
"Hoy, como de sobra sabemos, el género ensayístico abarca desde un
esbozo recreativo en una revista literaria hasta un volumen imponente de
cientos de páginas sobre un tema trabajado durante décadas. Tampoco es
cosa de sublevarse, en imprecisiones más graves buceamos todos los días.
Sin embargo, los verdaderos aficionados al ensayo —y que por tanto
comemos de todo cuando toca, siempre con buen apetito, sea una imponente
fabada o un liviano canapé de caviar— guardamos un especial aprecio a
dos características que nunca deberían faltarle: la ligereza desenfadada
de trazo (lo que Baldassare Castiglione llamó sprezzatura) y la
sorpresa, lo imprevisto de la perspectiva o del giro que toma el asunto
planteado inicialmente. Una de las dos nunca está ausente y en la
mayoría de los casos se dan ambas en los sucintos ensayos o artículos
que a lo largo de su vida “breve y valerosa” (Borges dixit) escribió
Robert Louis Stevenson". Por FERNANDO SAVATER
"La experiencia de la crisis desencadenada hace más de siete años en
el sistema financiero más avanzado del mundo se ha constituido en la
más valiosa plataforma de aprendizaje para una profesión que ha quedado
seriamente cuestionada no solo por la incapacidad para anticiparla, sino
por la complicidad con una gestión cuestionable a tenor de los
resultados observados.
Una revisión de algunas de las limitaciones del
análisis académico y las servidumbres políticas del mismo la hizo Jeff
Madrick en su libro Seven Bad Ideas, comentado recientemente en Revista
de Libros.
A pesar del escepticismo que puedan generar, las
explicaciones de los economistas son hoy más necesarias que nunca.
No
menos las referidas a la severa particularización de la crisis en la
economía española".
Por EMILIO ONTIVEROS
"Los críticos solemos poner algunas líneas rojas cuando leemos. Es
lo que hace distintivo una reseña de periódico de una investigación
erudita. Una funciona con el instinto literario (además del saber) y la
otra con el saber. Una es falible, como toda lectura basada en el gusto
(además del saber) y la otra tiende a lo contrario. Ejemplos. Si leo una
novela donde la voz omnisciente emplea el neologismo “rumorología”,
tiendo a descorazonarme. Si esa misma voz incurre en un vulgarismo de
calado como “follar” (que lo dice la voz omnisciente y no un personaje, y
por eso es un vulgarismo), comienzo a alarmarme por lo que seguirá
después. Y ya no digamos lo que me asusto, sobre todo por el mal gusto,
si leo una cláusula como la siguiente: “La punta del clítoris le sabía a
almendras”. Si leo también una frase como esta otra: “La reacción de
Fernando ante el tema del asesinato le había resultado falsa”, también
se me cae el alma a los pies. Otra línea roja que se enciende en mi
lectura es cuando un libro incluye en cada capítulo una receta de cocina
(excepto cuando se trata de un libro de cocina). Y si eso ocurre en una
pretendida novela con intriga (aunque también lo es generacional) mi
desánimo aumenta exponencialmente, porque pienso que eso ya lo hizo
Manuel Vázquez Montalbán mucho mejor y con más argumentos narrativos,
dada la singular idiosincrasia de Pepe Carvalho". Por J. ERNESTO AYALA
DIP
"Que una madre llame habitualmente “pequeño fracaso” a su hijo,
aunque lo diga con cariño, le obliga a uno a tomar medidas serias. Una
de ellas puede ser la de construirse un personaje de sí mismo para
funcionar adecuadamente en la vida diaria, acaso la única manera de
sobrevivir en un mundo hostil donde, además, los niños le hacen la vida
imposible a quien lleva pellizas de piel soviéticas y tiene un deje ruso
en su inglés recién aprendido, como le ocurría a Gary Shteyngart. En
Pequeño fracaso, su libro de recuerdos, Shteyngart narra con iguales
dosis de humor y melancolía el intrincado proceso de adaptación y
aprendizaje de su nueva identidad estadounidense desde la voz del
personaje que se fue fabricando a lo largo de su vida". Por MERCEDES
CEBRIÁN
"En el convencimiento de que mi espíritu es simple, que jamás he
podido entender los tratados filosóficos y que casi nunca puedo captar
el arte de las vanguardias y la militancia en la modernidad, me he
esforzado por comprender y admirar los revolucionarios valores que tanta
gente ilustrada, cool, sofisticada, a la moda que convenga y con
alergia hacia las convenciones y el alcanfor del clasicismo ha
descubierto cotidianamente en cineastas, escritores, pintores y músicos
empeñados en renegar de los viejos lenguajes para contar historias y
describir sentimientos, poseedores todos ellos al parecer de universos
desasosegantes, investigadores del horror y no sé cuántas cosas más".
