La juventud
La giovinezza. Paolo Sorrentino. Italia, 2015.
Allí acuden diferentes personalidades, casi todas relacionadas con el mundo artístico (con algunas excepciones, como un Maradona venido a menos o un budista que medita día y noche) para recuperar el encanto que han dejado escapar en sus vidas, desgastadas por un sentimiento de desencanto.
Fred Ballinger (Michel Caine) es un aclamado compositor de música ya retirado, que lleva frecuentando el hotel desde hace más de cuarenta años.
Esta vez le acompaña su hija (Rachel Weisz) y uno de sus amigos de toda la vida, Mick Boyle (Harvey Keitel), director de cine, quien se encuentra trabajando en la preproducción su próximo proyecto.
Es un buen lugar para reencontrarse y reflexionar sobre días pasados, recordar momentos y plantear con sinceridad como deberían ser sus días venideros.
Los que queden por delante.
Una especie de purgatorio donde redimir los pecados y volver a encontrar el impulso vital.
Ambos se encuentran en el final de sus vidas profesionales y comparten achaques que les ha regalado la edad.
Youth está llena de sus conversaciones y reflexiones acerca de la finitud de la vida, más como una mirada al pasado que al futuro.
A través de una inteligente retórica y una estética cuidadísima, Paolo Sorrentino mantiene su sello y pulso filmando tanto exteriores, en ese jardín del edén suizo, y en interiores, donde los personajes se desnudan de manera espiritual.
Sorrentino es excesivo, no disimula su gusto por las simetrías, es voluptuoso, casi barroco, y para todos aquellos que consideran sus films como meros ornamentos musicales o videoclips antojadizos por el abuso de la música para enlazar momentos, aquí no solo repite la fórmula sino que además, consciente de esa crítica recurrente, incorpora de manera expresa un videoclip con motivo de la aparición de una cantante pop en la trama
. Su lenguaje se centra en el cruce de miradas, en el desnudo de los cuerpos silentes, en las actitudes que huyen de lo prosaico para conseguir elevar su discurso existencial.
. Para la que escribe estas líneas ha significado una de las perlas de esta edición, capaz de erizar el bello con tan solo recordar algunas de sus secuencias.
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