Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

26 feb 2015

La marca de gafas que enloquece a los gurús de la informática...................................... Leticia García

Warby Parker, una marca de moda de máxima tendencia, es la empresa tecnológicamente más innovadora, por delante de los gigantes de Silicon Valley.

Karlie Kloss posa con unas gafas de Warby Parker. / Cordon Press

Ni Apple ni Google ni Instagram
. La famosa lista anual que publica la revista Fast Company sitúa a una marca de moda como la empresa tecnológicamente más innovadora.
 Los gigantes de Silicon Valley, que ocupan el segundo, cuarto y quinto puesto, respectivamente, han perdido la partida frente a Warby Parker, una firma de monturas de gafas que comercializa modelos de máxima tendencia
. Aunque poseen varias tiendas físicas, el grueso de su negocio procede de Internet.
 Una apuesta, cuanto menos, arriesgada, dado que el mercado de las lentes, además de estar copado por firmas de renombre (de Prada a Dolce & Gabbana y la mayor parte de las enseñas de lujo conocidas), se basa en las cientos de pruebas que el consumidor realiza frente al espejo del establecimiento.
En 2010, cuatro compañeros de la universidad de Pennsylvania, Neil Blumenthal, Andrew Hunt, David Gilboa y Jeffrey Raider, lanzaron este peculiar proyecto con poco más de 2.000 euros provenientes del fondo académico
. Lo bautizaron Warby Parker en honor a dos personajes del escritor Jack Kerouac y establecieron su sede en Nueva York
. Un año después habían logrado cerca de 40 millones de euros en financiación, poseían cerca de un centenar de empleados y habían despachado más de 100.000 gafas
. A día de hoy empresas del sector tecnológico, American Express o Mike Drexler, CEO de la firma de moda J.Crew, han invertido en una marca que durante 2014 vendió un millón de productos.
Neil Blumenthal y Dave Gilboa, dos de los creadores de la firma de gafas. / Cordon Press
La clave de su éxito reside, como apuntaba la revista GQ, en ser “El Netflix de las lentes”.
 Como el famoso videoclub americano, Warby Parker basa su estrategia en adelantarse a los gustos de sus consumidores antes de que ellos mismos contemplen siquiera la opción.
Además del modelo elegido, la marca envía a casa otros cuatro seleccionados en función de las elecciones de navegación que el usuario ha hecho en su página web
. Aquella montura que ha mirado pero no le convencía del todo, esas gafas de sol que adjuntó a la cesta de compra para descartarlas en el último momento o las monturas similares en tamaño y forma a las finalmente adquiridas.
Todas se pueden probar a domicilio, durante cinco días y sin coste adicional
. A juzgar por su espectacular volumen de ventas, el ratio de devolución es casi inexistente.
¿Es Warby Parker demasiado bueno para durar?”, se preguntaba hace unos meses Wired, la biblia de los tecnófilos
. Lo cierto es que para mantener su crecimiento, la empresa está equilibrando la estrategia digital con la apertura de puntos de venta físicos.
 Sin embargo, su secreto mejor guardado sigue siendo Carl Anderson, un matemático formado en laboratorios médicos que hoy lidera el departamento de análisis de datos de la firma.
 Su papel se basa en rastrear y recopilar los cientos de indicios que cada día dejan los usuarios en la página web, analizarlos y crear algoritmos que interpreten la demanda, los deseos de compra y los posibles fallos de cada colección.
No es únicamente el diseño o el precio (menor que el de la mayoría de las monturas de firma) lo que ha convertido a Warby Parker en “la primera gran marca creada en Internet”, como afirma Fast Company, sino la aplicación del Big Data al comportamiento del consumidor.
 Su ejemplo abre un lucrativo camino hacia la unión de la ciencia computacional y la predicción de tendencias
. Por lo pronto, ha logrado que los medios especializados en tecnología aplaudan una iniciativa dedicada a la moda y antepongan sus méritos a los del todopoderoso imperio de la manzana.

 

ESPECIAL ARCO 2015 » Liliana Porter: “El precio y la obra no tienen nada que ver”................Vicente Jiménez

La artista argentina, invitada de EL PAÍS en la feria Arco de Madrid, sigue intentado descifrar el misterio de la realidad a sus 73 años.

