Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

27 nov 2010

Premio Cervantes y el papel de la mujer en esos premios

 Siempre la cultura literaria, artística ha estado en manos de hombres,escritoras hay muchas no reconocidas, como pintoras, si echamos la vista atrás no muy atrás pocas mujeres han salido del ostracismo del arte en la que les metian esos esposos, compañeros, que en muchos casos terminaban suicidándose como La mujer de Matisse, o la de Rodin, o las de Picasso, que solo una, Dora Maar se atrevió a dejar al genio.


No me gusta nada el papel actual de mujeres-agenda secretarias que rodean al "genio" de confort para que nadie les inoportune, son todas, las que llevan las cuentas y administran trabajo y casa quedando siempre como buenas anfitrionas, el caso de la última mujer de Alberti, o la de Alberto Moravia o la mujer de Saramago. Como si fueran Gheisas de su señor. No me gusta ese rol, aceptado por ellas, y ahí entraria lo de la autoestima animada por los amigos, sin ella no sería nada.

Los Genios son genios porque les sostienen en la vida diaria.

Que Carmen Martin Gaite a la que considero buenisima escritora, y que gracias a sus novelas no enloqueció cuando la muerte de su hija, mientras Sánchez Ferlosio no le ayudó, verbo que no me gusta usar en estos casos, pasó olimpicamente del drama que él ya había dejado, pero eso para mi le resta tantos puntos que no leo nada de él. Si la realidad es tan mezquina no me interesa su ficción.

Dicen que un genio es el que deja esa genialidad en su obra, y en su vida diaría es igual que cada uno de nosotros.

Y aunque ya mencioné que Ana María Matute se merece desde hace tiempo ese premio, no deja de ser significativo que diera un salto y dijera que era feliz, porque con 85 años lo saborea pero creo que ella retorna a una juventud alegre para saborearlo por más tiempo. Enhorabuena Ana Mª.Ya tiene todos los premios, solo le faltaba El Cervantes.
El Premio Cervantes es tan machista como la Real Academia Española. Desde su instauración en 1976, de los 36 premiados (ha habido ex-aequos) sólo tres mujeres han conseguido el galardón: María Zambrano, Dulce María Loynaz y ahora Ana María Matute. Es decir, ni siquiera el 10% de los galardones han ido a mujeres, y eso que las ha habido importantes, porque el Cervantes ha pasado por encima de escritoras como Carmen Martín Gaite, Elena Quiroga, Carmen Conde o Rosa Chacel, por citar sólo a las españolas agraviadas, porque en América hay más, y a Ana María Matute se lo han dado a los 84 años, cuando ya en 1976 tenía peso para ello, pues en ese año cuando fue candidata al Premio Nobel.




AMM pertenece a esa generación de posguerra que escribía en una España yerma, en la que las mujeres eran tratadas como criadas de los hombres. La espita la abrió Carmen Laforet y detrás de ella siguieron nuestra autora o la grandísima Martín Gaite. Curiosamente, las tres fueron objeto claro de ese machismo reinante, con separaciones matrimoniales muy duras y abusivas, pues a AMM ni siquiera le dejaban ver a su hijo, ya que la tutela era de su exmarido. Tal vez por eso, en los años cincuenta y sesenta escribió muchos relatos para niños, que siempre iban dedicados a su hijo.



La rebeldía que documentan sus novelas eran el santo y seña de la escritora, pero como mujer estaba con el corazón roto. De aquella época son sus más sonoros éxitos en literatura infantil, pues pocos hay de aquellas generaciones que no leyeran Los niños tontos, un libro ejemplar lleno de sensibilidad y a la vez de dureza. Ella seguía firma, agarrada a la literatura fieramente realista, no en vano es una de las más genuinas representantes del Realismo Social, un movimiento literario que era muy osado porque denunciaba entre líneas los desmanes sociales de una dictadura que amenazaba con no acabar.



De su primera etapa como novelista -hubo largos silencios en su narrativa digamos de adultos- destaco sin dudarlo su trilogía Los Mercaderes, compuesta por Primera memoria, Los soldados lloran de noche y La trampa. Hay muchas y buenas novelas en su bibliografía, y en 1996 nos dio una obra maestra, Olvidado Rey Gudú, que remacha una trayectoria impecable.
 Como le sucedió a Delibes con El Hereje, AMM, ya con muchos años, escribió una novela extraordinaria cuando ya no se esperaba de ella nada que superase la enorme altura de lo anterior.
Su obra fue reconocida en muchos ámbitos, y es probablemente la mejor autora de literatura infantil y juvenil de nuestra lengua, siempre con una altísima calidad literaria y un espíritu aleccionador sin que se notara, pues eran los personajes y las situaciones la auténtica lección de vida que ella proponía.

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