Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

27 dic 2015

Soldados sin riesgo............................................................................Javier Marías

Las intenciones del Daesh están anunciadas desde el principio y son meridianas: si por sus miembros fuera, llevarían a cabo el mayor genocidio de la historia.

Desde las matanzas de noviembre en París, en España ha habido una abundante ración de reacciones y declaraciones pintorescas por parte de políticos, tertulianos ramplones (si es que esto no es una redundancia) y particulares que envían sus mensajes a la prensa o a las redes sociales.
 Lo raro es que aquí alguien guarde silencio, por falta de opinión formada, por perplejidad, por prudencia, por dudas, por no tener nada que aportar.
 Lo habitual es que a todo el mundo se le llene la boca en seguida y, con gran contundencia, empiece así: “Lo que hay que hacer es …”, o bien: “Lo que en ningún caso hay que hacer es …”
 La ufanía con que los españoles dictaminan es aún más llamativa si uno escucha a los dirigentes extranjeros mejor informados o lee a los analistas (también casi siempre extranjeros) que parecen tener alguna idea fundamentada sobre el problema: no se ponen de acuerdo, no ven con claridad qué es conveniente y qué contraproducente, un día recomiendan una alianza y al siguiente se retractan, o proponen una estrategia que dos semanas después han ­de­sechado.
 Me imagino que los jefes del Daesh o Estado Islámico se deben de estar frotando las manos al contemplar el desconcierto.
Hay quienes exigen a los occidentales que no entren en guerra, lo cual resulta imposible cuando alguien nos la ha declarado
No seré yo, por tanto, quien lance otra opinión.
 No tengo ni idea de qué es lo más adecuado para combatir y derrotar a esa organización terrorista que, a diferencia de las anteriormente conocidas, ha ocupado territorios, gobierna en ellos con puño de hierro, somete a millares de personas que no han podido huir de sus garras y les cobra impuestos, posee instalaciones petroleras con las que comercia, un ejército en regla y un aparato propagandístico que ya quisieran para sí muchas multinacionales y que sería la envidia de Goebbels si éste levantara cabeza para admirarlo.
 Si los nazis lograron lo que lograron en los años treinta, cuando no había ni televisión, da escalofríos pensar lo que pueden conseguir hoy las campañas de captación y persuasión eficaces y bien organizadas.
Y si éstas, hace ochenta años, convirtieron en asesinos o en cómplices de asesinato a la gran mayoría de los pueblos alemán y austriaco, y a buenas porciones del húngaro, el croata, el italiano, el español, el polaco y demás, no cabe descartar que el Daesh siga reclutando militantes y simpatizantes: hay que aceptar que las atrocidades atraen y tientan a numerosos individuos y que así ha sido siempre, al menos durante los periodos de fanatismo, enloquecimiento e irracionalidad colectivos, muy difíciles de frenar.
 Las intenciones del Daesh están anunciadas desde el principio y son meridianas: si por sus miembros fuera, llevarían a cabo el mayor genocidio de la historia, y acabarían no sólo con los “cruzados” (es decir, todos los occidentales), sino con los judíos, los yazidíes, los kurdos, los chiíes, los ateos, los laicos, los variados cristianos, los demócratas, los que fuman, oyen música, juegan al fútbol … En fin, sobre la tierra sólo quedarían ellos, con los pocos que sobrevivieran a su carnicería como esclavos, las mujeres no digamos. Punto.
Así que ignoro qué hay que hacer, y aún más cómo.
Pero de lo que no me cabe duda es de que han de ser combatidos y derrotados, antes o después.
Entre las declaraciones pintorescas de nuestros compatriotas algunas destacan por su cretinismo, antigua enfermedad que misteriosamente, y desde hace ya lustros, se ha hecho epidémica entre la falsa izquierda que nos rodea.
 Hay quienes exigen a los occidentales que no entren en guerra, lo cual resulta imposible de cumplir cuando alguien nos la ha declarado y empezado ya.
 Otros proponen “diálogo y empatía” con los terroristas, como si éstos estuvieran dispuestos no ya a hablar de nada, sino ni tan siquiera a escuchar, o pudieran aceptar pactos de ningún tipo. El genocida declarado, se debería saber a estas alturas, sólo admite aniquilar. Finalmente Pablo Iglesias, ante la posibilidad de que España enviara más tropas a Malí para ayudar allí a Francia, lo ha desaconsejado con la siguiente y preclara advertencia:
 “Ojo, que nuestros soldados podrían volver en cajas de madera”. ¿Ah sí?
 Es como si el susodicho recomendara no llevar a los bomberos a sofocar un incendio porque pueden volver quemados; ni a los policías a impedir un atraco o un secuestro porque pueden ser tiroteados; ni a los pilotos a volar en helicópteros y aviones porque se pueden estrellar.
Nadie desea que les ocurra nada a soldados, bomberos, policías y pilotos (y además merecerían mejor remuneración), pero la ­única manera de asegurarse de ello es que no existan, que no los haya.
 Lo que carece de sentido es tener un Ejército para que nunca intervenga ni corra riesgos, como disponer de una policía y unos bomberos que permanezcan acuartelados en las emergencias
. En España ha llegado a creerse que las tropas están para labores humanitarias y nada más. Si así fuera, nada impediría que el Daesh desembarcara en la península como si estuviéramos en el siglo VIII.
Me pregunto qué haría entonces Iglesias si fuera Presidente.
 Es probable que ordenara a los soldados no hacer frente a los invasores, no fuera a ser que regresaran de sus misiones en ataúdes.
 Claro que, en este caso, lo más seguro es que la población entera quedara decapitada y sin sepultura en los amenos campos de España.
 Porque desde antiguo es sabido que los ­sarracenos (nada peyorativo en este término: consúltese el diccionario) se han cuidado poco o nada de los cadáveres de sus enemigos infieles.
elpaissemanal@elpais.es

