Un Blues

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18 abr 2012

Maruja Torres viaja a Egipto en busca de Agatha Christie


Maruja Torres, ante la pirámide de Giza. / ROB STOTHARD (EFE)
Maruja Torres ajustó cuentas con Líbano en su primera novela policiaca, Fácil de matar, en la que homenajea a El cartero siempre llama dos veces, de James M. Cain. La segunda, Sin entrañas (Planeta), que presentó en El Cairo, es todo un homenaje a Agatha Christie y una reivindicación “de la sufrida clase media egipcia”, que impulsó la revuelta de la plaza de Tahrir en El Cairo.
La escritora y columnista sigue los pasos de Muerte en el Nilo, de Agatha Christie, tanto que incluso incluye un dramatis personae como solía hacer la autora británica. Maruja Torres (Barcelona, 1943) hizo un crucero en el barco de vapor S. S. Sudan, donde se rodó la última versión de Muerte en el Nilo, protagonizada, en el papel de Hercules Poirot, por David Suchet. “Quería empaparme del ambiente y la decoración, pero lo he bautizado como el Karnak, el crucero que aparece en la novela de Christie y que va de Asuán a Luxor”.
“Es un barco lleno de canallas”. Quince sospechosos de asesinato. Solo que aquí no es Poirot quien soluciona el caso sino Diana Dial, la investigadora amateur de Torres. La víctima, Oriol Laclau, una especie de cruce entre un conocido coleccionista catalán de arte egipcio y patrocinador de excavaciones arqueológicas en Egipto y un no menos popular directivo del Barça, murió en extrañas circunstancias en un crucero el año anterior. La viuda, postrada en una silla de ruedas, y la hermana del prócer organizan un nuevo crucero con los mismos invitados para averiguar quién es el culpable.
“He recreado una Agatha Christie anticolonial. Intento retratar un mundo en extinción en el que los occidentales creen que pueden hacer lo que quieran. Detesto el cinismo occidental. Eso sí, he situado la novela antes de la caída de Mubarak, porque no lo he vivido”.
El libro reivindica a la clase media que impulsó la revuelta de Tahrir
Torres había estado en Egipto antes por cuestiones profesionales, pero se “enganchó” cuando viajó, en diciembre de 2005, con un grupo de amigos para esparcir las cenizas de Terenci Moix en Alejandría. “Los demás regresaron y yo me quedé y me apasioné. He visto aumentar la pobreza y una clase media cada vez más depauperada. Un profesor de la Universidad de El Cairo cobra menos de 200 euros al mes. Y hay mucha gente muy digna que lucha para que sus hijos tengan un futuro mejor”.
Pone como ejemplo a Ismail Abd el-Mansuri, que aparece como un estudiante de Filología hispánica que trabaja como guía turístico en el crucero, y está inspirado en un caso real. “Sus padres han hecho todo lo posible para que salga adelante
. Está haciendo su tesis doctoral sobre Terenci Moix”, a quien también homenajea en Sin entrañas. “¡Me sabe tan mal no haber viajado con él a Egipto!”.
Dos extrañas hermanas; un arqueólogo egipcio, factótum de Mubarak en materia de antigüedades; su joven novia; un médico sumiso; una vieja gloria de la canción egipcia; un extraño biógrafo de Laclau son algunos de los sospechosos.
 Como en las novelas de Agatha Christie, hay suspense, aventura, paisajes maravillosos y un poco de amor.
 En la presentación de Sin entrañas en El Cairo, Torres siguió también los pasos de la escritora inglesa: las pirámides de Giza, la Esfinge, el hotel Oberoi… en un recorrido frenético en el que actuó como perfecta cicerona. Torres recupera en esta novela al equipo de Diana Dial que ya apareció en Fácil de matar, como el policía libanés Fattush, que se toma unas vacaciones para acompañar a la detective.
 Él y Diana son cada vez más amigos. “Solo buenos amigos, aunque puede haber malos pensamientos.
 Ya sabemos que en la vida real el sexo lo fastidia todo”. Y Joy, la antigua asistenta filipina de Dial, ahora casada con un egipcio que la obliga a llevar velo. Joy, inspirada también en un personaje real, “lo está pasando muy mal”. “Se mata a trabajar para reunir dinero y recuperar a su hija que se la ha quedado el marido”.
“Escribo para mejorar la vida que es muy jodida, aunque sea en la ficción”.
Dial está convencida de que dejará de cobrar la generosa pensión que le pasa su exmarido. Ahora solo acepta los casos que le apetece, no cobra y su único objetivo es que se haga justicia. “Cada vez es más difícil creer en ella, sobre todo después de los de Garzón.
 Sé que tengo que confiar en la justicia porque soy demócrata pero no puedo evitar tener reparos”.
La próxima novela de Diana Dial se desarrollará en Roma. “Un efebo aparece muerto y en pelotas en un edificio de la plaza Navona que pertenece a la Obra Pía. Y hasta aquí puedo contar”.
¿Cuándo trabajará Diana Dial en España? “Uff, casos como el de Camps y todas esas corruptelas… ¡Qué pereza! Eso sí, quiero que todos mis malos sean españoles”.

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