Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

16 oct 2019

El incendio de Notre Dame: seis meses, seis incógnitas

Quedan detalles por aclarar: sobre el origen del fuego, sus efectos sobre la salud, el calendario de reconstrucción, el coste, el perfil del futuro edificio y los riesgos para su estabilidad.

incendio Notre Dame 
Una imagen de la catedral de Notre Dame tomada este 15 de octubre de 2019, donde se aprecian las redes protectoras de las obras de restauración. AFP
Seis meses después del derrumbe parcial de Notre Dame de París —la catedral construida entre 1163 y 1345, uno de los monumentos más visitados de Europa y un poderoso símbolo cultural de Europa y del cristianismo—, persisten algunas incógnitas.
 Quedan detalles por aclarar: sobre el origen del incendio, sus efectos sobre la salud, el calendario de la reconstrucción, el coste final, el perfil arquitectónico del futuro edificio y los riesgos que todavía existen para su estabilidad. 

EL ORIGEN. La primera incógnita, que la Justicia está investigando, es la causa del incendio del 15 de abril de 2019. La interpretación errónea, por parte del agente de seguridad de guardia, de una primera alarma a las 18:23 horas, retrasó en media hora la localización de fuego y la llegada de los bomberos, según revelaron en mayo Le Monde y Le Canard Enchaîné.
 No se ha precisado dónde y cómo empezó el fuego.
 Excluida la pista criminal, los investigadores se centran en tres posibilidades, según explica Le Figaro: un cigarrillo mal apagado, un cortocorcuito en el ascensor que llevaba a la aguja o un cortocircuito en los cables para accionar las campanas. 

EL PLOMO. 
Al desplomarse la aguja y el techo de Notre Dame se dispersaron por una amplia área en París partículas tóxicas. 
La catedral contenía 500 toneladas de plomo que se fundieron. La “crisis sanitaria inédita”, como la calificó el diario local Le Parisien, llevó al cierre de las obras entre el 25 de julio y el 19 de agosto con el fin de descontaminar el lugar y reforzar las medidas de seguridad para los trabajadores.
 Se cerraron temporalmente algunas escuelas.
 De las 877 pruebas de plomo realizadas desde abril a menores de edad —la población de más riesgo junto a las embarazadas—, un 89,7% se encuentran por debajo del llamado nivel de vigilancia, un 8,9% en un nivel que requiere vigilancia, y un 1,4% con un nivel alto que requiere un seguimiento. 
La presencia excesiva de plomo en la sangre de estos últimos puede explicarse por otros motivos que el plomo de Notre Dame y, en todo caso, está en consonancia con los mismos niveles que en la población general, según las autoridades.  

EL CALENDARIO. Cinco años. 
Este fue el plazo para la reconstrucción que fijó el presidente francés, Emmanuel Macron, en las horas posteriores al incendio de Notre Dame.
 La fecha permitiría tener a punto la catedral para los Juegos Olímpicos de verano que se celebrarán en 2024 en París. Sin embargo, no está previsto que la restauración del templo empiece hasta 2021.
 Hoy todavía se encuentra en fase de estabilización para evitar el derrumbe. 
Una vez terminada esta fase, en marzo o abril, se abrirá una segunda de evaluación que permitirá finalmente acometer la reconstrucción. 
LA AGUJA. La caída de la aguja en llamas de Notre Dame, construida a mitad del siglo XIX por Eugène Viollet-le-Duc, ha quedado como la imagen icónica del incendio.
 Por eso, será decisivo para la imagen futura de Notre Dame cómo se reconstruya.
 ¿Una imitación más o menos fiel del original, que ya era un añadido a la catedral gótica? ¿O un “gesto arquitectónico moderno”, como sugirió en su momento Macron? 
El debate promete ser una de esas batallas artísticas que tanto apasionan a París.
 El concurso de arquitectura sugerido por el Gobierno francés tras el incendio no se ha concretado. 
El rector de la catedral, monseñor Patrick Chauvet, avisó el martes de que “hace falta mucha humildad”. “No podemos desfigurar la catedral”, dijo. “Nos inscribimos en una tradición”.

EL DINERO. El alud de dinero en las horas y días posteriores al incendio desató un debate sobre los fines de la filantropía. 

Entre los donantes figuran algunos de los grandes nombres del capitalismo francés como los Arnault y los Pinault.

 ¿No sería mejor destinar una parte a otras causas? “Ya saben que estoy a favor de las políticas redistributivas y que soy una socialdemócrata que considera que vivimos en un país y en una Europa en la que no hay suficiente justicia social”, dijo a EL PAÍS dos días después del incendio Anne Hidalgo, la alcaldesa de París.

 “Pero encuentro importante que las personas que tienen más medios, las grandes fortunas de Francia y del mundo, decidan aportar sus medios”.

