rosales
. Tardan 15 minutos. Está situado en la próspera zona oeste de la capital
. Es un centro privado, discreto, sin grandes instalaciones, mixto, laico y de uniforme, por el que los Reyes pagan una mensualidad de 700 euros por cada una de sus hijas. Un precio estándar entre los centros privados de la zona
. Quizá doña Letizia hubiera preferido un centro público, como en los que ella curso sus estudios, pero ambos saben que sería complicado por temas de seguridad.
Es el mismo centro en el que ingresó don Felipe en septiembre de 1972, donde realizó todos sus estudios menos el preuniversitario (que llevó a cabo en Canadá) y donde, recuerda, pasó “los mejores años de mi vida”.
 El Rosales, fundado en 1951, era uno de los colegios de la grandes familias madrileñas. Tibio en materia religiosa, discreto en las asignaturas científicas, potente en las humanísticas y con una fuerte vocación de apoyo a cada alumno.
Aquí llegó Leonor con tres años acompaña da por un discreto dispositivo de seguridad al frente del cual está (como en todo lo relacionado con la seguridad inmediata de los cuatro miembros de la familia) el teniente coronel de la Guardia Civil Miguel Herráiz, que ha hecho toda su carrera profesional junto a don Felipe.
 A partir de ese momento, al parecer, el colegio cambió poco, tal vez se hizo más hermético, con puertas más sólidas y un muro un par de palmos más alto. Poco más.
Hoy, a diario, nadie parece darse cuenta de la presencia de la heredera al trono.
Para el entorno familiar de la nueva princesa de Asturias, “la situación en el ámbito escolar está completamente normalizada. Leonor ya lleva seis años en el colegio y la seguridad que la acompaña forma parte del paisaje del Rosales.
 Los escoltas están ahí, pero no se ven. Los profesores y el personal administrativo y de servicios del colegio tienen completamente asimilado el asunto de los guardias civiles de paisano, que se han convertido en unos miembros más de la comunidad escolar”.
–Y los padres de los alumnos, ¿qué opinan?
La princesa Leonor juega con doña Sofía a bordo del yate Fortuna en 2006. / Carlos Álvarez (Getty)
–Para ellos también la situación está normalizada. No es cierto que don Felipe y doña Letizia hayan exigido que no haya teléfonos móviles en el interior del Rosales
. Es otra de las trolas. Todos los colegios de España restringen el uso de teléfonos a los chavales.
 Es lógico, imagínese un chaval de 15 años con el WhatsApp en mitad de un examen de matemáticas. Todo es más normal de lo que muchos pueden imaginar.
 Empezando por el propio nombre de Leonor, que se eligió sin el mínimo condicionamiento histórico. Simplemente les gustó a los dos. El nombre de Leonor no tiene ningún otro significado
. Y así en todo. Ni Leonor ni Sofía tienen trato ni tratamiento diferenciado en el colegio, ni tutor especial, ni nada de nada. Leonor se lo curra como todos sus compañeros, y ahí están los exámenes. Los padres no son nada protectores con ellas; les gusta darles independencia, favorecer su autoestima, que sepan resolver los pequeños conflictos diarios, que se saquen las castañas del fuego en su pequeño mundo, que sean disciplinadas y ordenadas porque es su obligación.
 Están muy preocupados por su presencia pública, pero en su vida diaria piensan que hay que darles margen y que puedan aprender de sus equivocaciones.
–¿Tiene teléfono móvil?
–No. Y sus padres le están dando vueltas a qué edad se lo comprarán.
 A doña Letizia le horroriza eso de un niño de 10 años con un superteléfono.
