Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

1 jun 2014

Cosas que aprendimos con Pulp Fiction.................................................................................Carmen López


Pulp Fiction  
Aunque parezca mentira, hace ya 20 años que Quentin Tarantino presentó en el festival de Cannes su película Pulp Fiction, con la que consiguió básicamente dos cosas: la Palma de Oro y revolucionar al público. Detractores y entusiastas tienen en común la pasión que la cinta despierta en ellos y es que, dos décadas después, la película sigue sin dejar indiferente.
Estas son algunas de las cosas que aprendimos a través de sus diálogos, las relaciones entre sus personajes y algunas de las escenas más memorables del cine de los últimos años.
1. El mítico cuarto de libra con queso de McDonalds debe su nombre al sistema métrico americano. En Francia esa misma hamburguesa recibe el nombre de 'Royal con queso', ya que el sistema de medición europeo es diferente (aunque en España conserva su nombre original). Sin embargo, un Big Mac es un Big Mac en cualquier parte del mundo. Y en Holanda le echan mayonesa a las patatas fritas en lugar de Ketchup.
2. El camino del hombre recto está por todos lados rodeado por la injusticia de los egoístas y la tiranía de los hombres malos. Según Jules (Samuel L. Jackson) esta frase aparece en el capítulo 25, versículo 17 del libro de Ezequiel en la Biblia, aunque en realidad no es así. Pese a todo, lo repite cuatro veces durante la película, generalmente antes de apretar el gatillo
Pulp Ficion

Foto: Cordon Press
3. Ningún médico te recomendará que tomes heroína, pero si decides hacerlo no la esnifes. Un ejemplo de lo que te puede suceder es la sobredosis de Mia (interpretada por Uma Thurman) quien se encuentra una bolsa de polvo blanco en el abrigo de su acompañante y decide 'empolvarse la nariz'. Termina despertándose con una aguja clavada en el corazón en el suelo de la casa de un traficante de droga.
4. Aunque el tiempo corra y los kilos pesen, Travolta no pierde la gracia para el baile. Casi 20 años después de dar vida a Tony Manero en Fiebre del Sábado Noche, John Travolta vuelve a protagonizar una de las escenas de baile que pasaron a la historia del cine casi en el momento de proyectarse por primera vez: el 'twist 'con Uma Thurman en el Jack Rabbit Slims.
Baile
5. Un masaje en los pies puede ser muy sensual. O incluso sexual, según la posición de Vincent en su discusión con Jules acerca de un supuesto incidente ajeno con la mujer de Wallace.
6. Un batido de leche y helado, sin bourbon ni nada, puede llegar a costar 5 dólares. Y esto hace 20 años, aunque según el testimonio de Vincent después de probarlo, merecía la pena pagarlos.
Baile
7. La barriga en una mujer es sexy, mucho más que una tripa como la de Madonna cuando cantó 'Lucky Star'. Al menos según el razonamiento de Fabienne (Maria de Medeiros), que también apunta que: “Lástima que lo que resulta agradable al tacto y agradable a la vista rara vez coinciden”.
8. Un piloto es el capítulo de una serie que se rueda generalmente para que los productores decidan si será exitosa o no. Fue el único trabajo de Mia, la mujer de Marcellus Wallace (Ving Rhames), ante la cámara, según le explica Jules a Vincent antes de la cena de este último con la susodicha.
9. Una cartera que lleve grabada la frase 'hijo de puta peligroso' puede pertenecer a un acérrimo lector de la Biblia. No conviene fiarse de las apariencias.


Baile
10. Cualquier hora del día es buena para la tarta. Fabienne se lo dice a Butch (Bruce Willis) mientras le relata una larga lista de platos que piensa tomarse en el desayuno y antes de que se desate una tormenta épica en el seno de su relación.
Pulp Fiction

Foto: Everett
11. Un reloj puede ser muy importante para un hombre. Especialmente si ha ido pasando de generación en generación en una familia y alguno de sus miembros lo han llevado alojado en una cavidad corporal poco cómoda durante unos cuantos años.
Baile
12. La vida puede cambiar en cualquier momento y el que hasta hace un segundo era tu enemigo puede convertirse en tu salvador.
 Una lección que Marcellus y Butch aprendieron después de visitar los sótanos de la tienda en la que entraron peleándose, a punto de matarse. Cuando salieron habían firmado la paz.
13. Pulp. Durante los primeros segundos de la película en la pantalla puede leerse la definición de la palabra según el American Heritage Dictionary: “una revista o un libro que contiene materia escabrosa y está imprimido en papel característicamente áspero, inacabado”.




