Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

28 mar 2017

El ciclón “monstruo” Debbie causa grandes destrozos al tocar tierra en Australia

Más de 45.000 hogares sin luz tras las primeras horas de tormentas en el noreste del continente.

Primeros vientos del ciclón Debbie en la playa de Airlie, en Townsville (Australia), esta madrugada.
El ciclón Debbie ha tocado tierra en el costa noreste de Australia, con vientos de hasta 263 kilómetros por hora en las localidades de Bowen y Airlie Beach, en el Estado de Queensland. 
Más de 25.000 personas han sido evacuadas y unas 45.000 viviendas se han quedado sin luz como consecuencia del impacto del ciclón, de categoría 4 sobre un máximo de 5.
 "Nos preparamos para una larga y dura jornada
. Esta tormenta es un monstruo", ha declarado la primera ministra de Queensland, Annastacia Palaszczuk.
El archipiélago de las islas Whitsundays fue el primero en ser alcanzado por el ciclón, pero, pese a los peores presagios, lo hizo con la marea baja, lo que ha disminuido el riesgo de inundaciones y altura del oleaje.
 No obstante, aún quedan horas duras. 
 "La intensidad de los vientos va a ir en aumento.
 Todo el mundo está encerrado", ha afirmado Annastacia Palaszczuk, que advirtió contra el riesgo de daños en las infraestructuras y de cortes de electricidad.

 

Árboles caídos en la playa de Airlie.
Árboles caídos en la playa de Airlie. EFE
El primer ministro australiano, Malcolm Turnbull, ha asegurado que "las condiciones se están deteriorando" antes de anunciar que el Ejército coordinará las tareas de rescate en Queensland cuando termine de pasar el ciclón.
La llegada de la tormenta monstruosa a tierra fue descrita de manera muy gráfica por algunos residentes de las zonas afectadas. "El ruido era ensordecedor, como si trenes de mercancías estuvieran pasando a tu alrededor", ha declarado un hombre llamado Charlie, a la cadena Australian Broadcasting Corporation.

Los pueblos más bonitos de Alemania

De Baviera a la isla de Sylt, 25 pequeñas localidades con encanto medieval, a orillas de lagos y ríos o con casas pintadas.

Perdida en las montañas del Harz, Wernigerode extiende sus calles adoquinadas y sus casas de picudos tejados rojizos a los pies de un castillo fantasioso, como de cuento; de origen medieval, ese bastión fue recreado a finales del siglo XIX con no poca imaginación. Pero la estampa más genuina (y repetida) es la de su Ayuntamiento gótico (en la foto), en la Marktplatz, con dos torretas afiladas que le dan aspecto de catedral laica. Delante de él se monta cada Adviento uno de los mercadillos navideños más coloristas. Wernigerode (Saxònia-Anhalt) 

Es uno de los pueblos más pintorescos de la región vinícola del Mosela. Allí, al Festival de Música del Mosela se une el Festival de la Tierra y el Vino, a finales de verano. El río, escoltado por bancales y viñedos, traza una cerrada curva de ballesta, que vigila un castillo roquero, el Reichburg. Hay un telesilla para subir y contemplar la panorámica del río, los viñedos y los barcos que inician allí cruceros fluviales hasta Coblenza. Y mejor con un vaso de riesling en la mano. Cochem (Renania-Palatinado)

  Es otro de los clásicos, todo el mundo coincide: merece estar entre los primeros en el ranking de pueblos de postal. Pero no es pueblo, tuvo rango de ciudad libre imperial en la Edad Media. El río Kocher que la atraviesa, reflejando sus casas de entramado y sus tejados puntiagudos de pizarra, contribuye a la estampa romántica, gracias a sus puentes de piedra, alguno de ellos cubierto, al lametón de sus aguas a los cimientos mismos de los edificios y a un viejo molino (hoy museo). En la Marktplatz, la iglesia de St. Michael brinda su torre como balcón para unas vistas a ojo de pájaro. Del antiguo comercio de sal y costumbres de la región de Franconia da cuenta el Hällisch-Fränkisches Museum, una cita imprescindible. Schwäbisch Hall (Baden-Wurtemberg) 