 Y tampoco tienen (y su madre dice tajante que nunca tendrán) televisión cada una en su cuarto. Ambas ven muy poco la tele, tienen poco tiempo.
En esos aspectos, Felipe y Letizia son muy restrictivos y estrictos.
 Son anticaprichos y están en contra de satisfacer las pequeñas necesidades que se les plantean con inmediatez.
 La madre piensa que no hay nada peor que un niño malcriado en la abundancia, el capricho, la ausencia de referencias. Le gusta achucharlas, pero luego no les pasa ni una en temas de disciplina. Es muy exigente con ellas.
 Es más estricta que él.
Desde el entorno de don Felipe y doña Letizia se insiste en que la heredera y su hermana no viven en una burbuja; no son extraños seres de sangre azul habitando una cápsula aséptica y cortesana entre reverencias, escoltas, apellidos ilustres, ciervos y encinas. “
Leonor empatiza fácilmente y siente el dolor ajeno de una forma muy directa”, explican. Según esas mismas fuentes Felipe, Letizia y sus hijas “han estado en sitios y han visto y vivido situaciones que no quieren que se sepan y que a las niñas les han enseñado mucho. Leonor no vive en el país de las maravillas.
 Pregunta, registra, procesa, sabe. No está en un guindo. Está viva”.
sí lo demostraron ella y su hermana Sofía el pasado día 2 de mayo, cuando presidieron, por primera vez junto a sus padres, un acto institucional, pero con un claro cariz familiar.
Una ocasión perfecta para debutar.
 Era la celebración de las bodas de plata de la 41ª promoción de la Academia General del Aire (en San Javier, Murcia), a la que pertenece don Felipe, que aprendió a pilotar en esa escuela en el curso 1987-1988.
 Una celebración entrañable para los oficiales de los tres ejércitos y donde participan sus familias e hijos en un ambiente muy relajado
. Las hermanas Borbón-Ortiz aprobaron con nota en su primer gran acto escénico inclinando la cabeza como ordena el ceremonial ante la bandera
. Un gesto que se habían preparado a conciencia en casa. Según una fuente, “lo de Murcia no fue nada premeditado ni alevoso con el objetivo de presentarlas en público. A ese tipo de celebraciones los militares llevan a sus familias, y Felipe y Letizia no lo habían hecho antes simplemente porque las niñas eran muy pequeñas.
 Se lo pasaron de miedo y lo vivieron todo con una mezcla de felicidad y emoción.
 Su padre estaba radiante enseñándoles (como estaban haciendo el resto de padres con sus hijos) los barracones en los que durmió de joven, el comedor, la sala de estudio, los aviones que pilotó.
Y luego les encantó la exhibición aérea de la Patrulla Águila.
Todo salió perfecto. Ese es un modelo a seguir”.
Una banda sonora del hogar de los Borbón-Rocasolano cuando cae la tarde es algo así como: “Mami, tenemos que terminar el trabajo de reciclaje para el cole; mami, el disfraz de la función; mami, el PowerPoint del rombo; mami, los zapatos me hacen daño; ordena tu mesa, mi vida; ¿has hecho las fichas?
 Mañana tengo que salir a comprar camisetas interiores.
 Mami, mira qué esquema tan chulo para estudiar las autonomías. ¡Niñas, a la ducha!”.
La última escena de la jornada, con las luces de Madrid recortándose en los ventanales de La Zarzuela, es la sesión de mimos y cuentos
. Son obligatorios. Letizia lee textos infantiles con su perfecta dicción de antigua periodista televisiva y pone voces a cada uno de los personajes con aire teatral.
 Las niñas se parten. Su padre prefiere leerles algo más sosegado en inglés. Después apagan la luz. Mientras salen de su cuarto, quizá la pareja real piense un momento cómo será la vida de su hija primogénita; de esa niña que tal vez un día será reina.

