Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

28 oct 2019

El alto costo de ser mujer en el mundo en desarrollo



Los elevados precios de los productos de higiene femenina, así como la falta de instalaciones adecuadas en escuelas hacen de la menstruación un factor de desigualdad.

Niña alistándose en Sepecue, Costa Rica.
Niña alistándose en Sepecue, Costa Rica. Banco Mundial
En este momento, alrededor de 300 millones de mujeres y niñas están menstruando.
 En la mayoría de nuestras sociedades, esos días del mes se ven como algo sucio y perteneciente al plano íntimo.
 Pero romper con estos tabúes es clave para naturalizar la menstruación y comenzar a analizar el costo oculto detrás de ser mujer.
Se estima que en el mundo dos de cada cinco niñas en edad de menstruar pierden un promedio de cinco días escolares al mes por no tener las instalaciones necesarias en las escuelas.

El no tener acceso a baños adecuados o a productos de gestión menstrual son algunos de los agravantes detrás del absentismo en el trabajo o del abandono escolar en las niñas, jóvenes y mujeres.

Esta situación empuja o perpetua cada vez más a las mujeres hacia la pobreza.
"Invertir en una buena gestión de la higiene menstrual para permitir que las mujeres y las niñas alcancen su máximo potencial es una medida crítica para construir el capital humano de una nación a lo largo del tiempo", explica Jennifer Sara, directora sénior de la Práctica Global de Agua del Banco Mundial.

Falta de información

Las mujeres que terminan la escuela, en promedio, tienen menos hijos, son menos probables a casarse a temprana edad y a vivir en la pobreza.
 De acuerdo con Unicef, las niñas casadas o en pareja son más propensas a sufrir violencia física, sexual y psicológica. 
En América Latina y el Caribe, la tasa de matrimonio infantil y uniones tempranas es dos veces mayor entre las mujeres con menos años de escolaridad en comparación con las mujeres que terminaron la escuela secundaria (25% y 12%, respectivamente).
Diversas encuestas revelaron que, en zonas remotas de América Latina, las niñas no cuentan con información pertinente sobre la menstruación, acceso al saneamiento adecuado (en la región aún 106 millones de personas no cuentan con un baño digno en casa, la mayoría en zonas rurales) o a productos de gestión menstrual.
Por ejemplo, en las áreas rurales de Colombia, el 34,8% de las niñas encuestadas indicaron no saber nada sobre la menstruación antes de la menarquia (la primera menstruación), mientras que el 45% no sabe o no responde de dónde proviene el sangrado menstrual.
 En la Mosquitia, en Honduras, el 55% de las niñas consultadas reportaron no sentirse cómodas con ir a la escuela durante su menstruación.
 Y en la zona rural de Beni, Bolivia, las condiciones de los baños en sus escuelas (limpieza, disponibilidad de jabón, compresas, basureros y privacidad) generan restricciones para las niñas, tanto en sus comportamientos como en su asistencia escolar.
Las escuelas son muchas veces un lugar inadecuado para las niñas y jóvenes durante esta etapa, pero la falta de infraestructura es solo la punta del iceberg.
 Chris Bobel, autora del libro “El cuerpo gestionado: 
 El desarrollo de niñas y la salud menstrual en el hemisferio sur” expresó en una reciente entrevista que más allá de los programas para mejorar la infraestructura y el acceso a productos de higiene menstrual, “la educación y la lucha contra el estigma deberían ser las principales prioridades.”
Justamente, una de las prioridades del Plan de Acción de Género de Unicef se trata específicamente de promover el acceso a información e insumos para la gestión menstrual.
Pero ¿qué se necesita para gozar de este derecho?
1. Hablar de la menstruación en espacios seguros sobre qué significa, su relación con el embarazo y cómo manejarla bien.
2. Romper el estigma en familias, comunidades y escuelas, permitiendo superar los tabúes y prejuicios.


3. Asegurar el acceso a infraestructura de agua y saneamiento, así como a insumos y materiales de higiene para hacer posible una buena promoción de prevención en las escuelas.
4. Mejorar las prácticas pedagógicas de las comunidades escolares para el abordaje integral de la salud sexual y reproductiva y la higiene menstrual, permitiendo adquirir y fortalecer habilidades para manejar la menstruación e higiene personal.
5. Repartir de manera equitativa las responsabilidades vinculadas a la recogida de agua y prácticas de higiene general en familia y comunidades entre hombres y mujeres, niños y niñas.
 Que el cuidado de la higiene familiar y personal no sea solo responsabilidad de mujeres y niñas.

