Un Blues

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12 ene 2012

Se reabre la pugna por el Cervantes

Cultura quiere arrebatar a Exteriores la joya de la promoción del español - Lassalle esgrime que el PP propuso en el Congreso el cambio de ministerio.

 

En 2008 fueron César Antonio Molina y Miguel Ángel Moratinos. Ahora, José Ignacio Wert y José Manuel García-Margallo. Ha cambiado el color político del partido en el Gobierno, pero no el objeto de disputa: el Instituto Cervantes, la joya de la promoción de la cultura española en el exterior, con un presupuesto anual de 100 millones de euros y casi 80 sedes en los cinco continentes, vuelve a ser motivo de discordia entre los responsables de Cultura -convertida ahora en una Secretaría de Estado dentro del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte- y los de Asuntos Exteriores y Cooperación
García-Margallo defiende que el centro siga adscrito a su departamento
La mudanza obligaría a cambiar la ley de creación del centro, de 1991
Exteriores ha ganado el primer asalto, pero el tema sigue abierto
Rodríguez-Ponga es el candidato mejor situado para sustituir a Caffarel
No es casualidad que en sus dos primeras intervenciones públicas, con motivo de la toma de posesión de altos cargos de su departamento, el ministro García-Margallo haya subrayado la necesidad de potenciar el Instituto Cervantes como uno de los instrumentos clave de la política exterior, volcada en la promoción de la marca España, que tiene en la lengua y la cultura una de sus mejores vías de penetración.
Si César Antonio Molina hizo valer su experiencia como exdirector del Cervantes, el secretario de Estado de Cultura, José María Lassalle, ha esgrimido la proposición de ley -promovida por él mismo, como portavoz de Cultura del PP- que, en julio de 2010, presentó el Grupo Popular en el Congreso. En la misma se afirmaba, de forma taxativa, que "el Instituto Cervantes estará adscrito orgánicamente al Ministerio de Cultura, ya que es este ministerio el que cuenta con los mejores expertos en el área de la cultura y podrá dotar al instituto de una mayor capacidad para desarrollar por igual todos los fines que se le asignan".
El programa electoral con el que el PP ganó las pasadas elecciones generales no era tan tajante y se limitaba a prometer una "redefinición del papel del Instituto Cervantes".
Las luces rojas se encendieron cuando, en el decreto de reestructuración de los departamentos ministeriales, del 21 de diciembre pasado, se mencionó, entre las competencias del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, "la promoción y difusión de la cultura en español, así como el impulso de las acciones de cooperación cultural y, en coordinación con el Ministerio de Asuntos Exteriores, de las relaciones internacionales en materia de cultura".
Desde el entorno de Cultura se filtró que, por vez primera, dicho departamento tendría "poder de decisión en la acción cultural exterior", lo que en parte compensaría su devaluación desde la categoría de Ministerio a la de Secretaría de Estado.
García-Margallo acudió al Consejo de Ministros pertrechado por un informe de su departamento en el que se subrayaba que las instituciones extranjeras homólogas al Cervantes -el Instituto Goethe alemán, el British Council o la Alianza Francesa- están vinculadas a sus respectivos ministerios de Asuntos Exteriores.
Pero sobre todo, argumentó, la adscripción del Instituto Cervantes a su departamento garantiza el principio de unidad de acción en el exterior y la coherencia de las iniciativas culturales con las comerciales, diplomáticas o de cooperación en un momento en que la acción del Estado está volcada en la lucha contra la crisis económica.
Además, del Ministerio de Asuntos Exteriores depende la sociedad estatal Acción Cultural Española (AC/E), que se formó en diciembre de 2010 a partir de la fusión de otras tres: Acción Cultural en el Exterior, Exposiciones Internacionales y Conmemoraciones Culturales. Aunque el debate no está zanjado, García-Margallo parece haber parado el golpe. Según fuentes gubernamentales, el Cervantes seguirá por ahora bajo su dependencia; entre otras razones, porque llevarlo a Cultura obligaría a cambiar la ley de creación del instituto, de marzo de 1991, y el Gobierno tiene otras tareas legislativas más urgentes. En las próximas semanas deberá constituirse su nuevo Consejo de Administración, que preside el Secretario de Estado para la Cooperación Internacional e Iberoamérica, el diplomático Jesús Gracia, y cuyo vicepresidente es el subsecretario del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, Fernando Benzo.
A medio plazo se da por descontado el cese de Carmen Caffarell, directora del Cervantes desde julio de 2007. Su sustituto debe ser nombrado por el Consejo de Ministros, a iniciativa del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte y a propuesta conjunta de este departamento y de Asuntos Exteriores y Cooperación.
El candidato más firme para sustituir a Caffarel, según fuentes diplomáticas, es el dirigente del PP Rafael Rodríguez-Ponga, quien fue director general en los ministerios de Exteriores y Cultura y secretario general de la Agencia Española de Cooperación Internacional (AECI) con los gobiernos de Aznar.
Aunque otras fuentes apuestan por un perfil más mediático, al estilo de César Antonio Molina.
El nuevo director deberá, en todo caso, "redefinir" el Cervantes, al que se reprocha haberse centrado demasiado en la enseñanza del español y descuidar la promoción de la cultura española.

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