 

Elogio de lo pequeño................................................................. Rosa Montero

La realidad siempre está manchada, siempre es precaria y parcial. Lo mejor, entendido como utopía luminosa, no existe.

 

Entre muchas otras frases memorables, el gran Voltaire dijo esta sentencia tan conocida: Lo mejor es enemigo de lo bueno
. En mi adolescencia yo no la entendía, porque, con el maximalismo propio de la pubertad, me parecía que lo mejor siempre era mejor y punto.
 Luego fui asumiendo la naturaleza sucia de la vida, las contradicciones, las paradojas, y comprendí que la realidad siempre está manchada, siempre es precaria y parcial. Lo mejor, entendido como utopía luminosa, no existe
. Pensar que la perfecta culminación de las cosas es posible conduce a errores sin fin e incluso a espantosas carnicerías.
Los totalitarismos y fanatismos de todo tipo parten justamente de ahí, de la credulidad en los paraísos terrenales.
La frase de Voltaire es la base de una trampa lógica que se conoce como la Falacia del Nirvana y que consiste en rechazar una acción o una idea con el sucio truco de compararlas con lo mejor, con eso tan “mejor” que es inabarcable o imposible.
 Y lo malo es que muchas personas no son conscientes de la trampa del argumento, sino que se toman en serio la falacia y, cuando la sueltan, se creen estupendas.
 Son los puros y van por la vida dando lecciones.
 Seguro que conoces a más de uno. Abundan. Es una posición moral e intelectual muy gratificante: hay que pensar muy poco y además te sientes el rey del mambo.
La lucha por el progreso es muy compleja, el activismo sólo puede llevarse a cabo en campañas concretas
La Falacia del Nirvana se aviene muy bien con los prejuicios, porque son dos productos mentales que huyen precisamente de la reflexión.
 Primero hay que alcanzar la libertad política absoluta y luego se podrá luchar por los derechos de la mujer, oí decir a muchos militantes de izquierdas en los últimos años del franquismo; primero tenemos que conseguir que no haya un solo niño con hambre en el planeta y luego podremos reclamar derechos para los animales, escucho repetir tediosamente hoy.
 En octubre pasado, Malala lanzó una campaña reclamando 12 años de educación gratuita para las niñas del mundo.
 Inmediatamente surgieron airados y escandalizados comentarios del tipo de: ¿Y los niños no? ¿Los niños no merecen ser educados? O sea, venían a decir que, si no se educa a TODOS los niños de la Tierra, no se pueden sacar campañas parciales como la de Malala.
 A eso se puede responder de muchas maneras; resulta que el 80% de los analfabetos que hay en el mundo son mujeres; resulta que las chicas son especialmente ninguneadas educativamente; resulta que hay más de 60 millones de niñas que no estudian o bien porque se las relega por su sexo, o bien porque se les prohíbe el acceso al conocimiento; resulta que los integristas ponen bombas en los colegios de niñas o descerrajan tiros a las colegialas, como le sucedió a Malala.
Y, por si todo esto no fuera suficiente, además es que el mundo es amplio e inabarcable, la lucha por el progreso es muy compleja, el activismo sólo puede llevarse a cabo en campañas concretas.
 Los campos de batalla son infinitos: que cada cual pelee por las causas en las que se sienta más implicado.
Cuando todos esos moralistas escandalizados critican cosas como la campaña de Malala o la ayuda a los animales, siempre me pregunto qué estarán haciendo ellos por el hambre en el mundo o por la educación de los varones.
Así que esta es una llamada a la acción social parcial, delimitada y humilde
. Por ejemplo: hay una organización llamada Women’s Link Worldwide que me parece maravillosa. Se dedica al apoyo legal de mujeres con problemas de discriminación y a la denuncia de abusos jurídicos sexistas en todo el mundo.
 Su campo de trabajo es, pues, muy específico: derecho y discriminación femenina (ya me parece escuchar: ¿y los hombres maltratados legalmente qué?), y hacen un trabajo formidable.
Me acaban de enviar el caso de Gladys John, una nigeriana que, a los 23 años, fue traída a España con engaño y coacciones por una mafia de trata.
 Llegó en patera, fue explotada sexualmente en Madrid, le prohibían usar condón, quedó embarazada. Querían que abortara, pero ella se negó.
Fue a una comisaría a pedir la residencia; la policía no la reconoció como víctima de trata y la metió en un centro de internamiento. Women’s Link presentó una solicitud de medidas cautelares para parar su deportación, pero, antes de conseguir respuesta, Gladys fue devuelta a Nigeria con grave riesgo para su vida, porque la colocaron en manos de la mafia.
 En Women’s Link no se han rendido: ahora intentan que su caso sea admitido en el Tribunal Europeo de Derechos Humanos.
No es una historia feliz, pero, gracias a esta ONG, Gladys, y todas las otras Gladys que en la Tierra existen, tienen cierta esperanza, alguien que las defienda y hable por ellas.
Gracias a Women’s Link conocemos la humilde historia de esta nigeriana.
 Basta con conseguir salvar a una Gladys para cambiar el mundo.
Viva lo pequeño.
@BrunaHusky
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www.rosamontero.es

