Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

27 ago 2015

La pasión del lector implacable........................................................................... Alberto Manguel

La literatura como mentira' reúne los ensayos literarios de Giorgio Manganelli. De Dumas a Joyce, para él no existen jerarquías oficiales.

 La única regla de oro es la inteligencia.

El escritor italiano Giorgio Manganelli, visto por Sciammarella.

Quizás porque la lectura es una actividad íntima y solitaria, el lector siente, después de cerrar un libro que le ha gustado, la necesidad de contarle a otro su experiencia.
 De ese generoso impulso nacen los oficios de editor (cuando no se trata de una vocación de tendero), de traductor, de antólogo, de reseñador.
Una colección de ensayos de Giorgio Manganelli (1922-1990), diestramente traducidos por Mariagiovanna Lauretta bajo el título La literatura como mentira, es prueba de tal generosidad. A pesar de lo dicho, Manganelli dudaba “que el cometido del crítico sea ser generoso, omnicomprensivo o vagamente neoclásico”.
 Manganelli fue uno de los más inteligentes críticos italianos, ensayista exquisito en un país en el que la estafa financiera es un pecadillo menor pero la torpeza estilística no tiene perdón de Dios.
 Su campo de interés fue vasto, aunque solía concentrarse en la literatura de lengua inglesa, que Manganelli leyó con ojos de recienvenido. Stevenson y Dickens fueron para él autores de su siglo XX, y otros, menos conocidos por los ingleses mismos (Edwin A. Abbott, Ronald Firbank, Ivy Compton-Burnett), ocuparon en sus estanterías el mismo lugar que los clásicos canónicos. Algunas otras literaturas estuvieron representadas (Hoffmann y Dumas), pero es la de las islas Británicas la que Manganelli sintió como más suya.
Manganelli hablaba de los libros que había leído como si quisiera que nosotros también participemos en su comentario.
 Considerando la obra de una figura ejemplar de la novela inglesa del siglo XIX, Thomas Love Peacock (y aquí debo confesar mis celos literarios al comprobar que uno de mis autores secretos fue descubierto por otro lector), Manganelli dice:
“Da gusto toparse —en pleno revuelo romántico— con una figura de coherencia regulada y exacta que prefiere, con parcialidad elegante, la lógica al rayo emotivo; un escritor en cuya página los puntos de exclamación llevan un infalible sonido irónico”.
A lo cual el lector responde: “Así lo pienso yo también”. Y empieza la conversación.
Las jerarquías oficiales no existen para Manganelli: Joyce y O. Henry, Lewis Carroll y Nabokov convergen en la misma frase
. Y sus juicios son tan exactos como inusitados. Al final de Los tres mosqueteros, por ejemplo, cuando los personajes “se despiden de nuestros aplausos”, Manganelli siente que de pronto “algo se corrompe y se desmorona”, porque la sucesión de acontecimientos no tiene un verdadero centro intelectual para mantener la coherencia del conjunto. Dickens es un escritor “delicioso e irritante”
. El estilo de Lovecraft es “de una torpeza genial”
. El amante de Lady Chatterley, de D. H. Lawrence, “no es un gran libro” pero el autor supo conceder a su heroína una “violencia impersonal” que le permite aceptar su destino y no tener miedo a “la agresión social”, espléndido epíteto de Manganelli para nombrar la aparición del erotismo brutal y sincero.
La sección más extensa —tres ensayos— está dedicada no a un novelista ni a un poeta, sino a otro crítico, Edmund Wilson, quien, como Manganelli pero con menos brío, compartió con otros lectores sus sabias lecturas.
A Wilson, Manganelli atribuye una pesquisa de las mentiras de la literatura, en el mejor sentido de la palabra, eso que Dante llamaba “errores que no son falsos”. Ese credo es también el de Manganelli. “La obra literaria”, escribe en el ensayo que da título al libro, “es un artificio, un artefacto de destino incierto e irónicamente fatal”.
Y el destino del escritor “es trabajar, cada vez con mayor consciencia, en un texto cada vez más falto de sentido, en frígidos exorcismos que desencadenen la dinámica furiosa de la invención lingüística”. Casi un siglo antes, Flaubert había expresado este gozoso pesimismo diciendo:
 “La palabra humana es como una cacerola abollada sobre la que tamborileamos melodías para hacer bailar a los osos, aunque en verdad anhelamos enternecer con ellas a los astros”.
En el mismo artículo sobre Peacock, Manganelli acota:
“Una sola acusación se repite en todas sus obras, un solo juicio sobre los románticos: no razonan con claridad, se complacen en distracciones emotivas frente a la primera obligación del buen razonamiento, aman aquella oscuridad, aquella ambigüedad detrás de cuya prepotencia y corrupción encuentran su legitimación retórica.
 Ese es el motivo de que los desprecie por deshonestos”. Ese juicio implacable también es el de Manganelli.
El lector genial que fue quiere compartir con otros sus lecturas, a condición de que sean inteligentes. La estupidez, al contrario del arte de contar mentiras, es para él la única imperdonable falta de honestidad.
La literatura como mentira. Giorgio Manganelli. Traducción de Mariagiovanna Lauretta. Dioptrías. Madrid, 2015. 288 páginas. 19,92 euros.

