Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

30 dic 2014

Bodas en Canarias al estilo Las Vegas............................................ Octavio Toledo

El oficio de maestro de ceremonias crece en las islas, e incluso una escuela para formarlos.

Una imagen de la página web My Perfect Wedding de Tenerife

La tendencia en España cambió en 2009, cuando las bodas civiles (95.000) superaron por vez primera a las religiosas (80.100).
 Desde entonces, una figura aparejada a esas celebraciones ha ido ocupando un espacio prominente: la del maestro de ceremonias, también conocido como oficiante de bodas, una figura prácticamente profesionalizada
. En Madrid ya existe una academia de oficiantes —la primera promoción arrojó 12 maestros,que ya están casando, aunque su actuación carece de valor oficial—.
 Y un lugar está tomando la delantera en este oficio: Canarias, una suerte de nueva Las Vegas.

Los maestros de ceremonias están cada vez más ocupados porque los matrimonios civiles en España siguen creciendo, y ya el año pasado alcanzaron la cifra de 106.000, de acuerdo con los datos del Instituto Nacional de Estadística
. Muchos de los novios no se conforman con ir al juzgado o al ayuntamiento o a estampar su rúbrica en un documento oficial que diga que están casados.
“Para muchos, ese es un trámite al que acuden en pantalón vaquero, como quien va a renovar el DNI”, señala Ana López, gerente de la empresa Apoyo Eventual, la única que organiza en España cursos específicos de maestro de ceremonias.
Abierta en Madrid el pasado abril, la escuela ofrece tres cursos diferentes inspirados en el modelo estadounidense, referente indiscutible de estas celebraciones:
 Oficiante I, Oficiante II y Protocolo.
Por ahora han impartido únicamente el primero, el básico, “porque con ese es suficiente para oficiar una boda”, añade. Cuesta 99 euros y dura un día: tres horas por la mañana de teoría, pausa para la comida, y otras tres por la tarde de práctica, donde los alumnos se meten en el papel de un auténtico oficiante.
La primera promoción, compuesta por 12 personas, ya está celebrando enlaces.
Los oficiantes cobran 200 euros por estos ritos sin valor legal
Andreas Fischer no necesitó formación.
 Su relación con el oficio surgió de manera casual en 2008.
 A unos amigos que acababan de montar una empresa de organización de bodas en Tenerife se les cayó el oficiante a última hora.
 Pensaron rápidamente en Andreas por su carácter afable y maneras elegantes y refinadas.
 Ya ha dirigido casi un centenar de uniones, una actividad que combina con la de su trabajo en jornada de mañana como asesor de inversiones.
 Él es una de la decena de personas en la isla que ejercen esta labor de manera habitual, dado incluso de alta como autónomo.
 Pero no es una actividad que dé para vivir por sí misma.
 A una media de dos o tres bodas al mes y 200 euros por cada una, en realidad constituye unos ingresos extra
. Hoy Andreas espera a Nikola y Mario, de 31 y 29 años. Son dos jóvenes alemanes que decidieron casarse en una escapada de una semana a Tenerife este diciembre (después de haberse unido oficialmente en su país unos días antes).
Actos como este no son extraños en la isla, que se está haciendo un hueco entre extranjeros que ven en ella el lugar soleado e idílico perfecto para acoger su enlace o renovar votos tras años de casados. Nadine García es propietaria de My Perfect Wedding in Tenerife (www.myperfectwedding.eu), empresa organizadora de bodas, entre ellas la de Nikola y Mario.
 “Unimos a unas 70 parejas al año, para lo que contamos con hasta siete maestros de ceremonias que ofician en español, alemán, inglés, lituano y ruso”.
La academia ya ha graduado a la primera promoción, con 12 ‘licenciados’
En el horizonte, los maestros de ceremonias podrían toparse con un duro competidor: los notarios.
 El actual proyecto de ley de Jurisdicción Voluntaria contempla que los fedatarios puedan sumarse a la lista de oficiantes legales de matrimonios junto a jueces, alcaldes y concejales (por delegación de los regidores). Nicolás Quintana es notario
. Apunta que, si finalmente la norma se aprueba, los enlaces se asemejarían más a esas ceremonias en auge, llamativas y llenas de parafernalia, frente a las encorsetadas y formales de los juzgados o Ayuntamientos.
Han pasado casi 45 minutos y Andreas está a punto de concluir su boda en la playa.
Los novios han respondido “sí” o “sí quiero” a las sucesivas preguntas que les ha ido haciendo hasta llegar al punto culminante.
 Antes de que firmen el documento del acto, en el que se especifica que lo vivido allí carece de valor oficial, cierra el acto con las palabras que la pareja anhelaba escuchar:
 “Ahora puede besar a la novia”.

 

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