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Kendall Jenner, la 'Kardashian' más mimada de la moda.......................................................Noelia Ramirez y Francesca Rinciari (Realización)

Carne de tabloide, Kendall Jenner es mucho más que un apellido o un personaje de reality.

 

Kendall Jenner 
En el Festival de Cannes las joyas tienen más guardaespaldas que las celebridades. Existen más posibilidades de compartir ascensor con Julianne Moore que ver de cerca o sostener en las manos algunos de los diamantes que brillarán en la alfombra roja o en sus idílicas fiestas. Hombres fornidos con posturas hieráticas custodian todos sus movimientos. Las joyas son las auténticas estrellas –el año pasado un robo millonario copó más titulares que la Palma de Oro– y si no se es un vip o un exclusivo cliente, olvídese de acercarse. Al igual que los ídolos del celuloide, las piezas más preciadas se refugian en el emblemático Hotel Martinez.
Allí, donde Truffaut se encerró un mes para escribir La piel suave y Wim Wenders reunió al pedigrí del cine para rodar Chambre 666, emplaza su fuerte la firma Chopard, cuyas dos últimas plantas le pertenecen durante el certamen. En la sexta, su base de operaciones. En la séptima, el botón que todos quieren pulsar en el ascensor pero al que solamente unos pocos tendrán acceso: el venerado Chopard Lounge, una luminosa suite de amplia terraza, con vistas a Cannes y al Palacio de los Festivales, donde transitarán Penélope Cruz, Pedro Almodóvar, Sofia Coppola, Jane Fonda o Karlie Kloss, buscando un paréntesis de relajación al trajín del certamen durante el día o para bailar bajo las estrellas en la exclusiva fiesta que la firma organiza tras la entrega de su trofeo.
La chica que llega en albornoz y zapatillas es hija de Bruce Jenner, un medallista olímpico que ganó el decatlón para Estados Unidos en los juegos de 1976, convertido ahora en orador motivacional. Su madre es Kris Jenner, una azafata de vuelo que se casó con el abogado de O. J. Simpson, Robert Kardashian, antes de conocer a Bruce Jenner y volver a pasar por el altar. Todo este juego de sillas en el árbol genealógico familiar implica que Kendall y su hermana pequeña, Kylie Jenner, son hermanastras de Kim, Khloé y Kourtney Kardashian. O lo que es lo mismo, ella forma parte de esa tribu que ha hecho de lavar los trapos sucios familiares todo un negocio televisivo en el reality Keeping Up with the Kardashians. El programa, que ya va por su novena temporada en el canal estadounidense E!, renovó su contrato en 2012 por 40 millones de dólares (29.245.120 euros) y de ahí han salido varios spin offs y uno de los momentos cumbres del género: el más que cuestionado efímero enlace de 72 días entre Kim Kardashian y el baloncestista Kris Humphries. Su familia, simple y llanamente, es carne de tabloide.
Ahora que el show alcanzará otro hito con la boda que se celebró el sábado entre su hermana Kim y el megalómano cantante Kanye West (al cierre de esta edición los rumores de localización se debatían entre París, Florencia y Versalles), Kendall llega sin ganas de hablar de realities, de su familia o de cualquier tipo de enlace. Bueno, ella no. Los que llegan cerrados en banda son su férreo equipo de publicistas y relaciones públicas, que medirán sus palabras y tomarán todas las decisiones que atañen a nuestro encuentro. Ellos decidirán qué se pondrá para las fotos y qué contará en la entrevista. Ellos hacen una criba sin miramientos de cualquier referencia que no sea exclusivamente a su carrera de modelo en las grandes pasarelas. Nada de Kimye, nada de bodas, nada de los negocios con su hermana pequeña (a quien ahora se la relaciona con el hijo de Will Smith) y, mucho menos, nada de vida sentimental (Kendall supuestamente vivió un idilio con Harry Styles, líder de One Direction y actual prescriptor de tendencias).