 El dinero prometido se eleva a 922 millones de euros, de los que 104 ya se han hecho efectivos, según explicó en una rueda de prensa el ministro de Cultura, Franck Riester.

 El presupuesto para la fase de estabilización es de 85 millones de euros, informa la agencia France Presse.  

 

La retirada del andamio quemado es el principal riesgo para Notre Dame. EFE

 

EL RIESGO. Uno de los desafíos en la etapa actual es que se produzca un nuevo derrumbe. 
“El gran momento será la construcción de un andamio por encima del andamio actual para poder recortarlo”, explicó Chauvet.
 El verbo recortar no es gratuito.
 En Notre Dame, que estaba en plena restauración, había un andamio en el momento del incendio.
 Este provocó que se soldasen las barras, por lo que ahora no puede desmontarse mecánicamente.
 Hay que recortarlas. La operación es muy delicada. 
“Si el andamio cayese sobre la catedral, las tres bóvedas que están en pie no aguantarían.
 Hay varias toneladas encima de la catedral.
 Lo urgente es retirar este andamio y entonces se podrá decir que la catedral está segura.
 Basta una tormenta como la del lunes pasado para que de inmediato vigilemos que el andamio no caiga.
 Siempre hay un riesgo”
 
 

EL PAÍS DE LAS MUJERES BELLI, GIOCONDA


EL PAÍS DE LAS MUJERES BELLI, GIOCONDA

El VI Premio Hispanoamericano de Novela La otra orilla 2010 fue otorgado por unanimidad al manuscrito titulado Crónicas de la Izquierda Erótica, presentado bajo el seudónimo Viviana Sansón y que resultó ser Gioconda Belli.

 Después del proceso de edición y de largas deliberaciones, el libro se llama ahora El país de las mujeres. 

Es una divertida novela dirigida especialmente a las mujeres, en la que esta reconocida escritora nicaragüense especula sobre cómo sería un país gobernado exclusivamente por mujeres.

 Las osadas integrantes del PIE, el Partido de la Izquierda Erótica, quienes ganaron las elecciones en Faguas -el país imaginario inventado por Belli en varias de sus obras-, quieren utilizar todos los defectos y cualidades considerados femeninos para cambiar el rumbo de su país, de limpiarlo como si se tratara de una casa mal cuidada, de barrerlo hasta sacarle brillo.

 ¿Lograrán la presidenta Viviana Sansón y sus ministras sobrellevar los ataques de sus enemigos y enemigas?

 ¿Será Faguas después de su administración un mejor país? ¿Viviana Sansón sobrevivirá al atentado del que fue víctima? Sin duda una poderosa novela que dará de qué hablar a mujeres y a hombres. 

 

El país de las mujeres............................ Edurne Portela

La feminista estadounidense Charlotte Perkins Gilman imaginó en 1915 un mundo en el que la mujer se libera de su dependencia económica y vital del hombre.


El país de las mujeres
Ya no somos capaces de imaginarnos mundos utópicos en los que no haya injusticias, donde triunfe el amor, donde no haya pobreza ni degradación medioambiental ni tiranos. 
Las utopías han demostrado estar demasiado cerca del totalitarismo, la libertad se pierde en el camino que lleva a la construcción del mundo perfecto.
 Pero la mirada que imagina una sociedad justa expone siempre los males que la rodean.
 Así ocurre en El país de las mujeres, de la feminista estadounidense Charlotte Perkins Gilman, una novela utópica de 1915 que ha recuperado la editorial Guillermo Escolar Editor.

 Perkins Gilman creía, como su contemporáneo el pragmatista John Dewey, que la igualdad entre hombre y mujer era imprescindible para avanzar socialmente.

 La educación, el voto, los derechos reproductivos de la mujer fueron temas sobre los que la autora escribió artículos y ensayos.

 Pero ¿cómo imaginaba esta científica social la sociedad perfecta? El país de las mujeres está poblado por unas amazonas pacíficas cuya religión es la maternidad, un país en el que hace 2.000 años no existe un solo hombre. 

No teman, las mujeres no los han asesinado ni han cometido un genocidio.

 La causa de su ausencia es una enfermedad que los aniquiló. Poco después ocurrió un milagro: una mujer dio a luz sin ser fecundada por varón y de ella nacieron otras con el mismo don de la partenogénesis, y así, poco a poco, fueron repoblando el país. 

A este lugar pacífico y armónico llegan tres exploradores que irán aprendiendo los avances sociales, económicos y políticos de las mujeres.

 Mientras ellos estudian su idioma, su cultura y su historia, ellas harán lo propio con el mundo del que provienen los hombres, dando así oportunidad de exponer todos los males contemporáneos:

 pobreza, hacinamiento e insalubridad en las ciudades, explotación de la mujer, guerras.

