Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

4 may 2011

El pintor de la guerra de Vietnam

Por primera vez se expone en España la obra del pintor Leon Golub.
Este poco conocido artista estadounidense (Chicago, 1922- Nueva York, 2004) osó pintar lo que la sociedad de su país no quería ver: Vietnam, los mercenarios, los interrogatorios, es decir, los excesos de su política exterior, unos temas que la muerte de Osama bin Laden devuelve a la actualidad.
El Museo Reina Sofía acoge en el palacio de Velázquez, en el Retiro madrileño, esta exposición, un centenar de obras de un pintor incómodo, que podrán contemplarse hasta el 12 de septiembre.



Golub no solo desafió al pensamiento dominante en su país, sino también al modelo de arte que imperaba cuando se dio a conocer, en los cincuenta. Él apostó por una nueva pintura de historia, con referencias a personajes y sucesos reales.
Una obra que, como dejó dicho, "es una invitación a un lugar en el que nadie querría estar".
El director del Reina Sofía, Manuel Borja-Villel, ha destacado hoy, en la presentación de la muestra, que "los personajes de Golub miran al espectador y este siente cercano su dolor". "Es un arte en el que la figura es muy importante, son formas toscas, rudas", ha señalado.
El director de la pinacoteca ha explicado que su estilo le granjeó críticas, "hubo quien decía que no sabía pintar, cuando era un dibujante buenísimo".



La opresión política y militar, "el abuso del poder", están en las pinturas de Golub, como ha subrayado su amigo Jon Bird, profesor de la Universidad Middlesex de Londres y comisario de la exposición Leon Golub.



Los abusos



Qué mejor ejemplo de abusos y violaciones de derechos que Vietnam, matriz de esta muestra.
Golub, muy influido por Los desastres de la guerra, de Goya y el Guernica, de Picasso -que vio de adolescente-, respondió al cuadro del malagueño con otro alegato antiguerra, Vietnam II.
En su serie sobre este asunto se aprecia que Golub era "un consumidor masivo de información", señala Bird, era un artista muy pendiente de lo que ocurría a su alrededor. Siguió esa línea con la serie Napalm, de la que también hay un ejemplo en el palacio de Velázquez.
En sus cuadros del conflicto que perdió EE UU en el sudeste asiático "hay trozos de lienzo cortados, lo que era una forma de acercar al espectador a la obra".



La muestra también recorre otras etapas de Golub.
Entre ellas sobresale la de los Retratos políticos: Franco, con seis cuadros -incluido uno del dictador en el ataúd-, Pinochet, Mao Tse-Dong, Fidel Castro... Bustos a tamaño natural que surgen como máscaras, sin apenas vida, en colores apagados.
 Bird ha explicado que su amigo pinto "unos cien retratos entre 1976 y 1979, tomados sobre todo de fotografías publicadas en los periódicos.
Para él eran ejemplos de la representación mediática del poder".







Sin embargo, el artista había comenzado con obras de influencia clásica, como su revisión del tema mitológico de la lucha entre dioses y gigantes, la Gigantomaquia II, de 1966. Fue en los ochenta -ya tenía un importante reconocimiento en su país-, cuando se centró en pinturas como Mercenarios, Interrogatorios o El prisionero, denuncias de la actuación de EE UU en Centroamérica.
"Cuando empezaron a aparecer las fotos de la cárcel de Abu Ghraib, en Irak, era imposible no asociarlas a esos cuadros", ha destacado Bird.



El artista evolucionó y en los noventa dejó paso a la ciudad, poblada en sus lienzos por perros rabiosos y leones que merodean, son pinturas que incluyen textos irónicos, "lo que recuerda a los grafitis", según Bird.
"Golub refleja la vida de la calle" en esos cuadros, ha agregado su amigo.
Para acabar, en los últimos años de su vida, cuando el físico no le permitía realizar grandes lienzos, se despidió con una serie en formato pequeño de dibujos carnavalescos llenos de personajes mitológicos.
Bird se ha despedido remarcando el que fue siempre el motivo central de la obra de su añorado amigo: "Decirle la verdad al poder".

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