Es otra de las postales favoritas de la llamada Ruta Romántica (Romantische Strasse) a su paso por Baviera. El casco antiguo, pastoreado por la iglesia de San Jorge, está ceñido por murallas que se espejan en fosos anchos como lagos. Son varias las puertas monumentales que dan acceso al centro (Altstadt) y a la Marktplatz, flanqueada esta por casas góticas. Cada verano se celebra la Kinderzeche, una festiva reconstrucción de la rendición de la ciudad, en 1645, a las tropas suecas, durante la Guerra de los Treinta Años. Dinkelsbühl


Para muchos es el pueblo medieval mejor conservado de Europa. Por culpa de la guerra. Sí, de la de los Treinta Años (1618-1648), tras la cual el pueblo quedó postrado, y nunca más sucedió en el cosa alguna de importancia. Por eso quedó así, detenido, olvidado, intacto: un milagro. ¿Qué ver allí? Todo. Desde murallas, torres y puertas a la Marktplatz (plaza del mercado, que nosotros llamamos plaza mayor), con el Ayuntamiento y casas de entramado visto, fuentes, iglesias (sobre todo la de Santiago o St. Jakob, con tallas del gran escultor del siglo XVI Tilman Riemenschneider), museos... Entre estos, el de juguetes es uno de los mejores de Alemania. Su mundo fantástico se ve arropado por la mayor tienda de adornos navideños de Alemania, el mundo mágico de Käthe Wolfahrt. 'Gaststätte' y 'Weinkeller' (restaurantes populares) de cálidas maderas sacan a la acera sus veladores, e invitan a recobrar fuerzas con el 'Gedeckt' (plato del día), o con alguna de las solemnes salchichas bávaras que, por tamaño y contundencia, son una comida completa. Rothenburg ob der Tauber (Baviera) 


Asomada al lago Tagern (Tagernsee) y arropada por los Alpes bávaros, esta diminuta población es una de las más pintorescas de la región. También una de las más concurridas, gracias a sus establecimientos termales. De historia milenaria, los turistas, aparte de curar sus dolencias tomando las aguas, pueden visitar la abadía benedictina, a orillas del lago, cuya primitiva fundación se remonta nada menos que al siglo VIII. El actual complejo abacial incluye el llamado Schloss Tagernsee, palacio de la familia real Wittelsbach (la del Rey loco), que aloja entre otras cosas una de las cervecerías más antiguas de Alemania. Rottach am Tagernsee (Baviera) 




Es tal vez el pueblo más célebre y turístico del Rheingau, o región vinícola del Rin, que comienza en la cercana Wiesbaden. Típico de la región es el 'sekt' o vino espumoso. En Rüdesheim, el callejón Drosselgasse es un hervidero de tabernas y jocundos excursionistas que lo apuran como locos. No solo el 'sekt', también es típico el 'weinbrad', un brandy que se produce en la antigua destilería local Asbach, y sirve de relleno a unos bombones que se venden como rosquillas. Vale la pena hacer una escapada al cercano Kloster Eberbach, monasterio cisterciense donde hay un pequeño museo del vino y se realizan catas; además, es un lugar muy evocador, allí se filmaron algunas escenas de 'El nombre de la rosa'. En Rüdesheim puede uno embarcarse en el 'Goethe', barco de palas que hace la muy turística Ruta del Rin. Rüdesheim (Hesse) 