 Ellos se maravillan ante la independencia e inteligencia de las mujeres, ellas se horrorizan ante costumbres como el matrimonio, que somete a la mujer a una vida de encierro, pasividad y dependencia.

En Mujeres y economía, Perkins Gilman había reflexionado sobre la relación entre hombre y mujer como la única del mundo animal que se había convertido en una relación económica. El hombre, porque alimenta a la mujer, “se convierte en la mayor fuerza modificadora de su condición económica”, decía, y frena así el impulso de la mujer de crear y expresarse, convirtiéndola en débil e incompetente.

 El país de las mujeres es el resultado de la liberación de esa dependencia económica que es también vital. 

Los tres exploradores se sorprenden de la capacidad de subsistir sin hombres: hay coches eléctricos, edificios perfectamente construidos, ciudades limpias, se han erradicado las enfermedades y las guerras.

 Aquello que doblegaba a la mujer en el pasado, la maternidad, se transforma en amor perfecto y en la mayor forma de sororidad.

 El deseo sexual femenino, innecesario para procrear, ha desaparecido. 

El lesbianismo ni siquiera se insinúa. Y aquí es donde está la gran limitación de esta pensadora, donde la realidad se impone constriñendo la imaginación de lo posible: la felicidad y el progreso de la mujer sólo se puede conseguir extirpando su deseo y por medio de un milagro en el que el hombre no participa. 

Hace un tiempo me preguntaba qué diría doña Emilia de la situación de la mujer actual.

 Hoy me pregunto qué diría Perkins Gilman sobre las declaraciones de Pablo Casado sobre la utilidad de la maternidad para contribuir al crecimiento del Estado. Seguramente pensaría que son la base de una distopía.

15 oct 2019

“Tiembla la tierra a nuestro paso / Pedimos el habla”:

“Tiembla la tierra a nuestro paso / Pedimos el habla”: cómo recuperar a escritoras latinoamericanas olvidadas.

Numerosas autoras talentosas han sido marginadas de la historia de la literatura. 

 La poeta Luna Miguel las reivindica en su nuevo libro.

 
La escritora Glauce Baldovin, retratada por Bibiana Fulchieri. 
La escritora Glauce Baldovin, retratada por Bibiana Fulchieri. 
La poesía no da de comer, aunque la amo profundamente y me ha ayudado a soportar trances muy duros de mi vida”.
Lo dijo Glauce Baldovin en una entrevista después de retirarse como profesora de talleres de poesía. 
La argentina, nacida en Río Cuarto en 1928, se dedicó con pasión a las palabras, pues todo lo que la literatura le daba parecía llenar cuanto la vida le había ido quitando. 
 Baldovin fue militante del Partido Revolucionario de los Trabajadores y en 1976 pudo ver cómo la dictadura le arrancaba a su hijo, desaparecido tras un arresto clandestino durante su servicio militar. 
Baldovin no quería llamarlo “desaparición”, sino “secuestro”. 
La ausencia le dolió tanto que le llevó a dedicar una veintena de poemas a todos los desaparecidos por la violencia dictatorial en Argentina. 
Recogidos en su poesía completa Mi signo es de fuego (Caballo Negro, 2018), tal vez aquellos fueran sus versos más hondos:
 “Yo sé que estoy parada sobre muertos sin tumbas sin cruces sin montículos / que quizá camino sobre ellos / o que escupo en la tierra que los guarda”.
En verdad, no hay nada más que hondura en la obra de Baldovin, para quien la pobreza, la pérdida y el síndrome de impostora fueron una constante. 
En uno de los prólogos a Mi signo es de fuego, Elena Anníbali asegura que la obra de la argentina podría resumirse en una palabra: despojo. 
Y cree que esa palabra no sólo define el carácter visceral de Baldovin, sino que desgraciadamente también dibuja el recuerdo de una escritora que el canon literario de Argentina ocultaría como al más mundano de los desechos.