No al impuesto al tampón

Lo que hasta ahora era considerado un tema de higiene íntimo ya no lo es.
 No es de higiene, porque las mujeres no están sucias cuando menstrúan (de allí que muchas expertas usan las palabras de “gestión” menstrual). Íntimo mucho menos.
 Cuando el problema implica que las mujeres comienzan a faltar a la escuela, a sus trabajos o enfrentan complicaciones de salud, el tema se vuelve un problema del ámbito público.
El costo también está relacionado con los altos precios de los productos de gestión menstrual que hacen que la menstruación, incluso en sociedades donde la infraestructura no es un problema, también se vuelve un factor de desigualdad. 
Un tema que no es menor teniendo en cuenta la disparidad a nivel salarial entre hombres y mujeres: de acuerdo con la Comisión de Estudios para América Latina (CEPAL), en América Latina las mujeres ganan un 84% de lo que ganan los hombres.
El sitio argentino Economía Femini(s)ta explica que no existe a nivel nacional ningún programa estatal que contemple la distribución gratuita de productos de gestión menstrual. 
 Justamente en Argentina hasta el momento se han presentado 12 proyectos de ley de alcance nacional y local (muchos de ellos bajo la campaña #Menstruacción) que contemplan tanto la provisión gratuita de estos bienes en establecimientos públicos (tales como escuelas, hospitales, cárceles, universidades o refugios, entre otros) como la eliminación del impuesto al valor agregado (conocido como IVA) de los mismos.

 Iniciativas de este tipo ya han sido aprobadas en otros países. En Nueva York, por ejemplo, se encuentra garantizada la entrega gratuita de toallitas y tampones en escuelas, cárceles y refugios de mujeres.

 Bajo el movimiento “Stop the Tampon Tax” (Detén el impuesto al tampón, en inglés), los tampones para residentes en Australia se venden sin impuestos, e Inglaterra se encuentra en un proceso similar.

 

27 oct 2019

¡Meghan, habla con Masako!................................... Boris Izaguirre...

