Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

1 sept 2017

Alaska y Mario Vaquerizo salvan a Bibiana Fernández de Hacienda

La pareja compra la casa de la artista que ha tenido que vender en 500.000 euros para poder hacer frenta a una deduda con la Agencia Tributaria.

 

Mario Vaquerizo, Alaska, Bibiana Fernádez, y Manuel Bandera.
Mario Vaquerizo, Alaska, Bibiana Fernádez, y Manuel Bandera. GTRES

Bibiana Fernández ha vivido unos meses complicados por una deuda con Hacienda que le obligó a poner a la venta su casa de Boadilla del Monte, en la que ha vivido muchos años para trasladarse a otra más pequeña en el centro de Madrid. 
La fecha tope para la operación debía de ser el 21 de agosto, cuando cumplía el plazo dado por la Agencia Tributaria.
 Bibiana logró su propósito y formalizó la venta. De todo ello ha dado cuenta en sus redes sociales. 
Ahora la musa de Pedro Almodóvar ha desvelado que los compradores de su casa han sido dos de sus mejores amigos Alaska y Mario Vaquerizo, que han pagado por ella cerca de 500.000 euros.
 La propia Bibiana ha sido la encargada de anunciar de lo más feliz esta noticia en su Instagram: 
"Familia por terminar de un modo alegre, los que me seguís de continuo, recordaréis y día puse un cartel,
 Y cuando menos lo esperas todo sale bien, pues si entre otras muchas cosas, ellos se quedan con la casa, no puede estar en mejores manos, volveremos cienes y cienes de veces, el patrimonio emocional que al final es lo que más me importa, #davidelfinforever un olivo de mis compadres el abeto de Miguel nadie los cuidara como ellos, quiero hacer una foto, como la rendición de breda pero hoy no teníamos Producción feliz noche os amo".
La casa que ahora es propiedad de Alaska y Mario Vaquerizo cuenta con una planta baja en la que hay tres dormitorios, uno de ellos a modo de suite con un gran vestidor y un baño con hidromasaje y jacuzzi, otros dos baños, una amplia cocina abierta al salón, un comedor con chimenea y amplios ventanales con vistas a un terreno ajardinado de 1.913 metros cuadrados que incluye piscina, trastero y garaje.
La intérprete de Tacones lejanos llevaba más de un año intentando vender esta propiedad para conseguir dinero que le permitiera hacer frente a este pago y poder salvar con la misma operación las dos propiedades que posee a su nombre en Málaga.
A los tres, además, de una gran amistad les une el trabajo. 
Tras un periodo de descanso Bibiana Fernández, Alaska y Mario Vaquerizo retomarán la función El amor sigue en el aire, con la que llegará al Teatre Tívoli de Barcelona el próximo diciembre y en la que también participa Manuel Bandera.

El estilo pijama se impone entre los famosos

Victoria Beckham, Jessica Alba o Rihanna, entre las celebridades que han apostado por esta prenda para dormir como vestuario más 'cool'.

 













Victoria Beckham es una firme defensora de este estilo. La diseñadora lo ha incluido en su colección.

Heidi Klum, una de las modelos más veteranas, se suma a la tendencia de llevar lenceria en la calle.
La periodista Sara Carbonero fue una de las primeras españolas en sumarse a este tendencia.





Jessica Alba eligió este kimono de Dolce & Gabanna para la premiére de 'My Bloody Valentine' en 2009. Chiara Ferragno, icono de moda, fue una de las primeras en apuntarse a esta tendencia.

Siete días horribles de Isabel II


Lady Di
Corbys via Getty Images
 
Diana de Gales murió un 31 de agosto de 1997. 
En vida le había lanzado un enorme órdago a la corona británica. 
No se calló al sentirse humillada por su marido y pidió el divorcio, que logró en 1996.
 Y si viva y libre Lady Di fue ya incomoda para su familia política, muerta iba resquebrajar los cimientos de la monarquía.
 Diana obligó a toda una reina de Inglaterra a mostrar sus sentimientos y enfrentarse a la creciente ira de sus súbditos, que por un breve instante quisieron verla abdicar. Este es el recuento de aquellos siete días de 1997 a través de los ojos de los corresponsales y enviados especiales de EL PAÍS, que contaron todos los detalles de una semana agónica para Isabel II. 
 