 

Bryan Ferry: “La política es un lugar extraño para un artista”.................................................. Jesús Ruiz Mantilla


Ferry retratado en Londres. / Jordi Adrià

Dubitativo y algo apesadumbrado, triste por su reciente divorcio y, en cambio, dispuesto como un profesional a dar lo que sabe dar encima de un escenario, Bryan Ferry ha debido de meter en la maleta alguno de los cientos de trajes, camisas y zapatos que difícilmente encuentran ya perchas y armarios en su estudio del barrio de Kensington y Chelsea, en Londres
. Allí lleva más de cuarenta años este señor que en los setenta dio un golpe de mano cargado de elegancia al panorama pop con su banda, la mítica Roxy Music.
 Seductor y sofisticado, amante del arte, la moda –y las modelos–, Bryan Ferry es una rara avis que huye de lo uniforme como el diablo.
 Romántico con aires barrocos, actúa en España la próxima semana –día 3 de julio en Madrid y 5 en Barcelona– para lucir esos 68 años que le confieren la garantía de todo un gran reserva mientras pide direcciones de restaurantes a los que acudir.
Cuando ustedes comenzaron en la música con Roxy Music se encargaron de aportar un impacto estético, quizás algo cansados de esa manera ‘hippy’ y desharrapada de aparecer en escena. ¿Era intencionado? Es que nos parecía aburridísima la repetición en serie.
 Queríamos mezclarlo todo.
 Musicalmente, en la primera etapa de Roxy Music, sobre todo, intentábamos yuxtaponer movimientos, tendencias.
 En cada canción tratábamos de añadir tres temas posibles, sumar y sumar. No nos ateníamos a ninguna regla y despreciábamos las fórmulas del éxito inmediato.
 Tratábamos de sorprender y reorganizar al tiempo lo previsible, y eso convertía cualquier modo de creación en algo realmente interesante.
 Nos atraía muchísimo la búsqueda de nuevos sonidos, por eso contacté con Andy Mackay, porque él exploraba a través de los sintetizadores todas esas cosas.
 Tocaba también el oboe y el saxo.
 Aquello aportaba algo más a lo convencional: una sofisticación en el sonido. Nos reuníamos todo el tiempo en tormentas de ideas para abordar cualquier ocurrencia.
 Todos aportábamos. Yo ya había aprendido muchas cosas, escuchaba de todo desde que cumplí los 10 años.
 Andy era un especialista en música clásica, se había formado en ese entorno; Phil Manzanera aportaba un sabor latino, llegaba de Colombia y además de eso le interesaba mucho la vanguardia: John Cage, Morton Feldman, el mundo serial.
¡Qué mezcla! Muy interesante, sobre todo en un espacio en que predominaba lo acústico y lo rockanrolero. Con excepciones como Pink Floyd, que buscaban adentrarse en esas formas también. Ellos, desde la sinfonía al oratorio, lo probaron todo.
 Desde luego. Como ellos, en ese sentido, buscábamos otra dinámica, aunque con una base de sensibilidad pop.
¿Cree que consiguieron lo que querían? Creo que sí… Sí.
Esa constante indagación suya en lo clásico, ¿se da también en las generaciones siguientes? Lo que más me llama la atención son los públicos
. En una gira en que iba acompañado, entre otros, de un clarinetista me di cuenta de que mucha gente no había escuchado jamás este tipo de instrumentos en vivo.
 Bajos, baterías, amplificadores, sí; ¿pero instrumentos clásicos? No.
Y fue extraordinario porque pensaban que estábamos haciendo magia. Se convirtió en un éxito, especialmente el concierto que hicimos en el Royal Albert Hall.
 Sobre todo para mí, porque ahí me di cuenta de cómo podía sonar mi música con otras texturas orquestales. Por eso voy a repetirlo, pero esta vez con una orquesta, la de Leipzig, en Alemania. Merecerá la pena, me da la impresión.
¿Les gusta a sus hijos la música que hace? Les gusta
. No todo, porque el repertorio es amplio, pero sí, especialmente lo más duro y difícil de oír.
Y a usted, ¿qué es lo que más le convence de lo que ha abordado? Desde que empecé, creo que he desarrollado un esfuerzo de variedad
. Son muchas las cosas que me interesan
. He sido muy introspectivo en mis búsquedas, creo que se nota.
¿Romántico? A mí, hay veces que me resulta más barroco que romántico
. Intimista. Por ejemplo, no me ha interesado ni ha sido mi estilo envolverme en según qué causas sociales o políticas.
 Lo de barroco no me lo habían dicho nunca, la verdad.
 Aunque con lo que me gusta España o Sevilla, puede ser que sí. Soy introspectivo y me esfuerzo por perfeccionar mis ideas cuando éstas se deben a impulsos. Los contrastes, la luz y la sombra.
Y la belleza, porque durante algún tiempo se le conoció por seducir modelos... Eran más las ganas que la realidad… Hombre, todo lo que tenga que ver con la belleza me interesa.

