Nuria Espert (L'Hospitalet de Llobregat, 1935) es una leyenda viva. Presentarla de otra forma sería ridículo.
-¿La niña Espert mentía o actuaba?
-No mentía, pero sí actuaba: empecé a recitar siendo muy pequeña porque mis padres me enseñaban poemas y yo los decía en la fábrica, en casa, con mis padres o con alguien que hubiese por allí. Empecé antes de entender lo que decía.
-Memorizando versos.
-Sí: "La princesa está triste / ¿Qué tendrá la princesa?", de Rubén Darío, y cosas malísimas, en catalán o en castellano, que mis padres recogían y me enseñaban.
-Sus padres.
-Mi madre era obrera textil. Mi padre era carpintero.
Usted.
-Yo me recuerdo feliz en una casa que no era muy feliz, porque mis padres no se entendieron bien y se separaron pronto.
No hubo peleas, ni gritos, ni nada de eso. Pero era un ambiente frío.
Yo tenía todo el calor de mi madre, así que me bastaba.
-¿Qué ocurre cuando se sube al escenario, cuando ve por primera vez lo que va a ver el resto de su vida: gente sentada esperando que usted haga algo?
-Ya mis actuaciones de niña prodigio del barrio me ponían sumamente nerviosa.
Después, como parece que lo hacía bien, mis padres empezaron a ir los domingos a una cosa que existía en Cataluña, que no sé si existe ya, los cau d'arts, que son unos nidos de arte donde obreros y gente del barrio sale y recita.
Me convertí en una pequeña estrella y eso me torturaba, me hacía muy desgraciada.
El lunes estaba muy bien, y si había ido bien la cosa, el martes estaba contenta.
El miércoles ya me empezaba a poner nerviosa.
-Medea es su gran papel
-¿La niña Espert mentía o actuaba?
-No mentía, pero sí actuaba: empecé a recitar siendo muy pequeña porque mis padres me enseñaban poemas y yo los decía en la fábrica, en casa, con mis padres o con alguien que hubiese por allí. Empecé antes de entender lo que decía.
-Memorizando versos.
-Sí: "La princesa está triste / ¿Qué tendrá la princesa?", de Rubén Darío, y cosas malísimas, en catalán o en castellano, que mis padres recogían y me enseñaban.
-Sus padres.
-Mi madre era obrera textil. Mi padre era carpintero.
Usted.
-Yo me recuerdo feliz en una casa que no era muy feliz, porque mis padres no se entendieron bien y se separaron pronto.
No hubo peleas, ni gritos, ni nada de eso. Pero era un ambiente frío.
Yo tenía todo el calor de mi madre, así que me bastaba.
-¿Qué ocurre cuando se sube al escenario, cuando ve por primera vez lo que va a ver el resto de su vida: gente sentada esperando que usted haga algo?
-Ya mis actuaciones de niña prodigio del barrio me ponían sumamente nerviosa.
Después, como parece que lo hacía bien, mis padres empezaron a ir los domingos a una cosa que existía en Cataluña, que no sé si existe ya, los cau d'arts, que son unos nidos de arte donde obreros y gente del barrio sale y recita.
Me convertí en una pequeña estrella y eso me torturaba, me hacía muy desgraciada.
El lunes estaba muy bien, y si había ido bien la cosa, el martes estaba contenta.
El miércoles ya me empezaba a poner nerviosa.
-Medea es su gran papel
No sólo porque fue un éxito y me dijeron cosas muy buenas, sino
porque yo me enteré de quién era. Yo. Me descubrí. Era la más
sorprendida. Tuve una adolescencia muy acomplejada. Salir de la calle
Buenos Aires, de Hospitalet, e ir al Romea de Barcelona. Todos estábamos
a lo nuestro y no había ningún ambiente de camaradería, al menos
conmigo. O era yo la que se cerraba y no lo propiciaba.
-¿No tiene problemas en las compañías?
-En el Romea enseguida contrataron a otra niña, que es Julieta Serrano.
Nos pusieron en el mismo camerino. Éramos las dos mindundis y ahí encuentro a una amiga que venía de una clase trabajadora pero de otro nivel.
Tenían ducha, un hermano que había ido a la universidad, que le pasaba libros que Julieta me pasaba a mí.
Ahí ya no me siento sola.
-Estábamos con Medea.
-Fue como una locura, salió en todos los periódicos. Mis padres los tenían todos.
A mí me parecía que había pasado algo importantísimo y que ya todo iba a seguir por ahí, cosa que no fue cierta para nada.
-¿Sus padres vivieron siempre juntos?
-Tenían una relación civilizada. Pero no había amor.
-¿Eso le marca?
-En la adolescencia, el matrimonio era lo último que me apetecía. Los chicos no me interesaban, no tuve ningún novio.
El matrimonio era una palabra oscura, donde dos viven juntos toda la vida y lo normal es que salga mal.
Así que conocí a Armando [Moreno, actor y productor] y a los seis meses nos casamos.
-¿Por qué se hacen empresarios?
-Porque yo tenía mis sueños y él dijo: "Mira, eso no te lo va a ofrecer nadie. Esto hay que salir a buscarlo". Eso fue durísimo.
¿Algún secreto?
-El secreto es copiar los papeles, el texto, varias veces.
Y se queda grabado. Hasta ayer. Esto te lo regalan.
Es tonto vanagloriarse, porque te lo regalan.
Y el cuerpo, en un momento dado, te lo quita. Está fatigado y dice: hasta aquí. O no, o te permite ir aumentando el esfuerzo.
-¿Se pensaba en activo a estas alturas entonces?
-Ni se me ocurría.
Una persona de 40 me parecía muy mayor.
-En el Romea enseguida contrataron a otra niña, que es Julieta Serrano.
Nos pusieron en el mismo camerino. Éramos las dos mindundis y ahí encuentro a una amiga que venía de una clase trabajadora pero de otro nivel.
Tenían ducha, un hermano que había ido a la universidad, que le pasaba libros que Julieta me pasaba a mí.
Ahí ya no me siento sola.
-Estábamos con Medea.
-Fue como una locura, salió en todos los periódicos. Mis padres los tenían todos.
A mí me parecía que había pasado algo importantísimo y que ya todo iba a seguir por ahí, cosa que no fue cierta para nada.
-¿Sus padres vivieron siempre juntos?
-Tenían una relación civilizada. Pero no había amor.
-¿Eso le marca?
-En la adolescencia, el matrimonio era lo último que me apetecía. Los chicos no me interesaban, no tuve ningún novio.
El matrimonio era una palabra oscura, donde dos viven juntos toda la vida y lo normal es que salga mal.
Así que conocí a Armando [Moreno, actor y productor] y a los seis meses nos casamos.
-¿Por qué se hacen empresarios?
-Porque yo tenía mis sueños y él dijo: "Mira, eso no te lo va a ofrecer nadie. Esto hay que salir a buscarlo". Eso fue durísimo.
¿Algún secreto?
-El secreto es copiar los papeles, el texto, varias veces.
Y se queda grabado. Hasta ayer. Esto te lo regalan.
Es tonto vanagloriarse, porque te lo regalan.
Y el cuerpo, en un momento dado, te lo quita. Está fatigado y dice: hasta aquí. O no, o te permite ir aumentando el esfuerzo.
-¿Se pensaba en activo a estas alturas entonces?
-Ni se me ocurría.
Una persona de 40 me parecía muy mayor.