Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

2 jul 2013

Puestas de sol que invitan a besar

Puestas de sol que invitan a besar

Por: Isidoro Merino
Monte Sinaí Getty
Las mejores experiencias suelen ser gratis, y los mejores placeres son casi siempre sencillos: una playa perdida, un callejón encontrado al azar, una historia, una puesta de sol, un beso... En la foto, una pareja en la cima del monte Sinaí, en Egipto. / GETTY

Venecia Isidoro Merino
01 Venecia (Italia)
La luz acuosa de las acuarelas venecianas de William Turner también humedecerá vuestros labios. Sobre todo si viajáis a Venecia en otoño, cuando los días son más cortos y los besos más largos. / ISIDORO MERINO

Gran Cañón Getty
02 Gran Cañón del Colorado (EE UU)
Cualquier vista del Gran Cañón, desde cualquier mirador, a cualquier hora, es estremecedora. Tendréis que abrazaros muy fuerte. Por el vértigo. / GETTY

Llano de Ucanca Tenerife Getty
03 Llano de Ucanca. Parque nacional del Teide (Tenerife, España)
Hay una belleza brutal en los ocasos del llano de Ucanca, la gran cañada volcánica que se extiende a los pies del Teide, donde una antediluviana y rotunda Raquel Welch triscaba entre dinosaurios y trogloditas en la película Hace un millón de años. /GETTY

La Vía Láctea desde el desierto del Sinaí, Egipto Stefan Seip 12
04 Monte Sinaí (Egipto)
La gente suele subir al monte Sinaí para ver el amanecer, “de una grandiosidad casi aterradora”, según Pierre Loti, pero los atardeceres también son soberbios. Y cuando se haga de noche podréis tocar el cielo. / STEFAN SEIP
BOROBUDUR GETTY
05 Borobudur. (Java, Indonesia)
En la llanura de Kedu, en el centro de la isla de Java (Indonesia), a 40 kilómetros al noroeste de Yogyakarta, se alza "el más bello monumento de Asia", según Mircea Eliade: el templo budista de Borobudur, erigido en el siglo VIII, cuando en Europa reinaba Carlomagno, por los soberanos de la dinastía Sailendra. Contemplar una puesta de sol desde la terraza superior os llevará derechitos al Nirvana./ GETTY

Jericoacoara  Getty
06 Jericoacoara (Brasil)
En Jericoacoara, paraíso de mochileros a cuatro horas en coche de Fortaleza, todas las tardes se repite el ritual de escalar las grandes dunas que arropan la playa para ver el crepúsculo. Y tras el ocaso, fiesta entre caipirinhas, música y capoeira. Se os llenará el cuerpo de sol y arena. / GETTY
Benerés
07 Benarés (India).
Benarés (o Varanasi) no es un lugar para espíritus delicados. Deambular por su laberinto de templos y callejones puede resultar sofocante, pero al atardecer la ciudad se transforma en un lugar más plácido: barcas flotando en la calima, cometas sobre las azoteas y el ganga aarti, la ofrenda de luz que llena de flores y fuegos la superficie del río. Para un beso tántrico. / ISIDORO MERINO
Atacama salar ISIDORO MERINO
08  Desierto de Atacama (Chile)
En los paisajes extraterrestres del desierto del norte de Chile podréis jugar a que sois Flash Gordon y su novia Dale Arden en el planeta Mongo. Y si viene la malvada princesa Aura, hacer un trío./ ISIDORO MERINO

Martin Puddy Pura Ulún Danu Bratán
09 Templo de Pura Ulún Danu Bratán (Bali, Indonesia)
¿Quién no querría darse un piquito en un lugar cuyo nombre parece un conjuro? El sitio es mágico: un conjunto de templos a orillas del lago Bratán —el Lago de la Montaña Sagrada— con torres en forma de pagoda que se adentran en el agua. Pura Bratán está dedicado a Dewi Danu, la diosa hindú de los ríos y los lagos en la tradición balinesa, y compite con Tanah Lot, un santuario marino encaramado sobre un acantilado, por los mejores atardeceres de Bali./ EL PAÍS / MARTIN PUDDY

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10 El Serengeti (Tanzania)
Si no se emociona con tus besos, se emocionará con los rugidos de los leones. O con la silueta de los elefantes recortándose contra el cielo encendido de África. No te lo/la comas. / SINGITA GRUMETI RESERVES