Liliana Porter, en su estudio neoyorquino. / Fernando Sancho

El estudio de la artista argentina Liliana Porter en Nueva York no se parece en nada al estudio de un artista en Nueva York.
Los ciervos acuden por la mañana a comer brotes frescos bajo su ventana, gruesos troncos crepitan en el hogar consumidos por un fuego acogedor, tímidos pájaros rompen de vez en cuando el silencio, y el paisaje nevado que rodea el granero rojo donde trabaja sobrecoge por su armonía, como si la mano de una artista, tal vez la de ella, hubiera distribuido con gusto las curiosas formas heladas del terreno. Ni rastro de las clásicas naves del Village, Soho o Tribeca en las que ateridos artistas con guantes deshilachados, pelo revuelto y estómagos vacíos exhalan vapor de frío mientras dan forma a sus creaciones rodeados de flacas y lánguidas musas veinteañeras.
Porter llegó a esta ciudad en 1964; vive feliz en Rhinebeck, 180 kilómetros al norte de Manhattan, cerca del río Hudson, en una acogedora morada, repleta de arte y vacía de pretenciosidad, junto a otra artista, la uruguaya Ana Tiscornia.
 Las dos abandonarán esta semana su paraíso terrenal para acudir a Arco. Porter, presente en los mejores templos del arte contemporáneo, es este año la artista invitada por EL PAÍS para su espacio en la feria de Madrid.
PREGUNTA. ¿Cómo debería presentarla EL PAÍS en Arco?
RESPUESTA. Tengo 73 años. Empecé a trabajar desde muy jovencita. Mi obra comienza a definirse en 1968, en el momento del arte conceptual.
 Por tanto, soy una artista posconceptual.
P. ¿Cuál es el tema de su obra?
R. El límite entre las palabras y las cosas, entre el espacio virtual y el real.
 No parto de lo formal, sino de la idea.
 Mis ideas podrían ser las de un escritor
. Lo que me interesa es cómo definimos la realidad. Podría referirme a un vaso, por ejemplo.
 Una piensa que el vaso es real porque lo puede tocar, pero también está la memoria del vaso, la idea del vaso y cómo lo describimos emocionalmente
. Al final, existe un arquetipo abstracto del vaso
. Sin embargo, cada vez que nos acercamos a la realidad, ésta se disuelve. Eso es lo que me interesa: entrar en lo virtual y volver a lo real.
Porter presentará en Madrid tres obras que ilustran estas palabras.
 Hay, en primer lugar, dos dibujos grandes realizados sobre ocho páginas de acuarela cada uno. Uno es un círculo; el otro, un triángulo.
 El conjunto se llama El intento, porque en él hay una figura muy pequeña de un hombre que intenta completar las figuras. “Ese diminuto ser trata de llegar a la perfección porque se supone que el círculo y el triángulo son figuras perfectas”, explica la artista.
También podrán verse 24 dibujos más pequeños con temas muy diversos, habituales en Porter
. La serie se llama Últimas noticias. Por último, el visitante contemplará una tarima grande repleta de libros. De nuevo en ella aparece una figura diminuta que trata de leer los volúmenes
. La obra se llama, cómo no, El lector.
Cuando un hombre decapita a otro me siento involucrada, siento que yo también podría hacerlo”
Pese a lo limitado de la muestra, en ella están contenidas las constantes de la artista. Porter transforma objetos cotidianos.
 Desde que en 1965 fundó, junto a Luis Camnitzer, su primer esposo, y José Guillermo Castillo, el New York Graphic Workshop, su obra se mantiene fiel a esa relación engañosa con la realidad, ya sea en dibujos, grabados, fotografías, pinturas, vídeos, puestas en escena, instalaciones, intervenciones en espacios públicos o teatro. Museos como el Reina Sofía de Madrid, el Metropolitan de Nueva York, el Rufino Tamayo de México, la Tate Modern de Londres, la Biblioteca Nacional de París, la Fundación Daros de Suiza y más de 50 colecciones privadas guardan tesoros de Porter.
P. ¿Es esa búsqueda entre lo virtual y lo real lo que le lleva a practicar tantas disciplinas?
R. Una nunca sabe por qué hace las cosas
. Cuando tenía 16 años me mudé a México.
 Allí me di cuenta de que no hay un solo código de la realidad, sino muchos, y que las mismas palabras pueden significar cosas distintas.
 Después vine a Estados Unidos y aprendí otro idioma, otros códigos
. Vi cómo los idiomas transforman las cosas.
Todos esos desplazamientos me ayudaron a desestabilizar la realidad, a darme cuenta de que el orden de las cosas es un invento, de que son puras convenciones
. Es uno mismo el que inventa la realidad.
Mi actitud es esperanzadora, optimista, tiendo a la felicidad.
P. Y en esa relación con la realidad, ¿tiene alguna trascendencia el hecho de ser latinoamericana?
R. El lugar donde uno nace, los primeros códigos, los primeros años son los que te definen
. Sí, es muy importante para mí.
P. ¿Pero hasta el punto de reivindicarse como artista latinoamericana?
R. Eso es una reacción al contexto que te rodea.
 Puede ser que una esté en un contexto en el que no hay que defender una identidad.
 Pero, si tenemos en cuenta que vivo en Nueva York desde los 22 años, sí puedo decir que nunca perdí la relación con Latinoamérica. Aunque sea feliz aquí, nunca me he sentido desvinculada de América Latina.
 Ayuda el hecho de que aquí haya otro idioma, que hace que el mío, el español, puede resguardarse en un compartimento estanco, protegido. Es una suerte que ese pedazo de mi cultura quede intacto, a salvo.
Porter se instaló en Rhinebeck después de los atentados del 11-S.
 Fue una huida, una reacción a algo traumático.
 El día de los ataques estaba en España, exponiendo su obra en la Fundación Telefónica.
“Me impresionó. Vi cómo se caían las Torres Gemelas, que estaban a ocho cuadras de mi casa en Tribeca
. Cuando volví, el olor era espantoso. La esquina de mi casa estaba llena de camillas, de raciones de agua para los supervivientes… Inútil, porque murieron todos…
Tenía la sensación de que nada volvería a ser como antes”, recuerda.
Detalle de una obra de Porter, con una de sus características figuras. / Fernando Sancho
Se marchó.
Al principio se alojó en casa de su galerista, al norte del Estado. “Necesitaba ver árboles”, confiesa. El hogar en el campo de su amiga le pareció el paraíso.
 Y la mitad de barato que Manhattan.
 Vendió por mucho dinero el loft de Tribeca. “En una esquina tenía a Robert de Niro, y en la otra, a Issey Miyake
. Ni los atentados hicieron que cayera de precio”, explica. Con el dinero compró la casa de Rhinebeck, granero y terrenos incluidos, y aún le sobró para adquirir un apartamento en el West Village que le permitía seguir dando clases en el Queens College.
P. Hábleme de Nueva York.
R. Es muy importante en mi vida y en mi obra
. En Nueva York hay 300 códigos simultáneos, porque hay gente de todo el mundo. Es una ciudad muy fácil para crearte tu propia realidad
. Es desordenada, como un adolescente. Tiene toda la fuerza de los adolescentes. Se cree el centro del mundo, inmortal.
 Es lo contrario a lo europeo.
 Me gusta porque sientes que puedes hacer cualquier cosa, que los límites los fija uno mismo
. Luego está toda esa cosa de lo latino.
 A una la ponen siempre en las colecciones en la zona latinoamericana, en lugar de la parte de arte contemporáneo.
P. ¿Le molesta?
R. Es incorrecto y antiguo, pero cambiará cuando cambie la relación entre la gente.
P. ¿Qué le dio México?
R. Muchas cosas
. Cuando llegué de adolescente era la típica porteña pedante.
 Estaba en la cosa de Picasso, el arte abstracto… Pero descubrí la música, el color, el paisaje tan fuerte, un país con mucha personalidad, muy orgulloso, muy nacionalista.
Mi primera exposición la hice con 17 años. La crítica la hizo Juan José Arreola, el escritor.
Fue un lujo. México me dio mucho porque mis amigos eran escritores: José Emilio Pacheco, Carlos Monsiváis… La primera vez que leí a Borges fue a través de José Emilio Pacheco, que me lo leía. Aprendí un montón de cosas a través de ellos.
P. ¿Qué queda de aquella joven?
R. Yo siempre pienso que sigo siendo esa jovencita, pero escondida dentro de una señora, lo que te da autoridad, te invitan a exposiciones, te pagan el viaje en primera clase.
 Pero dentro sigue estando la jovencita. Es genial. Tengo la sensación de que estoy engañando a todos.
P. ¿Qué ha pretendido con su obra?
R. Para mí el arte es una constante que me ha mantenido con los pies en la tierra. Uno no tiene control de lo que hace.
 Por eso, cuando uno expone es como ponerse enfrente, verse. La reacción de la gente que más me emociona es cuando me dicen: “Gracias, me hizo bien”. Eso justifica la vida.
P. Al crear, ¿piensa en los otros?
R. Cuando escribimos o hacemos una obra, todos tenemos delante a alguien abstracto a quien nos dirigimos.
Hay gente que le tiene bronca a ese alguien, y se nota en su obra.
 A veces vas a ver una performance y sientes que el artista te tiene bronca porque piensas: ¿por qué tengo que estar dos horas viendo esta estupidez?

