Siempre entre las nubes hay esos huequitos de Sol que te dan valor.
Un Blues
Del material conque están hechos los sueños
20 may 2019
Edimburgo resuelve el dilema de Adam Smith............. Rafa de Miguel
La segunda capital financiera del Reino Unido sobrevuela el pesimismo del Brexit.
Espectáculo callejero en la Royal Mile de Edimburgo
Edimburgo descubrió por instinto que el secreto de la naturaleza
humana consiste en combinar en la dosis justa la "simpatía" hacia los
otros y el individualismo egoísta. Se reconcilió finalmente con su
filósofo universal, Adam Smith, y ya hace más de diez años que el autor
de dos obras eternas como la Teoría de los sentimientos morales y La riqueza de las naciones
contempla con orgullo, inmortalizado en bronce, el incesante flujo de
turistas que recorren la empinada Royal Mile, en la parte vieja de la
ciudad. Medio millón de almas habita la capital de Escocia, pero cuando
llega el verano y trae consigo el festival de teatro más famoso del
mundo, un millón y medio de personas desborda esta urbe moderna "cuyo
clasicismo fue rescatado de su frialdad por un gótico que la rescató de
lo grotesco", escribe el historiador James Buchan. Su obra, Capital of the Mind: How Edinburgh changed the world
(Capital de la Mente: Cómo Edimburgo cambió el mundo), es la declaración
de amor y asombro a un breve periodo en la historia, entre 1745 y 1789,
en el que se intercambiaron el valor, la lealtad, la religión y la
violencia de las dagas por el progreso, la ley, el comercio
internacional y el cultivo de las relaciones sociales entre hombres y
mujeres. La "Atenas de Gran Bretaña", la llamaron.
"Siempre
hemos sido tremendamente cosmopolitas, y hemos sido capaces de atraer
enormes cantidades de estudiantes, turistas y empresarios del resto de
Europa y del mundo", explica henchida de orgullo Helen McMillan,
norirlandesa de origen y edimburguesa de adopción. Es la directora
regional para Europa de la Universidad de Edimburgo. La responsable de
tender lazos con otras universidades del continente. "Somos el segundo
centro financiero más importante del Reino Unido. Tenemos cuatro
universidades —algo muy relevante si se tiene en cuenta que apenas somos
medio millón de personas—, la ciudad es arquitectónicamente bella,
tenemos una riqueza cultural inmensa, el coste de la vida es bastante
inferior al de Londres, una gran mayoría votó en contra del Brexit (74%)
y es el lugar donde nació el personaje de Harry Potter", remata con una
sonrisa cómplice. Uno de cada cuatro profesores de la Universidad
procede de algún país de la Unión Europea distinto del Reino Unido. Un
14% de sus alumnos han llegado desde el continente.
Camille y Charlotte, francesas, repasan en el césped sus apuntes bajo
un sol de mayo que ha llenado de gente los prados de la ciudad.
"Elegimos Edimburgo por el inglés", explican, "pero no me importaría
nada quedarme a vivir aquí. Ni te juzgan ni señalan tu diferencia. Te
sientes bienvenido. Y es cierto que no dejan de hablar del Brexit, pero
para hacer bromas de los ingleses, no se les nota irritados".
El Gobierno escocés ha exprimido su propio presupuesto y las ayudas
de la Unión Europea para impulsar la nueva economía del conocimiento.
En
Edimburgo, las startups han surgido en los últimos años a un
ritmo espectacular. Rachel Jones ha contratado a 26 jóvenes de todas las
partes de mundo, la mayoría europeos.
Emprendedora hasta la médula,
hace años diseñó y patentó una silla para bebés, Totseat, que resultó un
éxito.
Hasta que comenzaron a surgir copias que se vendían online.
Acudió a abogados y expertos, visitó el Instituto de Tecnología de
Massachussets, desarrolló el algoritmo que le permitió rastrear a los
falsificadores, y hoy está al frente de una potente compañía,
SnapDragon, reclamada por pequeñas, medianas y grandes empresas.
Pide
que se evite la localización de sus oficinas en este reportaje."El mundo de las falsificaciones", explica, "está muy relacionado con
organizaciones vinculadas a las drogas o la prostitución". "Cada vez
que me llegan nuevos currículos de gente que quiere trabajar con
nosotros, solo me fijo en una cosa. ¿Han viajado? Quiero personas con la
mente abierta, que hayan conocido el mundo. Esta ciudad ha cambiado
mucho en los últimos años. Somos muy cosmopolistas. La mayoría de las
empresas escocesas quiere seguir en la Unión Europea. Queremos exportar
al resto de Europa, ya sea sillitas para bebés o tecnología para
combatir las falsificaciones. No somos una isla", explica con pasión. Rachel tiene una intensa relación con la Oficina de Propiedad
Intelectual de la UE, con sede en Alicante, y viaja allí a menudo.
Su lugar de trabajo es el mundo, y no piensa tirar la toalla y dejar
que el Brexit ahogue su voluntad de crecer. Le ocurre algo parecido a
Michael Groves, fundador y director de Topolytics. Descubrió que la
mayoría de las empresas tienen un conocimiento muy preciso del número de
materias primas que utilizan o de los productos que lanzan al mercado,
pero saben muy poco de los residuos que emiten: cuántos son, de qué
tipo, dónde van a parar cuando los dejan en manos de terceros. "Hemos
desarrollado el manejo de los datos de cada empresa. Nuestro propósito
es hacer más visible la gestión de los residuos. No son conscientes de
que gran parte de ese material que desechan les puede ser útil, y
ahorrarse de paso miles de euros. Hemos pasado de la economía lineal a
una economía circular", explica. Ya le han contratado varias
multinacionales, en Europa, pero también en Estados Unidos. "Nuestro
mayor reto es el cambio climático. El Brexit es una distracción. Debemos
trabajar juntos, y la UE es un medio fantástico para llevar a cabo esa
tarea. Las políticas medioambientales más avanzadas se producen en
Bruselas. Estados Unidos y Asia se limitan a seguirles", defiende.
La estatua de Walter Scott, coronada por un inmenso pináculo gótico
que se ve desde cada punta de Princess Street, es la mayor dedicada a un
escritor.
El autor de Ivanhoe edulcoró con dosis de romanticismo la historia de los escoceses.Pero fue Smith, al señalar que un mercado asentado en instituciones
políticas y sociales sólidas es capaz de conciliar la ética y la
riqueza, el que dio con la clave . Y Edimburgo ha decidido entrar en el
siglo XXI con la lección aprendida.
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