Perfil

(Washington, Reino Unido, 1945) es un músico integrante y fundador de la banda Roxy Music.
De padre granjero y madre ama de casa, descubrió el jazz y el blues por la radio y el arte en el instituto.
Ambas inquietudes le llevaron a liderar el glam rock con un grupo, Roxy Music, que se despegaba de los conceptos más hippies de los setenta. Junto a Brian Eno, Phil Manzanera y Andy Mackay comenzaron su andadura en 1971 y terminaron en 1983, con el álbum Avalon. Ferry siguió una cerrera en solitario y comprobó hasta hoy que la influencia de su banda anterior aumentaba en formaciones posteriores al tiempo que su carrera se perdía en polémicas de corte político.
 Con 68 años sigue activo y actualmente de gira.
¿Cree que su trabajo es producto de algo más estético que moral? Me cuesta responder a eso. Creo que está basado en emociones
. Trato de que las letras aporten inteligencia a esas emociones, pero sí, quizás la prioridad esté más en la búsqueda de la belleza que en otra cosa.
¿Qué tipo de música escucha cuando está triste? Obras como las cuatro últimas canciones de Richard Strauss cantadas por Elisabeth Schwarzkopf, también a Billie Holiday, mucho.
Parece que Richard Strauss es uno de los favoritos del club del ‘glam’, porque precisamente esas cuatro últimas canciones también inspiraron un disco a David Bowie. ¿De verdad? Bueno, es una música que te lleva a su propio terreno, y eso es muy difícil de conseguir.
Siguiendo con las formas musicales, ¿le dio por explorar territorios como la ópera? No. Es un arte que me ha llegado a emocionar mucho, pero sobrepasa los límites de lo que yo busco.
Adoro a Maria Callas, la escucho muchísimo, me encanta su voz y su repertorio, pero esa dimensión no va conmigo.
Se lo pregunto porque usted es de esos cantantes preocupados por buscar un determinado carácter a su voz y, quizás, eso lo ha aprendido de la ópera. En el pop, ese aspecto, ¿tiende a ser más uniforme? Bueno, yo lo busco, pero dedico más tiempo y energía a la preocupación por el sonido con los instrumentos.
 Quizás no he puesto el esfuerzo que debería en la voz. Me gustaría mejorar ese aspecto en el futuro.
¿Lo dice porque, con 69 años, cree que le queda todavía mucha carrera por delante? Eso espero, aunque da miedo.
 Cuando me doy cuenta, no siento que tenga ya esa edad.
¿Alguna vez se sintió dentro de la edad que tenía? Pues no, nunca.
“Escucho más a Richard Strauss y a Billie Holiday que otras cosas”
¿Más viejo o más joven? Casi siempre más joven.
¿Cree que cuadra aún con la imagen del sexo, las drogas y el ‘rock and roll’? Con el rock and roll sí, no me siento fuera de sitio, tampoco con el nuevo repertorio, no me da ninguna vergüenza abordarlo.
 Ni siquiera con las versiones que hago de otros. Es algo en lo que he andado metido desde 1973, me lo planteo como una manera de extender mi vocabulario.
 Me aporta sensaciones distintas y me satisface mucho.
Cuando usted grabó ‘Dylanesque’, su homenaje a Bob Dylan, declaró que no le conocía personalmente. ¿Ha tenido ocasión de hacerlo? No, aún no.
¿Tampoco conoció a John Lennon, de quien hizo usted una versión igual de famosa que la del propio autor de la canción ‘Jealous guy’? A él sí le conocí, una vez.
 Parecía un tipo muy majo. Pero cuando abordo esos repertorios me alejo demasiado de sus concepciones originales, para demostrar precisamente las posibilidades que ofrecen.
 Trato de enriquecerlos y ganar en intensidad, en colores, descubrir otros matices.
 Hay veces que mis versiones tienen más éxito que cualquier otra. De lo que se trata es de descubrir dónde te hallas tú mismo en relación con lo que estás cantando.
 Pasa con los intérpretes de jazz, muchos no eran compositores, pero hacen suyas las cosas y encuentran nuevas maneras, no de cantar, sino de contar lo que ven a través de la música de otros. Para mí son grandes inspiradores.
 Por eso, dentro de nuestro oficio, me parece algo muy natural, aunque lo que más me satisfaga sea interpretar mis propias composiciones.
Aunque alguna vez ha dicho que su formación no fue muy sofisticada, ¿cómo se acercó al mundo del jazz o del cine viniendo de un pueblo minero del norte de Inglaterra? Al cine, porque teníamos entradas gratis gracias a que mi madre hacía té y sándwiches para el proyeccionista. Eso estuvo bien, y nos proporcionaba un escape fundamental hacia la fantasía.
 La música me llegó a través de la radio, me empecé a interesar en el blues y el jazz con 10 años. También leía revistas musicales: Melody Maker, por ejemplo. A través de ellas descubrí a Duke Ellington, Charlie Parker o Billie Holiday.