TAJ MAHAL ISIDORO MERINO
11 Taj Mahal (Agra, India)
"A pesar de sus adornos severos, puramente geométricos, el Taj Mahal flota. El fondo de la puerta es como una ola. En la cúpula, la inmensa cúpula, hay algo levemente excesivo, algo que todo el mundo siente, algo doloroso. Por doquier la misma irrealidad. Porque ese color blanco no es real, no pesa, no es sólido. Falso bajo el sol, falso al claro de la luna, especie de pescado plateado construido por el hombre, con un enternecimiento nervioso" (Henri Michaux). / ISIDORO MERINO
Uluru
12 Uluru /Ayers Rock (Australia)
“En medio de una memorable e imponente aridez se alza un promontorio de una nobleza y majestuosidad excepcionales, de 350 metros de altura, 2,5 kilómetros de largo, nueve kilómetros de perímetro, menos rojizo de lo que te habían hecho creer las fotografías, pero en cualquier otro sentido mucho más seductor de lo que te imaginabas (…) Uluru es, lo mires por donde lo mires, impresionante. No puedes dejar de mirarlo; no quieres dejar de mirarlo”. En las Antípodas. Bill Bryson./ EL PAÍS / VIRGINIA STAR
¿Cuál ha sido tu puesta de sol más emocionante?

Sobrevivir a la carretera de la muerte Por: Jaled Abdelrahim

Sobrevivir a la carretera de la muerte

Por: Jaled Abdelrahim
Ciclistas en el camino de Yungas (Bolivia), la llamada carretera de la muerte. / Foto: Phil Clarke-Hill
Tampoco es que quisiera tirarme a lloriquear al suelo con eso de ‘mamá, por favor ven y sácame de ésta’, pero bueno, reconozco que quizás sí que estaba algo inquieto.
  Las bicis alineadas en el extremo alto del Camino de los Yungas (Bolivia), popularmente conocido como la Carretera de la Muerte
. A primera vista, lo que queda claro es que el escaso saliente de firme horizontal que hay entre la pared de la montaña y el abismo no es firme
. Christian Senzano, el instructor que viene a ofrecer indicaciones previas para el grupo de nueve rezadores que vamos a realizar el descenso rodado, habla:
“Todo bajada. La bici agarra velocidad. Advierto: el camino entero es de tierra y piedras, es estrecho, hay curvas de casi 180 grados y la pendiente es muy grande.
 Estamos a 4.700 metros de altitud y vais a bajar  hasta los 1.100 en el trascurso de 56 kilómetros.
 No hay guardarraíles. La caída en muchos puntos es de unos 800 metros. Hasta 2006, en esta carretera morían alrededor de 100 o 150 personas al año.
 Desde que existe otra vía alternativa, ya pocos la usan y los fallecidos son apenas 30 o 40. Casi ninguno ciclista, tranquilos. Que vaya saliendo el primero. Suerte y nos vemos luego. Espero”.  ¿¿¿Mamá???
Un grupo de ciclistas al borde de un precipicio en el camino de Yungas (Bolivia).Tener el título de la carretera más peligrosa del mundo, adjudicado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) en 1995, es un diploma tan trágico para los lugareños como atractivo para los visitantes de esta vía con nombre y currículo de sepulturera. Ochenta intransitables kilómetros que unen la ciudad de La Paz con la región de los Yungas.
Desde que se construyó en 1930, con mano de obra esclava de prisioneros paraguayos capturados durante la Guerra del Chaco, son miles las víctimas de accidentes de tráfico que han perecido despeñados por sus taludes, márgenes de un camino que sólo en ciertos puntos tiene la anchura suficiente para que dos vehículos se crucen. Hoy, el mayor rendimiento de su existencia lo sacan las empresas que organizan descensos en bicicleta por ella. El dueño de Altitude Biking, una de ellas, me invita a vivir la experiencia. Supondré que es un buen regalo.
