Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

30 dic 2018

Melindres poéticos.......................................Juan José Millás..

Melindres poéticos
Reuters
Juan José MillásSI AHORA MISMO te sancionan por no llevar en la guantera del coche el chaleco amarillo, es posible que dentro de poco te multen por llevarlo. 
La prenda fosforescente ha devenido bandera.
 Véanla en los balcones de estas viviendas de Marsella convertida en el símbolo de un nacionalismo sin nación. 
Mucha gente, hasta ayer, prefería una patria sin pan a un pan sin patria.
 Quizá ese ondear de chalecos constituya el anuncio de una nueva época en la que los explotados se jueguen la vida por la conquista de bienes y servicios reales, después de tantos siglos empeñados en matarse los unos a los otros por ideales sin sustancia. 
Macron, que llegó a la presidencia de su país con la vena del cuello inflamada de una grandeur vacía, intentó convencer a los contribuyentes de que se podía vivir de ser francés. 
La inflamación no coló porque el precio del diésel, como el del pan, importa, sobre todo cuando la especulación te ha desplazado a la periferia convirtiendo el coche en un objeto de primera necesidad.
 Como una cosa lleva a la otra y como cada cual es víctima de sus verdades, la subida del combustible se convirtió en la base de una cadena deductiva que condujo a les enfants de la patrie a transformar un humildísimo atavío en una contraseña por la que los paganos de la crisis se empiezan a reconocer en el resto de Europa. La visión de ese trapo no emociona tanto como escuchar La Marsellesa, pero el éxtasis nacionalista no quita el hambre y de lo que se trata ahora es de comer tres veces al día.
 Larga vida a este emblema de la prosa después de tantos siglos de melindres poéticos.

Una historia ejemplar....................................Rosa Montero

El anarquista Melchor Rodríguez, el llamado Ángel Rojo de Madrid, salvó la vida de 11.000 personas durante las sacas de presos en la Guerra Civil.
EL NUEVO AÑO se nos viene encima cargado de amenazas.
 La crispación y el sectarismo engordan en el mundo y, aunque estoy segura de que en lo personal mantenemos la optimista ambición de ser felices (somos bichos tenaces), me parece que en lo colectivo contemplamos 2019 con ojos suspicaces y un barrunto de susto, como quien ve llegar a un toro en campo abierto. 
A saber qué soponcios nos puede deparar el año próximo.
Contra ese pesimismo, y contra la creciente aspereza de los intransigentes, voy a contar hoy una historia ejemplar. 
Fue un hombre célebre en su época y en 2016 hicieron un documental sobre él y pusieron su nombre a una calle, pero aun así sigue siendo mucho menos conocido de lo que se merece. 
Hablo del anarquista Melchor Rodríguez, el llamado Ángel Rojo de Madrid, aunque nació en Sevilla en 1893.
 Huérfano de padre desde muy niño, sólo estudió hasta los 13 años y vivió una infancia paupérrima. 
En 1921 se trasladó a Madrid, en donde trabajó como chapista. Su militancia en la CNT le hizo conocer las cárceles y la indefensión esencial del prisionero.
 El 10 de noviembre de 1936, en los agitados primeros meses de la Guerra Civil, fue nombrado delegado de prisiones de Madrid, e inmediatamente intentó detener las terribles sacas de presos de las cárceles, es decir, los traslados de reclusos que luego eran asesinados en Paracuellos del Jarama y otras zonas cercanas.
 Sólo duró en su empeño cuatro días, porque los más feroces consiguieron forzarle a dimitir, pero las protestas del cuerpo diplomático y de otros sectores republicanos lograron que recuperara el cargo el 4 de diciembre. 
A partir de ahí se enfrentó, a veces con grave peligro de su vida, a los partidarios de las ejecuciones, entre quienes estaba, sí, Santiago Carrillo, que estuvo más implicado en las matanzas de lo que nunca quiso admitir, según un historiador tan prestigioso como Paul Preston. 
 Melchor terminó siendo, muy brevemente, el último alcalde republicano de Madrid. 