Cerca de la frontera con Austria, en el valle del río Isar, Mittenwald es uno de los pueblos más antiguos de Baviera. En la Tabula Peutingeriana (especie de mapa esquemático, en un pergamino medieval que copia un documento romano) aparece como una 'mansio' (venta) de la Via Claudia Augusta romana. En época medieval se la menciona como 'in media silva' (en mitad del bosque, que es lo que significa Mittenwald), y obtuvo derecho de mercado. Fue precisamente el comercio transalpino lo que dio riqueza a la población. Desde el siglo XVI, la fabricación de instrumentos musicales de cuerda (violines, violas, cellos) ha mantenido una pujanza que refleja un coqueto museo. Numerosas fachadas de casas y torres aparecen cubiertas por frescos de intenso colorido y suntuosa imaginación. Mittenwald (Baviera) 




St. Goarshausen (en la foto) y St. Goar son dos pueblos hermanados, y a la vez enfrentados, en sendas márgenes del Rin: St. Goar en la orilla izquierda y St. Goarhausen en la derecha. Ambos deben su nombre al monje irlandés Goar, que en el siglo VI llegó aquí para evangelizar paganos. Los cuales, una vez convertidos, se lo agradecieron nombrándole patrón de taberneros. O sea, que estamos en un enclave vinícola, con gran festival etílico-gastronómico en septiembre. A finales de ese mes el vino corre a raudales por ambas márgenes, mientras tiene lugar un espectáculo único de fuegos de artificio: El Rin en llamas. Desde las ruinas del castillo de Rheinfels, que domina el pueblo, se tienen vistas privilegiadas. St. Goarshausen extiende sus casas a los pies de otros dos castillo del siglo XIV, que parecen vigilarse uno al otro: los llaman Katz (gato) y Maus (ratón). Y algo de cierto hay en ello, pues ambos son fruto de rivalidades recaudatorias, una especie de doble fielato por navegar por el río. En el Maus se puede tomar un café y disfrutar de las vistas desde la terraza. St. Goarshausen (Renania-Palatinado) 



Muchos habrán oído hablar de este pueblo por la célebre Pasión viviente que unos 2.000 vecinos escenifican cada diez años, desde 1634 y como ex voto por haberse librado de una peste. Al margen de ello, este pueblo enamora a primera vista. Porque eso es lo primero que salta a la vista: sus magníficas fachadas cubiertas de frescos llenos de colorido, imaginación y a veces de humor. Son las llamadas 'Lüftmalerei', bastantes comunes en toda la Alta Baviera. La cercanía de los Alpes, de las pistas de Garmisch-Partenkirchen, el palacio de Linderhof del Rey loco o el soberbio monasterio de Ettal convierten a Oberammergau en un enclave turístico de primera magnitud. Oberammergau (Baviera)

Esta pequeña ciudad de la Baja Sajonia, al pie de las montañas del Harz, atravesada por el río Gese, cuenta con numerosos edificios históricos, como el imponente Palacio Imperial, románico, el Ayuntamiento gótico y la iglesia de los santos Cosme y Damién en la Marktplatz, varias iglesias románicas y barrocas, casas gremiales y patricias de época renacentista... Pero fueron las vecinas minas de plata de Rammelsberg las que le valieron el título de patrimonio mundial, en 1992. Estas minas habían sido explotadas hasta solo cuatro años antes, es decir, hasta 1988. Goslar (Baja Sajonia) 




Puede que muchos tengan en su mente una imagen propia de esta ciudad: una estampa fantástica, la del famoso cuento de los Hermanos Grimm El flautista de Hammelin, luego llevado al cine y al género musical (cuento cruel, por cierto, pues el mismo flautista que arrastró a las ratas invasoras, al no recibir la recompensa prometida, arrastró con su melodía a todos los niños de la ciudad, alejándolos para siempre). Lo cierto es que la imagen real de esta pequeña población sajona no desentona para nada del más fantasioso relato infantil. Nobles casas de entramado, mansiones renacentistas, callejuelas empedradas, una catedral y varias iglesias medievales... De mayo a septiembre, cada domingo a mediodía, casi un centenar de actores en traje de época reviven la partida de los niños. Hammelin (Baja Sajonia) 