P. ¿Usted tiene bronca a alguien?
R. Creo que no. Yo quiero que ese otro esté contento
. Cuando hice la obra de teatro Entreactos en Buenos Aires estaba convencida de que la gente lo iba a pasar bien.
 Me interesa cómo lo pasa el otro
. Yo quiero que todo sea claro
. Por eso me gusta Borges, porque explica con claridad temas complejos.
 Cuando una cosa es complicada es porque el artista no lo tiene claro.
P. ¿Se siente una artista comprometida?
R. Yo creo que el artista debe tener algún papel.
 Lo que yo pretendo es que el otro piense conmigo. El compromiso está en lo que queremos que sea el mundo.
 A mí me gustaría cada vez saber más de esa relación con la realidad.
 Que se parezca lo que propongo a cómo actúo. Hay que ser sano, feliz.
P. ¿Le gustan las ferias de arte?
R. Son un fenómeno que ahora están en su cúspide de locura. Hay millones
. Cuando se hace la de Miami, hay 24 más simultáneamente.
P. Pero eso es un síntoma de salud en el arte, ¿no?
R. Es una cuestión del mercado
. La inversión en arte es ahora más rentable que la Bolsa o el sector inmobiliario. Es la única industria, si la podemos llamar así, que no está regulada por nada
. Uno compra una obra hoy y dentro de cuatro años vale cinco veces más. Eso no pasa en otros sectores.
P. ¿Pero la obra nace al margen del mercado o para el mercado?
R. Yo tengo muy clara la diferencia entre mi obra y el mercado
. Si no, te puedes volver loca. La Mona Lisa no es tan genial como para valer millones. Su valor depende de otras cosas.
 Yo misma, en el mercado, compito conmigo misma. Mis obras de los sesenta y los setenta valen mucho más que las actuales.
P. Y eso le satisface.
R. Es una felicidad añadida. Hay artistas muy buenos que no tienen galería donde exponer.
P. Dado que el tema de su obra es la relación con la realidad, ¿qué relación tiene con el mundo?
R. Tengo una sensación horrible.
 Siento que ecológicamente somos un desastre, que políticamente no hemos evolucionado, que no aprendemos, que somos capaces de los crímenes más siniestros
. Cuando veo que un hombre decapita a otro en televisión, el mensaje que me llega es que yo también podría hacerlo
. Es como cuando escuchas a Mozart. Te da felicidad porque piensas que tú, como humano, también podrías hacer música como esa.
 Yo me siento involucrada en esos actos.
 En ese sentido, me siento responsable.