Solo una maniquí. «Aquí Kendall viene a hablar de su carrera de modelo, no de los Kardashian», advierten.
 Ella, mientras tanto, wasapea y se queda embobada con las vistas. «¿Qué quieres que te cuente? Si solamente es una adolescente», apunta su publicista.
 Y tiene razón.
Kendall es educada, tímida y más que correcta en su trato con todo el equipo. Se comporta como cabría esperar de una chica de 19 años. Es escueta, poco reflexiva y tiene esa capacidad de repetir la palabra awesome (impresionante) más de una docena de veces en nuestro encuentro. Es, al fin y al cabo, la viva imagen de una adolescente. «Es mi primera vez aquí y esta ciudad es impresionante, el color del mar es de locos, no puedo explicar todo lo que siento», comenta mientras mira al Mediterráneo y terminan de maquillarla.



Kendall Jenner
Vestido de Givenchy, pendientes de oro blanco y diamantes y brazalete de oro blanco con diamantes y rubíes, todo de la colección Red Carpet de Chopard.
Una estrella de cine. La maniquí no parece echar de menos su Calabasas natal en California y se siente como una princesa en el festival. Un poco como Nicole Kidman en Grace de Mónaco, la película que había visto unas horas antes en la gala de apertura del certamen. «Le ha gustado porque es un cuento de hadas y a ella le encantaría vivir en uno», apunta su relaciones públicas con un mohín. Y ella nos lo corrobora. «Me encantó, fue impresionante, y, ¿sabes qué?, me sorprendió muchísimo ver a todos esos fotógrafos vestidos de esmoquin».
Kendall se refiere al tradicional posado de la alfombra roja en el Palacio de los Festivales. Allí hizo la jugada perfecta, una prueba más del estricto asesoramiento que recibe. Esperó hasta al final y posó justo antes de que apareciese el equipo de la película. Nicole Kidman la saludó a lo lejos, y se quedó completamente sola en la alfombra roja, despejada para recibir a los protagonistas de Grace de Mónaco. Una estrategia redonda para no pasar desapercibida y aparecer en todas las publicaciones de moda horas después.
Nos confirma que lee y sigue la prensa cuando hablan de ella. «Soy consciente de todo lo que se publica sobre mí o sobre mi familia, pero no quiero que me afecte. ¿Por qué voy a dejar que me estropeen el día?», apunta. No se lo arruinaron cuando se estrenó desfilando para Marc Jacobs en la semana de la moda de Nueva York a mediados de febrero. Su foto, con un top semitransparente en tono tierra confirmó las expectativas: Kendall Jenner sí iba a ser la Kardashian adoptada por las altas esferas de la moda que podría conseguir una carrera de éxito en solitario. Su físico –es alta y delgada–, la aleja del perfil de sus hermanastras y la hace idónea para la pasarela. «Con Marc ha sido mi gran paso. No sabía cómo se lo iba a tomar la gente, pero al final todo ha salido bien. No estoy jugando a ser modelo, lo único que quiero es que me tomen en serio», apunta decidida. Parece que repite un guión aconsejado a conciencia.

La hoja de ruta de su carrera ha tomado un giro crucial este 2014. Su año. Antes, su futuro parecía intrínsecamente unido al de su hermana Kylie. Las dos dejaron el instituto y se pusieron a estudiar en casa para que su carrera tuviese mayores frutos económicos. Y vaya si lo consiguieron. Juntas han tejido su propio imperio: han protagonizado varias portadas y editoriales de revistas de moda por todo el planeta, han creado su propia línea de ropa (Kendall&Kylie) en colaboración con Pacsun, tienen su gama de esmaltes para Opi (por la que cobraron más de 80.000 euros), una colección de complementos y zapatos para Steve Madden y hasta se han atrevido con la literatura. Este año pondrán a la venta Rebels: City of Indra, una novela autobiográfica distópica sobre «dos chicas con superpoderes, Lex y Livia, que empiezan un viaje juntas y no se dan cuenta de que posiblemente su mayor peligro sea la otra».
Las Jenner buscaban el éxito lejos del estigma Kardashian, intentando pasar desapercibidas en elreality familiar –su capítulo más sonado y donde más protagonismo tuvo ella fue cuando cumplió 16 años, y de eso hace tres años–. En más de una ocasión confirmaron a la prensa no sentirse muy cómodas con el programa, a pesar de haber crecido con él y a sabiendas de que su madre ha firmado un contrato de 30 millones de dólares (21.933.840 euros) que les obliga a estar conectadas al show y hacer apariciones públicas en familia.
Sus publicistas insisten en no hablar del libro o de sus proyectos con Kylie. En los dos últimos meses, el destino ha querido que Kendall vuele sola en las pasarelas y ese es el filón que desean explotar. Tras desfilar para Jacobs (una propuesta de su amiga, la editora Katie Grand, quien ya la había retratado para el Instagram de la revista Love), se sentó junto a Anna Wintour en el show de Topshop Unique y se subió a la pasarela de Giles en Londres. Su elevación a los altares llegaría con su aparición en Givenchy y su primera incursión en la alfombra roja de la gala del Costume Institute del Metropolitan como musa de Topshop. «A Marc le agradezco que me permitiese estar en su desfile, que abriese la veda. Pero Riccardo también me ha apoyado y lo conozco mejor, así que a ambos les debo mucho», dice, en un paso más de sus respuestas programadas.
Ahora, aunque sus publicistas se nieguen tan siquiera a mencionarla, también tendrá que agradecer a otra persona la confirmación de su nuevo estatus de modelo del momento. Tras meses de rumores, y después de aparecer en el Instagram de la revista y ver cómo su hermana protagonizaba la portada de abril, la confirmación llegaba hace un par de semanas: Anna Wintour ha realizado una sesión fotográfica para Vogue USA con Kendall Jenner retratada por Patrick Demarchelier. La moda se ha rendido a Kendall. Una tímida adolescente que se convierte en una auténtica profesional frente a la cámara en nuestra sesión en Cannes. Puede que su equipo de promoción quiera explotar únicamente su carrera en solitario, pero ella se descubre cuando las preguntas se hacen más personales y menos frías. «Mi joya favorita es un collar con los nombres de mis sobrinos grabados en oro». La modelo se refiere a la pieza que su madre les regaló a todas sus hijas después de que su hermana Kourtney diese a luz a su segundo hijo. Por mucho que lo intente disimular, es de la tribu.