Dos de los nueve integrantes, visto el panorama, se arrepienten antes de subirse al velocípedo y se quedan en el coche escoba. Quedamos siete y confío en que esos sigamos quedando luego. “Esta es la única carretera de Bolivia en la que se conduce por la izquierda
. Es para que los conductores que suben puedan ver mejor el borde del camino.
 El que baja es el que cede. Si os adelantáis, el que venga por atrás que avise por qué lado va a sobrepasar. Un malentendido o un choque entre dos podría ser fatal”, añade Senzano. Primera pedalada. Segunda. Empiezo a bajar. ¿Frenará bien esto? ¡Ay por dios!
Cruces en recuerdo de los fallecidos en accidentes al borde del camino de Yunga (Bolivia), considerada la carretera más peligrosa del mundo. La vía es un estrecho saliente tallado en plena montaña vertical andina.
 El paisaje -para quien se atreva a levantar en algún momento la mirada del suelo- corresponde con la misma altura paisajística.
Las inmensas paredes rectas que hay por encima y debajo de la carretera de los Yungas son murales de jungla verde en rebeldía perpendicular a la ley gravitatoria.
 El horizonte es un cuadro de lomas de más de 4.000 metros que se sobreponen entre ellas. La naturaleza se cierra, el agua se escucha, el bajo fondo solo se intuye y las nubes se divisan mirando en dirección a los zapatos.
 Hoy hay niebla.
 Es típico aquí. Suerte que al menos no está esa lluvia que tantas veces, según los conocedores del enclave, ha rubricado trágicos desprendimientos de tierra con finales infelices.
Empiezo a tomar velocidad.
Parece que las ruedas se comen bien los pedruscos sobre los que ruedo. ¿Iré demasiado rápido? Lo que hoy es un deporte de riesgo, pagado a precios que oscilan entre los 45 y los 80 euros, fue durante décadas la única vía que unía la selva amazónica boliviana y la región minera de los Yungas con la capital del país. Un camino obligatorio para grandes y pequeños vehículos de trabajadores cuyos ocupantes, por razones mucho más importantes que la lúdica quema de adrenalina, se jugaban a diario la vida. Veo una cruz al borde del camino. Otra. Otra. Otra más...  Durante todo el trayecto, a ambos márgenes aparecen cruceros que recuerdan la trágica historia de la vía.
 Cada uno sugiere la imagen mental de un grito que algún día se diluyó justo en ese punto del macabro sendero. Accidentes como el que despeñó la vida de los 100 pasajeros que viajaban en un autobús en 1983 son historias comunes para los conocedores del lugar.
 Según el BID, hasta que se construyó el camino alternativo hacia La Paz hace siete años había un promedio de 209 accidentes y 96 personas muertas anualmente. Una cifra que se redujo más de la mitad desde entonces.
Un grupo de ciclistas durante el descenso del camino de Yungas (Bolivia), la carretera de la muerte. “Yo pasé años conduciendo un autobús por aquí”, cuenta Manuel, un conductor de 60 años que ahora maneja con pericia la furgoneta escoba que sigue al equipo de ciclistas.
 En su vida paralela a la ruta de la muerte dice haber visto una gran cantidad de catástrofes. “Demasiadas”, cuantifica.
 Los camiones, los buses, los coches... “Por más costumbre que tenga, es impresionante cuando ves a alguien caer al vacío. Se salvan como diez de cada cien que caen. El resto, todos mueren”.