El río Sarre, afluente del Mosela, va en el ADN, y en el nombre, de Saarburg. Aunque no es este río que espeja su friso de casas lo más espectacular, sino un pequeño arroyuelo, el Leukbach, que forma una colosal cascada en pleno centro urbano. La historia de esta localidad comenzó hace mil años con la construcción del castillo, hoy en ruinas, que corona la colina. El carácter medieval se mantiene sobre todo gracias a las cuestas y a las casas de entramado visto. Desde cualquier rellano se ciernen los viñedos que producen el codiciado riesling que impera en la región. Saarburg (Renania-Palatinado) 


En plena Ruta Romántica, este pequeño pueblo bávaro se recuesta en una ladera a los pies de una imponente fortaleza medieval de cuento de hadas, con torres y tejados puntiagudos de tonos bermejos, y que apenas sufrió daños por las guerras. El casco histórico reúne casas de vigas vistas, un puente de piedra sobre el río Wörnitz, una antigua sinagoga y un cementerio judío, entre otras muchas maravillas. Harburg (Baviera)

Síndrome del bebé sacudido: las graves consecuencias de perder los nervios




Zarandear a un niño tan solo unos segundos puede producir daños cerebrales e incluso la muerte.

En ocasiones, cuando el bebé llora de forma inconsolable, los padres o cuidadores pueden llegar a perder el control y zarandearle, sin ser conscientes del riesgo que supone.
 Este comportamiento, aunque solo sea por unos segundos, es muy peligroso.
 El síndrome del niño sacudido o zarandeado es el conjunto de lesiones cerebrales que se producen cuando se agita bruscamente al pequeño, y puede producir secuelas graves e incluso la muerte, debido a su frágil anatomía.
 Es la principal causa de fallecimiento de bebés menores de un año, tras un comportamiento agresivo, en Estados Unidos.
 La Asociación Española de Pediatría (AEP) califica este síndrome como relativamente frecuente, con 20-25 casos por cada 100.000 niños menores de dos años en todo el mundo, mientras que en España, calcula que lo sufren unos 100 bebés de los 450.000 que nacen cada año (datos de 2014).
Aunque se puede producir hasta los cinco años, los casos más frecuentes ocurren cuando el niño tiene entre seis y ocho semanas, que suele ser cuando este llora de manera más descontrolada.
 Los bebés con cólicos o similares son los que tienen mayor riesgo de sufrirlo. 
"El motivo más frecuente es un llanto inconsolable y prolongado que provoca la frustración y el enfado del cuidador, que finalmente zarandea al niño
. Otra causa es el intento de reanimarlo ante una situación que el cuidador entiende como amenazante para su vida (un espasmo del sollozo, un atragantamiento o un ataque de tos)", explica la AEP. 
Si lo movemos con mucha fuerza, si hemos dañado el cerebro, lo más probable es que el niño deje de llorar.
 Además, cuando se agita a un bebé, la cabeza del niño rota sin control, debido a que los músculos de su cuello están poco desarrollados y dan muy poco soporte a su cabeza.

Síntomas y consecuencias

Los principales síntomas de este síndrome son irritabilidad; dificultad para estar despierto; problemas respiratorios; 
falta de apetito; vómitos o parálisis. Aunque hay consecuencias que pueden no ser visibles, como sangrado en el cerebro y ojo o el daño en médula espinal, cuello o rotura de costillas.
 En casos más moderados, el niño puede parecer que no ha sufrido daño, pero a la larga es común que muestre problemas de salud, aprendizaje y desarrollo.
Las consecuencias pueden ser una afección en los huesos o la rotura de los vasos sanguíneos o de los nervios que recorren el tejido cerebral. 
Si el zarandeo acaba con el impacto del pequeño en una superficie, las consecuencias pueden ser aún peores, llegando a destruir las células del cerebro, impidiendo que este reciba el suficiente oxígeno.
Solo unos segundos son suficientes para que se produzca una lesión irreparable en el cerebro, reiteran los expertos.
 Las consecuencias más frecuentes son ceguera total o parcial; sordera; retraso en el aprendizaje, discapacidad mental y/o mareos. En los casos más graves los menores pueden morir. 
Según la AEP, uno de cada 10 menores que lo sufre, fallece.