Luces y sombras de este tiempo.......................................................................... Juan Cruz

El filósofo Emilio Lledó de 88 años, y la poeta Elena Medel, de 30, se juntan para hablar. Parten de los atentados de París y acaban en las hojas del Retiro.


Elena Medel. Me parece frívolo poner palabras a algo para lo que no hay nada que decir... Los atentados contra Bataclan son ataques contra la alegría.
 Cómo lo ponemos en palabras, cómo reaccionamos con la mirada.
Emilio Lledó. Es imposible hablar hoy de felicidad cuando ves las noticias.
 Te emborrachan... Nos están haciendo perder el pudor de la mirada. Yo he visto la muerte de verdad, a los diez años, en la guerra.
No acepto la impudicia que nos lanzan a los ojos. Cómo se crean los monstruos fanáticos capaces de generar esa violencia con la que ha empezado y con la que está acabando el año.
E. M. Me preocupa lo cotidiana que se nos hace esa presencia; nos horroriza un atentado como el de Bataclan por el contexto en que se sitúa, pero dos o tres días más tarde sigue nuestra vida corriente.
E. Ll. Estamos cayendo en un mundo en el que no sabemos lo que vemos, ni lo entendemos.
 Nos lo dan visto, interpretado, y, en mi opinión, nos lo dan manipulado.
E. M. Escuchándole pienso si realmente tenemos herramientas para saber, para conocer. No sé si el acceso a las herramientas se dificulta cada vez más; están acostumbrándonos a no indagar, a no hacernos preguntas.
E. Ll. A conformarnos. A perder la curiosidad por descubrir. De esa conformidad viene lo disforme, la disformancia (¡no lo aceptaría la Academia, pero a qué es bonita la palabra!).
E. M. Es verdad, porque la mayoría de las palabras no significan lo que dice el diccionario, sino lo que quiere quien las usa.
El lenguaje es la herramienta más inteligente.
E. Ll. ¡Es lo que somos! Es el principio de la sabiduría, pero también el lenguaje es el principio del engaño si nos lo manipulan...
Resbalamos, nos deslizamos por las palabras. La poesía puede parar ese resbaladero.
¿Qué palabras les han desconcertado recientemente?
E. M. Silencio es una gran palabra.
E. Ll. La palabra indecencia, sobre todo porque tiene que ver con el presente.
 Me parece que una de las indecencias más grandes que está pasando hoy en España es la degeneración de la gente; la indecencia que no es sólo corromper bienes, es una desvergüenza y un engaño. Pero es también como se corrompe la mente de la gente.
E. M. Tiene que ver con la falta de conciencia de los derechos del otro. En determinados oficios es fundamental saber que hay otro al otro lado.
E. Ll. Y que eres responsable.
Esas son las sombras de este tiempo. ¿Y la luz?
E. Ll. La naturaleza. Es lo que somos.
Tus poemas, tus palabras, alguien que las piensa y las vive. Las hojas cayendo.
E. M. Y que al final, pase lo que pase, siguen cayendo.
E. Ll. Es una maravilla; me extasío ante el Retiro viendo la dulzura con la que van cayendo las hojas. A veces pongo las manos para verlas antes de que toquen el suelo.
¡Imagina que un día no haya agua ni aire!
 Por eso está bien que el año haya acabado controlando el cambio del clima.
 Porque hay un fanatismo contra el mundo, no sólo contra la vida indivual, sino contra la vida colectiva.
Mi querido profesor D. Emilio LLedó, en ests circunstancias lo que daría por oirle, me conformo con leerlo, pero haga esas reflexiones cuando nos daba clase y le oía de tal manera que no podía tomar apuntes, cojia sensaciones como las que describe con las hojas que caen para tapar el mal que nos imponen los que jamás fueron reflexivos sino sanguinarios, escriba para que le pueda escuchar bien y siempre cuentenos el mito del "Caverna de Platón, para que salgamos a la realidad elegida por nosotros y no la que nos imponen con tanto descaro.
Juegan con nuestra alegria para que quedemos encerrados en la ocuridad de muerte, de demagogias, fanatismo, y tristeza.
La vida es bella ya verás dijo Goytisolo a su hija, y esperando encontrar amigos y amor me despido de usted, que nos ha dado tanto y que jamás le olvido. 