Senzano aprovecha uno de los descansos para contarme desde la experiencia en primera persona el trabajo casi imposible que es rescatar los cuerpos de los accidentados. Acto seguido trata de desempalidecerme:
 “Pero las muertes casi nunca son de ciclistas. Desde 1995, cuando comenzó la actividad, sólo ha habido 29 ciclistas que fallecieron despeñados”. Al parecer la última fue una ciudadana japonesa (2011) que soltaba una mano para grabar con su cámara el paisaje mientras iba pedaleando.
Consecuencia inmediata: ahora me duelen las falanges a causa de la presión desmedida con la que voy apretando la empuñadura de mi bici. Me da por pensar que de qué me iba a servir el casco, las rodilleras, las coderas y el traje especial que me han puesto en caso de salirme del sendero.
Pero en fin, no seré yo quien prescinda voluntariamente de ellos.
 De hecho, estoy por preguntar si no tienen paracaídas para completar el equipo
. Por el qué dirán me abstengo de emitir el comentario. Vehículos circulando por esta estrecha carretera que une La Paz con la región boliviana de las Yungas.
Los lugares que se cruzan son verdaderos edenes colgantes.
 Sus nombres, sin embargo, no son tan tranquilizadores. “Descansaremos en el Mirador del Diablo, pasaremos la Curva de la Muerte, volveremos a parar en el Puente del Diablo. Habrá que pasar por debajo de la Cascada de San Juan, por el Cerro Rojo…”, explicaba antes de la salida Julio Añez, el otro instructor
. Digo yo que uno circularía con algo más de confianza si no hubiera tanto ser satánico poniendo nomenclatura a los espacios. 
Momento de apurar, hora de reducir, ten cuidado el de delante que “¡voy por tu derecha!” Después de dos horas y pico de camino, parece que ya he entendido el truco y los tiempos de apretar freno. Tengo la responsabilidad personal de quedar bien -pura inercia futbolística- por ser el más viejo y el único no brasileño de los siete que estamos descendiendo
. Dos de esos jovencitos paulistas me adelantan. ¿Qué se habrán creído?
 Ahora voy y acelero. Sube la adrenalina, se empiezan a obviar los consejos y comienza una pequeña carrera. Ya nos había advertido de este síntoma el encargado. Pero hasta ahora todo va bien. Sigo. Ahí están. Ríete tú del maracanazo cuando pase a esos dos atléticos pimpollos. Les pillo, les pillo, les pillo… ¡Plas!, mi rueda trasera explota, mi bici derrapa y me detengo para ver lo cerca que me he quedado de un abismo por el que duele hasta asomarse
. La furgoneta se acerca para darme otra bici. Yo trago saliva. Bajo el ritmo.
 El resultado ha sido los dos primeros de Brasil y el español el tercero.
Sin dramas, al final todos tan amigos.
 Lo importante es que hemos derrotado, para que arda de rabia, a la carretera más asesina del planeta. 