 

‘Material girl’ a los 90 años.................................................Carles Gámez

En 1925, 'Los caballeros las prefieren rubias' de Anita Loos se rio de la sexualidad de su tiempo.

 De libro de culto pasó a musical de Broadway y comedia de Hollywood.

 

Cartel de 'Los caballeros las prefieren rubias'.

Cuando el editor H.L. Mencken leyó el original de Los caballeros las prefieren rubias de Anita Loos exclamó:” ¿Se da cuenta que es el primer escritor norteamericano que se ríe de la sexualidad?”
. Si al tabú del sexo añadimos el del dinero, el otro componente del relato satírico, el cocktail resultante no podía ser más llamativo- e indigesto- para su época. Bajo el título original de Gentlemen Prefer Blondes: The intímate Diary of a Professional Lady -había aparecido previamente en forma de serial en la revista Harper’s Bazaar- la novela, un texto de apenas 160 páginas en forma de diario, veía su primera edición en 1925, el mismo año de publicación de El gran Gatsby.
  El libro acabará convirtiéndose en uno de los mayores best-sellers de la década, traducido a múltiples idiomas y referencia obligada de la literatura de la llamada Era del Jazz.
Sobre el origen de la novela, la propia autora comentará una anécdota sucedida en un viaje en tren con destino a Los Ángeles cuando ve como todos los caballeros del vagón, entre ellos el actor Douglas Fairbanks, se desviven por ayudar a una señorita de cabellos rubios la hora de descender con su equipaje del tren mientras ella tiene que cargar con el suyo sin la ayuda generosa de ningún miembro del sexo opuesto.
 La escritora ante la “afrenta” dedujo que los caballeros sin duda las prefieren rubias aunque sean teñidas frente a las morenas naturales - y de pequeño tamaño- como ella.
 Sin embargo, en su libro de memorias, Adiós a Hollywood con un beso, la propia Loos escribe como origen de la novela la aventura amorosa que el periodista y editor H.L. Mencken sostenía en aquellos momentos con una descerebrada rubia, una relación que la impulsó a escribir un relato satírico para burlarse del noviazgo.
Guionista en Hollywood, Loos realiza sus primeras armas en la profesión en el periodo del cine mudo para después continuar escribiendo con la llegada del sonoro
. Títulos como La pelirroja (Jack Conway, 1932) que cimenta la figura de Jean Harlow como estrella y sex-symbol, San Francisco (W.S. Van Dyke, 1936) que reúne por primera-y última vez- el musical y el filme de catástrofe o Mujeres, la corrosiva comedia femenina dirigida por George Cukor revalidan su fama como guionista. Loos con su característico humor dirá a propósito de este periodo de su vida. “Gracias a la adaptación de Macbeth al cine pude ver mi nombre a continuación del de William Shakespeare”.
Primera edición de la novela.
La figura de Anita Loos recorre casi todo el siglo XX como uno de los observadores más mordaces en esa gran feria de vanidades llamada la meca del cine y sus protagonistas o visitantes ocasionales. Loos forma parte de ese club de Hollywood y alrededores donde entran y salen el matrimonio F.Scott y Zelda Fitzgerald-algunas de las anécdotas más divertidas y trágicas de sus recuerdos tienen como protagonista a la pareja-, Aldous Huxley, Charles Chaplin, D.W.Griffith, Paulette Goddard o el fotógrafo Cecil Beaton que colabora a patentar el glamur de estrellas como Greta Garbo o Marlene Dietrich.
 Ese nuevo edén californiano donde recalan escritores como Dashiell Hammet, Lillian Hellman o Dorothy Parker, la otra pluma cargada de tinta cáustica que compite con Loos en humor e inteligencia.
Escrita en forma de diario muchas décadas antes que Bridget Jones pusiera en circulación el suyo, Los caballeros las prefieren rubias acabará por convertirse en libro de culto, un clásico y referencia inevitable entre la literatura popular producida en el siglo XX; sus protagonistas, Lorelei y Dorothy, una suerte de heroínas prefeministas dispuestas a luchar sin desmayo por sus sueños y deseos en un mundo controlado por los hombres.
