Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

24 jun 2012

Pedantes por Juan Cruz

Como dice el maestro Lledó hay que mirar dentro del Sí para ver un pequeño No.

Existe el pedante literario, o periodístico; abunda, te abruma con su conocimiento, pero sobre todo te hunde debajo de la erudición en la que navega, ahíto de datos menudos que conoce “de primera mano”. Un día, en los ochenta a los que ahora regresamos, leí en un libro esta frase:
 “Tomándose su zumo de naranja, Eduardo Sotillos pensó…”. Me dije: ¿y cómo sabe este hombre qué pensó Sotillos tomándose su zumo de naranja?
 Nunca más rompí un libro, creo, pero aquel lo desgarré.
Así que la pedantería periodística o literaria abunda y atosiga, pero ahí está, a la indecisa luz del día, que decía Camilo José Cela, se la ve venir y se la puede neutralizar, echándola a un lado, pues para eso están el olvido y las papeleras…
 Pero, ¿y la pedantería política? La pedantería política tiene consecuencias, por ejemplo en el presupuesto, en las relaciones sociales, culturales, económicas o políticas…
Puedes dejar de oírla, pero sigue haciendo su labor, su pequeña obra de albañilería inversa, carcomiendo las sillas razonables del poder, convirtiendo este en un trampolín de presumidos.
El atril es el primer peligro. Les das un atril (a los políticos, a los jueces, a los periodistas, a los escritores, a los que están siempre cerca de los atriles) y te lanzan el discurso en el que sobrevaloran su alma para presumir del peso que ellos creen que es el peso de su espíritu, cuando en realidad (como recuerda Andrés Ortega en su novela Sin alma) todas las almas pesan lo mismo, 21 gramos…
Ahora hemos escuchado a Artur Mas, el presidente de la Generalitat, hablando bien de Cataluña para hablar mal de los otros países mediterráneos. Por ahí derrochan, pero aquí…
Enumeró las virtudes de la tierra en la que comanda, y añadió: y tampoco hay toros.
Hombre, menos lobos, y menos toros.
 Toda comparación tiende a desmejorar al otro, es la esencia misma de la pedantería. Soy mejor, tú no vales. Los políticos sacan a pasear sus valores en campaña electoral, y después.
 No tienen medida.
El otro es peor. Siempre lo dicen. Incluso cuando ellos empeoran.
Sacar pecho tiene sus virtudes, pero en primer lugar tiene el valor de la presunción, de señalar el alma propia como un alma que pesa sobre la tierra mucho más que el alma ajena. Ángel González, el poeta, escribió que para que el cuerpo pese (y el cuerpo es el alma por otros procedimientos) ha de pasar una larga historia.
Mas se cree que todo el monte es orégano, sobre todo si el monte es suyo.
 Y así saca a relucir los toros (o su ausencia) como un mérito de su tierra, cuando más lejos, y con el mismo peso en el alma, los canarios podemos sacar pecho por lo mismo.
 Y no lo sacamos, porque tampoco es para tanto.
Un brasileño muy culto le dijo una vez a Carmen Balcells que él solo creía en el amor y en la bioquímica. Mas (igual que el resto de la retahíla de pedantes a los que he venido haciendo alusión) recae en esa metáfora cervantina, el vuelo excede el ala.
No se debe sacar a pasear, no debe incurrir en la pedantería, pues como dice el maestro Lledó hay que mirar dentro del Sí para ver un pequeño No. Todo, president, es amor y bioquímica.
Y nada es para tanto.
jcruz@elpais.es

 