Bárcenas recurre su prisión: “No tiene precedentes en la historia”


Bárcenas, el día que fue ingresado en prisión. / KIKE PARA

La defensa del extesorero del PP Luis Bárcenas ha recurrido este martes ante la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional la decisión del juez Pablo Ruz, de ordenar su ingreso en prisión al entender que tras cuatro años no ha dado "signo alguno" de querer fugarse y nunca ha intentado ocultar su capital.
 En un escrito de 38 páginas, al que ha tenido acceso Efe, el abogado de Bárcenas, Alfonso Trallero, afirma: "Si en cuatro años mi patrocinado, disponiendo de mejores medios de los que ahora se le atribuyen, no ha huido, no existe fundamento para decir que pudiera pretender hacerlo ahora".
En el recurso directo de apelación ante la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional, presentado esta misma tarde, el abogado recuerda que Bárcenas fue llamado por primera vez a declarar como imputado en el caso Gürtel hace cuatro años y ha venido compareciendo "desde el primer momento en todas y cada una de las nueve ocasiones que ha sido citado".
 Trallero ha optado por no recurrir en reforma ante el propio juez Ruz, ya que probablemente este ratificaría la prisión de Bárcenas y posiblemente dilataría la estancia de Bárcenas en Soto del Real al tener que dar traslado del recurso al resto de las partes personadas en la causa.
El letrado insiste en que el extesorero "jamás" ha faltado a ningún llamamiento y ha dado siempre, salvo en la última comparecencia sobre la pieza de los llamados papeles de Bárcenas, las explicaciones pedidas por el juez, lo que califica como un "comportamiento positivo de colaboración".
"Difícilmente puede encontrarse precedente alguno en nuestra historia judicial en el que quien ha comparecido hasta en nueve ocasiones ante los órganos jurisdiccionales (...) y sin variación sustancial de las circunstancias concurrentes sea sometido a la privación de libertad", añade.
Como ejemplo de la inexistencia de riesgo de fuga, el abogado recuerda que cuando hace unos meses se publicó en varios medios que se iban a solicitar medidas cautelares contra él, Bárcenas estaba de viaje en Canadá y regresó a España.
 En cuanto a que, tal y como justificó el juez, el extesorero del PP tenga un ingente patrimonio en el extranjero, el escrito remarca que ha tenido ese dinero (hasta 48 millones solo en bancos de Suiza) desde hace años.
"Si ese patrimonio desconocido durante años para la justicia no ha sido utilizado por mi mandante para situarse fuera del alcance de la misma (...), es evidente que ahora no puede emplearse el argumento de que dispone de ese mismo patrimonio", asegura al respecto, y agrega que además ahora sus cuentas están bloqueadas por orden del juez.
Además, explica que "la totalidad" de los fondos de que ha dispuesto Bárcenas en el extranjero "se encuentra y sigue encontrándose en los mismos bancos" en los que empezó a ingresar el dinero de sus actividades empresariales en los años 80 del siglo pasado, lo que "difícilmente puede ser entendido como ocultación o actuación tendente a hacer desaparecer" el dinero.
En cuanto a los movimientos de fondos registrados en febrero de 2009, poco después de que comenzara la instrucción de Gürtel, entre dos sociedades vinculadas a Bárcenas, el letrado afirma que tampoco puede considerarse como "una actuación de ocultación o blanqueo" porque en ese caso lo que habría hecho es llevar el dinero a "algún otro de los múltiples paraísos fiscales".
A juicio del abogado, tampoco es cierto que Bárcenas no explicara el origen de sus fondos en Suiza, ya que justificó ante el juez sus diferentes negocios y dio "nombres de personas físicas y jurídicas, fechas, importes y objeto concreto de cada uno de tales negocios".
 Trallero tilda además de "completamente gratuita" la afirmación del fiscal de que Bárcenas no explicó una transferencia a un banco de Uruguay, ya que afirma que sí lo hizo, y añade que no hay la "más mínima solidez" para argumentar que tenga intereses en cuentas en Nassau.
Rebate asimismo el argumento del juez de que ahora se le imputan otros delitos -falsedad y tentativa de estafa procesal-, ya que afirma que estos nuevos tipos solo comportan penas máximas de tres años y que los principales -en particularidad el de blanqueo- ya se le atribuían desde antes.

