Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

1 abr 2014

Frankenstein y el milagro de la vida artificial

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                       Una escena del clásico de horror de Boris Karloff. Universal Pictures.

Frankenstein es una de las más hermosas y vívidas historias que ha alcanzado, gracias a la magia de las letras, la inmortalidad
. La imagen de un doctor tratando de insuflar vida a un cuerpo hecho de trozos de cadáveres sugiere una doble y deliciosa paradoja.
En primer lugar, la novela de Mary Shelley ha logrado sortear las barreras del tiempo desde su creación.
Lejos de envejecer y morir, como corresponde a la mayoría de los libros, ha alcanzado la inmortalidad.
En definitiva, ha vencido sobre la muerte literaria desde que se gestó en 1818, décadas antes de esos tiempos victorianos en los que la ciencia esbozaría un escenario plagado de maravillas, donde el hombre estaba llamado a ejercer un brutal control sobre la naturaleza.
La otra paradoja es el argumento en sí: la ciencia –representada por el Dr. Victor Frankenstein– busca un medio para deshacer el inevitable hechizo de la muerte, dentro de este marco literario fascinante.
Les confieso que el asunto me apasiona, ya que la muerte es un hecho increíblemente misterioso
. Y no puedo imaginar lo que daría por adentrarme en los pensamientos de Mary Shelley cuando creó esta obra maestra del horror gótico, aunque me inclino a pensar que Frankenstein es genuinamente ciencia ficción.

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                                   El doctor y su criatura. Universal Pictures.  

Esta historia resuena con fuerza tras la noticia de la construcción de un cromosoma artificial de una levadura por parte de un grupo de científicos, que ha sido recalcado por la revista Science como un logro similar al “Monte Everest de la biología”, en el camino hacia la creación de la vida artificial.
La investigación está recogida en el excelente artículo que firma Javier Sampedro en El País, muy recomendable, por lo que les dejó aquí el enlace: (http://sociedad.elpais.com/sociedad/2014/03/27/actualidad/1395944376_149099.html).
Han pasado casi doscientos años desde la publicación de Frankenstein, y la pregunta que nos hacemos es: ¿hasta qué punto la ciencia podrá igualar lo que nos cuenta la literatura de Mary Shelley?
Víctor Frankenstein es un italiano que se expone a la ciencia y filosofía de Agripa, Paracelso y Alberto Magno, nos dice el escritor Jess Nevins, y el objetivo que prende en su mente no es otro que recrear el propio origen de la vida.
 Pero a pesar de su éxito, su criatura le horroriza, le causa repulsión, le produce un problema nervioso del que tarda meses en recuperarse.

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                                 Aaron Eckhart en Yo Frankenstein. Lakeshore Entertaintment

La criatura toma erróneamente el apellido de su creador en la tradición cinematográfica. Frankenstein es el doctor, pero el cine le ha robado el apellido y lo ha colocado al lado de la palabra monstruo.
La literatura nos presenta a un ser marginado, que trata de integrarse en la sociedad, pero en cada encuentro experimenta el amargo sabor del rechazo. Es alguien hambriento de afecto que inevitablemente se convertirá en un proscrito, alguien que odia a la humanidad.
El cine lo ha maltratado, plagándolo de estereotipos. Lejos de ser un monstruo torpe y sanguinario, como ese inolvidable monstruo interpretado por Boris Karloff, se trata de una criatura sensible, de mente sofisticada. Es inteligente, autodidacta, y un buen conversador.
En Yo Frankenstein, al que da vida el notable Aaron Eckarht, Frankenstein se ha convertido en una especie de héroe atormentado que ha pasado por la batidora del cómic y que lucha contra los demonios, recogiendo algo de la amargura que experimentó la criatura de Shelley.
  La versión cinematográfica que más le hace justicia es la de Kenneth Bragath, donde Robert De Niro hace que veamos al “monstruo” con otra cara, con sus justificadas aunque crueles acciones violentas.

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                                       Robert De Niro, como la criatura. TriStar Pictures.