 Con humor Loos pasa con elegancia sobre temas “prohibidos” como la prostitución y otras referencias asociadas a sus heroínas.
 “La trama de Los caballeros las prefieren rubias es tan sombría como una novela de Dostoievski” dirá con su habitual ironía la escritora
. La “materialista” Lorei y la más apasionada Dorothy se erigen en la representación de dos robustos modelos de mujer que escapan de los estereotipos femeninos haciendo uso del humor y la fantasía como armas de combate
. Una filosofía que se resume en una consigna: frente al declive de la pasión amorosa, los diamantes siempre serán los mejores amigos de una chica y su lealtad, eterna.
La novela conoce una primera adaptación cinematográfica en 1927- hoy desaparecida- protagonizada por una joven actriz llamada Ruth Taylor que según cuenta Loos en sus memorias se tomó tan en serio su papel que apenas hubo terminado la película se casó con un millonario y no volvió a trabajar en su vida.
Como prueba de su vigor literario, la novela y sus dos protagonistas acaban debutando con éxito en Broadway en forma de comedia musical. Broadway vive un renacimiento escénico con obras como South Pacific del dúo Rodgers & Hammerstein, Kiss Me, Kate de Cole Porter o Lost in The Stars con música ni más ni menos de Kurt Weill
. Las canciones de Jule Styne y Leo Robin, entre ellas, “Diamonds Are a Girl’s Best Friends” ponen definitivamente cara y ojos al texto literario convirtiéndose en clásicos del cancionero del siglo XX.
Marilyn monroe en un fotograma de la película.
Solo cuatro años después de su estreno en Broadway la pantalla reescribía la historia de las dos heroínas y su cruzada “haz el amor y de paso una buena colección de diamantes” a partir del musical. Para el papel de Lorelei la escogida es Marilyn Monroe -el otro papel es para Jane Russell- que contra viento y marea consigue salir airosa de la prueba convertida en estrella de la Fox.
 Los consejos de Howard Hawks, el director de la versión cinematográfica, al productor Darryl Zanuck “ella es un personaje de dibujos animados y tú intentas hacer de ella la protagonista de films realistas” darán su fruto y Marilyn es elegida para interpretar el papel.
Una versión en vivo de la Betty Boop. Marilyn codifica el icono de la blonde dumb que directores como Billy Wilder y Joshua Logan llevaran a un grado máximo de ironía y estilización. El rubio oxigenado de la estrella gracias a la pantalla llena a partir de ahora los sueños de los espectadores de las salas de cine de todo el mundo.
Aunque el guion cinematográfico de Los caballeros los prefieren rubias a cargo del guionista Charles Lederer pasaba de puntillas sobre la novela, la escritora reconocerá su deuda con el adaptador.
“Mis amigos me aconsejaron que no la viera, pero tengo que decir que Lederer ha realizado una perfecta transición, una de esas versiones con las que toda novelista sueña y en el que el adaptador sabe traducir y proyectar el espíritu y el aroma de la novela original” dirá Loos.
Desgraciadamente Anita Loos murió en 1981 y no llego a conocer la canción “Material Girl” interpretada por Madonna donde el espíritu de su heroína Lorelei volvía a brillar en medio de la década de los ochenta, de la opulencia y de los brókers despiadados. Los caballeros las prefieren rubias tendrá su continuación en la novela Pero se casan con las morenas.
 Preguntada poco antes de morir la escritora sobre los títulos de sus novelas, Loos admitía con resignación que “ahora los caballeros los prefieren- y se casan- con los caballeros”.
Los caballeros las prefieren rubias. Pero se casan con las morenas. Anita Loos. Rara Avis. Alba Editorial.2014.
Marilyn Monroe- Diamonds are a girl's best friend
Marilyn Monroe & Jane Russell -Two little girls from Little Rock
Moulin rouge Diamonds are a girl's best friend

La obsesión por el triunfo social................................................................ Pablo Ordaz

Un teatro en ruinas destruido para levantar apartamentos simboliza la decadencia de Italia, un país que ha vivido subido al carro de la picaresca y el dinero fácil.