Bernardo Bertolucci: “La izquierda italiana se ha suicidado”

El gran realizador italiano vuelve a la carga

Autor de obras fundamentales como ‘Novecento’ y ‘El último tango en París’, está fascinado por la tecnología y la frescura de los jóvenes.


Bernardo Bertolucci. / ALESSANDRO DOBICI
Bernardo Bertolucci ha regresado
!Por Fin!. A sus 72 años, el director de cine italiano conduce su “silla eléctrica” por el barrio del Trastevere sorteando los agujeros que el anterior alcalde, el posfascista Gianni Alemanno, le ha dejado en herencia a la ciudad de Roma.
 El autor –entre otras muchas– de El último tango en París, Novecento y El último emperador había firmado su última película (Soñadores) en 2003, y desde entonces se había encerrado, tal vez escondido, en este silencioso apartamento de techos altos, libros y recuerdos junto al Tíber
. El año pasado, una novela del escritor Niccolò Ammaniti, Io e te (publicada en España por Anagrama con el título Tú y yo), logró finalmente sacarlo de su soledad buscada, de esas cuatro paredes en las que tantas otras veces ha encerrado a sus personajes.
 “El cine es mi terapia”, reconoce, para preguntar después con la ilusión de un chaval: “¿Sabes que seré presidente del jurado en el Festival de Venecia?”.
 La promoción en Italia de Tú y yo (que se estrena en España el 26 de julio) le ha servido para constatar que, al margen de las críticas buenas o malas, los italianos lo sitúan ya en el altar de sus mitos.
 Dice que está fascinado por las nuevas tecnologías –valoró incluso la posibilidad de rodar su última obra en 3D–, pero muy preocupado por esta Italia que, tan religiosa de puertas para afuera, no termina de hacer propósito de enmienda ante sus pecados ancestrales. Tal vez por eso sigue buscando en la esperanza que encierran los jóvenes su fuente de inspiración.
PREGUNTA: ¿Qué debe tener un libro, un guion, para que se decida a convertirlo en una película?
RESPUESTA: Cada vez es por una cosa distinta
. Aquí es por los jóvenes. Me gusta trabajar con jóvenes
. También en la última película, Soñadores, lo son. No sé por qué. No es solo por estética, la belleza que todavía conservan. Tal vez es porque tengo la sensación de verlos crecer delante de la cámara. De hecho, Jacopo [Olmo Antinori, el protagonista masculino de Io e te] ha crecido desde el inicio hasta el fin de la película.
 Lamentablemente no me acordé de tomar las medidas haciendo una señal sobre la pared. Habría sido bonito.
 Me gusta mucho la frescura de los jóvenes. En esta película se hace evidente una estrategia mía de director: una vez terminado el reparto, cuando comienza el rodaje, aquello que he ido descubriendo en los actores se convierte en un material para mí irrenunciable, que va modelando a los personajes escritos sobre el papel, otorgándoles un aspecto más definido.
 Tea Falco [la protagonista femenina] es una muchacha de Catania, parece muy sofisticada con su pelo rubio y largo, pero a la vez –y es una pena que solo los italianos que vean la película puedan notarlo– tiene un marcado acento siciliano.
 El resultado es que tenemos a una especie de modelo salida de Vogue que, cuando habla, tiene este acento… Después se descubre que detrás de esa belleza y ese acento hay una historia. También los espectadores. Es un viaje.
P: Un viaje al trastero del sótano puede convertirse en un viaje hacia el infinito.
Con el cine busco la poesía”
R: Así es. Solo al final de la película podremos deducir un viaje hacia el infinito. Antes no se sabe cómo será este viaje, adónde irá Lorenzo
. Un adolescente que, en vez de marcharse de excursión durante la semana blanca, elige la opción más extrema para un chico de 14 años, la de encerrarse en el sótano de casa, haciéndoles creer a sus padres que está muy lejos de allí, con sus compañeros de clase, disfrutando de la semana blanca.
 Yo no he tenido hijos, pero a través de los hijos de algunos amigos he sabido que es una edad muy difícil. He visto a estos muchachos sentir odio por sus padres, vergüenza de salir a la calle con ellos.
 Se cierran en su habitación, con la música altísima. Es un momento de la vida verdaderamente difícil. De hecho, al inicio de la película, la relación del protagonista con la madre, ya se ve que él no logra controlarse, que la provoca.
 Pueden ser muy infantiles y muy adultos a la vez.
 Tener –como Lorenzo– caracteres contradictorios.
 Ser muy retraídos hasta llegar a preocupar a los padres y, en cambio, demostrar muy buen sentido, mucho control. Se ve cuando organiza meticulosamente su encierro.
P: Como en El último tango en París (1972) o en Asediada (1998), en su nueva película también encierra a su pareja protagonista en un lugar aislado, para que desde allí busquen la libertad, la transgresión. ¿Se siente usted bien en los lugares cerrados?
R: Mira a tu alrededor
. Hace bastante tiempo elegí este lugar donde estar siempre. Y esta última película la he rodado aquí al lado, al final de Via Corsini.
 Al lado del Jardín Botánico hay una casa con un estudio muy grande propiedad de un pintor de vanguardia, Sandro Chia, y en ese estudio hemos creado las condiciones para que me pudiera mover por allí con la silla eléctrica, dentro del patio, en el garaje… 
No tardaba más de un minuto en ir de mi casa al rodaje. Me he tenido que crear unas condiciones amables para trabajar sabiendo que esta ciudad no es –o no era en el tiempo del alcalde Gianni Alemanno [alcalde de Roma hasta hace un mes]– una ciudad amigable
. El Trastevere es un barrio muy hermoso, pero cuando salgo de casa tengo que estar muy atento a no tropezar con mi silla eléctrica, porque faltan sampietrini [los característicos adoquines romanos], hay agujeros en las aceras, corro un riesgo cierto de caerme.
 Esta ciudad tan bella se ha convertido en lo contrario de amable. Es hostil.
P: Su otra ciudad prohibida…
R: Cierto. Es una verdadera ciudad prohibida. Por cierto, ¡también la ciudad prohibida de El último emperador (1987) era un espacio cerrado! Otra película mía que se desarrolla en un lugar cerrado.
 No sé. Tal vez en el fondo esto tenga alguna relación con el hecho de que a mí, cuando tenía cuatro o cinco años, me gustaba mucho ir a la cama de mis padres y meterme bajo las sábanas, ir hasta el final – con el pánico de asfixiarme– y luego regresar para volver a respirar.
 Nunca se sabe si esas pequeñas cosas de crío… Pero es verdad eso que se dice: buscar la libertad en un lugar cerrado. Eso es.