En la verdadera historia de Frankenstein, la criatura decide matar a varias personas cercanas a su creador a modo de venganza, cuando su exigencia –la creación de una compañera–no puede ser satisfecha por el propio Víctor, que ha abandonado toda ambición científica y se entrega  al arrepentimiento por haber traspasado la línea.
Pero lo cierto es que la novela no nos cuenta la técnica por la que Víctor logra insuflar vida a su creación. No hay detalle científico, y a pesar de que se trata de una historia increíble, creemos que algo así podría llegar a suceder. Creemos en el Víctor Frankenstein del siglo XIX porque asumimos la mentalidad de la época, y pensamos que no hay nada que pueda parar el progreso científico. Mucho más tarde, a finales de ese siglo, contemplaremos maravillas como las luces eléctricas y el teléfono.
Y ahora, los científicos han reconstruido un cromosoma entero y lo han hecho funcionar dentro de una célula. ¿Es eso vida artificial?
Aun no.
El paso dado es gigantesco.
Pero el camino es muchísimo más gigantesco en comparación.

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                        La historia convertida en comic. Lakeshore Entertaintment.

Antes del primer cromosoma artificial, los científicos ya sintetizaban genes en el laboratorio, los insertaban en las células, y lograban que estos genes nuevos se expresaran –normalmente con la producción de proteínas, que es para lo que codifican los genes.
Pero nadie se atrevería a decir hoy en día que los genes son entidades vivas.
Un cromosoma es mucho más que un gen. Es una estructura funcional hecha de ADN y proteínas, que contiene la información genética, dispuesta de la forma adecuada para ser interpretada por la maquinaria celular. ¿Esta vivo un cromosoma? La respuesta es no.
Los científicos no se ponen de acuerdo en admitir si los virus están o no vivos, pese a que son entidades infecciosas que matan millones de personas cada año.
Una célula es algo muchísimo más complejo que un cromosoma.
 Es la expresión mínima de lo que significa la vida. Está dotada de mecanismos extraordinariamente sofisticados.
Una sola célula es una fábrica donde suceden incontables eventos –reacciones metabólicas, respiración, interpretación de los mensajes y las órdenes, segregación de proteínas, almacenamiento de la energía, activación de los genes...es simplemente una maravilla de coordinación asombrosa con miles de millones de otras células.
 Por sí misma, constituye un universo biológico.
Pensemos en las neuronas. Hacen posible el pensamiento, la memoria, las órdenes cerebrales, el mantenimiento de los latidos del corazón, la regulación de la temperatura y el metabolismo del cuerpo...las células y su trabajo hacen posible la vida precisamente porque ellas están vivas
. Lo que no es el caso de  un simple cromosoma de una levadura, que, pese a su complejidad y al enorme mérito del trabajo científico, no deja de ser una pieza muerta.
Víctor Frankenstein logra fabricar una criatura consciente, capaz de aprender y conversar, capaz de controlar su cuerpo.
 Su propia creación es la constatación literaria  de la resolución de un misterio que hoy está envuelto en sombras, el origen de la vida.
Para que esa resolución tenga su reflejo en el mundo real, posible gracias a los avances de la ciencia, los científicos deben lograr crear alguna forma de vida en sus laboratorios.
El objetivo de los expertos que estudian el origen de la vida es el de crear moléculas tan complejas que por sí solas sean capaz de hacer copias de sí mismas, que puedan evolucionar y adaptarse a las circunstancias, y que puedan controlar el medio protegiéndose con membranas.
Han dado algunos pasos, pero la simple creación de una molécula capaz de replicarse queda aún muy lejos. Si algo así se lograra, la sensacional noticia daría la vuelta al mundo
. Gestar una criatura como la de Mary Shelley esta por ahora tan lejos como las naves capaces de viajar a la velocidad de la luz.

Condenan a dos años de cárcel al padre de Sara Carbonero por estafa

La Audiencia de Toledo le aplica la eximente de alteración psíquica por su ludopatía.