 

Imagen de El capital humano, dirigida por Paolo Virzi.

Dice Paolo Virzi que dos de los actores principales de El capital humano, Fabrizio Bentivoglio y Fabrizio Gifuni, son en la vida real tipos sencillos, honestos, buenas personas, justo lo contrario de aquello que aparentan en su película, construida a partir de la novela homónima de Stephen Amidon. La explicación parece en principio absurda —¿qué es un actor si no?—, pero empieza a tomar sentido cuando añade que, en cambio, Valeria Bruni Tedeschi vierte en su personaje algunos rasgos del mundo privilegiado del que procede, y que los dos jóvenes que completan el reparto principal, Matilde Gioli y Giovanni Anzaldo, actúan tal cual son. “Tan es así”, explica Virzi, “que más que como un director de cine, los filmé con la curiosidad de un documentalista”.
 El resultado de tal experimento —al margen de lo cinematográfico, que doctores tiene la Iglesia— es un retrato que asusta, por ajustado, de la sociedad italiana, donde lo cierto y lo fingido, el actor y su personaje, el rostro y la caricatura, se han mezclado hasta construir una mueca de un dolor muy difícil de calmar.
Hay un par de observaciones perdidas en El capital humano que hurgan en la herida abierta de Italia. Una de ellas la pronuncia con irónica amargura, casi al final de la película, el personaje de Valeria Bruni Tedeschi, una mujer a la deriva después de haber quemado sus sueños de actriz en la hoguera de las vanidades de su marido, un voraz especulador financiero: 
“Enhorabuena, habéis apostado a la ruina de este país y habéis ganado”.
 La otra pertenece a una grave y misteriosa voz en off: “Hemos subido la apuesta. Nos lo hemos jugado todo, incluso el futuro de nuestros hijos. Y ahora, finalmente, disfrutamos de aquello que nos merecemos”
. Esto es, de un paisaje humano —porque ese es el verdadero paisaje de la película— que durante las dos últimas décadas y media permaneció hechizado por la televisión, cada vez más plana y no solo por el grosor de las pantallas, mientras las escuelas y los teatros y los museos y hasta Pompeya y el Coliseo se derrumbaban ante la desidia general.
 La atención, como se encarga de subrayar Paolo Virzi en la película, estaba en otro lugar.
“La situación es desesperante, y por eso no tenemos más remedio que recurrir al humor”, explica el director de La prima cosa bella, “somos Italia, un país que debería tener como principal patrimonio la belleza, la cultura, el arte. No tenemos minas de carbón, ni yacimientos de petróleo, ni siquiera una industria manufacturera como ahora pueden tener países con mano de obra barata. Por tanto, nuestra fuerza debería ser la riqueza de la belleza, de la cultura, del enorme patrimonio que tenemos y que, sin embargo, estamos exterminando. 
Debería ser de ahí, de teatros como el Politeama [un viejo local en ruinas que aparece en la película], de donde personajes como Bernaschi —el misterioso y frío hombre de negocios— pudieran hacer dinero, pero en cambio lo destruyen para construir apartamentos. La tratamos un poco en broma precisamente porque, ¡porca miseria!, la situación de este país es una cosa muy seria”.