Por CARLOS BOYERO
"Las invenciones de la ficción suelen ser lo contrario de las
políticas
. Las primeras intentan reflejar la realidad de nuestra
experiencia del mundo dándole coherencia y verosimilitud; las segundas
proponen versiones de esa realidad que, lejos de reflejarla, la
maquillan y distorsionan.
El novelista Yan Lianke llama a estas últimas,
tal como existen hoy en su China natal, “estrategias de amnesia
colectiva” que, por medio de documentos históricos falsificados,
manuales de escuela falaces, incentivos financieros corruptos y una
fuerte y constante censura, pregonan los beneficios del olvido". Por
ALBERTO MANGUEL
- Foto:AUTOMÁTICA EDITORIAL
-
"Las invenciones de la ficción suelen ser lo contrario de las
políticas. Las primeras intentan reflejar la realidad de nuestra
experiencia del mundo dándole coherencia y verosimilitud; las segundas
proponen versiones de esa realidad que, lejos de reflejarla, la
maquillan y distorsionan. El novelista Yan Lianke llama a estas últimas,
tal como existen hoy en su China natal, “estrategias de amnesia
colectiva” que, por medio de documentos históricos falsificados,
manuales de escuela falaces, incentivos financieros corruptos y una
fuerte y constante censura, pregonan los beneficios del olvido". Por
ALBERTO MANGUEL
- Foto:AUTOMÁTICA EDITORIAL
-
"Una de las imprescindibles voces del argentino Antonio Porchia dice
que “uno es para todos y hasta para sí mismo lo poco o lo mucho que
puede parecerse a alguien”. Más allá de la aparente tautología, esta
verdad pesimista podría acompañar la lectura de Cocaína, con la que
Daniel Jiménez (Madrid, 1981) ha obtenido el Premio Dos Passos a una
primera novela. Cocaína narra el año 2013 en la vida de un personaje
llamado Daniel, de campanadas a campanadas. A esto añadiremos que está
fechado a modo de diario y que en él aparecen, como contrapunto al
“drama” del narrador, algunos materiales de desecho que reconoceremos:
actualidad periodística, presentadoras del telediario, jóvenes
escritores del medio nacional… Es decir, se trata de un ejercicio
autobiográfico. Lo que ahora se llama, para evitar el estigma de lo
confesional, “autoficción”. Y para reforzar esta lectura el narrador
escribe: “Para contar cuentos de príncipes y dragones ya están los
políticos, las series de televisión y la prensa. La literatura del siglo
XXI exige algo más. Henry Miller escribió: la literatura del siglo XXI
será autobiográfica o no será”. Por CARLOS PARDO
- Foto:GALAXIA GUTEMBERG
"El nombre de Jorge Eliécer Gaitán no dirá nada al lector español,
pero en Colombia es central. Sobre todo tras su asesinato en 1948,
inicio de un tiempo de violencia política que dejó el terreno abonado
para la posterior guerra civil de paramilitares, guerrillas y
narcotraficantes de la que hoy intenta recuperarse un país “donde
amenazar de muerte es casi una rutina”. Así habla el narrador, el propio
Juan Gabriel Vásquez, que se disfraza de personaje de novela
autoficcional para proseguir su indagación del pasado colombiano. Si en
El ruido de las cosas al caer se asomaba a violencias más recientes,
ahora vuelve la vista más atrás, hasta Gaitán y, aún más remoto, el
magnicidio en 1914 del liberal Rafael Uribe. Dos asesinatos políticos
que comparten la conmoción causada y las muchas zonas oscuras sobre su
autoría, pues coinciden en algo más definitorio de Colombia que la
violencia: la impunidad". Por ISAAC ROSA
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