Ahora imagínate a ese hombre que, completamente solo en medio de la furia y la violencia, lo arriesga todo para salvar la vida de sus enemigos.
 Prohibió que saliera ningún preso de ninguna cárcel desde las siete de la noche hasta las siete de la mañana, y cuando había que trasladar de verdad a los reclusos, escoltaba él personalmente los convoyes, lo que demuestra que no tenía a nadie en quien confiar. Probablemente ni siquiera era entendido por sus compañeros anarquistas. 
Déjame contarte una de sus gestas: el 8 de diciembre de 1936, estando de inspección en la cárcel de Alcalá de Henares, vio llegar a una turba enfurecida.
 Los franquistas habían bombardeado la ciudad y matado a media docena de personas, y una multitud de vecinos y milicianos armados acordaron asaltar la prisión y linchar a los reclusos.
 Pues bien, Melchor se plantó ante la puerta, pistola en mano, y aguantó los insultos, las pedradas y las amenazas desde las cinco de la tarde hasta las tres de la madrugada, momento en que consiguió que los atacantes desistieran.
 Aquel día había 1.500 presos en Alcalá.
 Se considera que, en total, Rodríguez salvó a 11.000 personas. 
 “Por las ideas se puede morir, pero no matar”, solía decir.
 Fue un hombre de bien en los tiempos del mal.
 Tras la guerra, y pese a contar con miles de testimonios a su favor, fue condenado a 20 años, de los que cumplió 4.
 Cuando salió en 1944, algunos de aquellos enemigos a quienes había protegido le ofrecieron buenos empleos, pero él rechazó su ayuda y vivió muy modestamente vendiendo seguros. 
Además, y esto es lo más conmovedor, perseveró en su militancia anarquista, lo que le hizo volver a pasar repetidas veces por la cárcel (en una ocasión, durante año y medio).
 Ojalá se conociera mucho más la hermosa historia del ­Ángel Rojo: en estos momentos de griterío mezquino, su ejemplo nos demuestra que podemos ser mejores de lo que somos. 
Pero, claro, Melchor no es un santo cómodo ni para la derecha ni para la izquierda tradicional, liderada desde el antifranquismo por los comunistas (la represión desmanteló a los anarquistas).
 Un pensamiento independiente y ético, en fin, es un lugar desapacible y ventoso. 
Murió en 1972; espero que el recuerdo de las muchas personas a las que salvó calentara lo suficiente su corazón aterido.

