Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

16 mar 2012

Don Draper contra Kim Kardashian; Carmen Lomana con #Loewe

Actor_Jon_Hamm"Ser un puto idiota es un rasgo muy valioso en esta cultura. Si lo eres, se te recompensará significativamente", le decía Jon Hamm, el actor que da vida a ese cromosoma
 Y con patas que es Don Draper en Mad men, a la revista Elle el pasado fin de semana. No sabía cuánto iba a reflejar la que se nos venía encima.
La estupidez en todas sus formas ha sido el verdadero trending topic de la semana
. No porque se hayan dicho más idioteces de lo normal, sino porque se ha debatido sobre el concepto mismo de estupidez, su valor y su significado como nunca. En España, ha sido culpa de Loewe y el vídeo ese en el que hijos de famosos dicen cursilerías, que ha sido diseccionado como una obra inédita de Eisenstein en una escuela de cine.
 El fenómeno en sí ya ha sido analizado ad nauseam, pero todavía colea el debate de quiénes son los estúpidos en él.
Para algunos, son los sujetos que aparecen en el documento, afirmando que "lo mejor de España son las españolas"; para otros, ha sido Loewe por pensar que iba a convencer a alguien con el discurso de que "estar enamorado es megaguay"; y para otros, los estúpidos son los que no entienden que la mofa podría ser perfectamente uno de los efectos buscados por la campaña publicitaria más viral de la historia española.
Todas estas escuelas de pensamiento venían a decir lo mismo que mister Draper.
 El tío andaba promocionando la quinta temporada de Mad men cuando se le escapó esa reflexión sociocultural que dio la vuelta a las redes sociales. Lean: "Ser parte de la elite de la televisión se considera algo negativo.
Ya sea por Paris Hilton o por Kim Kardashian, el hecho es que se celebra la estupidez".
Hamm hablaba de una cosa totalmente distinta, pero totalmente parecida a los tuits de Loewe.
 Tanto es así que ambas facciones consiguieron respuestas parecidas y de lo más representantivas.
En el caso español, la contestación ha sido oficiosa, tangencial y tardía. Twitter va a tal velocidad que a estas alturas quienes no están hartos ya de oír hablar de Loewe están recuperando el fenómeno de forma nostálgica en plan vintage.
 Lo que ha emergido en la resaca del fenómeno fue una analista improvisada en la figura de Carmen Lomana, divino adalid del pijerío español, que aseveraba:
Es una tesis de lo más rompedora.
 Para esta intelectual española no hay estupidez alguna en el asunto, solo una falta de sensibilidad ante una tribu urbana que no acaba de encontrar cabida en el ruidoso e hiperculto mundo de Twitter.
La solución no pasa por contraatacar a los atacantes, sino por ilustrar sobre una perspectiva que le da sentido al asunto.
Esta teoría fue desarrollada ayer en incontables tuits, resumibles en un discurso que es 100% palabras suyas, hiladas por un servidor: "Alucino con la falta de tolerancia y mentes reaccionarias, no gusta el video de Loewe y a insultar a los figurantes. Loewe quiere ser asi.
 Quiere quitarse esa patina clásica y dirigida a un sector muy clásico.
Es evidente. ¿Cómo se puede ser tan reaccionario? Son ideales para mi gusto... ideales. [Los entrevistados] No tienen que representar a nadie. Salen y punto. ¿O es que todos los españoles son clientes de Loewe?".
Nada que ver con la hoja de ruta Kardashian. La tipa también se expresó por Twitter, pero su reacción al agravio fue radicalmente opuesta.
Esta señora encarna como nadie el famoseo que tenemos desde que la prensa rosa se conectó a Internet y empezó a darle bombo no a las celebrities, sino a quien le diera más escándalos diarios con los que actualizar hambrientas sus webs.
Al fin y al cabo, ella alcanzó la fama tras aparecer fornicando, digamos apasionadamente, con un deportista en una cinta de vídeo; motivo este por el cual un productor consideró que se merecía su propio reality que luego resultó ser un bombazo de audiencias; de ahí pasó a montar una línea de negocios de moda, hostelería y diseño y convertirse en uno de los nombres más rentables de nuestros tiempos.
En su comunicado, la mujer decía: "Acabo de escuchar el comentario que Jon Hamm ha hecho sobre mi en una entrevista
. Respeto a Jon y creo firmemente que todo el mundo tiene derecho a opinar lo que quiera y que no todo el mundo toma el mismo camino en la vida.
 Todos trabajamos duros y todos nos tenemos que respetar. Llamar estúpido alguien que dirige su propio negocio, que es parte de un programa de televisión de éxito, que produce, que escribe, que diseña y que crea es, en mi opinión, muy irrespetuoso".
Que Kim Kardashian le diga esto a Don Draper mola por dos motivos.
 Primero, porque Draper es el protagonista de una serie que trata sobre las fricciones entre el clasicismo intelectual y la modernidad visceral, así que no podía tener mejor contrincante cultural, ficticio o no.
 Y segundo porque, mientras ella sigue forrada de dinero con sus negocios,
Draper será siempre un icono de cómo hace falta renegar de la rentabilidad para ganarle terreno al mínimo común denominador.
La clave está en cómo difere su defensa de la estrategia Lomana: su argumentación se basa no en explicar nada nuevo, sino en ennumerar sus activos.
El mero hecho de que existan y tengan ese tamaño, parece que quiere decir, lo justifica todo.
 Así que no pueden ser idioteces.
Quizá tenga razón ella, diga lo que diga Lomana. El vídeo supuestamente estúpido de Loewe ha tenido más espectadores de los que podría desear. Los tuiteros supuestamente estúpidos que no entendieron su fina ironía se corrieron una juerga de las buenas y recibieron más retuits que en su vida. La supuestamente estúpida Kim Kardashian se sigue forrando haciendo lo que hace.
Quizá, como apunta ella, lo estúpido es criticar la estupidez.

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