La emperatriz Masako, en la entronización del emperador Naruhito, el pasado martes, en Japón.
La emperatriz Masako, en la entronización del emperador Naruhito, el pasado martes, en Japón.
Hoy quiero confesar, emulando a la Pantoja, que estoy algo cansado con los duques de Sussex, Meghan y Enrique
De un tiempo a esta parte se han decantado por una campaña victimista que los ha vuelto cansinos.
 Aposté por ellos por ese aspecto de treintañeros ricos y felices que se casaban de una manera aparatosa pero con la mamá de Meghan aportando un elemento racial y periférico que no habríamos imaginado jamás entre los Windsor.
 El góspel en la catedral que rejuveneció a Camilla y, por favor, ese momentazo de empoderamiento femenino que fue ver a Meghan entrar sola a su propia boda.
 No dudé un instante que eran los duques del Cool. Y ahora, todo son lágrimas, quejas y Meghan semirota, declarando en un publirreportaje sobre su viaje a África, que nadie le pregunta cómo se siente
Meghan, mi amor, coge tus maletas y vete a Japón a hablar con la emperatriz Masako.
 Porque la recién entronizada emperatriz japonesa llevaba deprimida desde los años noventa, cuando entró a formar parte de la familia imperial. 
Afortunadamente, cada vez tomamos más conciencia de la gravedad de las enfermedades mentales, la mayoría de ellas silenciosas en su avance y daño, pero cuando Masako entró en esa espiral, no había redes sociales, ni siquiera móvil, y su familia hizo un esfuerzo homeopático para ayudarla. 
Las familias reales son poco transparentes incluso hasta en los cuentos de hadas, como demuestran en Maléfica.
 Pero este lunes, en esa fastuosa entronización, Masako se sacó ese peso de encima y estuvo radiante, avanzando perfecta detrás de su hija y dentro de doce kimonos que dejarían deprimido al diseñador de Gucci. 
Mientras la veía casi flotar, lo tuve claro: Masako tiene que abrir una consulta para ayudar a otras princesas y duquesas a superar ese terrible tránsito de la depresión hacia la entronización.
La duquesa de Sussex, Meghan Markle, en Johannesburgo, el pasado 1 de octubre. 
La duquesa de Sussex, Meghan Markle, en Johannesburgo, el pasado 1 de octubre. afp
En España, en vez de entronización tuvimos exhumación y fue como si Halloween se adelantara una semana. Lo del féretro en un helicóptero tuvo un cierto aire a Supervivientes pero sin chapuzón. 
Es probable que a Meghan la hayan convencido que la salida a su tristeza es vociferarla.
 Hacerla volar. Ya ocurrió eso recientemente con Cayetano, el duque de Arjona. 
La principal asesora del publirreportaje emitido en Estados Unidos fue Oprah Winfrey, nada más y nada menos.
 Y Oprah sabe muy bien lo que gusta ver llorar en la televisión.
 Pero se les nota forzados. Meghan quizás sea demasiado actriz de teleserie.
 Enrique, más emotivo, rehace el camino que recorrió su madre en Angola para denunciar las minas antipersonas y aprovecha para informar de que la relación con su hermano ahora está distanciada. O sea, los duques de Sussex tienen los mismos problemas que los habitantes de Cantora, donde todos parecen vivir con una mina antipersona debajo de la cama. Y luego Meghan reaparece para soltar eso de que sus amigos le dijeron que no se casara con Enrique porque la prensa sensacionalista acabaría con ella. Estuve a punto de apagar la tele porque me irritó esa manía de tenerlo todo y quejarse de lo difícil que es. Hay algo en esa ecuación que no funciona. Meghan tiene que hablar con Masako y no con Oprah en televisión.
Estuve grabando para Univisión en Miami y seguí, desde sus estudios, la presencia de la reina Letizia en la entronización
Había una calma inquietante, como si una mayoría silenciosa desaprobara los vestidos de la reina. “La diadema parece un homenaje al sashimi”, dijeron. Agregaron que esa tela era china.
 Luego vino la crítica al traje de noche hasta que espeté: “Para entender bien esos vestidos hay que estar allí, in situ”.
 Un poco como cuando se rumoreaba la homosexualidad de Ricky Martin y los que defendían lo contrario te decían: “¿Has estado con él para saberlo?”. 
Pues lo mismo con los trajes de la reina. Si no los ves en persona no puedes evaluarlos. 
Letizia, por cierto, sí sabe cómo tratar a una emperatriz con depresión y el poderoso abrazo que le dio a Masako también debería dárselo a Meghan. 
Fue como reiki pero a lo bestia, y surtió efecto. 
Solo falta que Enrique imite ese gesto del rey Felipe de llevarle el bolso a su esposa. 
Es algo que siempre me ha llamado la atención: ese momento en que la mujer le transfiere al marido su bolso y él se lo queda, casi entronizado, con esa naturalidad que solo puede explicar el amor real.

Saben aquel que diu............................................ Elvira Lindo

Era imposible no vivir la excepcionalidad de la jornada de la exhumación de Franco: por un lado, el acto de justicia; por otro, la irrefrenable guasa cañí.

"¿Saben en qué se parecen Franco, el PSOE y Esquerra?”, dijo este jueves el diputado de Ciudadanos Guillermo Díaz en la tertulia de La noche en 24 horas. 

 A mí no me extrañó que inaugurara su turno de opinión con un chiste, porque al fin y al cabo todo el día había ido de ese palo.

 “Pues en que los tres dieron un golpe contra la Segunda República. El PSOE, en el 34 en Asturias; ERC, con Companys, y Franco, que nos llevó a una guerra civil”.

 Se hizo un silencio incómodo, pero ya dicen los teóricos del género que el humor ha de, sobre todo, incomodar.

 Por un momento, pensé que Díaz le iba a dar un codazo a la diputada de Vox que tenía al lado para que al menos ella le riera la gracia. 

No queriendo desperdiciar semejante ocurrencia, al rato la divulgó en Twitter. 