¿Evitar a las mujeres a toda costa?.............. ...... Javier Marías

La idea de que las mujeres han de ser creídas en todo caso se ha extendido lo bastante como para que muchos varones prefieran no correr el mínimo riesgo.
TOMAMOS INICIATIVAS con gran alegría y con prisas, olvidando que nadie es capaz de prever lo que provocarán a la larga o a la media.
 No pocas veces medidas “menores” y frívolas, o autocomplacientes, han desembocado en guerras al cabo de no mucho tiempo.
 Los impulsores de las medidas nunca se lo habrían imaginado, y desde luego se declararán inocentes de la catástrofe, negarán haber tenido parte en ella. Y sin embargo habrán sido sus principales artífices.
Sin llegar, espero, a estas tragedias, el alabado movimiento MeToo y sus imitaciones planetarias están cosechando algunos efectos contraproducentes, al cabo de tan sólo un año de prisas y gran alegría. 
Había una base justa en la denuncia de prácticas aprovechadas, chantajistas y abusivas por parte de numerosos varones, no sólo en Hollywood sino en todos los ámbitos.
 Ponerles freno era obligado.
 Las cosas, sin embargo, se han exagerado tanto que empiezan a producirse, por su culpa, situaciones nefastas para las propias mujeres a las que se pretendía defender y proteger. 
El feminismo clásico (el de las llamadas “tres primeras olas”) buscaba sobre todo la equiparación de la mujer con el hombre en todos los aspectos de la vida. 
Que aquélla gozara de las mismas oportunidades, que percibiera igual salario, que no fuera mirada por encima del hombro ni con paternalismo, que no se considerara un agravio estar a sus órdenes. Que el sexo de las personas, en suma, fuera algo indiferente, y que no supusieran “noticia” los logros o los cargos alcanzados por una mujer; que se vieran tan naturales como los de los varones
. Leo que según informes de Bloomberg, de la Fawcett Society y del PEW Research Center, dedicado a estudiar problemas, actitudes y tendencias en los Estados Unidos y en el mundo, se ha establecido en Wall Street una regla tácita que consiste en “evitar a las mujeres a toda costa”.
 Lo cual se traduce en posturas tan disparatadas como no ir a almorzar (a cenar aún menos) con compañeras; no sentarse a su lado en el avión en un viaje de trabajo; 
si se ha de pernoctar, procurar alojarse en un piso del hotel distinto; evitar reuniones a solas con una colega.
 Y, lo más grave y pernicioso, pensárselo dos o tres veces antes de contratar a una mujer, y evaluar los riesgos implícitos en decisión semejante.
 El motivo es el temor a poder ser denunciados por ellas; a ser considerados culpables tan sólo por eso, o como mínimo “manchados”, bajo sospecha permanente, o despedidos por las buenas.
 La idea de que las mujeres no mienten, y han de ser creídas en todo caso (como hace poco sostuvo entre nosotros la autoritaria y simplona Vicepresidenta Calvo), se ha extendido lo bastante como para que muchos varones prefieran no correr el más mínimo riesgo. La absurda solución: no tratar con mujeres en absoluto, por si acaso.
 Ni contratarlas.
 Ni convertirse en “mentores” suyos cuando son principiantes en un territorio tan difícil y competitivo como Wall Street. 
En las Universidades ocurre otro tanto: si hace ya treinta años un profesor reunido con una alumna dejaba siempre abierta la puerta del despacho, ahora hace lo mismo si quien lo visita es una colega. Los hay que rechazan dirigirles tesis a estudiantes femeninas, por si las moscas. 
 En los Estados Unidos ya hay colleges que imitan al islamismo: está prohibido todo contacto físico, incluido estrecharse la mano. Como en Arabia Saudita y en el Daesh siniestro, sólo que allí, que yo sepa, ese contacto está sólo vedado entre personas de distinto sexo, no entre todo bicho viviente. 
Parece una reacción exagerada, pero hasta cierto punto comprensible si, como señaló la americana Roiphe en un artículo de hace meses, se denuncia como agresión o acoso pedirle el teléfono a una mujer, sentarse un poco cerca de ella durante un trayecto en taxi, invitarla a almorzar, o apoyar un dedo o dos en su cintura mientras se les hace una foto a ambos.
 No es del todo raro que, ante tales naderías elevadas a la condición de “hostigamiento sexual” o “conducta impropia” o “machista”, haya individuos decididos a abstenerse de todo trato con el sexo opuesto, ya que uno nunca sabe si está en compañía de alguien razonable, o quisquilloso y con susceptibilidad extrema. 
El resultado de esta tendencia varonil, como señalaban los mencionados informes, es probablemente el más indeseado por las verdaderas feministas, y llevaría aparejado un nuevo tipo de discriminación sexual. 
 Se dejaría de trabajar con mujeres, de asesorarlas y aun de contratarlas no por juzgarlas inferiores ni menos capacitadas, sino potencialmente problemáticas y dañinas para las propias carrera y empleo.
 Si continuara y se extendiera esta percepción, acabaríamos teniendo dos esferas paralelas que nunca se cruzarían, y, como he dicho antes, el islamismo nos habría contagiado y habría triunfado sin necesidad de más atentados: tan sólo imbuyéndonos la malsana creencia de que los hombres y las mujeres deben estar separados y, sobre todo, jamás rozarse.
 Ni siquiera codo con codo al atravesar una calle ni al ir sentados en un tren durante largas horas. 
Algo habrá en ciertos hombres que le proporciona esa reflexión tan Misogena.
Porque usted lo es de toda la vida.Y puedo asegurar que yo voy a comer o a cenar con compañeros que fuimos a estudiar en la Universidad y nunca he pensado que quieran otra cosa que recordar aquellos tiempos de la Facultad.
Sinembargo he visto a un médico de toda la vida ponerse desnudo delante de mi....Así que cuidadin conque la compañía de mujeres es algo que les lleva a los hombres a tener miedo de nuestra .cercanía

29 dic 2018

La modelo Twiggy y el Monty Python Michael Palin, en la lista británica de honores de Año Nuevo

El batería de Pink Floyd, nuevo comandante de la Orden del Imperio Británico.