 

Los reyes inauguran Arco y visitan el espacio de EL PAÍS................................................ Ferran Bono

"Se han interesado por los personajes de mis obras", dice Liliana Porter, la artista del estand del periódico.

Los Reyes en Arco
Los Reyes, Felipe y Letizia, con la artista argentina Liliana Poter durante la inauguración de la 34 edición de la Feria Internacional de Arte Contemporáneo (ARCO), en el stand de EL PAÍS. / Juan Carlos Hidalgo (efe)

Los reyes Felipe y Letizia han inaugurado oficialmente esta mañana la 34 edición de la feria internacional de arte contemporáneo ARCO, que se celebra en Ifema, en Madrid, y que este año dedica a Colombia
. En su recorrido por los espacios que ocupan las 218 galerías reunidas, los reyes se han detenido en la propuestas creativas de los estands más representativos de la feria , entre ellos el de EL PAÍS.
En este espacio, marcado por la sutileza y elegancia de la propuesta de Liliana Porter Últimas Noticias, los reyes se "han interesado especialmente por la presencia de los distintos personajes diminutos que pueblan mis obras, por el modo en que aparecen", explicaba la reputada artista argentina, afincada en una población cercana a Nueva York.
"La verdad es que parecían sinceramente interesados y me han hecho varias preguntas", comentaba Porter, tras el paso de la nutrida comitiva oficial, encabezada por los reyes, que fue recibida por los adjuntos a la dirección de El PAÍS, Juan Cruz y Javier Ayuso, la responsable del suplemento cultural Babelia, Berna Harbour, y  la creadora de la obra.
Formaban parte también de esa comitiva el ministro de Cultura, José Ignacio Wert, el presidente madrileño, Ignacio González, y la alcaldesa de Madrid, Ana Botella, entre otros cargos públicos. Destacaba también la presencia de Tita Cervera en compañía de su hijo y de su nuera.
Los directivos de EL PAÍS también han respondido a las preguntas de los reyes, que se han aislado unos minutos del ruido de la feria para introducirse en el mundo diminuto e inacabado de los Hombrecillos de Porter, que intentan sobrevivir frente a la inmensidad del mundo, al tiempo que conviven abrumados y admirados por la vastedad del conocimiento, simbolizado por unas pilas de libros, entre ellos, Los viajes de Gulliver y de periódicos.