Glauce Baldovin, fallecida en 1995 y cuya poesía es difícil de encontrar incluso en el circuito de librerías de su país de origen, se convirtió así en otra de las muchas escritoras que todavía hoy esperan al margen de la Gran Historia de la Literatura, pero que poco a poco y gracias al trabajo de muchas estamos empezando recuperar.
La misma Anníbali lo asegura así en el prólogo:
 “La Historia, en tanto que relato oficial y de conveniencia, la escriben los vencedores. 
 Pero detrás, a los costados, por encima, evadiéndose por las grietas del mismo relato clausurado […] van colándose la memoria personal, la memoria social, que complejizan y muchas veces socavan aquella primera Verdad”
. Entonces, ¿esa es la manera de recuperar la escritura de las mujeres?
 ¿Ha llegado el momento de hablar desde la grieta? ¿Para eso era necesaria nuestra participación en las campañas de #LeoAutorasOct o en el Día de la Escritora? 
¿Nos corresponde a nosotras el trabajo de barrer la tierra y escarbar con las uñas hasta dar con la vasija, y luego con el hueso, y luego con la roca, hasta desvelar el yacimiento?
Leer a Glauce Baldovin nos concede una respuesta a todas esas preguntas: “El silencio es la violencia / pero más violencia es mezclar las palabras / confundirlas / trastocarlas / para que el silencio se vuelva error”.
Glauce Baldovin, fallecida en 1995 y cuya poesía es difícil de encontrar incluso en el circuito de librerías de su país de origen, se convirtió así en otra de las muchas escritoras que todavía hoy esperan al margen de la Gran Historia de la Literatura, pero que poco a poco y gracias al trabajo de muchas estamos empezando recuperar.
Como nos lo concede el cuidado de Ana Ilce Gómez (1945-2017), originaria de la comunidad indígena de Monimbó, de Nicaragua, y autora de una obra breve pero imponente que en 2008 recogió Sergio Ramírez en una edición de Pre-Textos:
 “Pedimos la memoria y los recuerdos / Cruje la tierra a nuestro paso / Pedimos la sal y la ventura / Tiembla la tierra a nuestro paso / Pedimos el habla”.
Como nos lo concede la poesía de Carmen Ollé (1947), uno de los iconos de la poesía de Perú, que, aunque tiene una obra extensa y reconocida, es siempre recordada por haber firmado Noches de adrenalina, uno de los textos más importantes de la literatura feminista latinoamericana: 
“¿Escribir es una veleidad que dice o disiente / para una mujer casada? / ¿Sylvia Plath y su Hollywood sin ventanas / o las cartas revolucionarias de Diane di Prima? / ¿La liberación del planeta parte de mi liberación / y esta necesidad es elitista? /
 Un cuerpo que sufre insoportablemente exige / al margen del sistema solar y las estrellas / su liberación inmediata”.

O como nos lo concede el humor de Rosario Castellanos (1925-1974), quien, como otras mujeres de la literatura mexicana de principios de siglo XX —Josefina Vicens, Elena Garro, Pita Amor, Enriqueta Ochoa…—, ha tenido problemas para perdurar en las grandes bibliotecas, tal vez debido a esa militancia que algunos le afeaban: 
“¿Mujer de ideas? No, nunca he tenido una. / Jamás repetí otras (por pudor o por fallas nemotécnicas). / ¿Mujer de acción? Tampoco. / 
Basta mirar la talla de mis pies y mis manos. / Mujer, pues, de palabra.
 No, de palabra no. / Pero sí de palabras, / muchas, contradictorias, ay, insignificantes, / sonido puro, vacuo, cernido de arabescos, / juego de salón, chisme, espuma, olvido.
 / Pero si es necesaria una definición / para el papel de identidad, apunte / que soy una mujer de buenas intenciones / y que hay pavimentado / un camino directo y fácil al infierno”.
Dice la poeta Amalia Bautista en una introducción a la antología Juegos de inteligencia (Renacimiento, 2011), de Rosario Castellanos, que “quizá sorprenda su falta de pudor para hacer público lo privado, para lanzarse a la autobiografía desde cualquier género literario.
 En el fondo y sin esfuerzo, ella sabía que estaba hablando de una biografía universal”. 
Esa confianza de Bautista en que de una vez por todas empecemos a leer la literatura escrita por mujeres con los ojos vacíos de prejuicios me recuerda a esa otra cita de Chris Kraus en la que la novelista estadounidense se preguntaba “por qué todos piensan que las mujeres se degradan a sí mismas cuando exponen las condiciones de su degradación”. 
En ambos casos, lo que se exige es la aceptación de la biografía de la escritora como tema literario. 
La aceptación de sus despojos, de sus miserias, de cualquier otro aspecto de su vida que ella quiera utilizar en su escritura.
“Tiembla la tierra a nuestro paso  Pedimos el habla”: cómo recuperar a escritoras latinoamericanas olvidadas
Pero es que recuperar la escritura de las mujeres no tiene que ver sólo con lo que ellas escriben, sino desde dónde lo escriben. 
Porque tal vez la poesía no dé de comer, pero el cuerpo que la escribe sí necesita alimentarse de un reconocimiento que a fuerza de contradecir a los autoproclamados “vencedores” hoy parece iluminarse.
 Y queda mucho trabajo.
 Pero como canta Baldovin: 
“No eligió el silencio. Quizá desde niña alguien la fue empujando. Alguien le dijo no te tires al suelo no saltes la soga no toques ese gato. Alguien que hablaba mucho. Que no escuchaba. ¿Quién sabe?”.
Luna Miguel es poeta, escritora y autora de ‘El coloquio de las perras’, que publica Capitán Swing el 14 de octubre.