01/09/97: No habrá funeral de Estado

Siete días horribles de Isabel II
AFP
Dos días después de la muerte de Lady Di, la casa de Windsor y el Gobierno de Tony Blair deciden que se la enterrará con solemnidad, pero sin pompa. 
Misa en la abadía de Westminster y entierro privado.
 No habrá ni funeral de Estado -el que recibió Winston Churchill- ni funeral real.
Pero si bien Diana ya no era reconocida como "su alteza real" y el antagonismo entre ella y los Windsor abrió una brecha irreparable, la divorciada princesa de Gales seguía siendo, como madre de Guillermo, el heredero de la corona, una figura emblemática de primer orden.
 La Reina permitió sólo una anomalía: al repatriar el ataúd de París, iba cubierto con el estandarte real, algo reservado solo para la corona y sus familiares directos. Sin embargo, los ramos se amontonan a las puertas del palacio de Kensington, donde vivía Diana tras su divorcio. El pueblo no olvida.

03/09/97: Ira popular

Siete días horribles de Isabel II
Corbis
La discreta ceremonia no podrá serlo. 
Las muestras de indignación popular llevan a la Reina a ampliar el recorrido del cortejo fúnebre para que pueda verlo más gente desde la capilla de St. James a la abadía de Westminster.
 "Estamos complacidos por estos nuevos arreglos", declaró un portavoz del Gobierno de Tony Blair, que, según fuentes políticas, realizó intensas gestiones para vencer la renuencia de Buckingham a modificar el plan original.
Pero la Reina aún tiene reservas.  
Palacio se abstenía hasta la noche previa de confirmar si la reina Isabel asistiría a la ceremonia de Westminster. 
El diario popular The Sun criticó a la Familia Real exhortándola a que demuestre "dónde está el corazón de los Windsor". 
"No ha salido una sola palabra de los labios reales, no se ha derramado una sola lágrima en público... Es como si nadie en la Familia Real tuviera alma".
También se debatía si Elton John, amigo de Diana a quien la princesa consoló cuando lloró durante el funeral de Gianni Versace, debería o no entonar un himno en el funeral. 
De hecho, la corona ni siquiera sabe si permitirá a los dos hijos de Diana acompañar al féretro.  

04/09/97: Poca emoción real

Siete días horribles de Isabel II
Getty Images
Finalmente, la familia real decide mostrar emoción. Primero: Andrés, duque de York, y el Príncipe Eduardo visitan el lugar donde los británicos han depositado miles de flores en señal de dolor en Londres y la multitud les increpa.
 Segundo: la Reina acude a una pequeña ceremonia religiosa en Escocia con su marido Felipe, su hijo Carlos y sus dos nietos.
 Tercero: la Reina cancela, por fin, sus vacaciones y se dirige a Londres.
De camino, Isabel II acepta que haya famosos en el funeral y que Elton John cante su éxito Candle in the wind, que compuso para Marilyn Monroe y que adapta ahora para Diana despidiéndola como "la rosa de Inglaterra". 
Sin embargo: hasta la fecha, la Casa Real sólo ha emitido dos comunicados expresando dolor pero sin mencionar a Diana. 
Y la bandera no ondea a media asta en Buckingham, algo que molesta a los londinenses

05/09/97: "La reina daba pena"