Fábula del dinero

ROCÍO GARCÍA
Es tan real y cercana la narración del italiano Paolo Virzi en esta fábula sobre la avaricia, el dinero y la especulación, que produce auténtico desasosiego. Virzi, el realizador de La prima cosa bella y Todo el santo día, ha encontrado en la obra del norteamericano Stephen Amidon la excusa perfecta para, más allá de trasladar la acción de la Connecticut del libro a la fabulosa y próspera ciudad de Milán, entrar sin tapujos en la vida de dos familias: una sumamente rica y otra que aspira a serlo, en una vorágine plagada de banalidades y ostentación, a partir del accidente de un ciclista que cambiará el destino de todos. El capital humano, sin duda el filme italiano de este año (siete premios Donatello y premio del público en el Festival de Cine Europeo de Sevilla), consigue que el espectador permanezca en tensión casi constante, como buen thriller que es. Son muchas las virtudes de este filme, pero, sin duda, una de ellas es la excelente interpretación de Valeria Bruni Tedeschi.
Pero ya ni la broma sirve como analgésico.
 Hasta ahora, rememorando al imprescindible Ennio Flaiano, se solía decir que la situación de Italia “es grave, pero no seria”
. Ya no. El viejo y salvífico humor italiano es de pronto insuficiente. 
Se podría añadir que incluso contraproducente
. Vista la película desde fuera, Dino Ossola, el personaje estereotipado que interpreta Fabrizio Bentivoglio, puede hacer cierta gracia porque representa fielmente la caricatura del italiano. 
Vista desde dentro, su furbizia —un concepto, más que una palabra, difícil de traducir y aun de exportar, pero que se puede situar entre la pillería y la astucia— es el reflejo de un mal que se convirtió en endémico cuando, durante más de dos décadas, fue validado desde el poder.
¿Cómo seguir apelando a la educación, a la cultura, a las reglas del juego, al cumplimiento de los deberes cívicos si el primer empres
ario del país, el jefe del Gobierno, l’uomo vincente era y presumía de ser el paradigma de lo contrario? Decía también Flaiano en otro de sus aforismos que “los italianos corren siempre en ayuda del vencedor”.
 Seguramente no es solo una virtud italiana, pero sí es cierto que durante más de dos décadas la sociedad italiana vivió subida al carro del vencedor, y todo aquel que desde cualquier ámbito advirtiera del peligroso rumbo que estaba tomando un país que se considera asimismo il bel paese era tildado de aguafiestas o, aún peor, de comunista.
Todo eso está dentro de la película de Pablo Virzi, que se apoya en la novela de Stephen Amidon para abordar la crisis de la burguesía, pero que utiliza cuatro narraciones paralelas de los hechos —tres puntos de vista subjetivos y uno, final, objetivo— para situar también el foco sobre los demás estratos sociales.
Lo que encuentra no es mucho más halagüeño.
 El paisaje que encuentra se parece. Ambición. Malicia. Oportunismo.
 Y, sosteniéndolo todo, también la política o la familia, la obsesión por el dinero, el triunfo y el reconocimiento social.
Un mensaje de padres a hijos que atraviesa todo el drama: “Os queremos ganadores. Os queremos felices.
Hemos hecho todo esto por vuestro bien.
 Somos los padres mejores del mundo.
 Por vosotros nos hemos jugado todo. Incluso vuestro futuro”.

Isabel Preysler y Mario Vargas Llosa, íntimas vacaciones en el Caribe

La pareja ha recibido la visita de Tamara, Ana y Fernando Verdasco.

 

Isabel Preysler y Mario Vargas Llosa, íntimas vacaciones en el Caribe

Por fin hemos descubierto cuál ha sido el destino elegido por Isabel Preysler y Mario Vargas Llosa para sus primeras vacaciones como pareja: Mustique, una exclusiva y lujosa isla del Caribe. Sí, un lugar emblemático frecuentado por "grandes fortunas , artistas y miembros de la realeza" como así publica la revista Hola! en exclusiva. Sin embargo, no existen fotografías de la pareja juntos por el paradisiáco lugar ya que "la pareja pasó la mayor parte del tiempo en su villa, trasla ...

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 Por fin hemos descubierto cuál ha sido el destino elegido por Isabel Preysler y Mario Vargas Llosa para sus primeras vacaciones como pareja: Mustique, una exclusiva y lujosa isla del Caribe.

Unos son refujiados y otros gastan un capital para decirles a quien los conozca, porque en Mustique no los conocera nadie. Alli iba mucho la Princesa Margarita de Inglaterra con sus amantes, bueno como estos dos pero más glamour y dinero.

Isabel Preysler y Mario Vargas Llosa, íntimas vacaciones en el Caribe

La pareja aterrizó en la isla el pasado 5 de agosto a través de un vuelo privado, la única manera de acceder, o bien mediante un barco particular. Al parecer, la pareja llegó a su romántico destino un día más tarde a consecuencia de un problema en la escala del vuelo que le trasladaba a Barbados.

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Isabel Preysler y Mario Vargas Llosa, íntimas vacaciones en el Caribe

Sí, un lugar emblemático frecuentado por "grandes fortunas , artistas y miembros de la realeza" como así publica la revista Hola! en exclusiva. Sin embargo, no existen fotografías de la pareja juntos por el paradisiáco lugar ya que "la pareja pasó la mayor parte del tiempo en su villa, trasladándose por los alrededores en un carrito de golf que conducía el premio Nobel", así describe Hola!.

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Isabel Preysler y Mario Vargas Llosa