Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

23 may 2011

La alta cultura persigue el tirón de las estrellas

Sarah Jessica Parker y Alec Baldwin son algunos de los actores que asesoran a prestigiosas instituciones artísticas .
Hace ya años que el éxito de algunas campañas organizadas por las ONG está inextricablemente unido al ritual de ponga una celebridad en su vida. Famosos que dan su cara para defender la lucha contra el hambre (Bono), el sida (Liz Taylor), Haití (Sean Penn) o Darfur (George Clooney), y que con su presencia le dan visibilidad a causas que sin ellos apenas recibirían atención mediática.
 A ese carro también se han unido marcas y firmas de todo tipo, que han optado por vincular la publicidad de sus productos a iniciativas solidarias en las que siempre luce algún nombre famoso.
Esta semana por ejemplo, la marca de cosmética Kiehl's celebraba en Nueva York su 160 aniversario con el lanzamiento de una convocatoria solidaria para financiar proyectos relacionados con el sida, la infancia y el medioambiente al que están unidos, entre otros, los nombres de Amaia Salamanca, Julianne Moore y Scissor Sisters. Pague usted un montón de dinero por sus cremas pero no se sienta culpable: una parte de ese dinero irá a financiar alguna buena causa avalada por una estrella. La idea, en sus muchas variantes, suele ser la misma.




Sarah Jessica Parker




Pero lo que hasta ahora no ocurría y empieza a ser tendencia, es que los museos y otras instituciones venerables como el New York City Ballet inviten a las celebridades a incorporarse a sus consejos de administración.
Hasta ahora los centros culturales serios se limitaban a fichar estrellas de vez en cuando para darle caché a sus galas y a sus cenas benéficas.
Sin embargo, eso parece que ya no basta y ahora algunas instituciones apuestan por incluir actores o cantantes entre los de empresarios, banqueros o multimillonarios, que son los que suelen formar parte de esos consejos, normalmente poblados por quienes más dinero donan.



Sarah Jessica Parker, por ejemplo, empieza a ser uno de esos nombres ubicuos. La actriz protagonista de Sexo en Nueva York acaba de incorporarse al consejo de apoderados del New York City Ballet, una invitación que le llegó poco antes de que también se dejara ver luciendo sus manolos como copresidenta de la gala de honor del Brooklyn Museum of Art.



Otro nombre que ha dado el salto del apoyo publicitario puro y duro -prestándole su voz a los anuncios de la Orquesta Filarmónica de Nueva York- a entrar en el corazón de su mundo administrativo es el actor Alec Baldwin.
El intérprete, uno de los protagonistas de la serie 30 Rock, se limitaba a anunciar los conciertos de la orquesta en la radio como su voz oficial. Ahora, además, se codea con los múltiples ricachones de la alta sociedad neoyorquina que aportan sustanciosas cantidades a la institución.



Lo curioso es que las celebridades, precisamente por serlo, quedan exentas de hacer las aportaciones económicas que son necesarias para formar parte de esos grupos.
Por lo general, el mínimo que se exige para entrar a formar parte de cualquier consejo de trustees (apoderados, administradores) es donar al menos 50.000 dólares (unos 35.000 euros) al año. "No están en el consejo por su habilidad para dar dinero sino para ser portavoces y asistir a las cenas con otros grandes donantes" explicaba en The New York Times Zarin Mehta, presidente de la Filarmónica de Nueva York, en referencia a Baldwin y a dos músicos de renombre como Joshua Bell e Itzhak Perlman. Gente como Baldwin además lleva a sus conciertos a amigos como Meryl Streep y otros actores, algo que según Mehta la da glamour a la institución.



Hace años que el American Museum of Natural History tiene entre sus consejeros a Lorne Michaels, el mítico productor del programa Saturday Night Live, algo que es motivo de envidia entre organizaciones como la New York City Opera, que en un debate reciente sobre como conseguir un consejo de apoderados fuerte sugirió que habría que intentar atraer también a deportistas famosos.
 Es el nuevo eslogan, ponga un famoso en su vida, le dará glamour a su institución. Parece innegable, hasta la cultura más seria ha sucumbido al poder de la revista People y similares.

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