Y en esos casos ¿qué le interesaba más? ¿La música que hacían o sus vidas tan trágicas? La música, y eso me llevaba a adentrarme y profundizar en todo aquello, aunque acabara al principio dedicándome al arte.
 Ocurrió porque tenía un profesor en la materia que me protegía bastante y me hizo ganar más y más confianza en dicho campo
. Como músico carecía de preparación, aunque lo suplí cuando entré en la universidad y comencé en un grupo.
Su relación con el arte ha llegado hasta el punto de hacer reconocer a Richard Hamilton que usted llegó a ser su mayor inspiración. Bueno, lo desmintió.
Aunque da lo mismo, para mí es un gran maestro.
¿Colecciona? Sí, sí. No mucho, o sí, quizás. Me especialicé en artistas británicos de la primera mitad del siglo XX. Un periodo muy interesante y variado.
También la moda, hasta el punto de incorporar en la portada de uno de sus discos en solitario a un icono como Kate Moss. ¿Cómo les dio por aquello? Todo empezó en la primera etapa de Roxy Music.
 Hacíamos una música bastante original en aquella época. Y decidimos que las portadas debían marcar la diferencia, que capturaran el sabor de lo que llevábamos dentro. Quería transmitir algo muy devoto del pop art.
 Aquella fiebre por las botellas de Coca-Cola, las neveras, los coches. Deseaba una imagen sencilla con toques de glamur, algo retro pero también futurista, que tuviera afinidad con la música, identificar ambas fuentes.
Llegó a formar parte de nosotros, tenía misterio. Me divertía más encargarme de las portadas de Roxy Music que de las de mi carrera en solitario.
 Unas fotos mías no son tan interesantes. Si llegué a hacerlo con devoción es porque tenía una formación artística que me ayudó mucho en la carrera musical.
“Soy conservador: no me gusta cambiar cosas que funcionan”
Ustedes, desde luego, demostraron y por tanto exploraron mucho más una concepción global en lo que toca a una banda de rock. Esa mezcla interdisciplinar, ¿cómo se ve con los años en la historia de la música pop? ¿Crearon escuela? Bueno, depende de los grupos. Hay bandas como Arcade Fire que siguen esa línea. Pero aunque se haya desarrollado esa mezcolanza, hay veces que lo mejor se encuentra en lo más sencillo. Eso no quita para que sigamos buscando en esa dirección y probando cosas nuevas.
¿Sigue siendo tan curioso como cuando era joven? Soy curioso para la vida en general, pero en lo que toca a la música, sigo acudiendo a la radio porque, a veces, me topo con sorpresas. Aunque ahora escucho mucha más música clásica
. Sigo sin haberme adentrado en el mundo de Internet. Pertenezco a otra generación, está claro.
 Me dejo llevar. En la clásica aprendo mucho y en otros terrenos, también.
 Desde un quinteto de Schubert que no conozco a sonidos de Afganistán.
 Para las bandas más actuales, me dejo aconsejar por mis hijos o la gente joven que trabaja conmigo, aunque ellos escuchan tanto como nosotros a Bob Dylan, a Jimi Hendrix o a The Beatles.
Bueno, al fin y al cabo, es la siguiente generación la que les ha convertido en clásicos. En el pasado, las radios, los programas de televisión, dictaban el gusto, lo imponían.
 Ahora, con el cambio a un mundo más abierto, esos medios de comunicación se han convertido en lugares de formación.
Y si hablamos de Miley Cyrus o Lady Gaga, ¿qué tiene que decir? Pues que a mí, Lady Gaga, me gusta.
 Me gusta mucho. Es una gran intérprete y se presenta como un concepto que mezcla la música con la moda de manera muy interesante.
Se arriesga con lo que hace, verdaderamente.
¿Cómo cree que la historia juzgará a Roxy Music? Pues no lo sé… Parece que sigue gustando. Entre lo que escucho, percibo que ha sido una banda influyente, aunque no esté bien que lo diga yo.
¿Hemos idealizado mucho el pasado? Fue excitante. Sobre todo en Londres.
 Pasearse por Kensington High Street era una experiencia urbana. Ahora lo es el East End, más que Chelsea o Kensignton.
 Londres se ha convertido en una ciudad en la que encuentras un poco de todo, enorme, pero si andas por las calles, notas un aroma más conservador, menos excitante.
¿Y con menos posibilidades de supervivencia para la gente joven? Es escandalosamente cara, ridícula y, por eso, la gente se traslada.
¿Le resta eso creatividad? No lo sé… Yo vivo mucho en mi mundo, no sabría decirlo
. Salgo cada noche, la verdad, y veo muchas cosas, como también me encanta meterme en gira y ver qué se cuece por ahí.
Es bueno visitar otras ciudades, saludable para la mente y para no quedarse estancado.
¿Hace 40 años o más se imaginaba usted dentro del negocio de la música todavía? ¿O se limitaba a vivir el momento? No estoy seguro