El poder siempre está de moda

Anna Wintour, en la Casa Blanca, en enero de 2011. / Evan Vucci (AP)
Cuando Anna Wintour estuvo en París para asistir a la Semana de la Moda, la directora de Vogue no podía dejar de hablar de un tema que no tenía nada que ver con las colecciones de invierno. “¿Quién ganará las elecciones presidenciales francesas en unas semanas?”, preguntó varias veces en voz alta ante varios compañeros de asiento en primera fila.
 Si ahora se topan con Wintour en Nueva York, puede que la oigan hablar de los estados bisagra cruciales para el presidente Obama o de las paupérrimas economías española y griega.
Y no osen mencionarle el comercio textil internacional.
La senadora Kirsten E. Gillibrand, demócrata por Nueva York, recordaba una conversación que mantuvo con Wintour al respecto. “Me dijo: ‘Tal vez no sé de cuenta, pero los aranceles y los tratados vigentes influyen de manera fundamental en la capacidad para suministrar diversos productos a varios mercados a un precio asequible”, contaba la senadora.
 Después de aquella reunión, Gillibrand salió de las oficinas de Vogue, situadas en lo alto de Times Square, con una lista de tiendas y vendedores que Wintour le recomendó que visitara para comprender mejor la manera en que el comercio afecta a las empresas de la ciudad.
Para quienes solo conozcan a Wintour como el personaje gélido e inescrutable que genera obsesión en los periódicos sensacionalistas y sátiras en el cine, puede que sea imposible separarla de las pasarelas que aterroriza detrás de esas gafas de sol oscuras.
 Pero se ha convertido en algo más: un político comprometido y un valioso activo para el presidente Obama y su campaña de reelección.
Esta es la segunda campaña en la que Wintour trabaja como bundler de Obama, personas con buenos contactos y muy motivadas que consiguen dinero para los candidatos políticos [y luego se lo entregan en un gran paquete.
De ahí su nombre, que proviene de bundle, o paquete]. Su última iniciativa para el presidente fue una cena celebrada para 50 personas, a 25.000 euros el plato, en la que ejerció de coanfitriona en la casa de Sarah Jessica Parker en el West Village.
En 2008 ayudó a recaudar 200.000 dólares para Obama. Sus amigos la han descrito como una demócrata acérrima, un poco rojilla, como decía uno
Durante una sesión de preguntas y respuestas con Obama, Wintour dominó la sala. Llamó a Meryl Streep, que preguntó al presidente qué podía hacer él para atraer a más personas con talento para que trabajen en el Gobierno (aunque Streep manifestó que probablemente ya lo sabía: aumentar los salarios).
 El diseñador Michael Kors le interrogó por el matrimonio entre personas del mismo sexo. Y Trey Laird, el directivo publicitario, quería saber más sobre la política tributaria. Mientras tanto, Wintour permanecía sentada escuchando.
En 2008 ayudó a recaudar unos 125.000 euros para la campaña electoral de Obama. También coorganizó dos actos para reunir fondos, uno con Calvin Klein y otro con Parker.
 El presidente visitó su casa de Sullivan Street en 2010 para asistir a una fiesta, donde invitados como Donna Karan y Calvin Klein pagaron hasta 19.000 euros cada uno por codearse con los presentes.
 A finales del verano pasado, Wintour se unió al magnate de Hollywood Harvey Weinstein en otro acto organizado en casa de este último para la campaña de Obama.
 La entrada costaba 28.500 euros.
“Puedo decirle que está increíblemente preocupada por la dirección que ha tomado este país”, señalaba Weinstein.
 Sus amigos la han descrito como una demócrata acérrima, un poco rojilla, como decía uno. ¿El diablo lee Pravda?
Wintour realizó donaciones para la campaña presidencial del senador John Kerry en 2004 y para la carrera al senado de Hillary Rodham Clinton. Pero su involucración política también ha tenido que ver con otras inquietudes más campechanas.
Ha invertido tiempo y dinero en ayudar a legisladores del estado de Nueva York que votaron a favor de la legalización del matrimonio homosexual. Y en los años noventa su ayuda fue crucial para implicar al sector de la moda en la lucha contra el sida.
Con su amiga y compañera Sarah Jessica Parker celebrando el homenaje a Almódovar junto al director y Karl Lagerfeld, en el MoMa, en noviembre. / CORDON PRESS
La política siempre ha rodeado a Wintour, ya fuera por elección o por nacimiento.
 Su padre, Charles Wintour, era el director de The London Evening Standard. Su hermano Patrick es director de la sección de política de The Guardian.
 El director por el que siente más afinidad en Condé Nast, el grupo propietario de Vogue, Vanity Fair y otras revistas muy leídas, es David Remnick, de The New Yorker.
Este año le propuso a Sarah Jessica Parker que unieran fuerzas.
 Su gancho, según una persona que las conoce a ambas, fue muy empresarial y estratégico: para justificar los 31.900 euros por persona, necesitarían el poder estelar de ambas
. Su actividad política ha dado pie a conjeturas de que podría andar buscando algún puesto de influencia, a lo mejor como embajadora en Londres o París.
 Sus amigos dicen que esas habladurías son totalmente infundadas, al igual que hace cuatro años.
“No tiene el menor interés en ser embajadora”, decía un amigo íntimo esta semana, e insistía en conservar el anonimato para proteger esa amistad. “Ninguno. Puedo afirmarlo con rotundidad”.
Millard Drexler, consejero delegado de J. Crew, fue uno de los asistentes al acto de recaudación de fondos del jueves por la noche. “No creo que se trate de su interés en la política”, dice Drexler.
 “Creo que es interés por involucrarse en algo en lo que cree. Y cuando se involucra en algo, lo hace con gran ferocidad”.
No tiene el menor interés en ser embajadora”, dice un amigo íntimo . “Ninguno. Puedo afirmarlo con rotundidad”.
En la era de la austeridad del Tea Party, la necesidad de evitar un descalabro por un corte de pelo de 320 euros (ver Edwards, John) o una línea de crédito desorbitada en Tiffany’s (Gingrich, Newt y Callista) no ha hecho más que crecer.
 De hecho, la Casa Blanca predijo una reacción negativa cuando Wintour apareció en un documento grabado para la campaña de Obama en su casa. SE emitió el mismo día que un informe del Departamento de Trabajo anunciaba que el paro había aumentado.
 A continuación vinieron las rechiflas republicanas. Rush Limbaugh se mofó de él llamándolo “Barack Hussein Kardashian.”
La campaña de Obama teme a todas luces que se preste demasiada atención a este aspecto de su aparato de recaudación de fondos. Cuando The New York Times intentó entrevistar a Wintour y Parker para este artículo, sus relaciones públicas presentaron sus excusas.
 La campaña está nerviosa, alegaron.
Pero de todas maneras, el equipo de Obama sigue delante con estos actos de gran poder estelar, y considera que los beneficios de los cheques de cinco cifras que generan superan con creces cualquier contraataque que puedan oír en Fox News o leer en los estados republicanos.
Los asesores del presidente no creen que los actos de recaudación de fondos plagados de estrellas vayan a estar entre los temas que probablemente condicionarán el resultado de las elecciones.
 Y, por si acaso, siempre se apresuran a mencionar la reciente táctica recaudadora de Mitt Romney: Cena con Donald, un concurso en el que la gente que dona tres dólares a la campaña de Romney puede ganar una cena con Donald Trump.
La relación entre la Casa Blanca de Obama y los mecenas célebres funciona en las dos direcciones desde hace tiempo. Parker y Wintour fueron elegidas para el Comité de Artes y Humanidades del presidente. Wintour asistió a dos cenas oficiales en la Casa Blanca.

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