 

25 feb 2015

Sienna Miller ya no es la exnovia de Jude Law............................................. Patricia Tubella

La actriz se afianza como una de las grandes promesas de Hollywood.

Sienna Miller paseando por las calles de Nueva York. / Cordon Press

Especialmente radiante en la ceremonia de los premios Oscar con un diseño en negro de Óscar de la Renta, el desfile de Sienna Miller por la alfombra roja confirmaba su estatus de joven promesa en Hollywood
. Su participación en dos de los filmes objeto de nominaciones, El Francotirador y Foxcatcher, junto su reciente debut sobre las tablas de Broadway han dado alas a la carrera de una actriz hasta ahora conocida sobre todo como la exnovia de Jude Law.
A pesar de tener a sus espaldas una considerable nómina de trabajos en el cine, al fin parece haberse sacudido ese lastre para empezar a ser tomada en serio.
Sienna Miller en los Oscar
Sienna Miller, en la pasada entrega de los premios Oscar. / Steve Granitz (WireImage)
Miller, de 33 años, acaba de tomar el relevo de la cotizada Emma Stone en la nueva producción neoyorkina del musical Cabaret.
 La actriz británico-americana, en otros tiempos una londinense de pro que no se perdía un festejo de la escena social, lleva ahora una vida más hogareña al otro lado del Atlántico, donde se ha instalado con su familia para afianzar sus ambiciones profesionales.
 “Es innegable que tenía una reputación de ser alguien un poco salvaje.
 Pero no con nadie con el que haya trabajado. Nunca llegué tarde al trabajo, y cuando estaba en el set era muy profesional... Por un tiempo la percepción que tenía el público de mí fue algo difícil de superar porque tenían una idea preconcebida muy fuerte sobre quién era”, reflexionaba la actriz en un reciente amplio reportaje en el Vogue americano.
Especialmente su rol de abnegada esposa en el El Francotirador de Clint Eastwood ha propulsado su nombre y también la ha llevado a la portada en Vanity Fair junto a lo más selecto de la joven generación de promesas del cine.
En Vogue, la intérprete posa con su hija Marlowe (2 años), fruto de su relación con el actor inglés Tom Sturridge. La pareja, que se prodiga muy poco, ha conseguido mantener un perfil bajo en términos mediáticos, probablemente porque la estabilidad no vende tanto en los tabloides como los años de turbulenta relación con Jude Law, que convirtieron a ambos en objeto de los pinchazos telefónicos del extinto dominical británico News of the World 
. A lo largo de la última década, el noviazgo con Law, la crisis al conocerse públicamente la infidelidad de él, los amagos de reconciliación y, finalmente, la ruptura definitiva han empañado la proyección de Miller como actriz. Desde su estreno en el cine con el remake de la película Alfie, ni siquiera sus elogiados papeles en cintas como Layer Cake o Factory Girl, donde interpretó a la musa de Andy Warhol, lograron que la asociación con el nombre de Jude Law pasara a un segundo plano.
Jude Law y Sienna Miller
Jude Law y Sienna Miller, en Nueva York en 2010. / Cordon Press
Es cierto que tampoco sus elecciones en el cine han sido especialmente afortunadas, decantándose por pequeños papeles en megaproducciones comerciales (Stardust, G.I.Joe: The Rise of Cobra) que poco aportaron a su currículo interpretativo, y por algún filme indie que pasó sin pena ni gloria. Pero su rostro empezó a proliferar en Hollywood, de eso se trataba, y la actriz empieza ahora a recoger sus frutos.
Cuando Miller era una principiante consiguió recabar estupendas críticas en su estreno en el West End londinense con una comedia de Shakespeare (Cómo Gustéis).
Pero los titulares de entonces no hablaron tanto de su actuación como del affaire de su novio con la niñera que se conocía al tiempo.
 Las trocas han cambiado. Su nombre figura en el reparto de la película más taquillera de la temporada (El Francotirador lleva recaudados más de 273 millones de euros) y Broadway la ha recibido por la puerta grande. Sienna Miller ha dejado de ser, finalmente, la eterna exnovia de Jude Law.