. No teníamos una idea clara de lo que podía ser el futuro. Nos concentrábamos en la creación y eso no nos dejaba pensar en otras cosas, aunque una vez fui consciente de que podía expresarme a través de la música, aquello se convirtió en mi vida.
Todavía disfruto trabajando en nuevos discos, me entrego a crear algo que me convenza y pienso que en cinco o seis años, seguiré igual.
Aún me quedan cosas que hacer y probar. O disfrutar. Cuando vaya a Madrid me gustaría pasar un día en El Prado, por ejemplo.
Usted que ha creado cientos de canciones de amor, ¿cree que se agota el tema a cierta edad? ¿Es más fácil componerlas cuando estás devastado o cuando andas feliz? Supongo que compartes un tema universal.
 Tiene posibilidades infinitas. Me resulta más fácil componer cuando tengo el corazón roto.
Si eres feliz no hallas el punto. Este asunto posee un matiz sado, salen mucho mejor en mitad de la tragedia.
¿Así que cuando está contento prefiere actuar y cuando se siente deprimido, componer? Correcto.
¿Y ahora? ¿Cómo va? Muy triste, estoy en medio del luto a causa de mi divorcio.
¿Se arrepiente de algo? Bueno, no conviene hablar de esas cosas, pero hay algo que lamento: tener siempre un sentido tan negativo de la vida.
No sé si estará a tiempo de convertirse en un optimista. Bueno, estoy a tiempo de aprender de los errores.
¿Siente que su música se deja empapar de eso? ¿O quizás de un propósito de enmienda? Espero que sea así, en el último caso
. Mi nuevo disco es otra búsqueda y, aunque aparecerá en octubre, me produce curiosidad comprobar si la gente sabrá apreciar lo que tenga de novedoso.
Tal como está el negocio de la música ahora, ¿sigue conservando la ilusión aunque no se venda casi? Da pena entrar en las tiendas, yo todavía lo hago, me cuelo en las que puedo y descubro cosas porque no me gusta buscar por Internet.
 Soy táctil, todavía, ¿no cree que existe aún un lugar para los discos, con su portada, sus textos, sus fotos?
Pues… Lo dirán las nuevas generaciones, ¿no cree? Para empezar, a mí me apasiona remangarme y elaborar todo el proceso que implica el objeto de un disco: las portadas, las fotografías, tratar de ofrecer un buen producto, presentable.
 Y lo hago convencido de que a la gente también, que participa de esa pasión por la artesanía que conlleva el asunto
. Creo que cuando inundaron el mercado de esas cajitas de plástico en las que se envolvían los CD, empezó a torcerse todo, al menos el compromiso de dar algo digno a cambio.
¿A quién hay que culpar? Ay, no sé. Una combinación de factores, pero no sé, de lo que estoy seguro es de que se ha producido a toda velocidad.
 Y no tiene que ver con que la gente no ame la música. Gusta como nunca.
¿En qué quedó esa polémica por sus alabanzas a Leni Riefenstahl? Oh, Dios mío.
Lo tomaron como una ofensa en su país. Les parecía toda una actitud de apología nazi. ¿No se han curado las heridas de la II guerra? Aquello fue un coñazo. En esos aspectos, la gente creo que se siente predispuesta a los malentendidos.
 Porque mire que lo expliqué bien, articuladamente
. Lo que traté de comentar fue sencillamente que Leni Riefenstahl era una artista bien interesante como demuestran sus fotografías submarinas o sus trabajos antropológicos en África, con los masái, por ejemplo. Nada más.
Usted mismo se ha descrito como un hombre conservador, ¿en qué sentido? Pues que no me gusta cambiar cosas que se ha demostrado que funcionan.
¿No teme que esos movimientos populistas y cerrados en su país a la idea de Europa empobrezcan la situación? Prefiero mantenerme alejado de la política, es un lugar extraño para un artista.
¿Y del referéndum en Escocia? ¿Quiere opinar? No sé qué va a significar eso. Adoro Escocia, para mí siempre seremos parte de aquel lugar y ellos parte de nosotros.
 Seguirán las cosas como están, supongo. Para mí, lo que hace interesante a las islas es esa mezcla entre galeses, irlandeses, escoceses…
 Lo prefiero unido.
Tampoco se le nota el acento de la zona de Newcastle… Me sale cuando me enfado mucho.
 En el colegio, los profesores se encargaron de unificar un poco la manera de hablar con cierto acento de la radio, buscaban un toque de Oxford.
No tengo un acento marcado. El de Newcastle es verdaderamente fuerte, a mí es cuando me gusta. Pero en el colegio nos lo corregían, eso unido a que llevo muchos más años en Londres que en el Norte, me lo ha ido borrando.
 Pero cuando me escucho hablar, noto claramente los restos.
 Están ahí, en algunas palabras. Mi hijo, además, es un gran seguidor del Newcastle.
¿Y usted? Mitad del Newcastle y mitad del Chelsea.
 Llevo aquí, en este barrio, 40 años… Pero ambos equipos no son tan buenos como el Barcelona y el Real Madrid. O el Atlético, ¡claro!