Siete días horribles de Isabel II
Finalmente, Isabel II se dirige a la nación en un discurso televisado que se recordará siempre. 
En un mensaje personal de tres minutos, el primero en directo de su vida, elogió reiteradamente a Diana, mencionándola al fin por su nombre de pila.
 La soberana describió a la Princesa de Gales como "un ser humano excepcional" al que, dijo, "admiré y respeté por su energía, aliento y, sobre todo por su devoción a sus hijos". 
Otro elemento que dio carácter extraordinario a su mensaje fue el hecho de que jamás había empleado expresiones tan personales como aquella admisión de que hablaba a sus súbditos no sólo como reina sino también como abuela y que lo hacía "de corazón". 
 Eligió, para mayor efecto, un trasfondo espectacular.
 De espaldas a un ventanal abierto se podía ver a la multitud de dolientes que ayer continuaban colocando ramos de flores, tarjetas, globos y animales de peluche a las puertas de la residencia real. 
Poco antes, vestida íntegramente de negro y acompañada de su marido, el Príncipe Felipe, había salido brevemente de Buckingham para inspeccionar el mar de flores a las puertas de su residencia.
 Luego se aproximó a la multitud y con expresión triste y serena aceptó algunos ramos de flores que entregaba luego a sus secretarios.
Kay Foulger, un ama de casa de Cumbernauld (Escocia), le dijo: 
 "Majestad, es usted muy valiente de venir a vernos. Se lo agradecemos". 
 Foulger declaró más tarde: "La reina estaba al borde de las lágrimas. Sus ojos estaban enrojecidos". 
"La reina daba pena", comentó por su parte Joan Walker, otra señora de 65 años que le extendió la mano a Isabel II.
La bandera de Buckinkgham, finalmente, sí ondearía a media asta.
 Isabel ordenó que el estandarte real del palacio de Buckingham fuera temporalmente reemplazado por la bandera británica y que fuera arriado hasta medio mástil. 

06/09/97: La corona se rinde ante Diana

Siete días horribles de Isabel II
Getty Images
En principio, se pensaba que 100.000 personas acompañarían a Diana en su último viaje.
 Al final fueron dos millones.
 Sus hijos y su exmarido acompañaron el féretro hasta la abadía de Westminster.
 Allí, 2.000 invitados presididos por la reina Isabel II escucharon una diatriba contra la prensa a cargo del conde Spencer, hermano de Diana, palabras emocionadas del primer ministro Tony Blair y el triste estreno del Goodbye, England's Rose de Elton John. 
Sentados en primera fila, el príncipe Carlos, exmarido de Diana, y sus dos hijos, Guillermo, de 15 años, y Enrique de 12, fueron los primeros en depositar lirios blancos al pie del catafalco azul sobre el que descansaba el ataúd cubierto con el estandarte de la realeza.
Más significativo fue un posterior gesto que dejó atónitos a muchos: la reina Isabel, en un gesto sin precedente en la historia de la corona, inclinó levemente la cabeza en señal de respeto hacia su controvertida exnuera.

La variedad de la concurrencia a la ceremonia en Westminster reflejó gráficamente la amplia gama le intereses de la princesa. 
 Artistas como Luciano Pavarotti y George Michael se codearon con personalidades como Hilary Clinton. Políticos como Blair se sentaron a metros de excompañeras de estudio de Diana.
 Pero ni siquiera sus más íntimos allegados pudieron acompañarla hasta la tumba. 
Los Spencer insistieron en un entierro privado y reservado al círculo más cercano de la familia.

Lady Di
Corbys via Getty Images
Diana de Gales murió un 31 de agosto de 1997. En vida le había lanzado un enorme órdago a la corona británica. No se calló al sentirse humillada por su marido y pidió el divorcio, que logró en 1996. Y si viva y libre Lady Di fue ya incomoda para su familia política, muerta iba resquebrajar los cimientos de la monarquía. Diana obligó a toda una reina de Inglaterra a mostrar sus sentimientos y enfrentarse a la creciente ira de sus súbditos, que por un breve instante quisieron verla abdicar. Este es el recuento de aquellos siete días de 1997 a través de los ojos de los corresponsales y enviados especiales de EL PAÍS, que contaron todos los detalles de una semana agónica para Isabel II.