Fue un día en que los célebres límites del humor se sobrepasaron con creces, pero no por el lado de lo inaceptable, sino porque fue una jornada de chanza ilimitada que solo se acabó cuando los peques nos fuimos a la cama. 
No había manera de entregarse a la hondura del momento, por más que la ministra Delgado pusiera cara de jornada histórica. 
Se suponía que debía de haber sido un acto discreto, pero los cámaras se lucieron: no creo que haya en el cine español unas escenas más elocuentes.
 Esos contrapicados, esas imágenes tomadas desde arriba, ese ataúd recubierto con un raso que le daba un aire a pastel de chocolate (no sé si se sigue llamando “brazo de gitano”).
 Daban ganas de exhumar a tu abuelo. Eché en falta la quijada de Luis Escobar pastoreando al grupo familiar hasta el helicóptero.
 Sin ánimo de banalizar, confieso que pasamos un día la mar de entretenido. Se nos hizo corto.
 Desde primera hora seguimos por la radio todo el proceso que tan primorosamente lideraron los hermanos Verdugo, reputados marmolistas de Cuenca, que ante las amenazas de los ultras tuvieron que declarar que ellos, en este asunto en concreto, eran apolíticos.
 Ha sido difícil no tomarles cariño a los hermanos Verdugo y no apuntar el número, porque a todos, ay, nos llega nuestra hora.
Alguien en Twitter se preguntaba que si a esparcir las cenizas de Franco por España se le podría llamar Franquicia.
  Era imposible no vivir la excepcionalidad de la jornada: por un lado, el acto de justicia; por otro, la irrefrenable guasa cañí. 
En momentos de lucidez, los comentaristas, no sabiendo cómo exprimir ya el asunto, afirmaban que aquello tenía toques berlanguianos. 
Como si no se le hubiera ocurrido a nadie antes.
De Cuelgamuros, los españoles viajamos, metafóricamente, a Mingorrubio, nombre que, a mi humilde entender, le quita un poquito de solemnidad al asunto, que también conviene.
 Cuando cerramos los ojos por la noche sentimos algo de melancolía por dejar atrás tan inolvidable jornada. ¿Qué hacías el día que exhumaron a Franco?, preguntarán nuestros nietos. Vérmelo todo, diremos, incluido Corazón.
  Y será verdad. Porque lo cierto es que el programa rosa ofreció la deseada perspectiva humana de la cosa: preguntaban a los nietos por cómo habían vivido el difícil trance, adoptando el consabido tono reverencial ante la autoridad, y daban por concluido el reportaje diciendo que algunos miembros se habían ido a comer a un restaurante y luego habían rematado con una misa oficiada por el padre Tejero.
 Qué día más completo.

Marianne: la verdadera y triste historia de la mujer que lo dio todo por Leonard Cohen

Una historia de amor que casi acaba en suicidio.

 El festival In-Edit estrena 'Marianne & Leonard: Words of Love', el documental que aporta nuevas capas de realidad y sufrimiento al romance irrepetible entre Marianne Ihlsen y el artista canadiense.

marianne cohen
Marianne y Leonard Cohen, fotografiados en los 60 en la isla de Hidra. Foto: Getty
 
Ni se la encontró Leonard Cohen llorando desamparada por la calle ni fue él, precisamente, el legítimo procurador de cuidados que nos quisieron vender (si entendemos este ámbito como algo más que aportar dinero enviado por telegramas).
 En realidad todo fue al revés. La verdadera historia de Marianne Ihlen, reducida a la figura de musa y amante del canadiense, escondía capas de desamparo emocional y fue bastante más agridulce que esa fábula mística de amor libre y equilibrio cósmico que nos habían contado.
 Así lo aclaran la multitud de testimonios del entorno de estos dos amantes y grabaciones de los dos implicados que nutren el documental Marianne & Leonard: Words of Loveuna cinta que estrena en España el festival In-Edit dirigida por Nick

Broomfield, documentalista de otros proyectos como Whitney: Can I Be Me o Kurt and Courtney, y amigo íntimo de Ihlen.

 La investigación, además de narrar la historia de amor irrepetible entre el canadiense y la noruega, desmonta involuntariamente la utopía de igualdad de la revolución sexual de los sesenta y revela nuevos detalles y realidades de un romance que fascinó al mundo. 