 

Twiggy y Michael Palin
Twiggy, a su llegada a la abadía de Westminster el pasado mes de septiembre. REUTERS
El Gobierno británico ha dado a conocer este sábado a las personalidades elegidas para integrar la lista de honores de Año Nuevo de la Reina que entregará Isabel II de Inglaterra, en la que destacan la modelo Twiggy y el miembro de los Monty Python Michael Palin. 
Se ha otorgado título de Oficial de la Orden del Imperio Británico (OBE) a varias figuras del deporte, como al jugador de cricket Alastair Cook, que se retiró del cricket este 2018 con 34 años; al ganador del Tour de Francia Geraint Thomas, que acumula tres campeonatos mundiales y dos medallas de oro olímpicas; al director técnico de la selección de fútbol de Inglaterra, Gareth Southgate y a su capitán Harry Kane, ambos por su papel en el Mundial de Rusia 2018, en el que quedaron cuartos, su mejor papel desde la victoria de 1966.
El batería de Pink Floyd, Nick Mason, ha recibido el título de comandante (CBE), mientras que la modelo Lesley Lawson (Twiggy), famosa en los años sesenta, ha obtenido el título de comendadora.
 En el ámbito del entretenimiento, el actor del grupo cómico Monty Python Michael Palin se ha convertido en sir al serle reconocido el título de caballero, el único miembro de los autores de La vida de Brian y de Un pez Llamado Wanda en ser condecorado por la reina.
 Palin ya había recibido el título de CBE en 2000 por su trabajo para la televisión como escritor y presentador de documentales.

La  violinista escocesa Nicola Benedetti y la actriz Sophie Okonedo, también han logrado sendos CBE.
 Por su servicio a la corona, 43 trabajadores de los cuerpos de emergencia han sido reconocidos por su labor en los ataques terroristas en Londres y Manchester durante 2017. 
La lista incluye el OBE para el doctor Malik Ramadhan, jefe del servicio de urgencias en el hospital Royal London en el barrio de Whitechapel, quien dio atención médica toda la noche a 12 víctimas del ataque del Puente de Londres.
El Paso del Tiempo:
Es la primera top model de la historia y su imagen representa a toda la década de los 60. Después, muchos han imitado su estilo, aunque nadie ha podido superar a esta modelo que se caracterizó por su físico delgado y por su escasa estatura.
Los honores de Año Nuevo se instauraron en el reinado de la reina Victoria en el siglo XIX y apuntan a reconocer no solo a figuras conocidas, sino también a personas anónimas que han contribuido a la vida nacional a menudo desinteresadamente durante muchos años.
 La lista de honores se publica dos veces al año, uno en el cumpleaños de la Reina en junio y otra, al final de cada año. 
 Quizá muy poca gente sepa quién es Leslie Hornby. Sin embargo, por el nombre de Twiggy sí que se la reconoce, ya que se trata de la primera top model de la historia.

Esta inglesa, nacida el 19 de septiembre de 1949, consiguió, siendo adolescente, ser la modelo más conocida en todo el mundo durante la década de los 60 la prensa inglesa la calificó como "el rostro de 1966" , quizá por su singular look, que aún hoy sigue inspirando a los grandes creadores de moda. 

Llevar el pelo rubio platino, muy corto y engominado, con raya a un lado, fue una de sus características más rompedoras, una imagen que consiguió gracias a los consejos del estilista [Vidal Sassoon]. En cuanto a su estilo vistiendo, siempre se recordará a esta pequeña modelo -que mide aproximadamente 1,67 metros de altura- con vestidos cortos, minifaldas de [Mary Quant], gafas grandes, pestañas postizas, ojos muy maquillados y medias a la altura de las rodillas, a rayas y de llamativos colores.
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