A Urdangarin le dan un puesto de entrenador de Balonmano en Qatar....y se irá, claro.
Ahora su socio sacará algún mail que diga"" lleva el dinero Kild y corre.
8 abr 2013
Muere Margaret Thatcher
La Dama de Hierro, histórica líder del Partido Conservador británico, ha
fallecido a los 87 años de un infarto cerebral, según ha informado su
portavoz, Lord Bell
Fallece la actriz Sara Montiel
Representó la metáfora inequívoca de cierta España de los 50, los 60 y los 70
- “En 54 años no ha salido nadie como yo”
- Hoy, como siempre leí la prensa local y no decía nada de esta noticia.
- Hace unos dias cumplía años y las fotos eran muy extravagantes, como siempre iba ella que nunca se resignó a que los años pasaran por ella. Pero siempre fue así. Una Mujer muy pintada, que jamás dejó que se apagaran el eco de sus Películas y de sus canciones.
- Fue muy guapa y quiso o creyó que la pintura le haría ser quién cantó "Juró amarme un hombre sin miedo a la muerte......o Cómpreme usted este ramito....Ven y ven y ven, chiquillo vente conmigo.....
- Mala suerte que Descanse en Paz, y que nos siga cantando....Fumando espero al hombre que más quiero....
-
La actriz Sara Montiel ha fallecido hoy a los 85 años en su casa en el madrileño barrio de Salamanca como consecuencia de una grave crisis de salud.
La intérprete, nacida en 1928 en Campo de Criptana (Ciudad Real) fue la primera gran estrella española que llegó hasta Hollywood.
Protagonizó películas como Veracruz o El último cuplé. Metáfora inequívoca de cierta España de los 50, los 60 y los 70, la actriz y cantante interpretó además canciones de resonancias inolvidables tales como Fumando espero o Bésame mucho.
Sara Montiel, que también fue una de las más cotizadas actrices en el terreno de las variedades, decidió dejar el cine en 1974.
Apenas hace tres semanas la última diva había celebrado sus 85 años en compañía de sus amigos más íntimos. Y no dio (no parecía dar) muestras de fatiga.
Porque jamás tuvo en mente bajarse de los escenarios. “En primavera me pongo a dar conciertos. Y me va muy bien. Pero en diciembre y enero no hago nada, ¿eh? El año pasado hice seis galas.
Me quieren mucho en toda España. Estoy dos horas en el escenario y todos salen encantados.
Y no hago nada para cuidar mi voz”, dijo en octubre pasado en su última entrevista, concedida a EL PAÍS.
En 1957, con el estreno de El último cuplé le llegó el éxito.
A partir de entonces comenzó a protagonizar una cadena de melodramas musicales. Y puso su tarifa: “Un millón de dólares por película”.
Ella misma elegía las canciones que iba a interpretar.
También el vestuario, para que estuviera a juego con la escenografía. Y hasta el horario de trabajo. “Porque me negué a volver a madrugar. En México y EE UU tenía que levantarme a las cinco y media o seis de la mañana. ¡Nunca más!”.
Se olvidó de Hollywood. “En todas partes cayó El último cuplé como una avalancha y en todas partes triunfó. ¿Quién, en un caso así, querría volver a hacer de india?”.
Nació en Campo de Criptana (Ciudad Real), un pueblo humilde que subsistía gracias a la agricultura. Al estallar la Guerra Civil, se fue con su familia a Orihuela (Alicante), y ahí la futura estrella comenzó a estudiar en un colegio de monjas, donde sor Leocadia le enseñó a cantar.
María Antonia Abad Fernández (que era su verdadero nombre) tenía 16 años cuando en la Semana Santa de 1941 cantó una saeta que escuchó el periodista José Ángel Ezcurra, fundador de la revista Triunfo, y quiso conocerla.
Ezcurra le puso una profesora de canto y la animó a presentarse a un concurso. Interpretó La morena de mi copla y ganó.
Luego la llevaron a Barcelona para hacer unas pruebas de cine, y debutó, no sin ciertas reticencias, con Empezó en boda, al lado de Fernando Fernán-Gómez.
“Fue el primero que me besó. Yo tenía 16 años y no sabía. Y me explicó cómo se hacían las películas. Yo creía que se hacían como se ven: del principio al final”.
Pensó en Alejandra como nombre artístico.
Pero al ilustrador Enrique Herreros no le gustó. Requería un “apellido contundente”, como Montiel. Por su parte, ella recordó que su bisabuela se llamaba Sara, un nombre que le agradaba. Así nació Sara Montiel.
Y así la llamaron por primera vez en la revista Primer Plano.
Llegaron más películas
. En Locura de amor, por ejemplo, hizo de “mala malísima”. “Pero ahí el público comenzó a notar que en realidad yo estaba buenísima”. Sentía, con todo, que su carrera de actriz no despegaba.
Un día, el dramaturgo Miguel Mihura (“mi primer amor, el hombre que me hizo mujer y al que volvía loco en la cama y dejaba como un trapo”) la recomendó a la productora Hispamex, que la contrató para hacer Furia roja en México.
Sara Montiel llegó al Distrito Federal acompañada por su madre en abril de 1950. “¡Ay, qué país México! Una industria cinematográfica muy profesional, en plena época de oro
. ¡Y la gente se podía divorciar! Una realidad que contrastaba con la España cutre que teníamos. Al instante me hice famosa. Cómo no, si me pusieron al lado de Pedro Infante.
Hice tres películas con él. Y me hice mexicana, claro. Todavía tengo mi carta de nacionalidad en la caja fuerte. Cuando me casé con Tony Mann, en Los Ángeles, me casé con mi otro pasaporte, el mexicano”.
A Sara, Sarita, Saritísima, le sobreviven sus dos hijos (adoptados) y una de las más grandes leyendas del cine español.
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