La periodista Sara Carbonero. / CORDON

Carlos Javier Carbonero García, padre de la periodista de Telecinco Sara Carbonero, ha sido condenado por la Audiencia provincial de Toledo a dos años de cárcel por un delito de estafa al cobrar a sus vecinos de Corral de Almaguer (Toledo) por unos productos financieros inexistentes.
Según la sentencia, las cantidades de las que se apropió ascienden a un total de 944.330 euros, dinero que tendrá que devolver a los 20 afectados
. El caso no llegó a juicio ya que Carbonero reconoció los hechos, motivo por el que la condena ha disminuido. "El acusado, antes de tener conocimiento que el procedimiento se dirigía contra él, reconoció los hechos", mediante un escrito que presentó el 12 de enero de 2010.
Además, el tribunal le aplica otra eximente, la de la alteración psíquica, puesto que está "afectado en sus facultades volitivas e intelectivas de forma parcial por su dependencia psíquica al juego patológico que le determinaba de modo directo e inmediato a la realización de la comisión de hechos delictivos dirigidos a la obtención de fondos para satisfacer su compulsión al juego".
El fallo relata cómo "aprovechando la confianza que representaba su persona dentro de la comunidad, tanto desde el punto de vista profesional como personal", estafó a sus vecinos, entre 2007 y 2009 para obtener un beneficio económico ilícito
. Lo hizo ofertando dos productos financieros "Acumulator" y "Flexi-Plus" cuyo funcionamiento consistía en que los clientes entregaban una cantidad de dinero mediante la promesa, por parte del acusado, de la obtención de un rédito posterior "que nunca fue obtenido por ninguno de los clientes".

 

El Prado bucea en la mente de El Greco


Vista de la exposición con 'Retrato de un médico', de El Greco.

A estas alturas del año Greco, de cuya muerte se cumplen 400 años el lunes, ya se ha convertido en un tópico decir que el pintor saldrá de las conmemoraciones libre de los tópicos interesados que dibujaron su leyenda, tras su redescubrimiento a finales del siglo XIX, como la de un católico cegado de espiritualidad, zarandeado por las visiones y profundamente español
. Pero es que la exposición La biblioteca del Greco, pequeña pero intensa, se dedica a fondo hasta el 29 de junio en el Museo del Prado a desmontar estos y otros clichés a partir de los libros que el cretense dejó a su muerte, según constaron en dos inventarios efectuados por su hijo: su colección ascendió a 130 ejemplares; menos que Rubens (unos 500), pero más que el pintor español medio de la época.
En todo caso, una cantidad nada desdeñable que coloca a su propietario como a un pintor filósofo, cosmopolita y, pese al lugar común, menos neoplatónico que aristotélico, como demuestra el hecho de que tres volúmenes del segundo figuraran entre sus libros.
 Del primero no tuvo (o no se conservó) ninguno, de modo que difícilmente pudo dejarse influir por las ideas del autor de El Banquete.
Porque esta es, antes que nada, una muestra sobre ideas.
 O, como quiso expresarlo el director de la pinacoteca Miguel Zugaza en una de sus eficaces metáforas: “En Toledo están las manos de El Greco y aquí tenemos el cerebro”.
Se refería, claro, a la “apabullante” exposición dedicada en el museo Santa Cruz de la ciudad castellana al genio que en ella pasó media vida y organizada por El Greco 2014. La fundación presidida por Gregorio Marañón y Bertrán de Lis colabora en la cita del Prado junto a la Biblioteca Nacional.
A esta última institución pertenece El tratado de arquitectura de Vitruvio, una de las dos joyas sobre las que gravita la muestra comisariada por Javier Docampo, responsable de la biblioteca del museo, y el profesor de la Autónoma José Riello
. La otra es una edición las famosas Vidas de Vasari, propiedad de los herederos de Xavier de Salas, exdirector del Prado.
 Los dos volúmenes, profusamente anotados por su propietario, se han colocado abiertos por una página llena de la armónica caligrafía, en una vitrina en el centro de la sala, al lado de los dos inventarios de Jorge Manuel Theotocópuli: el hecho pocos días después de la muerte de su padre y el preparado con más detalle con motivo de su matrimonio.
Alrededor de estos tesoros bibliográficos se despliegan las secciones en las que se ha querido dividir el recorrido: los libros que demuestran el (lógico) ascendente que la cultura griega tuvo sobre nuestro hombre, su gusto por las lecturas italianas contemporáneas, la (no tan extensa después de todo) sección de libros religiosos (11, aunque sin anotar), su inclinación a considerar de la pintura como ciencia especulativa y la fijación por los estudios de arquitectura, parte en la que otro tópico sobre El Greco acaba por los suelos.
 “Por un tratado de pintura”, ha recordado Docampo en la presentación, “tenía cuatro de perspectiva, así que no es cierto que al llegar a España la olvidase en su obra”.
La oferta la completan una serie de pinturas que guardan relación con los libros y sus anotaciones (como el retrato de, acaso, Rodrigo de la Fuente, que además de amigo le regaló el virtuvio) y algunas de las estampas de su colección.
 Y al final, el inevitable guiño táctil. Si el visitante es de los que ante un libro usado y anotado no puede por menos que abalanzarse sobre él en busca de revelaciones acerca de su dueño, le queda al menos el consuelo de un ingenio en el que se puede consultar, deslizando el dedo por una pantalla, el vitruvio digitalizado, que incorpora una colección de sus adendas.
 Ente ellas, esta, toda una declaración de intenciones incluida también en el primoroso catálogo en papel: “La pintura […] es moderadora de todo lo que se ve, y si yo pudiera expresar con palabras lo que es el ver del pintor, la vista parecería como una cosa extraña por lo mucho que concierne a muchas facultades.
Pero la pintura, por ser tan universal, se hace especulativa”.