El hijo del poeta


Leonard de Raemy
Bernardo Bertolucci (Parma, Italia, 1941) supo nada más empezar a leer que su padre escribía poesía. 
Con los versos de ‘La rosa blanca’ comprendió siendo un niño que era hijo de alguien que hacía poesía con lo sencillo, aquello que tenía a su alrededor. 
Y sintió que su padre le había enseñado a saber buscar la lírica en todas partes.
Después se convirtió en cineasta.
 Autor de títulos inolvidables de la ­historia del cine en el siglo XX como ‘Novecento’, ‘El último tango en París’ y ‘El último emperador’, estrenó su última cinta, ‘Soñadores’, en 2003. Diez años después vuelve a buscar la poesía del cine en un nuevo título de su filmografía, ‘Tú y yo’, que se estrena en España a finales de julio.
P: Claustrofilia en vez de claustrofobia…
R: Sí, mucha gente suele sentir claustrofobia en los lugares cerrados, yo en cambio siento claustrofilia.
P: A pesar del tiempo transcurrido desde que rodó por última vez, su última pe­lícula está llena de huellas de otras ­películas suyas.
R: Ummm… Es probable. Pero no a propósito. ¿En qué piensa?
P: Ya hemos hablado de los lugares cerrados, pero también está el baile de los protagonistas.
R: ¿El baile entre hermano y hermana? Sí, tal vez. Es una especie de catarsis
. En ese momento, allí, en el trastero del sótano, yo veo que florece el amor entre ellos y que lo aceptan. Es el momento en que se rinden y aceptan amarse. 
Me he reído porque algún amigo, algo decepcionado, me ha dicho: “Yo esperaba que sucediese alguna cosa erótica”. No. El amor entre hermano y hermana puede ser también erótico, naturalmente, pero aquí no me interesaba esa vía.
 Me interesaba más la otra experiencia, la de llegar a la liberación a través de un trastero oscuro.
 La ayuda que él, un chico de 14 años, es capaz de prestar a su hermana, 10 años mayor, drogadicta, para ayudarla a salir del síndrome de abstinencia. Él le acompaña, e incluso va a robar los somníferos de su abuela. Y allí él está creciendo.
P: ¿Los jóvenes de hoy piensan todavía que es posible cambiar el mundo como aquellos de hace 30 o 40 años?
R: No lo sé. Lamentablemente no tengo hijos. Veo solo a los hijos de los amigos. Yo viví una época extraordinaria. Desde niño ya crecí en la leyenda de la resistencia –yo soy de Parma, los partisanos, los comunistas…–, y después me encontré con esa onda maravillosa de los años sesenta, del 68, que ha sido después muy criticada, olvidada incluso.
 Pero para mí el 68 –que duró hasta la década de los ochenta– sigue siendo muy importante: fue el último momento en que, a través de los jóvenes, la gran comunidad internacional soñó con cambiar el mundo.
 Y de allí partió de alguna manera el nuevo modelo de sociedad.
 Después del 68, por ejemplo, las mujeres lograron mucho más espacio y comenzaron a ser conscientes de su papel en la sociedad… Hoy no sé si los jóvenes conservan ese espíritu.
P: Ahora, al menos, las calles vuelven a estar llenas de gente que busca una salida. Tal vez haya algo en el ambiente parecido a aquella época.
R: Yo miro mucho al presente. Miro sin estar presente. Veo muchas cosas. 
Y lo que siento es que el cambio ha sido muy fuerte, pero no nos hemos dado cuenta. Se nota en todo. Incluso en la actitud que se tiene al juzgar una película. Nuestra generación tenía una actitud muy diferente.
P: ¿En qué sentido?
R: Tal vez porque no teníamos esa especie de bombardeo constante de imágenes. Y que de alguna manera empobrecen la sorpresa de una película. Cuando yo tenía 15 años, se hablaba de un chino y se pensaba en los chinos que había dentro de las novelas de aventuras.
 Fíjate: yo estaba tan fascinado por el misterio de los chinos que fui a China a hacer El último emperador Ja, ja, ja. Pero ahora todo se ha globalizado y desmitificado. Hay cosas cercanas que estaban en el fondo del tabú.
P: Hablando de tabúes, a principios de los setenta, después de rodar El último tango en París, usted perdió el derecho de voto por ofensa al pudor.
 Fue condenado en Italia, y también lo fue Marlon Brando. ¿Aquellos tabúes cayeron del todo o están todavía en pie, sobre todo en Italia, donde la presencia del Vaticano es muy fuerte?
R: Hace 40 años, los jueces condenaron la película, al autor, a los actores, al productor con penas que incluían la prisión, pero al final nos dieron la condicional y no tuvimos que ir. Pero sí nos quitaron los derechos civiles.
 Yo no pude votar durante cinco años. Para mí supuso una herida.
 Tenga en cuenta que fue a mitad de los años sesenta, era justo cuando estábamos más politizados, cuando rodé Novecento. No sé. A pesar de las expresiones multitudinarias de fe, el modo de ser religioso de los italianos es, digámoslo así, muy cómodo.
 Las iglesias están vacías, a los seminarios solo van los jóvenes que vienen de países en vías de desarrollo. El hecho de haber elegido a Francisco ha sido una gran jugada de astucia por parte del Vaticano.
 Porque la Iglesia vive unos momentos difíciles, la presión de quienes quieren que los curas se casen, los casos de pederastia. ¿No crees que si los curas pudieran casarse no disminuiría el problema? ¿Tú eres católico…? Yo no puedo decir que no soy católico. Porque he nacido en este país, somos de procedencia católica. Y sobre la presión de la Iglesia, qué decir…
 Los romanos, dada la cercanía del Vaticano, han encontrado un modo inteligente de convivir.
P: ¿Cómo ve la actual situación de Italia?
R: Después de las elecciones generales, me ha dado la impresión de estar asistiendo al suicidio del centroizquierda. 
Me parece que el Partido Democrático (PD) ha puesto en escena un gran suicidio. Y ni siquiera romántico. Estamos viviendo un momento más fuerte incluso que cuando el Partido Comunista Italiano (PCI) se fue despojando del nombre para convertirse en el Partido Democrático.
 Lo de ahora es un suicidio. ¿Qué error han cometido? No lo sé. Se puede hablar de una mutación casi.
 En cualquier caso, durante mi ya larga vida he visto y vivido situaciones que parecía imposible que sucedieran. Tal vez por eso mi generación, e incluso las generaciones más jóvenes, somos incapaces de leer bien lo que sucede.
 Analizamos siempre lo que sucede con una óptica un poco… anticuada.