Antiviolencia multa con 180.000 euros a la UD Las Palmas por los incidentes de la final por el ascenso

La Comisión sanciona al club insular "por exceso de aforo, lanzamiento de bengalas e invasión masiva del terreno de juego".

 

Invasión de campo en el partido Las Palmas-Córdoba / EFE

La Comisión Antiviolencia ha acordado proponer una multa de 180.000 euros a la UD Las Palmas “por exceso de aforo, lanzamiento de bengalas e invasión masiva del terreno de juego” durante el último partido del play-off de ascenso a la Liga BBVA ante el Córdoba, que obligó a detener el encuentro durante unos minutos.
Antiviolencia ha acordado dos multas de 90.000 euros al club canario.
 La primera de ellas, por “deficiencias en las medidas de permanencia y desalojo de espectadores” al no impedir que se introdujeran, encendieran y lanzaran dos bengalas en el recinto deportivo, así como que minutos antes del final “se produjera la invasión del terreno de juego por unos 200 aficionados, con suspensión momentánea del partido en el minuto 92 y posteriormente, otra invasión masiva tras el pitido final, con el consiguiente riesgo para los jugadores y el trío arbitral”.
Asimismo, ha propuesto una segunda multa también de 90.000 euros al club por no controlar el movimiento de espectadores de diferentes sectores de las gradas hacia el sector denominado 'grada naciente', lo que produjo que los pasillos y vomitorios estuvieran completamente ocupados sin poder transitar por los mismos, y porque, unos diez minutos antes del final del partido, se produce de nuevo un exceso de aforo, causado por la apertura por parte de la organización de las puertas de acceso sin establecer ningún control de seguridad privada, lo que provocó que unos 500 aficionados accedieran al estadio cuando ya estaban ocupadas todas las localidades disponibles para este encuentro.
Incidentes en el partido Las Palmas-Córdoba / EFE
Además, ha propuesto para sanción por infracción muy grave, con multa de 60.001 euros, al presidente de la UD Las Palmas, Miguel Ángel Ramírez Alonso, por las manifestaciones vertidas en los medios de comunicación al final del encuentro "cuyas declaraciones generaron una dura reacción contra la labor policial y dificultaron la normal evacuación del recinto deportivo".
Como consecuencia de los incidentes acaecidos, el organismo ha propuesto una multa de 4.500 euros y prohibición de acceso a los recintos deportivos por un período de 12 meses a cada uno de los dos aficionados identificados quienes, antes del inicio del partido, "agredieron violentamente a un aficionado del equipo visitante provocándole heridas de diversa consideración que precisaron su traslado al hospital".
Dicho Queda.

El suicidio de un notario destapa una deuda de 50 millones en Sevilla.................................... Javier Martín-Arroyo

La pirámide empresarial que montó Pedro Romero deja 300 afectados.

—Pedro, ¿tú tienes la pasta?
—Sí, la tengo.
La respuesta de Pedro Romero al vicedecano del Colegio Notarial de Andalucía, José Luis Lledó, tenía trampa. La pasta era 5,5 millones y el pasado 4 de marzo unos constructores y la Universidad de Sevilla debían recoger el cheque por esa suma en su notaría de Sevilla, depositado tres años antes, y que ahora querían recuperar.
 La cita no se llevó a cabo
. El día antes, el notario había optado por dispararse con su escopeta bajo un puente y así acabar con una espiral de deudas y final violento.
Romero, expresidente de la Academia Sevillana del Notariado, había vivido al límite durante años y aguantaba la presión como nadie.
 Pero esta primavera, las sospechas de que sus abultados impagos eran resultado de operaciones irregulares se tornaron certezas.
 Las demandas se multiplicaron y el Colegio Notarial andaluz le exigió que cumpliera como garante de la ley para devolver esos 5,5 millones a unos empresarios y la Universidad.
 La sorpresa salta ahora porque ese detonante solo representa la décima parte de las deudas totales que Romero había acumulado durante su desastrosa aventura empresarial, que superan los 50 millones.
Las operaciones con sus clientes de la notaría han generado una deuda de 10 millones, a la que hay que sumar dos hipotecas de su casa y una finca por 14 millones, un débito de 5 millones con acreedores personales y un pasivo de 22 millones que arrastra la joya de su grupo empresarial, ahora en liquidación, las bodegas Pedro Romero.
¿Cómo pudo llegar a ese nivel de endeudamiento?
Dos razones lo explican: su prestigio como notario llegó a ser muy reconocido, y esto le abrió puertas para grandes potentados que acudieron a él para mover y colocar su dinero
. Y esa reputación le granjeó una alfombra roja en prácticamente todos los bancos, excepto Unicaja, que había conocido sus problemas de liquidez con anterioridad.
 “Los bancos le dieron créditos por las garantías que ofrecía, no por los negocios en sí mismos. Pedro vivía en un aval continuo y sobrepasado de deudas”, explica un abogado que trabajó con él y que pide el anonimato.

