Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

2 jun 2011

Una biblioteca que cura el alma

La pequeña ciudad suiza de St. Gallen esconde la llamada 'farmacia del alma'. Adminístrese su literaria medicina con dosis de restauración sibarita entre los múltiples miradores de su casco antiguo .


VAMOS A... SUIZA







Una biblioteca que cura el alma


La pequeña ciudad suiza de St. Gallen esconde la llamada 'farmacia del alma'. Adminístrese su literaria medicina con dosis de restauración sibarita entre los múltiples miradores de su casco antiguo










.Entre lo urbano y lo acuático, cuatro resultonas ciudades suizas, y sus respectivos y cristalinos lagos, proponen un recorrido con tintes espirituales (y espirituosos) desde Lugano y las aguas del Ceresio, a Lausana y el flamante lago Leman.
 Vanguardismo arquitectónico, vistas a los Alpes, Picasso y Paul Klee, restauración para sibaritas regada con delicioso vino blanco y hasta una biblioteca que cura el alma en St. Gallen.
Si hay tiempo para más, bendito sea el iPhone: guías descargables en el móvil de este coqueto cuarteto urbanita.







Propuesta viajera de arriba abajo en la ciudad más importante del Tesino, región sur de la Suiza italohablante.
Menos carioca, pero sumamente panorámico, el Monte San Salvatore, una especie de Pan de Azúcar a la europea, se erige como punto de inicio para disfrutar de la comunión paisajística entre la coqueta Lugano y las aguas de su lago, el Ceresio, desplegado hacia el sur y el este, frontera acuática con Italia.





Subirse al cerro no implica sudores; un funicular asciende hasta la panorámica cimera, composición en verde como de la orografía del Tesino, desde Paradiso (www.montesansalvatore.ch), a pocos minutos del centro.
 Los esforzados tienen alternativas; desde senderos panorámicos que ascienden al San Salvatore y se prolongan después hacia la hermosa Carona, hasta una vía ferrata (ruta artificial de escalada) que gana metros en vertical hasta los 912 de la cumbre del monte.





Al descender, la ciudad despliega múltiples posibilidades sin humos; el casco antiguo está cerrado al tráfico.
Algo que se agradece al entrar (y salir) de espacios como el Parco Civico, una parcela de 63.000 metros cuadrados a orillas del Ceresio comprada por la ciudad en 1912, que mezcla arboledas centenarias, edificios relevantes (el Palacio del Congreso) y exposiciones atractivas, como la del Museo Cantonal de Historia Natural (www.ti.ch/mcsn; cierra los lunes).
La muestra encaja: se trata de la principal área verde de la ciudad (entrada gratuita de 6 a 23 horas en verano), cuya imperturbable atmósfera invita más que nunca al local dolce far niente, entre robles, cerezos bananeros, palmeras, olivos, alcornoques y vistosos parterres de flores multicolores, que se renuevan periódicamente.






Si la atalaya escogida es el cercano Monte Bré, vistas al arco alpino incluidas, el descenso panorámico conduce directamente a una de las joyas de la amplia oferta cultural de Lugano y su entorno; el Museo Wilhelm Schmid (www.lugano.ch/cultura), en la localidad de Bré.
 Al sur (pero cerca) de Lugano, la vetusta Casa del Reloj de Morcote sorprende con una pequeña y curiosa muestra de arte contemporáneo desde 2007: el Museo del Manifesto Ticinese (www.jansonius.ch; entrada gratuita).
Se trata de una magnífica colección de carteles y posters antiguos, algunos de ellos centenarios, que fueron reclamo turístico (y artístico) de los atractivos del Ticino y otras regiones helvéticas en tiempos decimonónicos.



No hay comentarios: