Bruno Barbey estuvo allí, fotografiándolo todo, tratando de seguir al pie de la letra –en busca de la foto perfecta- uno de los eslóganes paridos por la revuelta estudiantil:
“Sé realista: pide lo imposible”.
Ahora, apenas dos días después de ingresar como nuevo miembro en la Academia de Bellas Artes de Francia, ha vuelto al escenario del crimen.
A los escenarios.
Ha recorrido de nuevo las plazas y los bulevares, se ha colado en las universidades y en los institutos y ha reconstruido para El País Semanal, con su vieja Canon al hombro, la geografía de mayo del 68.
REPORTAJE
Regreso a Mayo del 68
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Medio siglo después, el fotógrafo francés de la agencia Magnum Bruno
Barbey regresa a los escenarios de París que inmortalizó durante los
disturbios y los retrata de nuevo para 'El País Semanal'.
Siempre me ha sorprendido la forma en que los españoles se sienten atraídos por los acontecimientos de Mayo del 68
Ahora, apenas dos días después de ingresar como nuevo miembro en la Academia de Bellas Artes de Francia, ha vuelto al escenario del crimen. A los escenarios. Ha recorrido de nuevo las plazas y los bulevares, se ha colado en las universidades y en los institutos y ha reconstruido para El País Semanal, con su vieja Canon al hombro, la geografía de mayo del 68.
Bruno Barbey, nacido en Marruecos hace 76 años, ni siquiera tuvo el grado justo de fortuna y pericia necesario para arrancar una imagen definitivamente icónica de aquellos días, como las logradas por sus colegas Gilles Caron y Jean-Pierre Rey, ambos ya fallecidos.
El primero firmó la célebre foto en la que se ve a Daniel Cohn-Bendit –Dany el Rojo, uno de los líderes de la revuelta- enfrentándose con la mirada sonriente a un antidisturbios de las CRS (Compañías Republicanas de Seguridad).
El segundo inmortalizó durante una manifestación a aquella muchacha rubia de pelo corto, subida a hombros de un chico y enarbolando una bandera roja contra la guerra de Vietnam.
Una muchacha que fue, ya para siempre, la Marianne de mayo del 68 (Marianne es el emblema de la República francesa en forma de mujer).
Pero a Bruno Barbey no le hicieron falta ni danys rojos ni mariannes para forjar su pequeña leyenda. La de un retratista del desastre callejero.
Tras dejar atrás La Rhumerie y la esquina donde en tiempos se ubicó La Pergola –un antiguo café/punto de reunión de manifestantes hoy reconvertido en tienda ropa chic- y disparar a diestro y siniestro, el fotógrafo de la agencia Magnum dirige sus pasos a La Sorbona.
Y entre disparo y disparo va desgranando recuerdos y explicaciones: “Mayo del 68 no fue otra cosa que una revuelta de estudiantes y de hijos de la burguesía en uno de los países más ricos del mundo.
No había problemas sociales, no había problemas económicos, no había una dictadura como en otros países… pero sí una juventud que tenía ganas de respirar contra una Francia muy conservadora y opresiva”.
Tras una leve puerta de madera y cristal se abre el espacio apabullante del Anfiteatro Richelieu, verdadera alma mater de La Sorbona y escenario de las más multitudinarias, encendidas e interminables asambleas estudiantiles de aquellos días.
Allí fotografió Barbey –siempre en riguroso blanco y negro y sin flash- a decenas y decenas de estudiantes exhaustos, durmiendo sobre las largas bancadas de madera y soñando con sus utopías: el amor libre, el reino de los parias de la tierra y tumbar la Francia del general De Gaulle.
El gran teatro del sexto distrito de París estuvo ocupado durante semanas, cubierto de posters de Lenin y Marx y convertido en una tribuna libre para todo el que quisiera expresarse.
Bruno Barbey acabó entrando allí como si fuera el salón de su casa. Y ahora hace fotos otra vez, con el patio de butacas vacío y un indisimulado toque de nostalgia: “El Odéon fue uno de los puntos más importantes de mayo del 68.
Su director, el actor Jean-Louis Barrault, y su esposa la actriz Madeleine Renaud, que eran una pareja fantástica, fueron desbordados.
Comunistas, anarquistas, conservadores, jóvenes, viejos, hombres, mujeres, todo el mundo entraba y hablaba. Montaron allí un jaleo impresionante.
Al final… Jean-Louis Barrault acabó perdiendo su puesto de director porque el ministro de Cultura de De Gaulle, que era André Malraux, creyó que era cómplice de los estudiantes”.
Allí, en el taller de serigrafía, fue donde se pensaron y se diseñaron muchos de los carteles políticos contra el régimen de De Gaulle, y contra los CRS, con eslóganes como ‘CRS = SS’.
Algunos de ellos fueron dibujados por ilustradores como Reiser o Wolinski, que luego trabajarían para Charlie Hebdo y que acabarían siendo asesinados en sus locales durante el atentado contra el periódico.
Pero las imágenes más brutales que llegó a captar Bruno Barbey nacieron en la rue Gay-Lussac.
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