Marianne & Leonard certifica todo aquello que ya conocíamos: que los dos se amaron y respetaron de una forma poco convencional durante años («Éramos dos refugiados que huíamos de nuestras vidas y nos encontramos cara a cara», cuenta ella en la cinta) y que su relación fue única hasta la muerte de ambos.

 En la cinta, Marianne no reniega de la felicidad y asegura que los suyos fueron «años muy buenos», «fabulosos», en los que «nos bañábamos bajo el sol, hacíamos el amor, bebíamos y discutíamos»; pero también relata cómo tuvo que irse al Reino Unido a abortar sola, cómo llegó a pensar en el suicidio en diversas ocasiones por no saber convivir con las múltiples conquistas del artista –entre ellas, Janis Joplin, mientras convivían juntos en el Chelsea Hotel («quería encerrarlo en una jaula y lanzar la llave, no lo podía soportar»)– o por qué aguantó estoicamente la expulsión de su casa en Hidra (Grecia) cuando la nueva pareja de Cohen, Suzanne, se plantó sin previo aviso en la isla cargada de maletas y urgiendo a su salida inmediata.

marianne ihlen
Marianne (con el pequeño Axel en brazos) y Leonard Cohen, en Hidra. Foto: Getty
El mundo sabía de Marianne Ihlen porque Cohen siempre la recordaba con cariño en entrevistas e interludios de conciertos desde los inicios de su relación. 
También era de dominio público que a ella le dedicó e inspiró escritos como Beautiful Losers, así como un buen puñado de clásicos de su repertorio: So Long MarianneHey, That’s No Way to Say GoodbyeBird on the Wire
 La transformación en mito romántico definitivo llegó cuando Ihlen falleció de leucemia en julio de 2016 a los 81 años y la carta de despedida de Cohen –que leyeron en el lecho de muerte de la noruega poco antes de que falleciera, como se comprueba en el documental– tuvo un impacto global sin precedentes: las sentidas palabras del canadiense se viralizaron en medios de todo el planeta, encumbrando a la categoría de leyenda a este irrepetible romance.
. Una sentida despedida que propició que la correspondencia inédita entre ambos se haya llegado a subastar este mismo año llegando a alcanzar los 775.000 euros:
“Bien, Marianne, hemos llegado a este tiempo en que somos tan viejos que nuestros cuerpos se caen a pedazos; pienso que te seguiré muy pronto. 
Que sepas que estoy tan cerca de ti que, si extiendes tu mano, creo que podrás tocar la mía.
 Ya sabes que siempre te he amado por tu belleza y tu sabiduría pero no necesito extenderme sobre eso ya que tú lo sabes todo.
 Solo quiero desearte un buen viaje. Adiós, vieja amiga. Todo el amor, te veré por el camino.”

marianne leonard cohen
«Nunca creí a Leonard cuando me decía que era la mujer más bella que jamás había visto. Siempre creí que mi cara era demasiado redonda», cuenta Marianne en el documental.

Cocina y cuidados para elevar al poeta masculino

Además de aportar un archivo documental sobre este preciso (y precioso) momento epistolar de despedida, una de las valías de Words of Love reside en el hecho de poner el foco en la vida y sentimientos de esa obtusa figura que es la musa. 
Poder acercarse a la afectada para descubrir en primera persona las implicaciones emocionales de las mujeres que han vivido entregadas para «elevar» el espíritu de los artistas –el propio director, que también mantuvo un romance intermitente con ella, aclara que Ihlen fue el motor inspiracional de su carrera y de otros cantantes–. 
 Esta es la historia de un flechazo que fue instantáneo en la isla de Hidra en los sesenta, pero también de todo lo que pasa cuando te enamoras de un hombre que, como el propio Cohen se define, es «un egoísta que se pasa la vida escapando» y que «hacía sufrir a quién me rodeaba porque siempre conseguía huir».
 Ella estaba casada con un hombre de carácter violento y tenía un hijo con él, pero por aquel entonces los matrimonios eran abiertos y en aquella idílica isla plagada de artistas, el ácido y el speed corrían con el mismo desenfreno que las promesas de amor libre.
 «Allí todo el mundo era artista, pero yo no era escultora, ni pintora ni artista. Yo era una artista de la vida, vivir era mi arte», apunta sobre su función en aquella comuna de artistas refugiados al sol griego.
 