 
 
 
 
 

Cuando Hollywood se fue a la guerra........................................................................................


El coronel Frank Capra, a la derecha, examina unos rollos de película junto al capitán Roy Boulting en 1944. / IWM  (Getty Images)

En 1945 George Stevens, director de películas como Raíces profundas, Un lugar en el sol o Gigante, y considerado uno de los grandes cineastas estadounidenses de la historia, se encontraba en Europa, documentando los esfuerzos bélicos de los aliados a lo largo y ancho del continente para desballestar el Tercer Reich
. A principios de abril de aquel año el realizador acompañaba a los soldados que liberaron lo que parecía ser una suerte de prisión en Dachau, a pocos kilómetros de Múnich. Stevens no sabía que aquel campo de concentración cambiaría para siempre su vida y la de los voluntarios que le acompañaban.
“Nunca volvió a ser el mismo. Si vas al Archivo Nacional de Washington y ves ese metraje, un montón de horas donde aparecen montañas de cadáveres, prisioneros esqueléticos, humo que sale de las entrañas de la tierra… Todos los cámaras del equipo de Stevens dejaron de filmar: algunos se pusieron a ayudar, otros simplemente se rompieron.
 Él fue el único que siguió grabando hasta que casi no se tenía en pie”. Lo cuenta Mark Harris, desde Los Ángeles
. Este veterano periodista acaba de publicar el libro Five came back (Penguin Press/Canongate), un impresionante relato que cuenta, a través de la historia de cinco legendarios directores, el impacto que la Segunda Guerra Mundial tuvo en Hollywood.
“John Ford, Frank Capra, John Huston, William Wyler y el propio Stevens son fundamentales para entender como la postura de Hollywood hacia el conflicto viró desde la presunta neutralidad hasta una implicación total”, cuenta Harris.
 El más activo de todos estos cineastas fue Ford.
 El mítico director de El hombre tranquilo, Las uvas de la ira o Centauros del desierto, fue el primero en las colinas de Los Ángeles en reclamar el apoyo del mundo del espectáculo para los republicanos que luchaban en España en innumerables actos, públicos y privados, para después convertirse en la voz de la razón cuando algunos en los grandes estudios hollywoodienses insistían en que la II Guerra Mundial en ciernes era tan solo un conflicto interno europeo
. “Ford era un convencido y de hecho lo dejó todo para alistarse en la Marina y ayudar a su manera a documentar lo que estaba pasando.
 También fue el primero en introducir metraje real de combate en una película [La batalla de Midway, en 1942] y el que más y mejor entendió la importancia de su trabajo para concienciar al público estadounidense de lo que estaba pasando”, dice Harris, cuyo exhaustivo trabajo ha recibido las alabanzas de la crítica anglosajona.
Teresa Wright y Dana Andrews, en 'Los mejores años de nuestra vida'.
De todos los que dedicaron su tiempo (y, muchas veces, su dinero) para llevar la guerra a las marquesinas de los teatros y convence
r a los estadounidenses de que aquello era una causa noble, el caso más curioso es el de Frank Capra. El director de Qué bello es vivir o Arsénico por compasión era conocido en Hollywood por sus veleidades ideológicas
. En 1935, en un viaje a Roma, alabó a Mussolini (se decía que el realizador tenía una foto del caudillo italiano en su mesilla de noche) y era harto conocida su aversión a los sindicatos y a cualquier cosa que oliera a izquierda.
De hecho, Mussolini, gran admirador de Capra, le ofreció a éste un millón de dólares si rodaba su biografía.
 Afortunadamente, Harry Cohn, el presidente de Columbia le quitó la idea de la cabeza al realizador: “Soy judío, ese tipo está aliado con Hitler”, dijo Cohn para zanjar el asunto.