01/09/97: No habrá funeral de Estado

Siete días horribles de Isabel II
AFP
Dos días después de la muerte de Lady Di, la casa de Windsor y el Gobierno de Tony Blair deciden que se la enterrará con solemnidad, pero sin pompa. Misa en la abadía de Westminster y entierro privado. No habrá ni funeral de Estado -el que recibió Winston Churchill- ni funeral real.
Pero si bien Diana ya no era reconocida como "su alteza real" y el antagonismo entre ella y los Windsor abrió una brecha irreparable, la divorciada princesa de Gales seguía siendo, como madre de Guillermo, el heredero de la corona, una figura emblemática de primer orden.
La Reina permitió sólo una anomalía: al repatriar el ataúd de París, iba cubierto con el estandarte real, algo reservado solo para la corona y sus familiares directos. Sin embargo, los ramos se amontonan a las puertas del palacio de Kensington, donde vivía Diana tras su divorcio. El pueblo no olvida.
Lee aquí la crónica de Juan Carlos Gumucio en Londres el 2 de septiembre de 1997.

03/09/97: Ira popular

Siete días horribles de Isabel II
Corbis
La discreta ceremonia no podrá serlo. Las muestras de indignación popular llevan a la Reina a ampliar el recorrido del cortejo fúnebre para que pueda verlo más gente desde la capilla de St. James a la abadía de Westminster. "Estamos complacidos por estos nuevos arreglos", declaró un portavoz del Gobierno de Tony Blair, que, según fuentes políticas, realizó intensas gestiones para vencer la renuencia de Buckingham a modificar el plan original.
Pero la Reina aún tiene reservas. Palacio se abstenía hasta la noche previa de confirmar si la reina Isabel asistiría a la ceremonia de Westminster. El diario popular The Sun criticó a la Familia Real exhortándola a que demuestre "dónde está el corazón de los Windsor". "No ha salido una sola palabra de los labios reales, no se ha derramado una sola lágrima en público... Es como si nadie en la Familia Real tuviera alma".
También se debatía si Elton John, amigo de Diana a quien la princesa consoló cuando lloró durante el funeral de Gianni Versace, debería o no entonar un himno en el funeral. De hecho, la corona ni siquiera sabe si permitirá a los dos hijos de Diana acompañar al féretro.
La Reina sigue de vacaciones en el castillo escocés de Balmoral.
Lee aquí la crónica de Juan Carlos Gumucio en Londres el 4 de septiembre de 1997.

04/09/97: Poca emoción real

Siete días horribles de Isabel II
Getty Images
Finalmente, la familia real decide mostrar emoción. Primero: Andrés, duque de York, y el Príncipe Eduardo visitan el lugar donde los británicos han depositado miles de flores en señal de dolor en Londres y la multitud les increpa. Segundo: la Reina acude a una pequeña ceremonia religiosa en Escocia con su marido Felipe, su hijo Carlos y sus dos nietos. Tercero: la Reina cancela, por fin, sus vacaciones y se dirige a Londres.
De camino, Isabel II acepta que haya famosos en el funeral y que Elton John cante su éxito Candle in the wind, que compuso para Marilyn Monroe y que adapta ahora para Diana despidiéndola como "la rosa de Inglaterra".
Sin embargo: hasta la fecha, la Casa Real sólo ha emitido dos comunicados expresando dolor pero sin mencionar a Diana. Y la bandera no ondea a media asta en Buckingham, algo que molesta a los londinenses.
Lee aquí la crónica sobre Isabel II de Juan Carlos Gumucio.
Lee aquí la crónica sobre Elton John

05/09/97: "La reina daba pena"