El canadiense, que llegó huyendo de Montreal junto a una amiga aburrido del ambiente aburguesado judío en el que se había criado, se quedó prendado de la noruega.
 La cinta desmitifica el encuentro de una frágil Marianne llorando sola por la isla –fue ella la que se encontró con Cohen, camino del súper con una cesta de la compra, y le invitó a tomar algo con sus amigos artistas en una terraza–.
 «El primer año en Hidra él no hacía más que escribir y escribir. Yo corría a su encuentro, hacía la compra y le traía comida.
 Era su musa griega, así que me sentaba a sus pies», cuenta. Entre ingestas de ácido y arrumacos, Cohen vivía cuatro meses al año en Hidra y volvía a Norteamérica el resto del tiempo para»inspirarse» y promocionar sus libros.
 «Marianne se lo hacía todo. Le traía cestas con fruta y agua mientras él tenía fiebre.
 Leonard iba de ácido y de speed casi siempre y entró en una especie de locura.
 Ella ‘sujetaba al hombre’ para que pudiese escribir esas páginas», explica en la cinta Aviva Layton, la que fuese mujer del editor de Cohen en Canadá.

marianne cohen
Leonard Cohen toca la guitarra junto a artistas como Charles W. Heckstall (1929-2000), Charmian Clift y Marianne Ihlen, en octubre de 1960.

«¿Conoces a algún poeta que haya sido un marido espléndido?»

«Los poetas no son buenos maridos. 
¿Conoces a algún poeta, director o artista que haya sido un marido espléndido», apunta en un momento del documental Aviva Layton, antecediendo el drama que estaba por llegar. 
La conquista de los escenarios como músico fue el golpe mortal de la relación. 
Judy Collins, la artista que animó a Cohen a cantar y coger la guitarra, rememora cómo Marianne le acusó de explotar la burbuja hippy creada en Grecia:
 «Éramos muy felices en Hidra. Tú grabaste esas canciones con él y arruinaste mi vida». 
Así lo sintió. Marianne dejó la isla para acompañar a Leonard en Estados Unidos y Montreal, pero las cosas no fueron nada bien. «Un auténtico desastre», resume Aviva Layton:
 «La ironía es que un hombre como él era el hombre que toda mujer quiere tener. 
Pero nadie podía ser su dueña. Los poetas son criaturas elusivas».

 

Cohen aclara en grabaciones que en aquella época «tenía un apetito muy grande por la compañía de mujeres y por la expresión sexual amistosa». 
Marianne no podía convivir con esa escena de shows repletos de mujeres (Leonard llegó a estar en una gira 23 noches seguidas de ácido) y con los continuos escarceos de Cohen.
 «Esto es lo que te pasa por por elegir al hombre guapo y ver cómo todas las chicas lo desean. Estuve a punto de suicidarme, me destrozó», explica la propia Marianne.

Tras seguirle por varias ciudades, la relación empezó a flojear. Marianne internó a su hijo en el extranjero varios años mientras viajaba y volvió a Hidra hasta que la nueva pareja de Leonard, Suzanne, se presentó en su casa y la echó.
 Volvió a Oslo y se convirtió en lo que siempre había querido su madre: una secretaria con una familia ordinaria. 
Se volvió a casar y cuidó de los hijos de su nuevo marido. «Generosa» y «amable» pese a los desencuentros, como todos insisten en recordarla en el filme, siguió manteniendo una correspondencia puntual y buena relación con Cohen.
 Cuando él volvió a subirse a los escenarios en 2009 porque su mánager le había dejado sin blanca, Leonard le regaló dos asientos en primera fila en su concierto de Oslo. 
El documental la muestra feliz y saludándole con ilusión desde la grada.
Poco antes de morir, Marianne pidió a su amigo Jan Christian Mollestad que avisara a Cohen: «¿Puedes decírselo a Leonard? ¿Podrás traer una cámara?». El mensaje de su antiguo amante llegó al día siguiente. Ella sonrío satisfecha al escucharlo. 
Tres meses después, él seguiría el mismo camino.
marianne ihlen
Dos fotografías de Marianne tomadas por Nick Broomfield en los setenta. Foto: Words of Love