Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

31 jul 2010

Al pobre Stieg Larsson no lo dejan descansar en paz




Al pobre Stieg Larsson no lo dejan descansar en paz, y como era de esperar, el padre y el hermano del autor están teniendo un gran enfrentamiento por la herencia y los derechos de autor con Eva Gabrielsson, la mujer con la que Larsson llevaba treinta y dos años compartiendo su vida.

Ni que decir tiene que el culebrón que está generando dicha pelea está siendo seguido muy de cerca por la nación sueca, que se encuentra pendiente de cualquier nuevo capítulo. Y bien es cierto que está generando un gran debate. De momento, la sociedad parece decantarse por Eva Gabrielsson y critican la avaricia del padre y del hermano.




Larsson falleció repentinamente en el año 2004 de un ataque al corazón, antes de publicar su primera novela, Los hombres que no amaban a las mujeres, y no había dejado escrito ningún testamento. Hasta el momento, era un periodista no muy conocido que trabajaba en una revista fundada por él llamada Expo.


¿Dónde reside el problema de su herencia entonces? Pues que nunca se casó con Eva a pesar de llevar tanto tiempo unidos, por lo que el dinero generado por su obra pertenece a su familia más cercana, es decir, padre y hermano.
Seguro que al principio a ninguno de los implicados le preocupo en exceso la ausencia de testamento, pero claro, al ver la gallina de los huevos de oro que había dejado como herencia, todos pasaron a ser los dignos sucesores de su legado y todos le querían más que nadie en el mundo. (También es mala suerte lo del pobre Larsson…).

La última noticia que ha llegado sobre este asunto es que el padre y el hermano le han ofrecido a Eva Gabrielsson veinte millones de coronas suecas (unos dos millones de euros), para que se dé por finalizado este asunto. Lo que a cualquiera de nosotros nos solucionaría la vida y un poquito más, es considerado por Eva como una “limosna” debido a los mucho más abultados millones generados por la obra. Las declaraciones del padre de Larsson sobre este ofrecimiento no tienen ningún desperdicio:

sólo debe llamar y darnos las gracias, bueno y el número de cuenta.
¡Qué grande eres Erland! (ese es el nombre de este gran hombre).

Por su parte, Eva los acusa de que no se han preocupado nunca por la situación de la pareja llegando incluso a no asistir a su funeral. Ni que decir tiene que este extremo es rotundamente negado por padre y hermano (¡está el asunto como para decir que no han ido vamos!).

Sólo me queda una duda, ¿habrán tenido tiempo para leer las tres “novelitas cortas” que dejó escritas o contar el dinero que están generando no les deja tiempo para otra cosa?
Mientras tanto, viendo las “limosnas” que están dando y mi cartera llena de céntimos, me pregunto si tendré algún parentesco con ese hombre, voy a buscar mi arbol genealógico… ¡Yo era el que más lo quería en el mundo!, que conste.

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