Sin embargo, Capra cambió cuando conoció a Franklin D. Roosevelt, el presidente de los Estados Unidos al que detestaba. La cercanía y la claridad de ideas de éste, junto al hecho de que los desmanes de los alemanes en Europa empezaban a ser preocupantes, convencieron al director de que había que hacer algo y rápido.
 “No ha habido cosa más confusa en la historia del cine que la ideología de Frank Capra [risas]
. ¿Un anarquista? Es posible, yo creo que era un hombre que funcionaba por impulsos.
 Pero si algo está claro es que Why we fight [la serie de documentales propagandísticos impulsada por Capra] fue un instrumento imprescindible para acabar con cualquier reticencia que la sociedad del país pudiera tener contra la entrada de EE UU en la guerra".
Wyler, director de clásicos como Ben-Hur, se implicó en el conflicto de una forma mucho más humana, seguramente a causa de la cantidad de amigos que tenía en Reino Unido o la propia Alemania.
Su retrato de los tripulantes del bombardero Memphis Belle o su metraje de la invasión de Italia son algunas de las piezas más conocidas del género bélico.
“Se tomaba muy en serio su trabajo y la prueba de ello es que renunció a rodar un documental sobre los soldados de color porque el Alto Mando querría dulcificarlo y eso no entraba en sus planes
”. El efecto que la guerra tuvo en Wyler se solidificó en su preciosa Los mejores años de nuestras vidas, drama sobre el retorno a casa de los soldados que vivía de los recuerdos del propio director.
Para Harris, “Houston fue —probablemente— el más arrojado de todos ellos, porque para él la cámara era como un escudo, creía que de algún modo le protegía”, pero el más relevante fue Stevens: “Volvió a casa, montó y editó lo que había rodado en Dachau y lo envío a los fiscales de Nuremberg: ese metraje fue decisivo para que en aquellos juicios los criminales fueran condenados y una de las pocas veces en los que los nazis apartaron los ojos de la pantalla
. Creo que eso lo dice todo”.

 

El juez del Constitucional Enrique López, pillado en moto sin casco y borracho...................................... F. Javier Barroso

El magistrado del Tribunal Constitucional Enrique López ha sido detenido esta mañana en la capital cuando conducía su moto con el cuádruple de la tasa de alcoholemia permitida, según han informado fuentes policiales(Vaya aquí todos son borrachos y sin casco)
. El juez iba sin casco y se acababa de saltar un semáforo en rojo justo delante de una patrulla del Cuerpo Nacional de Policía.
Los hechos han ocurrido alrededor de las siete y media de la mañana en la confluencia de la calle de Vitruvio con el paseo de la Castellana, en pleno de la capital
. Los agentes del radiopatrulla han salido detrás de Enrique López al ver que había cometido la doble infracción vial (conducir sin casco y saltarse el semáforo en rojo).
 Cuando lo han parado, han detectado que presentaba síntomas evidentes de haber consumido alcohol, por lo que han pedido la presencia de una patrulla de la Policía Municipal para realizarle la prueba de alcoholemia.
Al lugar se ha desplazado un equipo de atestados de la Policía Municipal.
 En la primera prueba ha arrojado una tasa de 1,10 miligramos de alcohol por litro de aire espirado, cuando la tasa máxima permitida para los particulares es de 0,25 miligramos. En la segunda prueba de contraste, le ha bajado a un miligramo, lo que hace pensar a los agentes que hacía un rato que había terminado de consumir alcohol.
El magistrado ha quedado imputado como autor de un delito contra la seguridad vial.