Jugosas provisiones de fondos

De los más de 50 millones de deuda acumulada, la parte más espinosa es la que afecta a 300 clientes que confiaron en Romero como notario y le entregaron sus depósitos y provisiones de fondos.
Tras cuatro meses de negociaciones, la aseguradora Berkeley prevé ofrecer este lunes una respuesta definitiva al Consejo General del Notariado para cubrir sin excepciones todas las operaciones rubricadas por Romero.
 La discusión gira en torno a considerar los impagos como un solo siniestro o 300.
“En los seguros de coche está claro, y esto es una modalidad del seguro de responsabilidad civil”, considera el decano del Colegio Notarial andaluz, Salvador Torres
. En un primer paso la aseguradora ha accedido a pagar la mayor parte del dinero
. Eso sí, el Consejo le pagará un 10% más en la cuota anual del seguro tras cerrar recientemente un nuevo acuerdo.
El caso es el mayor escándalo que ha afrontado en las últimas décadas la entidad, que aglutina a 3.000 notarios.
 “Romero se aprovechó de la confianza de la sociedad en la figura del notario para fines personales”, lamentan fuentes del organismo.
 Torres alega: “Estamos completamente sorprendidos. Nadie se lo esperaba porque tenía un prestigio tremendo.
Eso sí, en los últimos tiempos sospechábamos algo por el expediente que le habíamos abierto y él nos contestó dando largas”
. Anteriormente, el Colegio de Sevilla recibió una denuncia contra Romero, pero el inspector del Ministerio de Justicia la archivó.
El mayor problema fue que Romero mezcló sus actos de la notaría con sus negocios privados como empresario
. Habitualmente los notarios intervienen en compraventas y herencias solo para otorgar fe, pero en ocasiones también controlan depósitos y provisiones de fondos con muchos ceros
. Y Romero trasvasaba esos capitales de manera constante hacia sus negocios.
El informe de riesgos entregado por el Banco de España al Juzgado de Primera Instancia 13 de Sevilla, que tramita su legado, señala que el débito que generó Romero con 12 entidades bancarias era de 28,3 millones de deuda directa o personal, y de 14,5 millones de deuda que había garantizado a sus sociedades.
“Pedro avalaba alegremente todas las operaciones”, resume su letrado, Tomás Gamero, que admite su funesta gestión de los negocios pero defiende su voluntad de devolver los préstamos hasta el final. Para el notario, avalar pagos era casi un acto reflejo.
 Cuando llegaba un proveedor de la bodega, Romero firmaba como garante personal, y bastaba porque nadie podía imaginar la montaña de deudas que arrastraba.
 Sin embargo, en su huida hacia adelante, evitó reconocer su responsabilidad como fedatario.
 Solo cinco días antes de morir, firmó su testamento, donde expuso:
 “Mis circunstancias actuales, sobre todo de carácter económico (...) aunque me sean imputables, han escapado a mi voluntad (...) al fundarse en confianzas en los otros semejantes, en mi fuero interno, a las que en mí depositaban”.
Romero, hijo de un magistrado del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA) y de una catedrática de Botánica, tenía una personalidad poliédrica, pero sobre todo muy poderosa.
 Atesoraba un conocimiento “enciclopédico” del Derecho que volcaba en libros y conferencias, pero sobre todo proyectaba una seguridad y confianza por las que logró que centenares de personas le confiaran su dinero, en múltiples ocasiones sin siquiera firmar documentos, como un acto de fe.
 Y Romero se aprovechó de estos creyentes para ir tapando agujeros.
 Uno detrás de otro y cada vez más grandes.
“Para sus fieles se había convertido en una deidad. El tipo se vendía como el notario científico de operaciones jurídicas.
 Un mago de la ingeniería notarial
. Y en ese entorno de confianza era muy fácil que gente incauta cayera en sus redes
. Vendía una pócima milagrosa”, relata una persona que negoció con Romero una deuda cuyos fondos eran de origen incierto, y logró que le devolviera gran parte:
 “Se lo puse negro negrísimo y le dije que tardaba 24 horas en ir a la fiscalía, porque a mi cliente le daba igual el delito fiscal.
Y pagó”. Tres testimonios diferentes de clientes confirman que entregaron altas sumas de dinero a Romero (50.000, 200.000 y 600.000 euros) para que este las invirtiera a través de entramados financieros.
Fuentes del caso dudan de la procedencia legal de gran parte de los fondos que gestionó Romero en los últimos años. “Embaucaba a la gente y sencillamente se aprovechaba de la codicia del otro”, apunta una persona que trabajó codo con codo con él.
Las actas de la notaría de los últimos seis años reflejan 31 depósitos (joyas, documentos, dinero, etcétera), pero ahí no estaba la gallina de los huevos de oro
. Romero vehiculaba las provisiones de fondos a través de la empresa OCP Asesores, gestionada por su mano derecha para los negocios, Luis Pérez
. Este rechazó opinar al respecto.
Romero figuraba en siete empresas, pero en ninguna invirtió tanto como en el negocio familiar de las bodegas Pedro Romero de Sanlúcar de Barrameda (Cádiz).
 Su tío, también notario, Íñigo de Loyola Romero, invirtió en las ampliaciones de capital propuestas por Pedro, pero con un regusto agrio. “Jugaba a tres barajas y tenía un chorro de sociedades instrumentales.
 Utilizaba la bodega como una cuenta de provisión”, censura.
Sin embargo, antes de que la espiral de deudas le devorara, Romero invirtió en las bodegas tres millones, avaló otros cuatro, y sedujo a su familia para que el negocio creciera.
 Su patrimonio estaba volcado en los negocios, y ahora muchos de los que le conocieron recuerdan que su intención primigenia no era el engaño.
“Siempre peleó por triunfar y era muy buena persona”, apunta el abogado Eugenio Suárez Palomares, exjuez y preparador de oposiciones de Romero.
El decano del Colegio Notarial andaluz, Salvador Torres, resume:
 “Hay personas acostumbradas a triunfar siempre y que nunca admitirán un fracaso”.