La importancia de buscar ayuda y de informar

Los expertos señalan que existen factores psicológicos que pueden aumentar el riesgo de agitar a nuestro bebé.
 Estos son las expectativas no realistas sobre cómo debe ser nuestro pequeño; que seamos padres jóvenes e inexpertos, que suframos estrés; que abusemos de alcohol y las drogas o padezcamos depresión, entre otros. 
Según los datos, esta conducta es más común entre los hombres. Asumir que el llanto continuo puede ser normal entre los bebés, pero que con el tiempo mejora, buscar ayuda cuando perdemos los nervios y educar e informar sobre las graves consecuencias de zarandear a un bebé a sus cuidadores son las formas de prevención más efectivas.
Pese a su relativa frecuencia, es un síndrome del que no se suele informar a los padres primerizos. 
El caso más conocido fue el del famoso alpinista suizo Erhard Loretan, que en 2001 mató a su bebé de siete meses al zarandearlo durante una rabieta, y que decidió hacer público su caso para alertar a los demás padres.
Nada justifica zarandear a un niño.
 Los expertos aconsejan que “si estás teniendo problemas con el control de las emociones que produce la paternidad, busques ayuda, ya que unos segundos son suficientes para que tu bebé sufra consecuencias irreparables”.
 “Y asegúrate de que todas las personas que cuidan a tu pequeño conozcan los riesgos del síndrome del niño sacudido”, concluyen.
*Fuente Clínica Mayo, Institutos Nacionales de Salud de EE UU, Asociación Española de Pediatría.
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27 mar 2017

Kate Middleton ha querido ser Lady Di

Desde que anunciara su compromiso, la duquesa de Cambridge se ha inspirado en más de una ocasión en los estilismos de Diana de Gales.

El día que Guillermo de Inglaterra hizo público su compromiso con Kate Middleton, en 2010, esta no solo lucía en su mano el famoso anillio que había llevado Lady Di, sino que para la ocasión escogió un vestido azul como tres décadas antes había hecho una joven Diana Spencer. El día que Guillermo de Inglaterra hizo público su compromiso con Kate Middleton, en 2010, esta no solo lucía en su mano el famoso anillio que había llevado Lady Di, sino que para la ocasión escogió un vestido azul como tres décadas antes había hecho una joven Diana Spencer.

Tras anunciar su compromiso, Guillermo de Inglaterra y Kate Middleton se pusieron ante el foco de Mario Testino para una sesión de fotos en la que quisieron imitar una de las fotos de Carlos de Inglaterra y Diana de Gales al anunciar su boda a principios de los años ochenta. Tras anunciar su compromiso, Guillermo de Inglaterra y Kate Middleton se pusieron ante el foco de Mario Testino para una sesión de fotos en la que quisieron imitar una de las fotos de Carlos de Inglaterra y Diana de Gales al anunciar su boda a principios de los años ochenta.

La duquesa de Cambridge eligió en 2016 para una recepción en el palacio de Buckingham la misma tiara y un vestido muy parecido al que lució Diana de Gales en una cena en la embajada británica de Washington, en 1981 La duquesa de Cambridge eligió en 2016 para una recepción en el palacio de Buckingham la misma tiara y un vestido muy parecido al que lució Diana de Gales en una cena en la embajada británica de Washington, en 1981

En agosto de 2013, Kate Middleton salía del hospital tras dar a luz a su primer hijo con un vestido azul con lunares blancos. Un vestido muy similar a uno de los trajes premamá que lució Diana de Gales durante su embarazo del príncipe Guillermo. En agosto de 2013, Kate Middleton salía del hospital tras dar a luz a su primer hijo con un vestido azul con lunares blancos.
 Un vestido muy similar a uno de los trajes premamá que lució Diana de Gales durante su embarazo del príncipe Guillermo.


