El matador de toros Gonzalo Caballero (Madrid, 1991) es mejor torero que representante de la vida social. Pero su estrecha amistad con Felipe y Victoria Federica Marichalar, hijos de la infanta Elena,
lo convierten en pieza codiciada por el cotilleo nacional. Caballero
es, además, objeto prioritario de apetito periodístico por su presunto
noviazgo con la nieta del Rey emérito, pero cuando alguien ha pretendido
averiguar qué hay de cierto en ello, su respuesta siempre ha sido la
misma: " Yo no hablo de mi vida privada". El torero es un firme defensor
de su privacidad, lo que no hace más que fomentar las noticias que
hablan y no paran de su especial relación con la sobrina de Felipe VI,
que mañana cumple 18 años.
La
verdad confrontada es que son buenos amigos. Un conocido común le
presentó un día a Felipe, con quien hubo química desde el principio, y, a
continuación, apareció en escena Victoria. La simpatía inicial ha
madurado en un afecto mutuo, cimentado, además, por la conocida afición
taurina de los nietos de don Juan Carlos, que han heredado de su abuelo y
su madre.
Los cuatro son asiduos visitantes de las plazas de toros, y los dos
más jóvenes se han convertido en fieles seguidores de Gonzalo Caballero,
con el que sufren desde el tendido cada tarde que el torero amigo se
viste de luces. Pero hasta ahí se puede leer. Parece claro que el brindis del diestro peruano Roca Rey a la nieta del Rey emérito
en la pasada feria taurina de Málaga no fue más que un inocente
equívoco que no interfiere en su relación con Caballero. De hecho, la
rumorología bien fundada asegura que entre la joven Victoria Federica y
el matador de toros madrileño existe una relación sentimental, aunque el
torero prefiere centrarse en su profesión en una localidad del Aljarafe
sevillano, cercana a la capital andaluza, donde vive solo.
Allí, con la sapiencia de veteranos banderilleros, sueña con el toro,
su pasión absoluta, y con José Tomás, a quien considera un dios,
entrena a diario, perfecciona el oficio, hace pinitos como escritor de
reflexiones personales, y espera paciente la oportunidad que lo lance
definitivamente a la cima del toreo. Porque la carrera taurina de
Gonzalo Caballero no está siendo nada fácil a pesar de sus amistades
reales. El
torero Gonzalo Caballero durante una corrida de toros perteneciente a
la feria taurina en Añover del Tajo el 3 de junio de 2018.G3onlineNació en Madrid en el seno de una familia de clase media (su padre,
fallecido en abril de 2017, trabajó en el departamento de compras de El
Corte Inglés), y es el segundo de tres hermanos, Richie, el mayor,
diseñador gráfico, y Virginia, la pequeña, diseñadora de moda. A ellos y
a su madre, Chiqui del Hoyo, se siente muy unido, especialmente tras la
temprana muerte de su progenitor a los 52 años de edad. Sus primeros pasos los encaminó al mundo del fútbol, y aunque presume
de ser un forofo del Atlético de Madrid, guarda un secreto: durante
tres años jugó en las filas del Real Madrid. Se presentó a unas pruebas
siendo un niño y lo eligieron para vestir la camiseta blanca.
A los 16 decidió dar un cambio a su vida y entró en la Escuela de
Tauromaquia de Madrid. Debutó vestido de luces en 2010; y dos años más
tarde, sorprendió gratamente en el inicio de su carrera con picadores en
La Maestranza de Sevilla,
y lo que parecía una carrera meteórica se detuvo en seco por esas cosas
raras del toreo. Entre medias, aprobó la selectividad y se matriculó en
la carrera de Ingeniería Informática, pero el veneno taurino fue más
fuerte. Cuando nadie lo esperaba -ni el mismo torero- tomó la alternativa en
la Feria de Otoño de Madrid el 3 de octubre de 2015. El percance sufrido
el día antes por su compañero López Simón le hizo un hueco sorpresa en
un cartel que no estaba pensado para él. Desde entonces, ha toreado
poco, -no más allá de veinte corridas-, pero siempre ha llamado la
atención por su seriedad en la plaza, su valor estoico, su sentido
clásico… “Ha habido piedras en el camino, y superarlas tiene mucho sabor”, ha
comentado en alguna ocasión. “Yo prefiero torear poco y bien que de
cualquier manera”. El pasado mes de marzo con motivo de la presentación de los carteles
de la Feria de San Isidro, y en presencia del rey Juan Carlos,
protagonizó un acto de rebeldía contra el empresario madrileño en
protesta por no haberlo incluido en el ciclo ferial. Aprovechó que le
concedían el premio ‘Solidaridad y Tauromaquia’ por su gesto de
encerrarse con seis toros en Torrejón de Ardoz a beneficio de los niños
con cáncer, para devolver públicamente el trofeo "a la mejor estocada"
de la feria madrileña del año anterior. Y sus palabras emocionaron a
todos los presentes, incluido el abuelo de Victoria Federica: "Prefiero
morir luchando por la libertad de mis manoletinas que ser preso todos
los días de mi verdad".
Y ahí sigue, en el Aljarafe, solo, entre sus reflexiones y el apoyo de
sus reales amigos, a la espera de ese triunfo que le aúpe a la gloria
soñada.