Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

1 mar 2011

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Una Flor en el Desierto...Juanes




GADAFI O La Locura

Nacer en un desierto debe marcar la personalidad del que allí nació, "todo esa extensión de tierra que ves será tuya" creo que algo así le dice Lucifer a Cristo en una de tantas tentaciones.
Porque el diablo se mueve muy bien por los desiertos , parece.

Y eso afectó a Gadafi, recuerdo una entrevista, hace años, creo que por Maruja Torres, que aparecía un Gadafi resuelto a terminar con la explotación de Oriente por Occidente.

Era a la luz de la puesta de sol en el desierto ,un joven que creía estar llamado para ser revolucionario.

Pero Gadafi ahora está loco, demente, ha perdido el juicio, y se ha convertido en un esperpento, con manias y ansias de matar, esta loco de remate, no me extraña esa carcajada, ¿Que le va a decir la ONU a él? se cree rey de reyes, viste como Michel Jacson, se maquilla, como un Drag, y se pone según el dia zapatos de tacón.

¿Con alguien así va a ser posible una negociación? el manda a su población que se maten unos a otros, el se enfunda , tela dorada para brillar más y se rie, se rie de lo tontos que le debemos parecer, ni Dios ni el Diablo, el Estado soy Yo, no lo inventó él.

Que EE.UU amenace lo que quiera él es inmortal, paraliza la producción de Petroleo y se acaba Occidente,.
Los desiertos son inmensos, y en cualquier duna puede haber una metralleta, Gadafi hizo de Libia el lugar donde todo terrorista va a entrenar y van los miembros de nuestra seguridad a lo mismo, con lo que genera un arsenal de Armas, por eso rie Gadafi, y se burla, está loco pero ha visto mucho.

Sabe de nosotros más que nosotros mismos.
Rie ahora Gadafi, rie, porque en poco tiempo tu risa estará helada en una mueca.

La carcajada de Gadafi

La carcajada de Gadafi

Juan Cruz
Hemos escuchado su verbo atropellado, acosado por las ideas comunes del déspota sin memoria ni futuro; le hemos visto hablar de los despojos de su gloria, en medio de las ruinas que glorifica porque en ellas cree tener su gloria, pero no habíamos escuchado la carcajada de Gadafi.
 La produjo ayer, en medio de los estertores del cinismo con el que los demagogos disfrazan la ignorancia con la que prolongan su poder; y fue cuando, precisamente, le preguntaron cuándo iba a dejar el sitio del que el pueblo libio le quiere lejos.
 Entonces se produjo su carcajada, y ahora la hemos escuchado en las radios y en las televisiones.
 En una película como El hundimiento, a la que tanto se parecen sus últimos días, esta carcajada podría ser el punto final, casi la reflexión acosada del destino que él se ha ido trabajando a base de estimular la pituitaria de su egolatría.
 Se irá, y esa carcajada será su símbolo, in crescendo, y luego hundiéndose en el fango de sus palabras egocéntricas.
 La carcajada es siempre el subrayado del cínico; se burla, pero hay un instante de esa exabrupto en que se burla de sí mismo y no sabe que el sarcasmo le viene de su propio espejo.