Diana de Gales, con sus dos hijos, los príncipes Guillermo y Enrique (en sus brazos), durante un partido de polo en junio de 1987. La misma informalidad que mostró la duquesa de Cambridge, durante un partido de polo en junio de 2014. Diana de Gales, con sus dos hijos, los príncipes Guillermo y Enrique (en sus brazos), durante un partido de polo en junio de 1987. La misma informalidad que mostró la duquesa de Cambridge, durante un partido de polo en junio de 2014.

Kate Middleton, en uno de sus actos oficiales en marzo de 2012. A la derecha, Lady Di, durante una visita a Washington con un vestido de Bruce Oldfield.

Kate Middleton, en uno de sus actos oficiales en marzo de 2012. A la derecha, Lady Di, durante una visita a Washington con un vestido de Bruce Oldfield.


Durante un viaje oficial a Italia en mayo de 1985, Diana de Gales lucía un abrigo a cuadros con tonos azules y verdes de Emanuel. Para la tradicional misa del día de Navidad de la familia real británica en Sandringham, en 2013 Kate Middleton escogió un abrigo muy similar de Alexander McQueen. Durante un viaje oficial a Italia en mayo de 1985, Diana de Gales lucía un abrigo a cuadros con tonos azules y verdes de Emanuel. Para la tradicional misa del día de Navidad de la familia real británica en Sandringham, en 2013 Kate Middleton escogió un abrigo muy similar de Alexander McQueen.


Kate Middleton aterrizó en el aeropuerto de Wellington (Australia) con este vestido rojo con botos, y gorro a juego, que a todos recordó el que lució Diana de Gales a su llegada a Washington en 1985.
 Kate Middleton aterrizó en el aeropuerto de Wellington (Australia) con este vestido rojo con botos, y gorro a juego, que a todos recordó el que lució Diana de Gales a su llegada a Washington en 1985.


Diana de Gales, durante una visita a Pakistán en 1996. A la derecha, Kate Middleton. Diana de Gales, durante una visita a Pakistán en 1996. A la derecha, Kate Middleton.


Kate Middleton, vestida de Alexander McQueen en mayo del año pasado. A la derecha, Lady Di, con un vestido de una de sus diseñadoras de cabecera Catherine Walker, que también ha vestido a la actual duquesa de Cambridge. Kate Middleton, vestida de Alexander McQueen en mayo del año pasado. A la derecha, Lady Di, con un vestido de una de sus diseñadoras de cabecera Catherine Walker, que también ha vestido a la actual duquesa de Cambridge. 
Kate Middleton, durante su visita a los estudios Warner en abril de 2013. A la derecha, Diana de Gales, también con un vestido blanco de topos negros, en junio de 1987. Kate Middleton, durante su visita a los estudios Warner en abril de 2013. A la derecha, Diana de Gales, también con un vestido blanco de topos negros, en junio de 1987.



Un mismo evento y un mismo estilo. En la celebración anual Remembrance Sunday Service, Diana de Gales, en 1984, y Kate Middleton en 2014.  Un mismo evento y un mismo estilo. En la celebración anual Remembrance Sunday Service, Diana de Gales, en 1984, y Kate Middleton en 2014


Diana de Gales, con un traje chaqueta rosa en un evento oficial a principios de la década de los noventa. A la derecha, Kate Middleton, con un abrigo parecido en marzo de 2015.

Diana de Gales, con un traje chaqueta rosa en un evento oficial a principios de la década de los noventa. A la derecha, Kate Middleton, con un abrigo parecido en marzo de 2015. 


Lady Di, en un concierto benéfico en el Goldsmiths Hall de London en marzo de 1981. A la derecha, Kate Middleton en los premimos The Sun Military Awards en 2011.

Lady Di, en un concierto benéfico en el Goldsmiths Hall de London en marzo de 1981. A la derecha, Kate Middleton en los premimos The Sun Military Awards en 2011.