Siete días horribles de Isabel II
Finalmente, Isabel II se dirige a la nación en un discurso televisado que se recordará siempre. En un mensaje personal de tres minutos, el primero en directo de su vida, elogió reiteradamente a Diana, mencionándola al fin por su nombre de pila. La soberana describió a la Princesa de Gales como "un ser humano excepcional" al que, dijo, "admiré y respeté por su energía, aliento y, sobre todo por su devoción a sus hijos". 
Otro elemento que dio carácter extraordinario a su mensaje fue el hecho de que jamás había empleado expresiones tan personales como aquella admisión de que hablaba a sus súbditos no sólo como reina sino también como abuela y que lo hacía "de corazón". Eligió, para mayor efecto, un trasfondo espectacular. De espaldas a un ventanal abierto se podía ver a la multitud de dolientes que ayer continuaban colocando ramos de flores, tarjetas, globos y animales de peluche a las puertas de la residencia real. 
Poco antes, vestida íntegramente de negro y acompañada de su marido, el Príncipe Felipe, había salido brevemente de Buckingham para inspeccionar el mar de flores a las puertas de su residencia. Luego se aproximó a la multitud y con expresión triste y serena aceptó algunos ramos de flores que entregaba luego a sus secretarios.
Kay Foulger, un ama de casa de Cumbernauld (Escocia), le dijo: "Majestad, es usted muy valiente de venir a vernos. Se lo agradecemos". Foulger declaró más tarde: "La reina estaba al borde de las lágrimas. Sus ojos estaban enrojecidos". "La reina daba pena", comentó por su parte Joan Walker, otra señora de 65 años que le extendió la mano a Isabel II.
La bandera de Buckinkgham, finalmente, sí ondearía a media asta. Isabel ordenó que el estandarte real del palacio de Buckingham fuera temporalmente reemplazado por la bandera británica y que fuera arriado hasta medio mástil.
Lee la crónica sobre el estandarte de Buckingham.
Lee la crónica original sobre el discurso de la Reina. 

06/09/97: La corona se rinde ante Diana

Siete días horribles de Isabel II
Getty Images
En principio, se pensaba que 100.000 personas acompañarían a Diana en su último viaje. Al final fueron dos millones. Sus hijos y su exmarido acompañaron el féretro hasta la abadía de Westminster. Allí, 2.000 invitados presididos por la reina Isabel II escucharon una diatriba contra la prensa a cargo del conde Spencer, hermano de Diana, palabras emocionadas del primer ministro Tony Blair y el triste estreno del Goodbye, England's Rose de Elton John. Sentados en primera fila, el príncipe Carlos, exmarido de Diana, y sus dos hijos, Guillermo, de 15 años, y Enrique de 12, fueron los primeros en depositar lirios blancos al pie del catafalco azul sobre el que descansaba el ataúd cubierto con el estandarte de la realeza.
Más significativo fue un posterior gesto que dejó atónitos a muchos: la reina Isabel, en un gesto sin precedente en la historia de la corona, inclinó levemente la cabeza en señal de respeto hacia su controvertida exnuera.
La variedad de la concurrencia a la ceremonia en Westminster reflejó gráficamente la amplia gama le intereses de la princesa. Artistas como Luciano Pavarotti y George Michael se codearon con personalidades como Hilary Clinton. Políticos como Blair se sentaron a metros de excompañeras de estudio de Diana. Pero ni siquiera sus más íntimos allegados pudieron acompañarla hasta la tumba. Los Spencer insistieron en un entierro privado y reservado al círculo más cercano de la familia.
Lee la crónica sobre el funeral.
Lee aquí la crónica sobre la canción de Elton John.
Por Lola Galán (2007) Reportaje: Diana, una década después  



Por Manuel Rivas (1997)
Retrato de una princesa sobre un campo de minas

Siete días horribles de Isabel II
ESPECIAL: 20 años sin Lady Di 

El folklórico desprestigio del mensaje......................... Juan Cruz

A la Generalitat no le ha gustado que 'El Periódico de Catalunya' diera a conocer que los Mossos recibieron de la CIA el aviso de que en La Rambla podría haber un atentado.

 

El conseller de Interior de la Generalitat Joaquim Forn y del Mayor de los Mossos d'Esquadra Josep Lluís Trapero. Foto: Joan Sanchez. Vídeo: ATLAS
No gustan las noticias.
 Es un hecho. A veces, y esto es muy peligroso, tampoco gustan las advertencias.
 Por eso no gusta el periodismo: se desprecia, se menosprecia, se insulta.
 Para que calle.
 Lo retuercen con el objeto de hacerlo increíble. 
Dicen que miente para mentir ellos mejor.
 Pero el periodismo da noticias: esto pasó. 
También advierte: esto pasó y también pasó esto otro, o pudo haber pasado. 
Y pudo haber pasado por esto.
 Además, nos llegó por esta fuente y por esta otra.
 Eso es lo que no gusta: que se haya investigado, que sea honesta la verdad.
 A la Generalitat no le ha gustado que El Periódico de Catalunya diera a conocer un mensaje al que ha tenido acceso: los Mossos recibieron de la CIA el aviso de que en La Rambla podría haber un atentado en verano. 
Tampoco le gustó que de eso se hicieran eco otros medios, entre otros éste. “Maniobra de desprestigio”. Si Franco levantara la cabeza.