El exconsejero López Viejo defraudó dos millones de euros que cobró de Gürtel

Hacienda concluye que el exconsejero de Aguirre es culpable de cuatro delitos fiscales

 

El exconsejero de Deportes, Alberto López Viejo, antes de una de sus delcaraciones ante el juzgado, en 2012. / cristóbal manuel

El juez de la Audiencia Pablo Ruz ha recibido "el informe final sobre pagos a Alberto López Viejo por parte de la organización de Francisco Correa y su derivada fiscal", es decir las consecuencias tributarias del exconsejero de Esperanza Aguirre por las dádivas recibidas de la trama corrupta. López Viejo fue el encargado de negociar la mayor parte de los eventos que la Comunidad de Madrid contrató con las empresas de Francisco Correa a cambio de una supuesta mordida del 10%.
Tras la recepción de este informe definitivo, Ruz le ha llamado a declarar el próximo martes.
La Agencia Tributaria resume en tres sus conclusiones
. Una de ellas hace referencia a los 1,9 millones de euros que López Viejo dejó de pagar a la Hacienda pública durante los años 2002, 2003, 2006 y 2008 y los cuatro delitos fiscales que se derivan de ello.

El informe sostiene sus conclusiones en el análisis de la documentación incautada a la trama corrupta y datos bancarios, así como en el incremento patrimonial de quien fue responsable del área de Deportes de la Comunidad de Madrid.
"Se ha comprobado que en los años 2002, 2003 y 2008 el patrimonio de Alberto López Viejo ha sufrido importantes acrecentamientos que no se corresponden con las rentas conocidas, es decir, con las rentas procedentes de la Comunidad de Madrid por su condición de empleado público y de la Asamblea de Madrid por ser diputado regioanl", señala el informe de Hacienda.
"Estas manifestaciones de riqueza no pueden haberse generado por ahorro de su renta declarada", concluye.
La Agencia Tributaria señala además que Alberto López Viejo obtuvo del grupo Correa, al menos, 488.000 euros "por su mediación en la obtención de contratos u otras resoluciones administrativas favorables a los intereses de Francisco Correa".