 

Cynthia Rossi

Cynthia Rossi en un acto público con El Corte Inglés (Gtres)
La joven Rossi mantiene una línea pública muy parecida a la de Luis Alfonso de Borbón que consiste en salir en la prensa lo justo.
 De vez en cuando acompaña a su madre en alguno de esos viajes surrealistas en los que Carmen lo mismo se fotografía junto a un mono sonriente que una cebra de mirada lánguida. Cynthia prefiere no ser parte activa de la vida de su madre y se mantiene en la retaguardia. 
Con su hermano se lleva muy bien y cuando este viaja a París por cuestiones laborales o en calidad de duque de Anjou se suelen ver.  
Los dos son discretos y han preferido que sea su madre la que se lleve el protagonismo social.Cynthia tiene además un excelente currículum, con un perfil intelectual y cultural alto que le viene por parte paterna y su mundo de antigüedades.
 Cuando era una adolescente, empezó a pintar como afición, pero sus cualidades y aptitudes hicieron que entrara en la escuela del museo del Louvre.
 Allí se dio cuenta que podía llegar a vivir de su hobby. Al principio regalaba los cuadros, pero llegó un momento en que le aconsejaron que debía empezar a ponerles precio porque eran buenos
. Ahora ya tiene una clientela fija e incluso empresas que le encargan trabajos. 
Su paso por la fiesta de la decoración organizada por el Corte Inglés tiene que ver precisamente con su faceta artística. 



Cynthia Rossi, la hija de Carmen Martínez Bordiú y Jean Marie Rossi, se embolsará 36.000 euros por ser la imagen de un acto que tendrá lugar este martes.
 La joven vive en París, alejada del paraguas de la fama de su madre y ajena a todo lo que representa el papel cuché.
De hecho, es una de las grandes desconocidas del universo cuore. No es una habitual de los photocall nacionales y tampoco sirve de reclamo para firmas comerciales como sí hacen otras hijas de famosos que han convertido su imagen en una forma de vida.
 Pero eso no significa que no sepa ver cuándo hay que decir sí a una oferta de este tipo, sobre todo si la cifra pactada es como la que se estampa en este contrato.
Licenciada en Derecho, con un máster en criminología y autosuficiente económicamente, la hija de la nietísima ha viajado a Madrid para amadrinar este martes la nueva propuesta en decoración de El Corte Inglés.
 La cita será por la noche, en una fiesta en la que ella será la estrella. Aunque su madre sea la famosa, su caché, 36.000 euros, es muy superior a lo que cobraría ‘la Bordiú’ por el mismo acto.
En un viaje de ida y vuelta, Cynthia llegó a Madrid el domingo por la tarde, se alojó en el piso del barrio de Salamanca de su madre y ha visitado a su abuela, la duquesa de Franco. Una vez que cumpla con su trabajo se vuelve a París.
Perfil público parecido al de Luis Alfonso
Cynthia Rossi en un acto público con El Corte Inglés (Gtres)
Cynthia Rossi en un acto público con El Corte Inglés (Gtres)