El cineasta Bernardo Bertolucci. / ALESSANDRO DOBICI
P: Tal vez esa óptica pueda servir de referencia para entender que está sucediendo en Italia, en Europa en su conjunto, un empobrecimiento general, una pérdida de algunos derechos alcanzados
. Hace unas semanas, Soledad Gallego-Díaz escribía en EL PAÍS que “la normalidad” en Grecia incluye que un 10% de los niños sufran inseguridad alimentaria y que Amanecer Dorado envíe al hospital a seis inmigrantes diariamente. Y decía: “El jueves, como en Novecento, un capataz disparó contra jornaleros inmigrantes que reclamaban salarios atrasados”.
R: ¿En Grecia? ¿Y lo comparó con Novecento? Sí, ciertamente hay una alarma social de la que no se habla lo suficiente porque se tiene miedo. Yo no sería capaz de condenar a un padre que roba para dar de comer a sus hijos. Creo que pueden darse situaciones dramáticas.
P: En Parma, su ciudad, escenario también de Antes de la revolución (1964), se produjo el primer éxito electoral de Beppe Grillo, que precisamente es quien ha capitalizado la indignación que provocan esas situaciones tan dramáticas. ¿Qué piensa del Movimiento 5 Estrellas?
R: A pesar de haber nacido de la improvisación, y de sufrir de esta improvisación, Beppe Grillo ha logrado mostrarse como el representante alternativo de una Italia que ya no soporta la corrupción.
 Es un cómico, un hombre de teatro, y sabe cómo atrapar a la gente. Lo he visto el año pasado en sus mítines. Desde el escenario decía: “PDL [el partido de Silvio Berlusconi], vaffanculo, PD vaffanculo”. Y luego decía: no somos un partido, somos un movimiento
. Hay alguna cosa que no me disgusta, la crítica a la liturgia política.
 Pero, por otra parte, perdona, Beppe, si no sois un partido, ¿qué sois? ¿Tú? ¿Solo tú y alrededor toda Italia adorándote…? No, sin partido no se puede gestionar la sociedad en la que estamos habituados a vivir. No quiero un líder único. He sido educado para amar las diferencias, los distintos.
P: En los últimos tiempos, en Italia se ha vuelto a hablar de Tangentopoli, aquella extensa red de corrupción que acabó con la Primera República. Dos décadas después, da la impresión de que estamos en las mismas…
R: En aquel momento, yo me decía: Italia no debe perder esta oportunidad. 
No solo por los 200 o 300 involucrados en el proceso de Manos Limpias.
 Aquello era solo la parte visible del iceberg. El problema es que aquí todos estamos en esa mentalidad. En Italia somos muy poco respetuosos con las reglas.
 A veces los italianos hasta nos vanagloriamos de no haber respetado las reglas. Viviendo mucho tiempo fuera, por ejemplo en Inglaterra, me he dado cuenta de que la gente respeta las reglas, y cuando uno no las respeta, los otros le llaman la atención. 
En Italia hay otra mentalidad. Por eso digo que los italianos no aprovecharon la experiencia de Tangentopoli para hacer examen de conciencia
. El ejemplo es que durante los 20 años que siguieron al proceso Manos Limpias votaron a Berlusconi.
P: Y todavía le siguen votando…
R: Sí, todavía. En las últimas elecciones generales no lo ha hecho nada mal. ¿Qué se puede decir ante esto? Tal vez se pueda decir: “Ah, sí, antes ya habían votado a Mussolini”.
 Hay en el alma de los italianos la búsqueda de una figura autoritaria. Es justo aquello contra lo que me enseñaron a luchar desde niño.
P: Cómo influyó su padre, Attilio Bertolucci, un poeta muy querido, en su vocación.
R: Nada más empecé a leer, supe que mi padre escribía poesía. Y leí una poesía que se llama La rosa blanca, que dice: “Cogeré para ti / la última rosa del jardín, / la rosa blanca que florece / en las primeras nieblas. / Las ávidas abejas la han visitado / hasta ayer, / pero es tan dulce aún / que hace temblar. / Es un retrato tuyo a treinta años / un poco desmemoriada, / como tú serás entonces”. Leí aquella poesía y salí al jardín, y allí, al fondo, estaba la rosa blanca. No tuve necesidad de ir más lejos. Entendí enseguida que la poesía de mi padre estaba hecha con aquello que tenía alrededor. Es como si él me hubiese enseñado a buscar la poesía en todo. En todo.
 También donde no te lo esperas. Esta es la cosa más importante. Escribí poesía, pero decidí no continuar porque él era demasiado bueno y no podía ganarle.
 Así que cambié de oficio. Fue él, de alguna manera, quien me orientó hacia el cine…
 Con el cine, también yo busco la poesía.