Suele pasar. El mensajero es peor que el mensaje. 
El asunto era, en palabras de las más altas dignidades de la Generalitat, que el mensaje jamás existió. 
Pero el mensaje tocó dos veces y ahí está, palabra por palabra, ese mensaje grave al que nadie hizo caso.
 Y cuando se publica el documento se convierte en un arma de los enemigos del procés.
 Y desde el ejército en armas de la Generalitat se lanza contra el diario de Enric Hernández y contra quienes osan prolongar su información las hordas del desmentido.
 Traición. Periodistas que parecían proclives se convierten en fachas de pronto, sólo porque dan crédito a la información que contiene ese mensaje desoído. 
La confusión es total, pero en medio el mensaje empieza a hacerse presente como una piedra que quema.
En ese incendio la Generalitat trata de salvar almas benditas, como la del president, que antes de que se lo preguntaran ya había dicho que ellos no habían recibido nunca advertencias en tal sentido
. En el periodo en que todas las culpas eran de la Policía Nacional y todas las virtudes eran de los Mossos parecía que lo malo era de aquellos, lo bueno era de éstos y lo inevitable era del destino. 
Y de pronto surge un mensaje que parece de plomo candente, “una pesadez”, en términos coloquiales. 
“Es mentira”, dicen hasta hartarse, “no hubo mensaje”. 
Vale, no hubo, pero aquí está. 
Y algo pasa que le da alas a los que desvirtúan el mensaje: en Madrid hicieron caso omiso; está mal escrito, no parece de la CIA. Vale.
 En Barcelona los Mossos tampoco se lo creen.
 Interesante historia, en todo caso:¿te avisan de que algo grave te puede tocar en tu propia casa y tú no investigas qué pasa en el cuarto principal, en el cuadro de los plomos, o donde está lo más delicado? 
¿Te nombran La Rambla en un mensaje de mayo, te dicen que la cosa puede estallar en verano y tú no lo tomas en cuenta? 
No, claro que no: es que el mensaje tenía cacofonías, faltas de ortografía, no tenía membrete.
 Un mensaje es un mensaje.
 Es cierto que el folklore de las redes sociales ha desprestigiado la esencia del mensaje: la verosimilitud de todo lo que se expele ahí es de muy baja intensidad.
 Se escucha y se aplaude cuando te viene bien, porque viene de los tuyos; se desoye o se excluye si viene de los enemigos.
 Se escucha sólo en una dirección. 
Y lo mismo pasa con las noticias: son mensajes desatendidos si no nos vienen bien para el convento
. En este caso el convento recibió un mensaje que no oyó; cuando se convierte en noticia, ese mensaje se trata como una maniobra de desprestigio.
 Así seguiremos hasta la victoria final. Cuando miren atrás los que ahora están felices de vivir entre buenas noticias hallarán la respuesta viendo que las noticias son más tozudas que los desmentidos.
No hay disculpa, no se hizo caso ¿Por qué? no pasaba nada si en los lugares publicos se hubieran reforzado con medios para no poder pasar furgonetas....pues no...y si hicieron oídos sordos no me vengan con cuentos que no hace falta un ejercito catalán ¿Para defenderse de qué?.
Inútiles, Colau dice que no sabía nada, peor, porque debería saberlo. Vale no? Parecen excusas de niños no fui yo que fue luisito pero no le hagan caso y tengan más cuidado, las víctimas algo tendrán que decir y reciibir indemnizaciones, y ahí les duele, el bolsillo. Puigdemont con ese flequillo barato no querrá dar nada....esto está cada vez más caldeado y están los pitidos al rey, dicen que no estaba organizado, no que va, organizadisimo....vale.